Red social de Arqueologos e Historiadores
Un dios celta. Dios de Bouray-sur-Juine, principios del siglo I d.C.
Magos y brujos en el imaginario colectivo, los druidas eran en realidad filósofos y teólogos. Gracias a su larga y exigente educación, adquirieron un prestigio sin igual en la antigua Galia
Por Jean-Louis Brunaux. Director de Investigación. Consejo Nacional de Investigación Científica, CNRS (París), Historia National Geographic nº 121
Busto de Posidonio de Apamea del Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.
«En la Galia existen filósofos y teólogos respetados a un grado máximo, llamados “druidas” [...] Se les considera como los hombres más justos [...] A menudo reflexionan acerca de los astros y su movimiento, del tamaño del mundo y de la Tierra, del poder de los dioses inmortales y sus aptitudes; transmiten a la juventud todo este saber». Con estas palabras de admiración se refería a los druidas galos uno de los mayores sabios de la Antigüedad, el filósofo Posidonio de Apamea. Tras haberlos conocido de primera mano en un viaje que realizó a la Galia en el año 100 a.C., Posidonio redactó un informe en el que describía a los druidas con palabras griegas inequívocas, como «filósofo» o «teólogo», lejos de la confusa y hoy en día popular imagen que ve a los druidas como sacerdotes de una religión ancestral, magos o incluso hechiceros. Esta opinión no tiene nada de excepcional. Desde el siglo IV a.C., diversos autores griegos utilizaron el mismo término de «filósofos» para referirse a los druidas de la Galia, dándoles de este modo el mismo estatus que tenían los «magos» para los persas. Incluso se preguntaban si los druidas no estaban más avanzados en cuanto a sabiduría. ¿Acaso practicaron la filosofía antes que ellos?
En esa época, el término «druida» ya se conocía en las orillas orientales del Mediterráneo: servía para referirse a «aquellos que mejor ven y perciben lo que vendrá; los que adivinan». En Grecia se comparaba a los druidas con los pitagóricos, los discípulos del gran filósofo y matemático Pitágoras; ambos grupos conformaban, en cierto modo, sectas cerradas, elitistas, que cultivaban el secretismo y prohibían poner por escrito sus enseñanzas, transmitidas oralmente. Al igual que los pitagóricos, los druidas creían en la existencia de un alma inmortal, llamada a reencarnarse perpetuamente. Compartían la predilección por el estudio del universo y los números. Las dos escuelas profesaban una filosofía cuyo objetivo era lograr que las relaciones entre los hombres fueran más armoniosas, dato que presagiaba su intervención en asuntos políticos. Algunos creían que los druidas fueron alumnos del mismo Pitágoras, y otros que éste fue alumno suyo. Lo más probable es que ni Pitágoras ni los druidas hayan tenido jamás contacto, aunque es posible que los colonos foceos establecidos en Marsella hubieran servido de intermediarios entre ambas escuelas. Con todo, los sabios galos fueron considerados grandes intelectuales tres o cuatro siglos antes de la conquista romana de la Galia.
¿Cómo pudieron aparecer los druidas de forma tan precoz en ese mundo galo que nos parece tan oscuro y arcaico? La comparación con las demás civilizaciones de las orillas del Mediterráneo nos aporta una explicación. Aquí y allá hubo entonces hombres que se dedicaron al estudio astronómico, probablemente con una finalidad adivinatoria. Lo mismo hicieron los druidas, que muy pronto pudieron crear un calendario basado en el doble recorrido del sol y de la luna. Tal realización fue el resultado de una constante observación de los astros durante siglos, una práctica que los familiarizó primero con el cálculo, luego con la geometría y, por último, con las ciencias en general. Todos estos conocimientos hicieron que, en un mundo dominado por unas élites aristocráticas ocupadas en hacer la guerra, se considerara a los druidas como grandes sabios que debían ser respetados y escuchados. Fue así como, a partir del siglo V a.C., los druidas alcanzaron una posición preeminente en los asentamientos galos. Así lo atestiguaba el filósofo Dion Crisóstomo: «Los druidas dominan el arte adivinatorio así como todas las ciencias. Los reyes no pueden tomar decisiones sin su consentimiento. También cabe decir que ellos son los que mandan y que los reyes son sus ministros, los servidores de su sabiduría; éstos se sientan sobre tronos de oro, viven en hermosas casas y gozan de suntuosos banquetes».
