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Algunas de las primeras personas de la edad de hielo que se aventuraron en América procedían del norte de China. (Crédito de la imagen: SrdjanPav a través de Getty Images)
Los científicos han analizado ADN mitocondrial para rastrear un linaje femenino desde la costa norte de China hasta las Américas. Al integrar el ADN mitocondrial antiguo y contemporáneo, el equipo encontró evidencias de al menos dos migraciones: una durante la última Edad del Hielo y otra durante el período de fusión posterior.
Casi al mismo tiempo que la segunda migración, otra rama del mismo linaje emigró a Japón, lo que podría explicar las similitudes arqueológicas paleolíticas entre las Américas, China y Japón. El estudio aparece en la revista Cell Reports.
"La ascendencia asiática de los nativos americanos es más complicada de lo que se ha venido indicando en el pasado", dice el primer autor Yu-Chun Li (izquierda), antropólogo molecular de la Academia de Ciencias de China. "Además de las fuentes ancestrales descritas anteriormente en Siberia, Australo-Melanesia y el sudeste asiático, mostramos que la costa norte de China también contribuyó al acervo genético de los nativos americanos".
Aunque durante mucho tiempo se asumió que los nativos americanos descendían de los siberianos que cruzaron el efímero puente terrestre del Estrecho de Bering, la evidencia genética, geológica y arqueológica más reciente sugiere que múltiples oleadas de humanos viajaron a las Américas desde varias partes de Eurasia.
Para arrojar luz sobre la historia de los nativos americanos en Asia, un equipo de investigadores de la Academia de Ciencias de China siguió el rastro de un linaje ancestral (denominado haplogrupo Dh4, con una rama en las Américas -D4h3a- y otra en China y Tailandia -D4h3b-) que podría vincular a las poblaciones del Paleolítico de Asia oriental con las poblaciones fundadoras en Chile, Perú, Bolivia, Brasil, Ecuador, México y California. El linaje en cuestión está presente en el ADN mitocondrial, que se puede utilizar para rastrear el parentesco a través de la línea materna.
Fuentes geográficas de datos de ADN mitocondrial empleados en el estudio.
Los investigadores examinaron más de 100.000 muestras de ADN contemporáneas y 15.000 antiguas de toda Eurasia para finalmente identificar a 216 individuos contemporáneos y 39 antiguos pertenecientes al raro linaje mencionado. Al comparar las mutaciones acumuladas, las ubicaciones geográficas y la antigüedad con fechas de radiocarbono de cada uno de estos individuos, los investigadores pudieron rastrear el camino de ramificación del linaje.
Identificaron dos eventos de migración desde la costa norte de China hacia las Américas y, en ambos casos, creen que los viajeros probablemente llegaron en barcazas a América a través de la costa del Pacífico, en lugar de cruzar el corredor interior libre de hielo (que no estaría abierto en ese momento).
(Crédito de la imagen: Li et al. Cell Reports (2023); (CC BY-NC-ND 4.0))
El primer evento de colonización ocurrió hace entre 19.500 y 26.000 años durante el Último Máximo Glacial, cuando la capa de hielo estaba en su punto más alto y las condiciones en el norte de China probablemente eran inhóspitas para los humanos.
La segunda colonización se produjo durante el posterior período de deshielo o fusión, hace entre 19.000 y 11.500 años. En ese tiempo hubo un rápido aumento en las poblaciones humanas, probablemente debido a la mejora del clima, lo que pudo haber impulsado la expansión a otras regiones geográficas.
(Crédito de la imagen: Li et al. Cell Reports (2023); (CC BY-NC-ND 4.0))
Los investigadores también descubrieron un vínculo genético inesperado entre los nativos americanos y los japoneses. Durante el período de desglaciación, otro grupo partió de la costa norte de China hacia el archipiélago japonés. "Nos sorprendió descubrir que esta fuente ancestral también contribuyó al acervo genético del Japón, especialmente en los indígenas Ainus de la isla de Hokkaidō", dice Li.
Este descubrimiento ayuda a explicar las similitudes arqueológicas entre los pueblos paleolíticos de China, Japón y las Américas. Específicamente, las tres regiones comparten similitudes en la forma en que elaboraron puntas de proyectil con vástago para puntas de flechas y lanzas. "Esto sugiere que la conexión del Pleistoceno entre las Américas, China y Japón no se limitó a la cultura sino también a la genética", dice el autor principal Qing-Peng Kong (izquierda), genetista evolutivo de la Academia de Ciencias de China.
Aunque el estudio se centró en el ADN mitocondrial, la evidencia complementaria del ADN cromosómico Y sugiere que los ancestros masculinos de los nativos americanos también vivieron en el norte de China aproximadamente al mismo tiempo que estos ancestros femeninos.
Li dijo que una fortaleza del estudio fue la cantidad de muestras que descubrieron, y la evidencia complementaria del ADN cromosómico Y que muestra que los ancestros masculinos de los nativos americanos vivieron en el norte de China al mismo tiempo que los ancestros femeninos, lo que les hizo confiar en sus hallazgos.
"Sin embargo, no sabemos en qué lugar específico de la costa norte de China ocurrió esta expansión y qué eventos específicos promovieron estas migraciones", dijo.
Este estudio agrega otra pieza al rompecabezas que es la ascendencia de los nativos americanos, pero muchos otros elementos siguen sin estar claros. "Los orígenes de varios grupos fundadores siguen siendo esquivos o controvertidos", dice Kong. "A continuación, planeamos recopilar e investigar más linajes euroasiáticos para obtener una imagen más completa sobre el origen de los nativos americanos".
Tal como apunta Li: "Si bien estos nuevos hallazgos sugieren que este único linaje del norte de China analizado pudo haber contribuido a la ascendencia indígena de los primeros americanos, no representa toda la historia del conjunto de nativos americanos. Investigar otros linajes que muestren conexiones genéticas entre Asia y las Américas podrá ayudar a obtener una imagen más completa de la historia del proceso colonizador de los primeros nativos americanos".
Fuentes: phys.org | phys.org | livescience.com | 9 de mayo de 2023
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