Una nueva investigación sugiere que los registros genéticos y fósiles no revelarán un solo punto donde se originaron los humanos modernos

Este cráneo, hallado en Jebel Irhoud, en Marruecos, se considera uno de los primeros ancestros de los humanos modernos. Sin embargo, el significado de esa ascendencia se discute y desenmaraña en un nuevo estudio. © Chris Stringer

La mayoría de nosotros estamos fascinados por nuestra propia ascendencia y, por extensión, la ascendencia de la especie humana. Regularmente vemos titulares como 'Descubierto un nuevo antepasado humano' o 'Un nuevo fósil cambia todo lo que pensamos sobre nuestra ascendencia' y, sin embargo, los significados de palabras como ancestro y ascendencia rara vez se discuten en detalle. En un nuevo artículo, publicado en Nature, los expertos revisan nuestra comprensión actual sobre cómo se puede rastrear la ascendencia humana moderna en todo el mundo hasta un pasado reciente y qué ancestros se nos atraviesan durante nuestro viaje en el tiempo.

El investigador del Museo de Historia Natural de Londres, el profesor Chris Stringer (izquierda), dice: “Algunos de nuestros antepasados ​​habrán vivido en grupos o poblaciones que pueden identificarse en el registro fósil, pero se sabrá muy poco sobre otros. Durante la próxima década, el creciente reconocimiento de nuestros complejos orígenes debería expandir el enfoque geográfico del trabajo de campo paleoantropológico a regiones que antes se consideraban periféricas a nuestra evolución, como África central y occidental, el subcontinente indio y el sudeste asiático".

El estudio identificó tres fases clave en nuestra ascendencia que están rodeadas de preguntas importantes y que serán fronteras en las próximas investigaciones. Desde la expansión mundial de los humanos modernos hace unos 60.000-40.0000 años, así como los últimos contactos conocidos con grupos humanos arcaicos como los neandertales y los denisovanos, hasta un origen africano de la diversidad humana moderna desde hace unos 300.000-60.000 años, junto con la compleja separación de ancestros humanos modernos de grupos humanos arcaicos hace entre 300.000 y 1 millón de años.

Los científicos argumentan que actualmente no se puede identificar un punto específico en el tiempo en el que la ascendencia humana moderna se haya limitado a un solo lugar de nacimiento, y que los patrones conocidos sobre la primera aparición de rasgos anatómicos o de comportamiento que se utilizan a menudo para definir el Homo sapiens se ajustan a una gama de características históricas evolutivas.

El coautor Pontus Skoglund (derecha), del Instituto Francis Crick, añade: “Al contrario de lo que muchos creen, los registros genéticos y fósiles no han podido revelar hasta ahora un tiempo y lugar definidos para el origen de nuestra especie. Puede que no haya existido un punto en el tiempo cuando la mayoría de nuestra ascendencia se encontró en una pequeña región geográfica y aparecieron los rasgos que asociamos con nuestra especie. Por ahora, sería útil alejarse de la idea de un tiempo y un lugar de origen únicos”.

“A raíz de esto, las principales preguntas emergentes se refieren a qué mecanismos impulsaron y sostuvieron este mosaico humano, con todos sus diversos hilos ancestrales, a lo largo del tiempo y el espacio”, dice la coautora Eleanor Scerri (izquierda), del Grupo Panafricano de Investigación de la Evolución en el Instituto Max Planck. "Comprender la relación entre los hábitats fracturados y los nichos humanos cambiantes sin duda desempeñará un papel clave para desentrañar estas preguntas, y permitirá aclarar qué patrones demográficos se ajustan mejor al registro genético y paleoantropológico".

El éxito de los análisis genéticos directos hasta ahora destaca la importancia de realizar un registro del ADN más antiguo y más amplio. Esto requerirá continuas mejoras tecnológicas en la recuperación de dicho ADN antiguo y en la exploración biomolecular de fósiles fragmentarios para encontrar material humano no reconocido, así como búsquedas más amplias de ADN antiguo sedimentario junto con mejoras en la información evolutiva proporcionada por proteínas antiguas. El análisis interdisciplinario de los crecientes registros genéticos, fósiles y arqueológicos sin duda revelará muchas sorpresas nuevas sobre las raíces de la ascendencia humana moderna.

Fuente: Max Planck Institute| 10 de febrero de 2021

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