Entre el siglo V y II a.C., el paisaje de la Galia se transformó por completo. Carreteras y vías fluviales la atravesaron en todas direcciones, y la agricultura y la ganadería se desarrollaron de forma espectacular, así como la artesanía sobre madera y la metalurgia. En este desarrollo tuvo mucho que ver la influencia griega, a través de los comerciantes y colonos que llegaron a las costas de la Galia, hasta tal punto que los galos llegaron a ser conocidos por sus vecinos como «filohelenos». Fue una «edad de oro» en la historia de la Galia, una época mítica en la que los sabios druidas gobernaban la comunidad si no políticamente, sí espiritualmente.
Las insignias militares representaban figuras animales completas, pero muy estilizadas. Bajo estas líneas, un jabalí encontrado en Neuvy-en-Sullias. Principios de la época gala, siglo I a.C. Museo Histórico y Arqueológico, Orleans.
Aquélla fue precisamente la razón de que el filósofo y científico griego Posidonio de Apamea quisiera visitar la Galia en torno al año 100 a.C. Posidonio llevó a cabo una serie de investigaciones geográficas, históricas y meteorológicas, pero sobre todo afirmó haber conocido a los druidas, de los que dejó una descripción muy precisa. Aunque no se ha conservado el original de su obra, ésta fue copiada o resumida por Julio César, Diodoro de Sicilia y Estrabón. Sabemos así que, además de los druidas, existían otras dos órdenes de religiosos que se ocupaban de los asuntos sagrados. De las dos, los bardos eran los más conocidos. En su origen, estos poetas inspirados cantaban sus obras mientras tocaban una lira de siete cuerdas que producía una cautivadora música melódica. Su palabra era sagrada, incluso se consideraba que estaba directamente inspirada por los dioses, y disponían de un poder considerable sobre la población.
Los bardos actuaban como auténticos censores de la sociedad, dedicaban elogios a algunos personajes y les ayudaban a ocupar cargos políticos, mientras que a otros les dirigían crueles sátiras que podían acabar con sus carreras. Los druidas, que reivindicaban el conocimiento exclusivo de los dioses y del universo, los consideraban sus rivales y se enfrentaron a ellos, al parecer con cierto éxito: cuando Posidonio viajó a la Galia, los bardos ya no eran más que bufones a sueldo de unos cuantos aristócratas adinerados. Los vates, por su parte, llamados «ovates» o «eubagos», constituían una tercera orden religiosa entre los galos. De origen muy antiguo, practicaban la adivinación mediante el sacrificio de animales e incluso a veces de seres humanos. Pero los druidas también los fueron suplantando progresivamente. Es probable que los vates se dedicasen más tarde a oficiar el culto público.
Así pues, los druidas pretendían ser los únicos intermediarios entre los hombres y los dioses. Como inventores del calendario, eran ellos quienes decidían las fechas de las fiestas religiosas; como teólogos, sólo ellos podían conocer la naturaleza de los dioses, sus deseos y la manera de honrarlos. Esa posición clave en la práctica del culto les permitió impulsar una profunda reforma de la vida religiosa en la Galia antes de la conquista romana.
La cosecha de muérdago. Se recolectaba el sexto día de la luna con una hoz de oro. Con las bayas se preparaban brebajes para curar a los enfermos. Óleo por H. P. Motte. Museo Galorromano, Lyon.
Con los druidas, la religión ya no se limitó a la esfera privada, sino que adquirió una función social y política. Sus conocimientos en astronomía y geometría les permitieron levantar majestuosos santuarios para la comunidad, equivalentes a los templos griegos y romanos. Los fieles dejaron de ser simples individuos para convertirse en comensales que compartían la carne con los dioses en el marco de grandes banquetes. Muy apreciados por los guerreros, estos festines revestían una forma tanto religiosa como política. Así, se invitaba a los guerreros a ofrecer a los dioses la mayor parte del botín de guerra y, a cambio, los druidas los declaraban ciudadanos de pleno derecho.
Los druidas convencieron a los galos de que abandonaran los sacrificios humanos; en el caso de los criminales, eran ejecutados después de procesos en los que los druidas actuaban como jueces. En cuanto a las ofrendas a los dioses, adoptaban dos formas: el sacrifico de animales domésticos – buey, cerdo, cordero– y la ofrenda de armas y objetos preciosos. También cambió la imagen de los dioses, la concepción del universo y el destino del hombre. El extraño panteón de los galos que nos transmite Julio César en su Guerra de las Galias, en un pasaje copiado sin duda de Posidonio, es el de los druidas tal como éstos lo expusieron al viajero griego: «La divinidad que más adoran es Mercurio… Luego vienen Apolo, Marte, Júpiter y Minerva, de los cuales tienen una concepción semejante a la de las otras naciones». Estos dioses prodigaban sus virtudes a los hombres para hacerlos más sociables y acogedores con los extranjeros y, sobre todo, con los mercaderes.
