La dispersión humana por el sur de Europa tuvo lugar hace menos de un millón de años

Geocronólogos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) lideran un trabajo publicado en la revista Quaternary Geochronology sobre la cronología del yacimiento de Gran Dolina, situado en la Sierra de Atapuerca (Burgos), cuyos resultados ratifican un pulso de dispersión humana por el sur de Europa hace alrededor de un millón de años, según informaron fuentes del centro.

Se trata de un estudio paleomagnético de los niveles estratigráficos inferiores de este yacimiento burgalés cuyo objetivo ha sido determinar la presencia o no del subcrón Jaramillo, un evento geológico de polaridad magnética normal ocurrido hace alrededor de un millón de años, para mejorar el marco cronológico de la industria lítica hallada en el nivel TD4, y por tanto de la presencia humana en Atapuerca.

“Gran Dolina es uno de los yacimientos que mejor preserva un registro sedimentario del Pleistoceno medio e inferior en Europa, por tanto, conocer la cronología de los niveles estratigráficos que lo componen es un elemento importantísimo para entender la presencia y el desarrollo de la actividad humana en la zona”, explica Claudia Álvarez Posada  (izquierda), autora principal de este artículo.

Se han analizado muestras de los niveles TD4 a TD6 mediante paleomagnetismo, metodología cada vez más utilizada para establecer dataciones absolutas dada su gran versatilidad y el hecho de que tiene un registro cronológico extremadamente amplio, ya que el campo magnético queda registrado en los sedimentos desde su formación. Hoy por hoy hay un registro conocido que cubre un marco temporal de más de 180 millones de años hasta la actualidad, por lo que, como afirma Claudia Álvarez , “es un herramienta muy potente para la cronología”.

Escala cronológica de la polaridad geomagnética de los últimos 5 millones de años. Dentro de un cron de polaridad predominantemente inversa (como por ejemplo Matuyama) puede haber pequeños episodios, de corta duración, que se llaman subcrones con polaridad directa (Jaramillo, Olduvai y Reunión) y la situación contraria, subcrones de polaridad inversa en un cron de polaridad básicamente directa.

Este método, junto con los datos aportados por la bioestratigrafía y los recientes estudios de datación por Resonancia Paramagnética Electrónica (ESR) realizados en el yacimiento, ha permitido establecer con certeza una edad posterior al subcrón Jaramillo para el nivel TD4, es decir, menor al millón de años, lo que es consecuente con un pulso de dispersión humana por el sur de Europa durante el intervalo de tiempo conocido como transición del Pleistoceno inferior.

Doble estudio

Este artículo forma parte de un doble estudio paleomagnético de Gran Dolina, que engloba los niveles de TD1 a TD6, llevado a cabo para conocer mejor la antigüedad de los diferentes niveles estratigráficos que componen el relleno del yacimiento.

El segundo artículo, que acaba de publicarse en la revista Quaternary Science Reviews, está centrado en la cronología de los rellenos sedimentarios interiores, y corrobora las dataciones obtenidas en TD4.

Fuente: burgosconecta.es | 27 de febrero de 2018

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el marzo 6, 2018 a las 7:05pm

El evento Jaramillo en Atapuerca

Sabemos bien que nuestro planeta genera un campo magnético, que se extiende desde el núcleo hasta el espacio exterior, donde nos protege de las radiaciones solares. Gracias a ese campo magnético disponemos de una atmósfera muy estable, que alberga la vida. Así que no solo estamos de enhorabuena por vivir en un planeta que se encuentra a la distancia ideal de su estrella, sino que tenemos un campo magnético protector de las radiaciones de los vientos solares. Además, las manecillas de las brújulas marcan el norte, puesto que cerca del polo norte geográfico se encuentra el polo norte magnético. En la actualidad, el dipolo magnético forma un ángulo de unos 11 grados con respecto al eje de rotación de La Tierra.

 

Las propiedades magnéticas de La Tierra probablemente derivan de la composición y estado (presión y temperatura) del núcleo del planeta. Pero el campo magnético es tan dinámico como los materiales que se mueven en el interior del manto y el núcleo. De hecho, el polo magnético no siempre ha coincidido con el polo norte, sino que ha sufrido variaciones, bien registradas para los últimos cinco millones de años, cuando se ha desarrollado la genealogía humana. Estas variaciones han quedado registradas en los minerales de la corteza terrestre durante el proceso de expansión de las dorsales oceánicas. Los minerales, como la magnetita, se orientan de acuerdo al campo magnético durante el proceso de enfriamiento de las rocas que salen fundidas del manto (magnetización termo-remanente). Las bandas magnéticas resultantes no solo revelan la expansión de la corteza terrestre y la deriva de los continentes, sino que permiten obtener fechas muy precisas del momento en el que se producen los cambios en la polaridad del campo terrestre. En apariencia, estos cambios de polaridad del campo magnético de La Tierra no tienen consecuencias sobre los seres vivos.

