La extinción sucesiva de animales por la caza llevó a la práctica de la agricultura, según un estudio israelí

Un felino de dientes de sable intenta expulsar a un oso de cara corta de su territorio. Crédito: Daniel Eskridge / Shutterstock

La masa corporal promedio de los animales cazados y consumidos por los primeros humanos en el sur del Levante se redujo en más d un 98 % durante el curso del Pleistoceno, desde hace 1,5 millones de años hasta hace 11.700 años, cuando comenzó la época del Holoceno de la civilización humana, según concluye un trascendental meta-estudio de la Universidad de Tel Aviv publicado en Quaternary Science Reviews.

Hace 10.500 años, la masa corporal media de los animales en esta región era solo el 1,7 % de la masa corporal media de los animales de hace 1,5 millones de años, informan Jacob Dembitzer, Ran Barkai, Miki Ben-Dor y Shai Meiri, de la Universidad de Tel Aviv.

Se sabe desde hace mucho tiempo que la megafauna desapareció gradualmente a lo largo del Pleistoceno, especialmente después de la última Edad de Hielo, cuando los humanos modernos se extendieron por todo el mundo. Pero solo ahora se están aclarando las dimensiones y el alcance de este drástico fenómeno, explica Barkai.

Foto: El profesor Ran Barkai con un antiguo hueso de elefante. Cortesía de la Universidad de Tel Aviv.

Pruebas forenses

Las contribuciones relativas de los cambios climáticos y la presión de la depredación humana se han debatido ferozmente durante décadas respecto a la extinción de cada animal en varios lugares. Para cuantificar el fenómeno de una vez por todas, Dembitzer y sus colegas llevaron a cabo un meta-estudio en el que se revisaron decenas de artículos, informes y libros sobre la evolución de los homínidos y la fauna en el sur del Levante desde el Pleistoceno. Su trabajo ha tratado de aislar la causa primordial por primera vez.

El equipo no encontró correlación entre la disminución de la masa corporal animal durante el Pleistoceno y los cambios en la temperatura global o las precipitaciones. No fueron la paleo-temperatura o la paleo-precipitación los culpables, sino el 'paleo-nosotros', que cubrimos los terrenos con los huesos de nuestras comidas.

Hemos entrado en el Pleistoceno como los primeros seres humanos con... embarcados en el camino hacia la civilización moderna. No tenemos nada más que algunos fósiles y algo de arte rupestre para recordar los grandes animales imponentes que una vez vivieron entre nosotros y que cazábamos. Varios artículos científicos muestran evidencias que sugieren que los homínidos los cazaban activamente, no solo buscaban su carroña.

Pero, a medida que eliminábamos la megafauna, tuvimos que recurrir a comer animales cada vez más pequeños, puesto que eso eso era lo que quedaba. Como dice el equipo de investigación: “A lo largo del Pleistoceno, los nuevos linajes humanos cazaron presas significativamente más pequeñas que las anteriores. Esto sugiere que acabaron por extirpar la megafauna pleistocénica, y, en consecuencia, cuando las especies más grandes se agotaron, las siguientes en tamaño fueron el objetivo".

Excavaciones en la cueva Qesem (Israel). Cortesía de la Universidad de Tel Aviv.

La evolución de nuestros cerebros, desde el volumen de una naranja al de un melón mediano, fue en realidad impulsada por nuestra necesidad de desarrollar mejores herramientas para cazar animales cada vez más pequeños y evasivos, proponen Barkai y su equipo. En pocas palabras, puedes matar a un elefante con una lanza de madera si este no te ve y eres lo suficientemente ágil y fuerte. Pero para atrapar un ciervo o, incluso, un conejo, necesitas un conjunto de herramientas completamente diferentes.

Vale la pena aclarar que el equipo de investigación no está sugiriendo que los humanos tempranos o posteriores hayan sido los únicos responsables de todas las extinciones de la megafauna en todas partes. Además, todavía sobrevive algo de la misma: el alce, el elefante, el rinoceronte, el cocodrilo del Nilo, el hipopótamo colombiano y las serpientes gigantes, etc., siguen existiendo. Pero los  elefantes y rinocerontes europeos y americanos ya no existen, el perezoso gigante se ha extinguido, la hiena gigante del sudeste asiático y los leones de Europa también, y así muchos más.

