Sorprendentes descubrimientos de la civilización del Indo

La civilización del Indo fue identificada por primera vez en Harappa, una antigua ciudad que llegó alcanzar las 80.000 personas. Fotografía por James P. Blair, National Geographic

 

Fuente: National Geographic | Traci Watson | 29 de abril de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

 

Vivían en ciudades bien planificadas, hacían joyas exquisitas y disfrutaban de la mejor plomería del mundo antiguo. Pero las gentes de la sofisticada civilización del Indo, que floreció hace cuatro mil años en lo que hoy es Pakistán y la India occidental, permanecen tentadoramente misteriosas.

 

Incapaces de descifrar la escritura del Indo, los arqueólogos han estudiado minuciosamente las semillas, los trozos de cerámica y otros artefactos, para tener una idea sobre una de las primeras culturas del mundo que construyó ciudades.

 

Ahora, los científicos están recurriendo a testigos que guardan un largo silencio: los huesos humanos. En dos nuevos estudios sobre esqueletos pertenecientes a cementerios del Indo, los investigadores han encontrado pistas interesantes acerca de la composición de la población de las ciudades e indicios de que la sociedad no era tan pacífica como se había retratado.

 

Pacífica o no, la civilización del Indo logró grandes cosas. En su apogeo, sus asentamientos abarcaron una superficie superior a la del antiguo Egipto, una cultura contemporánea. La joyería del Indo fue tan codiciada que se han encontrado ejemplos de la misma tan lejos como Mesopotamia, a unos 2.500 kilómetros de distancia. Las ciudades del Indo se jactaban de poseer bloques de viviendas construidos sobre un patrón de rejilla y de tener drenajes para las aguas residuales de las casas, canalizándolas a vertederos fuera de las murallas de la ciudad.

 

Pero, ¿quién vivía en esas ciudades? Un nuevo estudio, que será publicado en la edición de mayo de la Journal of Archaeological Science, se centra en Harappa, uno de los centros más grande y poderoso del Indo, con una población de hasta 80.000 habitantes. Los investigadores han analizado la composición química de los dientes de esqueletos de un cementerio de Harappa usado aproximadamente entre 2550-2030 a.C.

 

El análisis mostró que la ciudad era un crisol cosmopolita. Muchos de los fallecidos habían crecido fuera de Harappa, siendo la primera evidencia directa de que "los individuos estaban, de hecho, migrando a la ciudad", dice la bioarqueóloga Lesley Gregoricka (izquierda), de la Universidad del Sur de Alabama, la cual no participó en el estudio. 

Lo más probable es que los recién llegados vinieran a Harappa desde alguna otra zona lejana del Indo, tal vez para comerciar. Pero también es posible que llegaran para establecer algún otro tipo de contrato, como, por ejemplo, un acuerdo matrimonial. Muchos de los foráneos, sorprendentemente, son hombres enterrados cerca de mujeres nativas de Harappa. Los resultados son preliminares, pero sugieren que los hombres se iban a vivir con sus novias, a pesar de que las mujeres del sur de Asia tradicionalmente se mudaban a las casas de sus maridos. La confirmación de estos resultados iniciales, dice el autor principal, Jonathann Mark Kenoyer (derecha), de la Universidad de Wisconsin-Madison, podría apuntar a un "sistema en el que las mujeres eran poderosas".

 

El nuevo estudio es pionero, según el experto en el Indo, James Shaffer (izquierda), de la Universidad Case Western Reserve, y ofrece "uno de los pocos conocimientos reales que tenemos" sobre la estructura de la sociedad de Harappa. Si el estudio es correcto, los roles de género inusuales de Harappa podrían significar que la estructura social en la región del Indo era radicalmente diferente a la de otras culturas antiguas, dice Shaffer. En Mesopotamia, por ejemplo, los textos antiguos indican que las mujeres estaban, por regla general, subordinadas a los hombres.

 

Los expertos han pensado durante mucho tiempo que la región del Indo era, de hecho, muy diferente de la del antiguo Egipto y Mesopotamia en un aspecto: en el nivel de violencia. Con base a la falta de evidencias de destrucciones masivas en las ciudades del Indo, y a la falta de representaciones de soldados o de muertes, el Indo ha sido descrito a menudo como un "reino de paz". Pero recientes escrutinios de otro grupo de esqueletos en Harappa cuentan una historia más oscura.