Los primeros científicos
Según los relatos de Posidonio, los druidas profesaban una forma de panteísmo: identificaban la divinidad con el cosmos entero y los hombres participaban en el ciclo perpetuo de la naturaleza. Sólo importaba la pureza del alma. Todo lo demás, la vida terrenal y sus muestras materiales, carecía de valor alguno. Por ello, los galos nunca dejaron monumentos u obras de arte que testimoniasen su ingenio.
Los druidas pusieron su talento al servicio del conocimiento en ámbitos muy variados. Posidonio nos revela que se dedicaban principalmente a la «fisiología», es decir a las ciencias naturales, la física, la química, la geología, la botánica y la zoología. Como los griegos, los druidas especulaban sobre la composición de la materia y trataban de aislar sus principales componentes: el aire, el agua y el fuego. Imaginaron un fin del mundo que se produciría por la separación de estos tres elementos y acabaría con el dominio absoluto del fuego y del agua. Sin embargo, este fin del mundo se inscribía en un ciclo perpetuo de renacimiento y destrucción. Según Plinio el Viejo, los druidas clasificaron las especies vegetales y animales y estudiaron los usos que el hombre podía darles. En cuanto a la farmacopea, cabe destacar que los galos atribuyeron al muérdago numerosas propiedades, y las investigaciones actuales han demostrado que esta planta posee grandes poderes terapéuticos, sobre todo en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.
Los druidas destacaron también en el campo del arte. En particular, las composiciones del llamado estilo plástico revelan una espiritualidad que sólo podía provenir de una élite intelectual que reflexionaba acerca del papel de la imagen. Por otra parte, su saber también tuvo aplicaciones prácticas. En el campo de la agricultura desarrollaron, por ejemplo, el abono con estiércol, mientras que en el de la metalurgia cabe atribuirles la invención del hierro forjado y de la hojalata.
También presentes en los santuarios griegos y romanos, esas pequeñas arboledas daban cobijo a las deidades. Grabado que ilustra una escena de la ópera Norma, de Vincenzo Bellini. Siglo XIX.
Los druidas estaban muy implicados en la vida política de su sociedad. Eran los únicos que poseían los recursos intelectuales y técnicos suficientes para llevar a buen término negociaciones y redactar tratados, entre otras cosas. Establecieron las primeras leyes y prepararon las constituciones de algunos pueblos galos, como es el caso de los eduos, entre quienes los druidas supervisaron el nombramiento de sus magistrados. Gozaban asimismo de un estatus cívico privilegiado: no tenían que pagar impuestos ni cumplir con ningún tipo de obligación militar. Además, su influencia no se limitaba sólo a los distintos pueblos-Estado, sino que se extendó al conjunto del territorio que progresivamente se fue convirtiendo en una realidad geográfica y política: la Galia.
Muy pronto, los druidas repartidos por la región céltica y por Bélgica se federaron. Cada año se reunían en una gran asamblea y debatían sobre cuestiones teológicas, pero también sobre los últimos avances científicos. Se elegía a un Gran Druida, el equivalente a un jefe político, que conservaba dicho título honorífico hasta su muerte. El lugar de la asamblea se situaba en el centro de la Galia; en el siglo II a.C. –el momento en el que la Galia alcanzó su extensión máxima, desde la desembocadura del Rin hasta los Pirineos, desde el océano hasta el extremo de la meseta suiza– los druidas se reunían en tierras de los carnutos, cerca de la actual ciudad de Orleans. En el curso de esta gran asamblea, los druidas impartían justicia; y los pueblos que se comprometían a acatar las decisiones tomadas a un nivel superior, ya nacional, acudían allí a exponer sus desavenencias.
El extraordinario prestigio que rodeó a los druidas no duró eternamente. Su misma implicación en los asuntos políticos, diplomáticos y judiciales les hizo perder su carisma espiritual ante sus compatriotas. Pero lo que les afectó más profundamente fue la creciente influencia de la cultura romana. La invasión de productos de lujo a través de los comerciantes romanos cambió los hábitos de la aristocracia indígena y fue erosionando las creencias tradicionales de los galos, incluida la fe en el poder de los druidas. Es característico el caso del eduo Diviciaco, único druida cuyo nombre conocemos. Como primer magistrado de su ciudad colaboró activamente en la conquista romana y se hizo amigo de César, pero puso el mayor empeño en ocultarle su oficio; al contrario que sus lejanos predecesores, probablemente no se enorgullecía de él, pese a que su educación druídica le había permitido convertirse en un experto de la adivinación a través de los números.