Hay que precisar que el meta-estudio aludido se refiere únicamente al sur del Levante. Existe una gran cantidad de datos sobre los primeros humanos que cruzaron esta región al salir de África hacia Eurasia (y viceversa), así como de los animales que existieron en las diferentes capas arqueológicas de la zona. ¿Cuán relevantes son estos hallazgos para el resto del mundo?

“Muy relevante”, responde Ran Barkai. "Es cierto que no se han realizado estudios como este para otras regiones que carecen de una continuidad comparable de datos que se remonten a 1,5 millones de años, y más en otros sitios. Pero, ciertamente, hay indicios de que se trató de un fenómeno mundial. En todas partes, lo más probable, es que la gente se centrara en cazar los animales más grandes, y, cuando se extinguieron, dirigieran su atención hacia los que eran más pequeños”, explica.

Regresión lineal de la masa corporal media ponderada (en kg) en función del tiempo. Crédito: Jacob Dembitzer, Ran Barkai, Miki Ben-Dor y Shai Meiri.

De hecho, investigaciones independientes han demostrado que el volumen corporal de los animales en África comenzó a disminuir hace más de un millón de años. Eso es mucho antes de que evolucionasen los humanos modernos. La línea humana se separó del chimpancé hace unos 7 millones de años y, en algún momento, dio un giro significativamente carnívoro. Barkai y otros investigadores sospechan que, al menos desde el punto de partida del Homo erectus, nuestra línea evolutiva nos condujo a ser  superdepredadores, con una subsistencia basada principalmente en la carne y la grasa, además de los ingredientes vegetales.

Por lo tanto, es plausible que los primeros humanos fueran uno de los impulsores del declive de la megafauna en África. El caso de Australia y América es mucho más claro, y tampoco es a nuestro favor, según varios estudios. En América del Sur, el 83 % de las especies de megafauna se extinguieron, incluidos tres órdenes completos de animales durante el último millón de años.  También hubo un gran evento de extinción en la pampa argentina hace 13.000 a 10.000 años, momento en el que llegaron los humanos.

El arte rupestre de todo el mundo, desde Asia hasta Europa y América, muestra claramente animales extintos hace mucho tiempo, incluidos mamuts y uros.

La sedentarización

Hay otra indicación global de nuestra culpabilidad: el arte rupestre de todo el mundo. Desde Asia hasta Europa y América, hay muestras claras de animales extintos hace mucho tiempo, incluidos mamuts, uros, leones en Europa y perezosos gigantes. Claramente, los miembros de nuestra especie estaban íntimamente familiarizados con estos grandes animales.

Y a medida que la Edad de Hielo se desvanecía, convirtiendo grandes extensiones de tierra en aptas para que floreciera la vegetación, al tiempo que los animales desaparecían o se volvían tan pequeños que apenas valía la pena atraparlos -incluso con la innovación del arco y las flechas-,  nació la  revolución neolítica. La agricultura y los animales domésticos aumentaron y, finalmente, reemplazaron en gran medida la actividad de la caza y la recolección, según el modelo que Barkai y su equipo han construido.

“Afirmamos que, básicamente, hacia el Holoceno, no había animales grandes para cazar, por lo que se comenzó a domesticar a los animales más pequeños”, explica Barkai. "La domesticación y la agricultura se desarrollaron en aproximadamente siete lugares alrededor del mundo de forma independiente, y muy probablemente por la misma razón". La agricultura se desarrolló de forma aislada en diferentes épocas, en diferentes lugares, pero todos durante el Holoceno: en el Levante; en China; en Etiopía, en América Central y América del Norte, en el sur de la India, y en otros lugares.

La evolución de nuestros cerebros en realidad fue impulsada por nuestra necesidad de desarrollar mejores herramientas para cazar animales más pequeños y evasivos, propone el equipo de investigación. Crédito: Claude Valette.