 

Este hecho ha sido aprovechado en las investigaciones sobre la cronología de los yacimientos donde se registra presencia humana. Las partículas sedimentarias, que en su composición llevan minerales con hierro, también se orientan al depositarse en esos yacimientos. En este caso, los sedimentos no provienen de rocas fundidas, pero también conservan su magnetización remanente durante miles de años. El último cambio de polaridad magnética sucedió hace unos 780.000 años. De haber vivido en una época anterior a ese cambio, la manecilla de nuestra brújula se hubiera orientado hacia el sur.

 

Este cambio de polaridad magnética fue estudiado por los geofísicos Bernard Brunhes y Monitory Matuyama. De ahí su nombre: reversión magnética Matuyama/Brunhes. Los restos fósiles de Homo antecessor fueron encontrados en el yacimiento de la cueva de la Gran Dolina, en un nivel geológico (TD6) situado aproximadamente un metro por debajo de esta inversión magnética (nivel TD7) y, por tanto, contenidos entre sedimentos con polaridad inversa. Los niveles TD5 y TD4 también contienen herramientas de piedra, que han sido datadas entre 850.000 y cerca de un millón de años. Esos niveles también muestran polaridad inversa. Pero faltaba la confirmación de la existencia en Gran Dolina de un evento de polaridad magnética muy esquivo: el evento Jaramillo.

Sección de la cueva Gran Dolina, mostrando los sedimentos con fósiles e industria lítica (colores más oscuros) y los sedimentos estériles (TD1) de la parte inferior (marrón claro y amarillo). Estos sedimentos se depositaron en época Matuyama (polaridad inversa), pero presentan dos cambios de polaridad normal. El cambio más alto de esta secuencia se identifica con el evento Jaramillo, mientras que el más bajo podría corresponder con la excursión Cobb Mountain. Fuente: Parés et al. 2018. Quaternary Science Reviews.

Hace aproximadamente un millón de años la época inversa Matuyama sufrió un cambio de polaridad y durante 80.000 años se vivió una época magnética normal. De haber vivido en esa época, la manecilla de nuestra brújula se hubiera orientado hacia el norte, como sucede en la actualidad. Ese evento se detecta con facilidad en las rocas de las dorsales oceánicas, que se forman de manera continua. Pero es mucho más difícil localizarlo en rocas sedimentarias, cuyo depósito es casi siempre discontinuo, y más en los yacimientos que se forman en las cavidades cársticas. El término Jaramillo proviene del nombre de un arroyo de las montañas Jemez, en Nuevo México, cuyas aguas terminan en el río Grande. Los sedimentos próximos a este arroyo tienen polaridad normal y se datan entre unos 990.000 y 1.070.000 años.

 

Pero los yacimientos de la sierra de Atapuerca tienen algo de mágicos. Todo ha quedado registrado en el conjunto de docenas de sitios con registro arqueológico y paleontológico. Hace pocos años nuestro equipo decidió excavar en los sedimentos del yacimiento de Gran Dolina, que se encuentran por debajo del camino donde hace algo más de un siglo circuló un ferrocarril minero. Los sedimentos se depositaron cuando la cueva de la Gran Dolina aún estaba cerrada y no contienen fósiles, herramientas o cualquier signo de vida. Pero la idea era llegar hasta el fondo de la cueva, conocer la dinámica de sedimentación y, a ser posible, obtener nuevas fechas para circunscribir de manera temporal los niveles TD6, TD5 y TD4, en los que los miembros de Homo antecessor dejaron su testimonio.

 

El pozo, que realizamos hace ya tres años, llegó a tener una profundidad de casi 10 metros, por lo que ahora sabemos que la cueva tiene unos 30 metros desde el suelo hasta el techo. De haber podido entrar en la cueva cuando aún estaba vacía de sedimentos hubiéramos quedado impresionados por sus enormes dimensiones. Los sedimentos “estériles” del pozo (conocido como Vicho) han sido analizados por los geólogos y se han tomado muestras para su datación. Los resultados del estudio, liderados por el geólogo Josep María Parés, acaban de ser publicados en la revista Quaternary Science Reviews.

 

Las dataciones obtenidas en el nivel TD1, previas a la realización del pozo Vicho, ya anunciaban una antigüedad en torno a un millón de años. Nuevas dataciones han confirmado esta fecha. Además, el estudio de las propiedades magnéticas remanentes de los sedimentos estériles a lo largo de todo el pozo ha revelado que esos sedimentos se depositaron en época Matuyama (inversa), pero con dos cambios muy marcados de polaridad magnética. El más alto de estos cambios se interpreta como el evento Jaramillo. De ser así, quedaría demostrado que los miembros de Homo antecessor se movieron por la sierra de Atapuerca hace al menos entre 1.000.000 y 800.000 años. El segundo cambio es muy difícil de identificar, pero pudo corresponder con otro cambio de polaridad de la época Matuyama de una duración muy corta (excursión magnética), que los expertos denominan Cobb Mountain, cuya antigüedad está en torno a 1.100.000 años. Pero en este caso, el experto en paleomagnetismo, Josep María Parés, no tiene datos para confirmarlo.

 

Fuente: quo.es | 6 de marzo de 2018

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