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El Panteón de Agripa. Roma.
Se ha estado estudiando Roma durante varios cientos de años, pero aún guarda algunos secretos. Por ejemplo, se sabe relativamente poco sobre los orígenes ancestrales de los habitantes de la ciudad. Ahora, un equipo internacional dirigido por investigadores de la Universidad de Stanford, la Universidad de Viena y la Universidad Sapienza de Roma está llenando los vacíos con una historia genética que muestra cómo refleja la población de la Ciudad Eterna su historia, a veces tumultuosa.
El estudio, publicado en Science, se centra en el ADN antiguo de individuos de Roma y regiones adyacentes en Italia. Esos datos genéticos revelan al menos dos migraciones importantes hacia Roma, así como varios cambios de población más pequeños, pero significativos, en los últimos miles de años, según Jonathan Pritchard (izquierda),profesor de genética y biología y uno de los principales autores del artículo.
En particular, el análisis de ADN reveló que a medida que el Imperio Romano se expandió alrededor del Mar Mediterráneo, los inmigrantes del Cercano Oriente, Europa y África del Norte dejaron sus raíces y se mudaron a Roma. Esto cambió, de modo sustancial, la cara de una de las primeras grandes ciudades del mundo antiguo, dice Pritchard, quien también es miembro de Stanford Bio-X.
"Este estudio muestra cuán dinámico es realmente el pasado", subraya Hannah Moots (derecha),una estudiante graduada en antropología y coautora principal del nuevo estudio. "En Roma estamos viendo personas de todas partes en formas que se corresponden con los acontecimientos políticos históricos".
Contacto genético
En la última década, más o menos, un número creciente de estudios ha utilizado muestras de ADN de esqueletos antiguos para completar detalles importantes de la historia humana. Roma presenta también una oportunidad interesante para usar las mismas técnicas antiguas de ADN con el fin de completar aquellos detalles que quedan fuera del registro histórico. "Los registros históricos y arqueológicos nos dicen mucho sobre la historia política y los contactos de diferentes tipos ocurridos en distintos contextos (comercio y esclavitud, por ejemplo), pero proporcionan información limitada sobre la composición genética de la población", advierte Pritchard.
Para descubrir cómo era esa composición, el equipo de Stanford se asoció con una serie de investigadores europeos, entre los que se encuentran Alfredo Coppa, profesor de antropología física en la Universidad Sapienza, y Ron Pinhasi, profesor asociado de antropología evolutiva en la Universidad de Viena, con el fin de analizar 127 muestras de ADN humano de 29 lugares de Roma y alrededores que datan entre el Mesolítico y la Edad Media.
El análisis de algunas de las muestras antiguas concuerda, más o menos, con lo que ya se había encontrado en Europa: indican una afluencia de agricultores, descendientes principalmente de los primeros agricultores de Turquía e Irán de hace unos 8.000 años, seguido de un cambio proveniente de ascendientes de la estepa ucraniana en algún momento entre hace 5.000 y 3000 años. Tras la fundación de Roma, datada tradicionalmente en 753 a.C., la población de la ciudad creció en diversidad y se parecía a los pueblos europeos y mediterráneos modernos.
Este gráfico muestra los eventos históricos y genéticos que el Imperio Romano ayudó a moldear. (Cortesía de los autores del estudio)
República, imperio y más allá
Pero para Pritchard, Moots, Margaret Antonio (una estudiante graduada en informática biomédica) y Ziyue Gao (una becaria postdoctoral en el laboratorio de Pritchard), las partes más interesantes del estudio estaban aún por llegar. Aunque Roma comenzó como una ciudad-estado humilde, en 800 años había obtenido el control sobre un imperio que se extendía por el oeste hasta Gran Bretaña, por el sur dominando todo el norte de África, y hacia el este en lo que es actualmente Siria, Jordania e Irak.
A medida que el imperio se expandió, los relatos de la época y las evidencias arqueológicas indican que hubo conexiones estrechas entre Roma y otras partes de su dominio imperial a través del comercio, las campañas militares, los nuevos caminos y la esclavitud. La historia genética lo corrobora, pero también complica la historia misma. Los investigadores encontraron que hubo un cambio masivo en la ascendencia de los residentes romanos, la cual provino principalmente del Mediterráneo Oriental y el Próximo Oriente, debido posiblemente a que la densidad de las poblaciones en esas zonas orientales era mayor que la de los confines occidentales del imperio en Europa y África.
Los siguientes siglos estuvieron llenos de confusión y episodios agitados: el imperio se dividió en dos, las enfermedades diezmaron a la población romana y una serie de invasiones azotaron las ciudades. Esos eventos dejaron una marca en la población de Roma, la cual experimentó un cambio en su ascendencia procedente de Europa occidental. Más tarde, el surgimiento y el reinado del Sacro Imperio Romano trajeron una ascendencia procedente del centro y norte de Europa.
Cambios ancestrales de la población romana.
Las migraciones no son nada nuevo
La lección que obtenemos, dice Pritchard, es que el mundo antiguo estaba en constante cambio, tanto en términos de cultura como de ascendencia genética. "Nos sorprendió lo rápido que cambió la ascendencia de la población, en escalas temporales de solo unos pocos siglos, reflejando las, a su vez, cambiantes alianzas políticas de Roma a lo largo del tiempo", afirma. "Otro aspecto sorprendente fue comprobar cuán cosmopolita era la población de Roma, comenzando hace más de 2.000 años y continuando a través del surgimiento y la disolución del imperio. Roma en la antigüedad era un crisol de culturas diferentes".
En futuros estudios, los investigadores esperan expandir el rango geográfico de las muestras de ADN antiguo que puedan obtener y analizar. Entre otras cosas, eso les permitiría decir con mayor certeza cómo las poblaciones antiguas se mezclaban y se movían. A la larga, también esperan estudiar más aspectos que la ascendencia y las migraciones. "Por ejemplo, el grupo planea estudiar la evolución de determinado rasgos poblacionales, tales como la altura, la tolerancia a la lactosa y la resistencia a enfermedades como la malaria, los cuales pudieron haber cambiado con el tiempo", concluye Moots.
Fuentes: phys.org | courthousenews.com | 7 de noviembre de 2019
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