Con la conquista romana, los adversarios de César fueron eliminados y gran parte de la nobleza asimiló los valores de Roma. Los últimos druidas auténticos acabaron desapareciendo. Los que reivindicaron ese título algunas décadas o siglos después no eran ya sino adivinos o brujos de poca monta. Ninguno había recibido la estricta educación oral que había sido el secreto de los druidas: veinte años de estudios en los que los aspirantes a druida adquirían el inmenso conocimiento de sus mayores.
Los druidas. Françoise Le Roux y Christian Guyonvarc. Abada, Madrid, 2009.
Druidas. Manuel Alberro. Dilema, Madrid, 2009.
El druida. M. Llywelyn. Martínez Roca, Barcelona, 2002.
¡Muy bueno! Muchas gracias Guillermo. Una muestra evidente de que "el poder es conocimiento y el conocimiento es poder" y cómo éste último, acaba acorralando y malogrando a la sabiduría.
Mientras lo leía pensaba en la cantidad de veces que me he preguntado, ¿cómo es posible que nuestr@s ciudadan@s, los que ejercen la política, entren con tan buenas intenciones y salgan tan maleados... Por aquí está la respuesta.
¡Saludos!
Inmediatamente, viendo la postura de la primera estatuilla de Bouray-sur-Juine que está al principio, me asalta una avalancha de pensamientos: la postura budista, el sánscrito, los arios, las migraciones al Asia... Me maravilla el misterio y la posible relación de culturas tan dispares. Es impresionante ¿No os parece?.
Yo también he pensado lo mismo, mirando la primer estatuilla...supongo que tenemos un conocimiento muy limitaudo y sobre todo lleno de estereotipos. Me pregunto, ¿ extió relación entre culturas tan alejadas geográficamente? ¿ o el ser humano repite patrones?, ya conocemos otros ejemplos... el tema parece como a Manuel apasionante
Es posible que la estatuilla que abre el post se trate de una representación del dios céltico Cernunnos, pues posee algunas de las características con las que solía representarse al dios, el torque, las piernas cruzadas, en este caso de cérvido, que también lo pone en relación con la habitual representación como dios coronado con cuernas de ciervo (más representaciones en Wikipedia Commons)
Sobre sus interesantísimas relaciones con otros dioses orientales se puede leer el siguiente trabajo:
Gracias Percha, he leído el trabajo, y me parece interesante. De todas formas me sigue pareciendo asombroso las conexiones culturales de pueblos tan remotos. Soy un claro ejemplo de la educación con estereotipos que he recibido. La capacidad de creación cultural y artística del ser humano es consustancial con nuestra naturaleza. Lo increible es que perduren en el tiempo y se transmitan durante milenios desde la Gallia hasta el Indo. Me encantaría ahondar más en estos increlibles paralelismos. Si puedes enviarme lecturas, te estaría muy agradecida.
saludos
Buenas tardes a todos:
No cabe duda de que este Foro es una maravilla de información.
Por eso (antes de seguir con lo que voy a exponer) quería antes de nada dar las gracias a Guillermo por este post y a Percha por aportar ese enlace a ese trabajo y de paso recordarme la plataforma www.academia.edu que ya me aconsejó Guillermo en tiempos.
Por cierto para aquellos que estén interesados (y sé que voy a darle una alegría a Guillermo) esta misma tarde acabo de subir a dicha plataforma los 6 artículos de mi investigación sobre Metrología Histórica. En el enlace que sigue Guillermo subió un post sobre mi Nota de Prensa:
http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/leonardo-da-vinci-y-las-pi...
Como decía acabo de subir a esa plataforma los 6 artículos de mi investigación. Pero en los tres primeros artículos aún avanzaba en ella por el procedimiento de ensayo y error (ensayo, error, corrección, nuevo ensayo, etc.). Es por ello que aconsejo comenzar por el cuarto artículo (donde ya están encajadas todas las piezas del puzzle) y seguir por el quinto y el sexto.
Dicho esto, paso a añadir unas notas en relación con este post y los comentarios que han seguido al mismo.
En los comentarios a este post de Guillermo se hacen referencias a la imagen inicial y se señalan aspectos muy interesantes ("la postura budista, el sánscrito, los arios, las migraciones al Asia").
