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Una colmena en un hueco de un tronco en Cévennes (Francia) muestra la arquitectura circular en forma de peine de la 'Apis mellifera'. Crédito de la imagen: © Eric Tourneret (http://thebeephotographer.photoshelter.com)
Fuente: ABC.es | 11 de noviembre de 2015
Las «doradas abejas», como poéticamente las describía Antonio Machado, vienen prestando su «blanca cera y dulce miel» a los humanos desde al menos 8.500 años, coincidiendo con el inicio de la agricultura en el Neolítico. El dulzor de la miel habría seducido a nuestros antepasados, que también encontraron pronto utilidades para la cera, como cosmético en rituales, en medicina o para impermeabilizar recipientes de barro.
Precisamente ha sido la huella química que ha dejado la cera en vasijas y otros utensilios de cocina lo que ha permitido datar el inicio de la apicultura paralelo al desarrollo de la agricultura y la domesticación de animales. Lo demuestra una investigación publicada en Nature, que liderada la Universidad de Bristol, en la que han colaborado investigadores de Europa, incluidos españoles, Oriente Medio y el norte de África, los lugares de donde es originaria la abeja europea (Apis mellifera).
Foto: Pintura rupestre del Mesolítico (8.000-6.000 BP) localizada en la Cueva de las Arañas en la que se representa a un ser humano obteniendo miel y cera de un nido de abejas en un árbol. En Cuevas de la Araña (Valencia).
Las primeras escenas de apicultura, se remontan a representaciones rupestres y también aparecen en el antiguo Egipto, sin embargo, la relación entre los primeros agricultores y las abejas era incierta. El estudio de Bristol muestra que ya había una explotación de las abejas por los primeros agricultores del Neolítico y hace retroceder el momento en que surgió esa provechosa asociación a fechas muy anteriores a las barajadas hasta ahora.
El estudio ha reunido pruebas de la presencia en las vasijas de cerámica de los primeros agricultores de Europa de la cera de las abejas mediante la investigación de sus componentes químicos, los cuales han quedado atrapados en la arcilla de más de 6.000 fragmentos cerámicos obtenidos en más de 150 yacimientos arqueológicos situados en la zona de dispersión de la abeja europea.
Se trata de una «evidencia inequívoca, basada únicamente en la “huella digital” que deja un producto químico», destacan los investigadores. Se detectó la cera en ollas de cocina de un yacimiento arqueológico de Turquía que data del VII milenio a.C., lo que constituye la evidencia más antigua del uso de productos de abejas por los agricultores neolíticos.
Mapa en el que se refleja los enclaves y áreas donde se han encontrado residuos de cera de abejas (por número de restos de fragmentos de cerámica, en porcentajes) durante el Neolítico (se incluyen los enclaves del Mesolítico con datos disponibles).
La cera de las abejas contiene lípidos complejos que intervienen de forma muy constante en su composición y pueden actuar como una huella química en objetos arqueológicos como vasijas de cerámica. A partir de los fragmentos de 6.400 vasijas de cerámica los investigadores han establecido un mapa de la asociación entre las abejas y el inicio de la agricultura a través de Europa, Oriente Medio y el Norte de África.
La falta de pruebas del uso de cera de abejas en los emplazamientos neolíticos por encima del paralelo 57º (arriba), como Escocia, Noruega, Suecia y Finlandia, demuestran la existencia de un límite ecológico en la distribución natural de las abejas en ese momento.
La carencia de un registro fósil de la abeja melífera la ha hecho ecológicamente invisible durante la mayor parte de los últimos 10.000 años. Y aunque diversas representaciones artísticas egipcias, e incluso del arte rupestre (como se ha dicho), sugieren que la relación con estos himenópteros se remonta a miles de años atrás, se desconocía exactamente cuándo y dónde había surgido.
El trabajo es fruto de más de 20 años de investigaciones llevadas a cabo en el Departamento de Geoquímica Orgánica de la Universidad de Bristol, que dirige el profesor Richard Evershed (izquierda) y en el que están implicados arqueólogos de Europa, el Oriente Medio y África del Norte.
Algunas de las cerámicas analizadas, procedentes del yacimiento de Atxoste (Álava).
Fuente: EL MUNDO.es | 12 de noviembre de 2015
El arte rupestre prehistórico y algunos murales egipcios ya evidencian escenas de apicultura, pero la estrecha asociación entre los primeros agricultores y las abejas seguía siendo incierta. ¿Cuándo y dónde surgió el interés por las abejas? Según un estudio de la Universidad de Bristol dirigido por el profesor Richard Evershed y publicado en la revista Nature, esta relación se fija en el 7.000 a.C. en la península de la Anatolia, en Turquía, donde se han encontrado las primeras evidencias de usos de la cera.
Este estudio ha reunido pruebas de la presencia de cera de abejas en las vasijas de cerámica de los primeros agricultores de Europa mediante la investigación de componentes químicos atrapados en la tela de la arcilla de más de 6.400 vasijas de cerámica prehistóricas de más de 150 sitios arqueológicos de Oriente Próximo, Europa y del norte de África. La evidencia más antigua se encuentra en yacimientos neolíticos de Anatolia hace 9.000 años, mientras que los primeros hallazgos en Europa son algo más tardíos: en Grecia entre el 4.900 y el 4.500 a.C., en Rumanía entre el 5.500 y el 5.200 a.C. y en Serbia entre el 5.300 y el 4.600 a.C. En la Península Ibérica, los 130 recipientes analizados no conservan residuos de cera, razón por la que se sigue investigando, dado que en el arte levantino son varias las representaciones de abejas.
Dado que la cera de abejas es un complejo de lípidos único, su 'huella biológica', muy resistente a la degradación, puede identificarse en el estudio de los residuos orgánicos conservados en los sitios arqueológicos. Así ha sucedido, por ejemplo, en las ollas de cocina de un sitio arqueológico de Turquía, que es la prueba más antigua sobre el uso de los productos de las abejas por parte de los agricultores neolíticos.
"La razón más obvia de la explotación de la abeja sería para la miel, ya que podría haber sido un raro edulcorante para la gente prehistórica", explica la doctora Mélanie Roffet-Salque (izquierda), autora principal del artículo y profesora en Bristol. Además, la cera de las abejas podría haberse empleado como arte integrante de diversos instrumentos, en rituales, en cosmética, en medicina, como combustible o para impermeabilizar los porosos recipientes cerámicos.
Por otra parte, el trabajo ha demostrado que tanto en Dinamarca como en las Islas Británicas el uso de los productos de la abeja es más prematuro de lo esperado, mientras que la ausencia de evidencias por encima del paralelo 57 Norte, como en Escocia o en la estepa euroasiática, apunta al límite ecológico de las colonias de abejas en ese momento.
Creo que lo importante es sobre todo el hecho de haberse documentado la presencia de cera en vasijas neolíticas pues, como dicen en el mismo artículo, la obtención de miel ya se practicaría desde antes en los sitios en los que la climatología lo permitiera. De hecho se sabe que la miel es recogida por pueblos cazadores que la utilizan como intercambio con los pueblos agricultores vecinos.Para todos estos pueblos es un dulce muy apreciado y que proporciona mucha energía y, a la vez, muy dificil de obtener, pues a veces hay que subir a árboles muy altos o a acantilados (como en la representación de la Cueva de la araña) y puede resultar peligroso. También la miel fermentada ha sido y es utilizada para bebidas euforizantes.
Los khoisan, cuya tecnología no ha variado desde el paleolítico, son recolectores de miel. Para encontrar los panales utilizan un pájaro (indicator indicator) como guía.
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