Un cambio climático probablemente provocó la migración y posterior desaparición de la antigua civilización del valle del Indo

Restos urbanos de Mohenjo-daro, una antigua ciudad de la civilización del valle del Indo construida alrededor de 2600 a.C. y que fue abandonada después de 1900 a.C. (Crédito de la foto: suronin / Shutterstock.com)

Hace más de 4.000 años la cultura Harappa prosperó en el valle del río Indo, en lo que hoy es el moderno Pakistán y noroeste de la India, donde construyeron ciudades sofisticadas, inventaron sistemas de alcantarillado y se dedicaban al comercio de larga distancia con asentamientos en Mesopotamia.

Sin embargo, hacia 1800 a. C., esta avanzada cultura había abandonado sus ciudades, trasladándose a pueblos más pequeños en las estribaciones del Himalaya. Ahora, un nuevo estudio llevado a cabo por la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI) ha encontrado evidencias de que un cambio climático fue probablemente lo que llevó a los harappenses a reasentarse lejos de las llanuras aluviales del Indo.

A comienzos de aproximadamente 2500 a.C., un cambio en las temperaturas y en los patrones climáticos del valle del Indo causó que las lluvias monzónicas de verano escasearan gradualmente, dificultando o imposibilitando la agricultura cerca de las ciudades Harappa, dice Liviu Giosan (izquierda), geólogo del WHOI y autor principal de un trabajo de investigación al respecto publicado en la revista Climate of the Past.

"Aunque los volubles monzones de verano dificultaron la agricultura en el Indo, en las estribaciones del Himalaya la humedad y la lluvia se producía con mayor frecuencia", dice Giosan. "Cuando las tormentas de invierno del Mediterráneo azotan el Himalaya, crean lluvia en el lado de Pakistán y alimentan las pequeñas corrientes de agua. En comparación con las inundaciones de los monzones a las que estaban acostumbrados los harappenses a ver en el valle del Indo habría sido relativamente poca agua, pero al menos era segura".

Es difícil encontrar en muestras del terreno evidencias de este cambio en la precipitación estacional, así como del cambio de los harappenses de pasar de confiar en las inundaciones del Indo a confiar en las lluvias cerca del Himalaya para regar cultivos. Es por ello que Giosan y su equipo se centraron en analizar los sedimentos del fondo del océano frente a la costa de Pakistán. Después de tomar muestras en varios sitios del Mar Arábigo, él y su equipo examinaron las conchas de organismos unicelulares del plancton llamados foraminíferos (o forams) que ese hallan en los sedimentos, lo que les ayudó a comprender cuáles prosperaron en verano y cuáles en invierno.

La civilización del Indo fue la más grande, pero menos conocida, de las primeras grandes culturas urbanas que también incluyen a Egipto y Mesopotamia. La cultura Harappa, llamada así por una de sus ciudades más grandes, dependía de las inundaciones de los ríos para alimentar sus excedentes agrícolas. Hoy en día, numerosos restos de los asentamientos de la cultura Harappa se encuentran en una vasta región desértica lejos de cualquier río que fluya. (Liviu Giosan, Woods Hole Oceanographic Institution; Stefan Constantinescu, Universidad de Bucarest; James PM Syvitski, Universidad de Colorado).

Una vez que identificaron la temporada estacional basándose en estos restos fósiles de los foraminíferos pudieron profundizar en las claves sobre el desarrollo del clima en la región a partir del análisis de fragmentos de material genético antiguo preservado en los sedimentos.

"El lecho marino cerca de la boca del Indo es un ambiente con muy poco oxígeno, por lo que todo lo que crece y muere en sus aguas se conserva muy bien en el sedimento", dice Giosan. "Básicamente, puedes obtener fragmentos de ADN de casi cualquier cosa que haya vivido allí".

Durante los monzones de invierno, señala, los fuertes vientos provocan que los nutrientes de las profundidades de los océanos salgan a la superficie, lo que alimenta una oleada de vida vegetal y animal. Del mismo modo, los vientos más débiles en otras épocas del año proporcionan menos nutrientes, lo que causa una productividad ligeramente menor en aguas de la costa.

"El valor de este enfoque es que te da una imagen de la biodiversidad pasada que te perderías al confiar solo en restos óseos o en un registro fósil. Y como ahora podemos secuenciar miles de millones de moléculas de ADN en paralelo, tal circunstancia nos proporciona una imagen de resolución muy alta de cómo el ecosistema cambió con el tiempo", agrega William Orsi (izquierda), paleontólogo y geobiólogo de la Universidad Ludwig Maximilian de Munich, quien colaboró con Giosan en el trabajo de investigación.

Es bastante seguro, basándose en la evidencia del ADN, que el hallazgo de que los monzones de invierno parecían hacerse más fuertes y los monzones de verano más débiles, hacia los últimos años de la civilización Harappa, se corresponda con el traslado de las gentes desde las ciudades a las aldeas.

"No sabemos si se movieron hacia las laderas en cuestión de meses o si esta migración masiva tuvo lugar durante siglos. Lo que sí sabemos es que cuando concluyó, su forma de vida urbana había terminado", afirma Giosan.

Las lluvias en las estribaciones del Himalaya parecen que fueron suficientes para mantener a los harappenses rurales durante el siguiente milenio, pero incluso esas lluvias habrían menguado, contribuyendo probablemente a la desaparición definitiva de la cultura Harappa.

Monzones debilitados y la escorrentía de las montañas domesticaron el Indo salvaje y sus afluentes del Himalaya lo suficiente como para permitir la agricultura a lo largo de sus valles. Durante las fases tempranas y maduras de la civilización Harappa, los asentamientos florecieron a lo largo del Indo desde la costa hasta las colinas que bordean el Himalaya, así como en el curso más probable del mítico río Sarasvati, en lo que hoy es una región sin agua que forma parte del desierto de Thar. Con la continua aridificación la población se movió hacia el este, hacia la cuenca del Ganges, donde las lluvias del monzón de verano continuaron siendo seguras, mientras que las lluvias del monzón de invierno aumentaron provocando una migración hacia pequeñas comunidades agrícolas y el declive de las ciudades durante los últimos tiempos de la cultura Harappa.

"No podemos decir que desaparecieron por completo debido solo al clima, pues, al mismo tiempo, la cultura indo-aria estaba llegando a la región con herramientas de la Edad del Hierro, caballos y carros. Pero es muy probable que el monzón de invierno haya jugado un papel en tal hecho", explica Giosan.

La gran sorpresa de la investigación, señala Giosan, es lo lejos que geográficamente pueden haber estado las raíces de ese cambio climático. En ese momento se estaba estableciendo una "nueva era glacial", lo que provocaba que un aire frío llegara desde el Ártico hasta el Atlántico y el norte de Europa. Eso a su vez empujó las tormentas hacia el Mediterráneo, provocando un aumento de los monzones de invierno sobre el valle del Indo.

"Esto fenómeno fue notable, y hay una importante lección que sacar para hoy en día", indica. "Si miras a Siria y África, la migración en esas áreas tiene algunas raíces en el actual cambio climático. Eso es solo el comienzo. El aumento del nivel del mar debido al cambio climático puede llevar a enormes migraciones en regiones de costa baja como Bangladesh, o en regiones propensas a los huracanes como en el sur de los EE. UU. En aquel entonces, los harappenses pudieron hacer frente al cambio climático trasladándose de lugar, pero hoy en día uno se encontraría con todo tipo de fronteras. Convulsiones políticas y sociales podrían entonces surgir", concluye.

Fuente: whoi.edu | 13 de noviembre de 2018

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