Luego un forero/a plantea la siguiente pregunta:
"Me pregunto, ¿existió relación entre culturas tan alejadas geográficamente? ¿ o el ser humano repite patrones?"
Y por último Percha aporta el enlace a ese magnífico artículo.
Bien veamos el resumen del mismo. Cito:
"Cernunnos y sus antecedentes orientales:
Resumen:
Este artículo aborda la problemática de una divinidad céltica llamada Cernunnosy sus semejanzas con el denominado proto-Shiva de Mohenjo Daro, dos mil años másantiguo y en la India. Ambos son la imagen arquetípica del llamado Señor de los Ani-males, el dominador de las fieras, imagen sagrada, hierártica y zoomórfica adaptada adiferentes sociedades encuadrables en el tronco indoeuropeo, pero ¿cómo explicar el paralelismo, en qué parámetros podemos plantear la comparación?"
Palabras clave:Indoeuropeos, religión celta, Cernunnos, Mohenjo Daro.
Pues creo poder afirmar que encuentro mucha similitud en el Resumen del artículo de la autora y el propio resumen del cuarto artículo de mi investigación:
"Metrología Histórica: Una nueva propuesta. Del Modulor a Stonehenge"
Resumen:
Este trabajo expone nuestro estudio sobre modelos humanos y nuestra propuesta sobre la posible existencia de un canon original, el sistema métrico asociado a él y su transmisión histórica.
Palabras clave: modelos humanos, canon original, sistema métrico, transmisión histórica.
Para mayor claridad recogeré el Guión (Índice) de dicho artículo en el comentario siguiente.
Bien. El Guión (muy resumido) de ese cuarto artículo es el siguiente:
METROLOGÍA HISTÓRICA: UNA NUEVA PROPUESTA.
(PRIMERA PARTE: DEL MODULOR A STONEHENGE)
INTRODUCCIÓN.
PRIMERA PARTE: DEL MODULOR A STONEHENGE.
1/ MODULOR.
2/ SISTEMA 15.
3/ MODELO DE LEONARDO DA VINCI.
4/ MODELO DE VITRUVIO.
5/ MODELO GRIEGO.
6/ MODELO EGIPCIO.
7/ MODELO SUMERIO.
8/ MODELO DEL VALLE DEL INDO.
9/ MODELO MEGALÍTICO.
CONCLUSIONES PROVISIONALES.
AGRADECIMIENTOS.
LISTA DE FIGURAS.
BIBLIOGRAFÍA.
Puede observarse que se sigue un orden cronológico inverso. Pero es así porque así fui descubriéndolo yo poco a poco y por eso lo escribí así. Pero se ve más clara la propuesta siguiendo el orden cronológico habitual, que pongo aquí:
METROLOGÍA HISTÓRICA: UNA NUEVA PROPUESTA.
(DE STONEHENGE AL MODULOR)
INTRODUCCIÓN.
DE STONEHENGE AL MODULOR.
1/ MODELO MEGALÍTICO.
2/ MODELO DEL VALLE DEL INDO.
3/ MODELO SUMERIO.
4/ MODELO EGIPCIO.
5/ MODELO GRIEGO.
6/ MODELO DE VITRUVIO.
7/ MODELO DE LEONARDO DA VINCI.
8/ SISTEMA 15.
9/ MODULOR.
¿Resumiendo muy mucho? Pues en definitiva que siempre hemos estado ante un mismo modelo humano de 1'80 m en cuadrícula y un sistema métrico asociado al mismo.
En ese guión la única excepción a ese modelo de 1'80 m en cuadrícula son los Modulores de Le Corbusier porque éste los creó basándose en la proporción áurea ya que siguió las propuestas de Matila Ghyka sobre el número de oro:
Por si tras mis comentarios anteriores alguien se pregunta qué relación tiene mi trabajo con los druidas les diré que yo jamás habría pensando en ninguna hasta que leí ayer este post de Guillermo. Y hoy con los comentarios aportados y el artículo que Percha cita esa sensación ha aumentado. Y digo bien: "sensación". No estoy afirmando nada con certeza.
Para ahorrar esfuerzos aprovecharé parte del propio texto del mail que le envié anoche a Guillermo:
"Hola, Guillermo:
Aquí está ese segundo mail:
"Bueno, ha habido suerte. Lo encontré relativamente rápido (hago referencia al artículo de la NASA): en papel bien pronto; en Internet he tardado un poco más (y he vuelto a guardarlo en favoritos, por si acaso).
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