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El cráneo ritual íbero hallado en Olérdola. Cristóbal Castro. El País.
Tenía entre 18 y 25 años y vivió hace alrededor de 2.300 años, en el siglo III a. C. Su cráneo fue colgado de una fachada en la ciudadela íbera de Olérdola (Alto Panedés, Barcelona) a modo de trofeo, y acaba de aparecer en una excavación.
No es la primera cabeza cortada y clavada que aparece en un yacimiento catalán, pero sí la que se encuentra más al sur, lo cual abre grandes interrogantes entre los arqueólogos.
Los restos de este cráneo, fragmentado en cinco pedazos, se exponen de urgencia en el Museo de Arqueología de Cataluña (MAC) durante apenas cuatro días, desde hoy y hasta el domingo, aprovechando los últimos días de la exposición “El enigma íbero. Arqueología de una civilización” (que ya era fabulosa antes de esta aportación final).
El cráneo, aparte de su vistosidad, tiene el interés arqueológico de que es el primero que aparece en un poblado de la tribu de los cosetanos. En este caso, los restos son de la cara. Los cráneos cortados -que merecieron una exposición específica en el MAC a finales de 2015- eran hasta ahora vestigios exclusivos de las tribus de los indigetes y de los layetanos. Fueron hallados en yacimientos de Ullastret, Santa Coloma de Gramenet y Cerdanyola del Vallès; existen restos de alrededor de 30, 12 y 2 individuos. Se cree que es una costumbre que los íberos adoptaron por influencia celta. Los clavaban a la pared con punzones de hasta 23 centímetros, como triunfos bélicos. "Los íberos tenían buenos conocimientos de antropología como para saber dónde poner ese tipo de clavo sin destruir el cráneo. Seguramente lo tenían expuesto en la entrada del recinto amurallado, para que todo el mundo lo viera, era un símbolo de poder» ", explica Núria Molist, codirectora de la excavación.
La conservación de alguna pieza dental del cráneo recién encontrado permitirá además abordar estudios genéticos de las poblaciones de aquel momento; los íberos incineraban a sus difuntos, lo que eliminaba toda esa información. Los análisis realizados hasta ahora indican que los individuos así expuestos eran de las mismas zonas, lo que permite especular con que fueran líderes de tribus rivales vecinas o jefes depuestos. La del yacimiento de Olérdola estaba en un lugar bien visible en la zona de acceso.
La civilización ibérica se compuso de decenas de tribus dispersas por la zona mediterránea y sur de la península ibérica entre el siglo VI y hasta poco antes de nuestra era, cuando fueron absorbidos por la romanización. Su lengua escrita sigue siendo un enigma.
La troballa se suma a les poques restes humanes existents d'aquesta època, que possibiliten la realització d'estudis genètics, imprescindibles per a conèixer els orígens dels grups humans que van viure a la península Ibèrica entre els segles IV i I abans de la nostra era. pic.twitter.com/ngeKqTPOzk
— Museu d'Arqueologia de Catalunya (@macarqueologia) January 13, 2022
El cráneo apareció durante las excavaciones que el MAC ha desarrollado entre el 29 de noviembre y el 3 de diciembre en el yacimiento de Olérdola, que en 2021 ha conmemorado cien años de trabajos arqueológicos. El lugar ha tenido ocupación humana durante cuatro mil años, con sucesivas culturas.
La excavación de este invierno investigaba precisamente la transición entre íberos y romanos, dado que estos conquistaron el lugar y lo adaptaron a sus necesidades. Se centró en la torre 2 de la muralla romana, en el flanco oriental de la puerta de entrada al recinto fortificado. Esta torre también fue reconstruida en época medieval y había sido objeto de excavaciones y obras de restauración en 1987, 2013 y 2016. En esos trabajos se determinó que la torre fue abandonada (con toda seguridad, todo el emplazamiento) hacia el año 75 a. C., lo que coincide con las fuentes escritas, que datan entre los años 80 y 72 la Guerra de Sertorio, que llenó la península ibérica de inestabilidad. Por ello es seguro que el lugar, punto estratégico y de control, se viera afectado por ese conflicto en ese momento.
Vista de perfil del cráneo localizado. Manolo García.
La torre romana se asienta sobre otra anterior, ibérica, aunque el trazado de la muralla fue redefinido por los romanos. La excavación no ha llegado todavía al nivel de roca madre, con lo que es muy posible que nuevas campañas deparen nuevas sorpresas. "Es como una matrioska, con una torre dentro de una torre dentro de una torre", ha ilustrado el otro codirector de los trabajos, Jordi Principal.
La investigación ha desvelado, aparte del cráneo, que la torre sufrió graves daños en aquel momento en que los romanos se hicieron con el lugar. Han aparecido restos de vigas caídas y carbonizadas, y también elementos de mobiliario y abundante vajilla, con cerámicas y ánforas en buen estado, así como restos de armamento romano. Todo ello denota un abandono precipitado del enclave. La estructura colapsó (con el cráneo posiblemente clavado en la pared) y el espacio quedó sellado. Por suerte.
Fuentes: lavanguardia.com | abc.es | ara.cat | 13 de enero de 2022
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