 

Este cráneo de un hombre adulto muestra restos de la nariz rota y una lesión por objeto contundente. Fotografía cortesía Gwen Robbins Schug


Huesos de aproximadamente entre los años 1900 a 1700 a.C. -más de un milenio posterior a los examinados por Kenoyer- dejan claro que por lo menos algunos de los residentes de Harappa fueron objeto de violencia salvaje. El cráneo de un niño de entre cuatro y seis años de edad estaba roto y aplastado por los golpes recibidos con un mazo. Una mujer adulta fue golpeada tan gravemente -con fuerza extrema, según los investigadores- que su cráneo estaba hundido. Un hombre de mediana edad tenía rota la nariz, así como daños en la frente causados duramente por un borde afilado.

 

El cráneo de este niño de 4-6 años de edad ostenta una fractura-depresión en el hueso frontal (arriba a la izquierda y derecha) y otra fractura en el hueso occipital (parte inferior izquierda y derecha).

 

 De los 18 cráneos examinados en este período de tiempo, casi la mitad mostraban lesiones graves a causa de la violencia, informaron los investigadores en un artículo reciente de la International Journal of Paleopathology. La tasa de lesiones craneales vinculadas a la violencia es la más alta registrada en la prehistoria del sur de Asia, según los investigadores. Tal vez no sea una coincidencia que, en el momento de estos entierros, la civilización del Indo estaba comenzando a desintegrarse y sectores de Harappa estaban siendo abandonadas por razones que los investigadores siguen debatiendo.

 

Los resultados van en contra de "el mito de la pacífica civilización del Indo", dice Gwen Robbins Schug (izquierda), de la Universidad Estatal de los Apalaches.

"La violencia ... era parte de la vida en Harappa". Schug realizó este estudio con la ayuda de Kelsey Gray, un estudiante de posgrado, y Veena Mushrif-Tripathy  (derecha), del Deccan College, en Pune, India.

 

Las conclusiones de Schug dividen a expertos externos a la investigación. Nancy Lovell, profesora emérita de la Universidad de Alberta, y que también ha estudiado los esqueletos de Harappa, dice que las conclusiones del estudio son "una contribución realmente importante, ya que la tendencia ha sido la de pensar que Harappa era bastante ... tranquila".

 

Sin embargo Shaffer sostiene que la violencia de la que se informa en el nuevo documento no es inesperada en una ciudad llena de gente. Schug está de acuerdo, pero dice que sus hallazgos contradicen las opiniones anteriores de que Harappa era un oasis de serenidad.

 

El análisis de más esqueletos en el futuro podrá resolver el asunto, pero, por ahora, las gentes del Indo mantienen sus secretos largamente guardados.

 

Post de Terrae Antiqvae relacionado: 

La civilización del valle del Indo es más antigua que la egipcia y ...

 

Mas información en http://www.harappa.com/indus4/358.html y en http://www.facebook.com/AncientIndus

 

 

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Comentario por María José Grech el mayo 8, 2013 a las 2:14am

La violencia es una constante en la historia y prehistoria humanas. Genera luchas y atrocidades sin cuento, y no existe pueblo ni nación que se vea totalmente libre de esa lacra. Ahora bién, ¿el incremento anómalo de signos de violencia en Harappa pueden ser consecuencia de una guerra, o de un desastre climático, generadores de hambre y dolor y que propician la crueldad?. Si observamos los anigüos textos védicos, en ellos se describen guerras míticas terroríficas. ¿Podrian referirse a sucesos de estas antigüas civilizaciones?

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el diciembre 30, 2013 a las 1:11pm

Enfermedades y traumatismos en el colapso de la civilización del Indo

Evidencia de un traumatismo craneal en Harappa. Imagen: Universidad Estatal de los Apalaches

 

 

Fuente: Past Horizons | 25 de diciembre de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

 

Durante el III milenio a.C., la civilización del Indo floreció en lo que hoy es el noroeste de India y Pakistán. Entre 2200-1900 a.C. la cultura se caracterizó por las redes de intercambio a larga distancia, los asentamientos urbanos cuidadosamente planeados como Harappa y Mohenjo Daro, los cuales tenían instalaciones de saneamiento sofisticadas, pesos y medidas estandarizadas, y una esfera de influencia que se extendía a más de un millón de kilómetros cuadrados del territorio.


