Los primeros americanos utilizaron propulsores de lanzas para cazar grandes animales

Karl Hutchings, arqueólogo de la Universidad de Thompson Rivers, en Canadá, sostienendo una punta de lanza Clovis. 

Fuente: Live Science | Joseph Castro | 28 de enero de 2015 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

A pesar de la falta de evidencias arqueológicas, los primeros norteamericanos han sido a menudo descritos cazando con propulsores, que son herramientas que pueden impulsar puntas de lanza mortales a altas velocidades. Pero ahora, un nuevo análisis de las fracturas microscópicas en puntas de lanza paleoindias ha proporcionado la primera prueba empírica de que los primeros cazadores de América hicieron realmente uso de estas armas para hacer frente a los mamuts y otros grandes animales.

El nuevo estudio tiene implicaciones en la compresión científica de las forma de vida de los paleoindios, dicen los investigadores.

Para entender el funcionamiento interno de las sociedades de cazadores-recolectores extintas, es importante aprender primero cómo los pueblos de la antigüedad conseguían los alimentos, dado que sus vidas estaban estrechamente vinculadas a sus actividades de subsistencia. Los modelos actuales de las sociedades paleoindias se basan en la suposición de que los cazadores utilizaban a veces propulsores de lanzas o atlatls, dice el autor del estudio, Karl Hutchings, arqueólogo de la Universidad de Thompson Rivers, en Canadá.

"Ahora podemos estar seguros de que esas suposiciones eran correctas", manifiestó Hutchings a Live Science.

Antiguas herramientas de caza

De manera similar a los arcos, los atlatls pueden impulsar flexibles venablos -es decir, dardos, en lugar de flechas- a altas velocidades a través de largas distancias.

Esencialmente, eran herramientas constituidas por un palo de madera con un gancho o espolón en un extremo para mantener sujeto el dardo. Al balancear el propulsor hacia arriba y hacia delante, los cazadores podían lanzar sus dardos con más fuerza que si los arrojaran ellos mismos como jabalinas.

Las evidencias arqueológicas indican que los cazadores-recolectores del Viejo Mundo comenzaron a utilizar atlatls hace al menos 18.000 años. Los investigadores han pensado durante mucho tiempo que los paleoindios -incluyendo la gente de la cultura Clovis, que vivió hace unos 13.000 años y se consideran uno de los primeros pueblos de América- también cazaban con propulsores.

Los investigadores razonaron que "si el propulsor se originó en el Viejo Mundo, entonces sólo tendría sentido que hubiera aparecido con los primeros colonos de América del Norte", dice Hutchings. Además, se cree que los paleoindios habrían cazado grandes animales como mamuts y perezosos terrestres, los cuales habrían requerido de potentes armas arrojadiza a larga distancia, a fin de capturar semejantes animales de forma segura. "La gente habría comenzado a preguntarse cómo de loco tendría que estar uno para correr hacia estas criaturas con sólo una piedra afilada atada a un palo".

Pero las evidencias arqueológicas de dardos y atlatls de los paleoindios han desaparecido, dado que estas herramientas se hacían con frecuencia de madera, y esta no se conserva nada bien. La única parte de las armas que quedan en el registro arqueológico son las puntas de piedra, las cuales también pudieron haber sido utilizadas en otros tipos de armas, tales como lanzas, afirma Hutchings. Por el contrario, los propulsores prehistóricos hallados en Europa a menudo se hicieron de marfil o hueso.

La evidencia más antigua conocida de propulsores paleoindios proviene de los llamados 'bannerstonnes' -de 11.000 años de antigüedad-, y que son objetos de piedra que pudieron haber funcionado como pesas del atlatl, aunque su verdadera función aún sigue en debate, dijo Hutchings.

Foto: Ejemplos de un tipo de 'bannerstones" en forma de alas.

La evidencia más sólida y temprana de atlatls en el Nuevo Mundo, son los ganchos de los propulsores de 9.000 a 10.000 años de antigüedad provenientes del enclave de Warm Mineral Springs, un deslizamiento de tierra en Florida. Sin embargo, estas herramientas se remontan al subperíodo Arcaico Temprano, el cual se produjo después del período Paleoindio.

Análisis de fracturas 

Para comprobar si los primeros norteamericanos -incluyendo a los pueblos de la cultura Clovis, y
la cultura Folsom (hace 10.000 - 11.000 años), y otros paleoindios- emplearon atlatls, Hutchings analizó las fracturas presentes en cientos de puntas de lanza. Se trataba de buscar rastros en dichas puntas que hubieran experimentado una alta velocidad e impactos de propulsión mecánica.

Si una punta de lanza golpea un objetivo bastante duro, la energía del impacto provoca que la punta se rompa. "Cuando se rompe, envía una onda de choque a través de la piedra que produce fracturas, las cuales están relacionadas con la cantidad y el tipo de fuerza involucradas", afirma Hutchings.

Mediante la medición de las características topográficas de la superficie de fractura, se puede calcular la "velocidad de fractura" del impacto, o la rapidez con que las fracturas se extienden a través del material, explicó Hutchings. Debido a que diferentes armas -lanzas, jabalinas, atlatls o arcos- producen velocidades de fractura específicas y fuerzas relacionadas se puede trabajar sobre la fractura para determinar cual de aquéllas la causó.

Con el uso de este método, que el profesor Hutchings desarrolló a finales de 1990, se especificaron las velocidades de fractura para 55 de los 668 artefactos paleoindios examinados. De estas puntas de lanza, alrededor de la mitad de ellas exhibían velocidades de fractura que sólo se pueden lograr mediante un atlatl y un dardo, o un arco y una flecha.

Debido a que se cree que los paleoindios no tenían arcos y flechas, u otras armas de propulsión, los resultados sugieren que lo más probable es que usaron atlatls para lanzar sus puntas de lanza, dijo Hutchings.

Es importante destacar que el método también puede ayudar a los científicos a entender mejor las antiguas tecnologías de proyectil, por lo que les permite rastrear el origen de las tecnologías y la forma en que se utilizaban en las distintas sociedades y continentes.


"Podemos tener una mejor resolución de cuándo acontecieron estas tecnologías, cómo se
propagaron y por qué se propagan", concluye Hutchings.

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