Trabajos anteriores han sugerido que la agricultura pudo haber surgido porque los cazadores-recolectores móviles fueron "forzados" a establecerse y cultivar los campos por individuos de rango superior. De lo contrario, ¿por qué los cazadores-recolectores, que deambulan pacíficamente, se habrían vuelto sedentarios? Dicho de otra manera: fue el surgimiento de algún tipo de organización proto-estatal lo que presionó a la gente a establecerse y realizar actividades agrícolas, a fin de poder recolectar excedentes de granos y carne y lograr alimentar y mantener la creación de ejércitos que afianzaran esos inicios proto-estatales.

Sin embargo, la agricultura es, en todas partes, anterior a la formación de los primeros estados conocidos. Barkai y su equipo tienen una explicación simple al respecto: "La gente necesitaba comer, se estaban quedando sin opciones, pero el clima, que se había vuelto más propicio para la proliferación de plantas y la actividad agrícola, en conjunción con la cría de animales,  resolvieron el problema".


Este meta-estudio, que demuestra que la masa corporal animal se redujo en más del 98% en el tránsito del Pleistoceno al Holoceno, se ha centrado en los mamíferos, dejando de lado a los reptiles. Sabemos que los primeros humanos en Israel asaban tortugas, entonces, ¿por qué dejaron de lado las comidas procedentes de reptiles? Debido a que no hay suficientes datos sobre el consumo de los mismos en comparación con el de los mamíferos, tal vez fuera debido a no nos gustaba comer reptiles, o bien es posible que sea un sesgo o prejuicio de la investigación sobre ello, responde Barkai. En cualquier caso, lo cierto es que los yacimientos prehistóricos están plagados de restos de mamíferos.

Otra cosa: no se podía llevar un elefante muerto a la cueva que habitabas para compartirlo con las mujeres y niños. Pero a medida que la megafauna se volvió escasa, a mediados del Pleistoceno, el uso de las cuevas aumentó, circunstancia que el grupo de investigación cree que no es una coincidencia.

La última megafauna del Levante fueron los uros. El último murió hace entre unos 3.200 y 2.500 años. Pesaban un promedio de 900 kg.

A medida que la megafauna se volvió escasa a mediados del Pleistoceno, el uso de cuevas aumentó, lo que el grupo cree que no es una coincidencia. Crédito: Prof saxx.

Un tabú biológico

Barkai no considera que esta interpretación del pasado afecte a las extinciones humanas. El Homo sapiens es el único superviviente del género Homo, pero no cree que los patrones de conducta que el grupo de investigación ha descubierto en su meta-estudio fueran impulsados ​​por la pura agresión, sino solo por la necesidad, y, por tanto, no asume que el canibalismo haya sido un fenómeno generalizado, incluso aun cuando pudo haber sucedido aquí o allá.

“Sabemos, además, que existen impedimentos evolutivos que van contra el canibalismo;   no es solo un tabú cultural, sino también biológico.'Kuru', lo resume en una palabra: es la versión humana de la enfermedad de las vacas locas, causada por comer el sistema nervioso y el tejido cerebral de nuestros compañeros de especie. Si te comes un cerebro humano con priones 'malos', es posible que también sufras la enfermedad".

Por otra parte, Barkai especula: "El respeto por los animales también habría afectado a los propios humanos".

A pesar de la carnicería que implica esta historia, Barkai conserva su confianza en que los primeros humanos, de la especie que fueran, tenían respeto por la naturaleza y por lo animales que cazaban y comían. Esta teoría se basa en parte en los evidentes intentos de utilizar hasta la última molécula de los mismos, sin dejar que ninguna se desperdiciara.

También cree que, dado que la mayoría de los humanos modernos claramente no tienen ningún respeto por los animales, y poco por los demás humanos, en algún momento se debió perder esa cualidad.  Entonces, ¿qué pasó con los animales grandes si es que los respetábamos tanto? "Tenían respeto por los animales, pero tenían que ganarse la vida, y, por tanto, parece que hay un precio que hay que pagar por la prosperidad humana", responde Barkai. "Y este precio lo paga el medio ecológico".

Fuente: haaretz.com | 20 de diciembre de 2021

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