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* El investigador francés Franck Goddio relata en exclusiva para ELMUNDO sus expediciones submarinas
* Su equipo ha desvelado algunos de los hallazgos más espectaculares de la Egiptología bajo las aguas del Mediterráneo
Fuente: EL MUNDO.es |Francisco Carrión| 27 de septiembre 2015
Durante siglos, la Historia se olvidó de Thonis-Heraclión y Canopus, con sus bodegas atestadas de maravillas. Las ruinas de ambas ciudades dormitaron sumergidas en la bahía de Abukir, a unos 30 kilómetros al noreste de la marchita Alejandría. Desde el siglo VIII d.C. una gruesa capa de arena y sedimentos fue cubriendo sus tesoros hasta borrarlos de la memoria. Una fatídica sucesión de catástrofes naturales -incluidos un terremoto y varios maremotos- las condenaron a morder el polvo del lecho marino. Su hallazgo hace más de 15 años bajo las aguas del Mediterráneo fue uno de los acontecimientos más formidables de la Egiptología reciente.
Franck Goddio (izquierda), el arqueólogo francés que firmó el rescate, aún conserva frescas las instantáneas de aquella jornada del año 2000 en la que los templos y los puertos de Thonis-Heraclión recuperaron el hálito.
«Recuerdo muy bien el día del descubrimiento de la naos [santuario sagrado] del templo de Amón-Gereb. Sus inscripciones ayudaron rápidamente a identificar el lugar», confiesa a EL MUNDO Goddio con motivo de una gran exposición recién inaugurada en París que reúne los objetos más preciosos arrancados al olvido por su equipo. «Otro recuerdo emocionante», añade, «es el instante en el que volvimos la vista hacia una gran losa de diorita situada en una pared del monumento. Cuando el agua se aclaró, nos dimos cuenta de que era una estela intacta llena de magníficos jeroglíficos. Fue esa pieza la que nos dio el nombre egipcio de la ciudad, Thonis, resolviendo un enigma que había durado dos milenios. Heraclión y Thonis eran la misma villa. Thonis era su denominación egipcia; Heraclión, la griega».
Desde entonces Goddio, convertido en rostro mundial de la arqueología submarina, no ha dejado de hollar la inmensidad que alberga los vestigios de esa villa de nombre doble y de la cercana Canopus, desempolvada en 1997. Situado a dos kilómetros al este del actual puerto de Abukir, el pasado de Canopus se halla esparcido a lo largo de 150 metros. De las profundidades han emergido columnas de granito rojo, bloques de piedra caliza, joyas y monedas del período bizantino. Resguardados por casi dos metros de arena, se hallan los cimientos de un muro de 103 metros que habría rodeado un templo de grandes proporciones. Ambas ciudades conocieron una prosperidad que arruinó la fundación de Alejandría por Alejandro Magno en el 331 a.C. Hasta su reciente renacer, los textos clásicos habían mantenido a buen recaudo su evocación.
Un buzo sujeta la cabeza de un sacerdote esculpida en granito. HILTI FOUNDATION
El historiador griego Heródoto relata en el siglo V a.C. la existencia de un gran templo en Thonis-Heraclión que primero visitó Hércules y más tarde Helena junto a París antes de que estallara la guerra de Troya. Cuatrocientos años después, también merodeó por su callejero el geógrafo Estrabón. En Canopus, en cambio, el poeta Nicandro sitúa la muerte de Canopus, el piloto del barco del rey Menelao después de sufrir la picadura de una víbora en las arenas de Thonis. Su tragedia terminaría legando su nombre al páramo.