La cultura estaba aparentemente en su apogeo cuando llegó el final (un colapso atribuido al cambio climático), pero recientes investigaciones publicadas, tanto en la revista de acceso abierto PLOS ONE, como un artículo de 2012 aparecido en la International Journal of Palaeopathology, han ampliado esta hipótesis.

Un colapso climático

Reconstrucciones paleoclimáticas recientes en el valle del río Beas demuestran que un estrés hidro-climático, debido a un sistema de monzones debilitado, pudo haber afectado a centros urbanos como Harappa a finales del III milenio a.C. Además, el impacto del cambio ambiental se vio agravado por las interrupciones en la esfera de interacción regional.

La autora principal de ambos estudios, la  Dra.  Gwen Robbins Schug (izquierda), profesora asociada de Antropología en la Universidad Estatal de los Apalaches, explica: "Hemos evaluamos la evidencia palaeopatológica para inferir las consecuencias biológicas del cambio climático y la perturbación socio-económica en el período post-urbano de Harappa".

Este enclave era uno de los mayores centros urbanos de la civilización del Indo y el estudio sugiere que los cambios climáticos, económicos y sociales, contribuyeron a su desintegración después de 1900 a.C. El cambio se hizo evidente en el deterioro de la salud de la población y en el aumento aparente de la violencia interpersonal hacia aquellos que sufrían enfermedades visibles.

Una clara correlación


Los investigadores examinaron a 160 individuos (67% del total excavado) en tres áreas principales de enterramientos en Harappa: un cementerio del período urbano (R-37), un cementerio post-urbano (H), y un osario (área G) donde es clara que la prevalencia de las enfermedades infecciosas aumentaron a través del tiempo.


De los 209 esqueletos excavados en el cementerio R-37, 66 (el 31,6%) estuvieron disponibles en ANSI (Anthropological Survey of India) en la presente investigación. De estos 66, 16 correspondían a enterramientos completos, 29 a enterramientos parciales, y 21 eran de entierros múltiples. La mayoría de los entierros correspondían a adultos, pero había también dos individuos inmaduros con más de cinco años de edad.


El examen de los esqueletos de Harappa, mostraban evidencias de reacciones del periostio no específcas, infecciones de los senos, e individuos que demostraban tener un patrón de lesiones compatibles con la lepra y/o la tuberculosis. Además, parece que hay claros signos de violencia interna y estructurada dentro de lo que previamente se había pensado era una sociedad pacífica y "perfecta".

Foto: Evidencia de infección en los senos maxilares en el individuo GIS15. Imagen: doi: 10.1371/journal.pone.0084814.g005

Una lucha desigual

Los resultados demostraron que, durante este período crítico, no había pruebas de violencia en consonancia con una invasión o guerra, lo cual habría apoyado la creencia general de una invasión aria. Más bien, la mayoría de los traumatismos violentos parecían haber sido dirigidos contra mujeres y niños de la población local, quienes mostraban fracturas craneales, no tratadas, asociadas con la presencia de enfermedades congénitas y transmisibles.

Curiosamente, un hombre con una fractura craneal, en consonancia con la violencia interpersonal, había recibido una craneotomía, tal vez como una forma de intervención quirúrgica para aliviar los efectos del trauma. Las mujeres y los niños que sufrían de enfermedades altamente visibles y a menudo estigmatizadas, fueron desproporcionadamente afectados por la violencia y sin el beneficio de una intervención quirúrgica disponible.


Esta pauta puede, conservadoramente, interpretarse como una evidencia de la jerarquía social en Harappa, pero parece probable que la violencia estructural -un desigual poder y acceso a los recursos, una opresión sistemática y una violencia total- también existió aquí.


Por otra parte, el riesgo de infecciones y enfermedades fue desigual entre las comunidades de entierro con diferencias que sugieren que aquellas comunidades, social y económicamente marginadas, fueron las más vulnerables en el contexto de incertidumbre del clima en Harappa.

En combinación con la evidencia previa del aumento del nivel de violencia interpersonal, los datos incrementan el apoyo general de un crecimiento patológico del poder en Harappa después de 2000 a.C.

Las observaciones de la intersección entre el cambio climático y los procesos sociales en las ciudades protohistóricas ofrecen lecciones valiosas acerca de la vulnerabilidad, la inseguridad y las consecuencias a largo plazo, de las estrategias a corto plazo para hacer frente a nuestro propio cambio climático.

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