Las excavaciones de la última década, que suelen celebrarse antes de los estragos del estío, han ido recomponiendo los fragmentos escritos que habían sobrevivido al naufragio. «Hay una suerte de diálogo entre los textos antiguos disponibles y nuestros descubrimientos. Algunas veces los documentos dirigen la dirección de nuestros sondeos; otras, los resultados de nuestro trabajo arqueológico explican los textos e incluso proporcionan nueva información sobre los ritos que ni siquiera habían sido documentados», detalla Goddio, fundador y presidente del Instituto Europeo de Arqueología Submarina y director de la Fundación para la Arqueología Náutica del Lejano Oriente. Sus campañas han recuperado del fondo del mar una auténtica fortuna. «Nuestra base de datos tiene inventariados más de 16.000 objetos. Es cierto que unos corresponden a monumentos o estatuas fabulosas y muchas otras a fragmentos de cerámica. Sin embargo, a menudo algunas de esas pequeñas piezas pueden proporcionar una información muy valiosa sobre el yacimiento».
Escultura de Osiris descubierta por una expedición de Goddio. HILTI FOUNDATION
Sumergirse en busca de pesquisas es una tarea costosa y aparatosa. No se trata sólo de enfundarse una escafandra y aventurarse en un océano de posibilidades. Antes de iniciar las exploraciones, la cuadrilla que dirige Goddio examina los textos antiguos y ausculta el lugar con la ayuda de un buque dotado de magnetómetro de Resonancia Magnética Nuclear -capaz de crear mapas magnéticos del fondo marino y arrojar pistas fundamentales sobre ubicación, orientación y tamaño de las piezas enterradas-; un sonar de barrido lateral; un equipo de barimetría multihaz; y un sistema de posicionamiento por satélite DGPS, que corrige los datos recibidos a través de GPS y aporta la ubicación de los restos arqueológicos en aguas poco profundas. Una vez trazado el mapa electrónico, se efectúan sondeos de pruebas que -si cosechan resultados positivos- conducen a la excavación arqueológica definitiva. Es entonces cuando aflora la magnitud del hundimiento. «Cada año que pasa, la exploración revela que el sitio arqueológico se extiende mucho más de lo que imaginamos al principio. No creo que hayamos excavado más del 5% de Thonis-Heraclión y Canopus», admite el experto galo.
Dos vehículos de operación remota, bautizados como Jules y Jim, son la clave de unas inmersiones que pueden llegar a durar ocho horas. Están equipados con cámaras y en su diminuto esqueleto tienen una burbuja de plástico para acomodar a un piloto y un pasajero. Las naves pueden alcanzar los 1.000 metros de profundidad y cuentan con brazos robóticos provistos de una pinza y una ventosa para recoger objetos. Después del rastreo, se desarrolla una minuciosa tarea de catalogación en la que se incluyen la ubicación exacta; muestras de restos orgánicos y subsuelos que arrojan luz sobre la flora y la fauna de la época y ayudan a datar los hallazgos; dibujos del escenario en el que fueron descubiertos los objetos y análisis de la construcción de los antiguos buques.
Estatuas de Osiris descubiertas por una expedición de Goddio. HILTI FOUNDATION
«Cada nueva campaña nos suscita una gran cantidad de preguntas. Ahora, por ejemplo, estamos siguiendo la pista de un antiguo templo que existía mucho antes del santuario de Amón-Gereb», esboza Goddio, quien compagina la búsqueda submarina de las dos ciudades con la excavación del Portus Magnus de Alejandría. Desde 1992, la misión está reconstruyendo la geografía del puerto oriental de la villa y sus alrededores, hogar de templos y edificios de la época ptolemaica.
Cumpliendo las recomendaciones de la Unesco, la mayoría de las piezas se dejan en el lecho marino. Sólo unas pocas son trasladadas a tierra firme mediante grúas. Una vez allí, son confinadas en una tanque de desalinización para evitar el deterioro. Unos días después, se colocan en agua dulce que se renueva continuamente. Dependiendo del material, se someten a un proceso diferente de limpieza y retirada de los sedimentos. Los metales, por ejemplo, reciben un baño de tratamientos químicos. El precursor de la arqueología submarina -un campo todavía demasiado virgen en la tierra de los faraones- irradia pasión cuando se le interroga por los resultados de la última campaña en Thonis-Heraclión, un enclave donde se han encontrado una red de canales y un puerto que hasta el nacimiento de Alejandría era la puerta de entrada obligatoria para los navíos procedentes del mundo griego.
Desde el final de su extravío, se han localizado más de 700 anclas antiguas y el rastro de 60 naufragios cuyas fechas oscilan entre los siglos VI a.C. y II d.C. «La temporada que acabamos de cerrar ha sido realmente interesante. La excavaciones que hemos llevado a cabo en el canal sagrado alrededor de la barca ceremonial, hundida a propósito, han sacado a la luz que junto al buque hay platos de ofrendas e instrumentos rituales que muestran la importancia de las donaciones al dios», comenta Goddio. Durante los años venideros la misión escudriñará «la zona de la ciudad donde se ubica el asentamiento más antiguo». «Excavaremos el norte de la urbe. Durante la última campaña hemos localizado allí restos muy prometedores de un monumento enorme».
Cuentan que Osiris, hijo de la Tierra y el Cielo, fue arrojado primero al Nilo y luego despedazado en 14 trozos por su hermano Set. Isis, hermana y esposa de Osiris, fue recuperando los fragmentos esparcidos por todo Egipto. Jamás halló el falo. Por la magia de su verbo, la viuda resucitó a Osiris el tiempo suficiente para concebir a Horus, quien acabaría derrotando al asesino de su padre.
La exposición Osiris, los misterios sumergidos de Egipto, que alberga el parisino Instituto del Mundo Árabe desde este mes y hasta el próximo 31 de enero, recupera el singular culto a una de las principales deidades del panteón egipcio a través del tesoro hallado por Goddio en las profundidades de Thonis-Heraclión y Canopus. «Por primera vez en la Historia, la celebración de los misterios de Osiris centra una exhibición. Los numerosos objetos descubiertos, relacionados con esta ceremonia secreta e iniciática la hacen única», declara a este diario el jefe de la misión arqueológica.
Las urbes que la última tecnología y los buzos tratan de recuperar hospedaron entre sus muros notables santuarios dedicados a Osiris por los que desfilaban peregrinos a la caza de curas milagrosas. «Sabemos desde el descubrimiento de la estela del Decreto Canópico en 1881 que las celebraciones de los misterios de Osiris se llevaban a cabo en el templo de Amón-Gereb en la ciudad de Heraclión. También se menciona una procesión náutica de la deidad desde ese templo hasta su santuario en Canopus. Existía un vínculo místico entre las dos ciudades relacionado con Osiris», apunta Goddio al referirse al canal de 3,5 kilómetros que las conectaba en honor al símbolo de la fertilidad y la regeneración del Nilo. Un fascinante recorrido que revive la muestra, que ocupa unos 1.100 metros cuadrados y acerca al público por vez primera objetos hallados por la expedición y recién restaurados junto a obras maestras cedidas por museos de El Cairo y Alejandría.
«Podemos ilustrar los rituales a partir de los objetos expuestos. De algunos no se tenía constancia hasta ahora y proporcionan información sobre las navegaciones sagradas de Osiris. Por ejemplo, se muestran barcazas ceremoniales votivas, que imitan al navío de la deidad y que se depositaban en la parte inferior del canal sagrado. Gracias a ellas podemos seguir la ruta divina. Son las primeras de este tipo que se han hallado», indica Goddio.
En total, más de 290 piezas integran una exposición que trata de recrear el viaje de la expedición con imágenes en vídeo de las dos ciudades congeladas bajo las aguas. Entre las joyas figuran una lámpara de aceite empleada en la ceremonia, restos de sacrificios de animales, amuletos y 110 cucharones de bronce grabados con el ojo de Horus y usados para reunir el cuerpo mutilado de Osiris. De todos sus lugares de procedencia, Goddio destaca el jardín del templo de Amón-Gereb. «Allí el sacerdote de Osiris fabricó una estatuilla del dios hecha de sedimentos del canal sagrado mezclados con semillas de cebada», narra quien pronostica una larga vida para la misión. «Tanto Thonis-Heraclión como Canopus serán excavadas durante muchos años. Son lugares extremadamente importantes para la Historia egipcia y su estado de conservación puede aportar datos relevantes. Mi equipo solo está allanando el camino a futuros arqueólogos marinos».
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