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Uno de los expertos con el cráneo encontrado en la excavación | EQUIPO DE INVESTIGACIÓN Y GRUPO ESPELEOLÓGICO G-40
Fuente: cordopolis.es | 18 de abril de 2016
Hace más de 5000 años, algo revolucionario sucedió. Se fue fraguando muy lentamente, en parte a través de aprendizaje y desarrollos locales, pero también gracias a viajeros y conocimientos compartidos en el resto de Europa y el Mediterráneo. Así, las culturas presentes en el Sur de la Península Ibérica, poco a poco, empezaron a controlar el uso de los metales. Las técnicas más avanzadas en la talla de instrumentos y armas de piedra, dieron paso a la tecnología del martillado y fundición. Y con ella, del Neolítico se saltó a una nueva edad histórica: la Edad del Cobre y del Bronce.
En Sierra Morena, en lo que actualmente es la provincia de Córdoba, por aquel entonces, se comenzaban a explotar las vetas de mineral de cobre en la zona de Cerro Muriano. Algunas comunidades del entorno fundaron asentamientos más estables. Allí vivieron, allí murieron y una de sus tumbas acaba de ser encontrada e investigada en Obejo.
El contexto excavado es uno de los ejemplos más antiguos de uso funerario en esa zona de Sierra Morena, en donde, a diferencia de la comarca de Los Pedroches y el Alto Guadiato, los dólmenes escasean. Se encuentra en Peña Calera, en el valle del Guadalbarbo. Y ya ha sido investigado por un equipo de arqueólogos y antropólogos de las universidades de Córdoba, Granada y Huelva, coordinados con miembros del grupo espeleológico G-40 y con el apoyo del Ayuntamiento de Obejo, autorizados por la Delegación Provincial de Cultura en Córdoba.
El paisaje es escarpado. Se trata de una zona elevada y rocosa. Allí en una cueva propia de la zona -una diaclasa-, miembros del Grupo Espeleológico G-40 encontraron un habitáculo en la roca donde asomaban restos de hueso y cerámica. Conscientes de su interés, inmediatamente dieron cuenta a la Delegación de Cultura en Córdoba. Informados los investigadores, y tras realizar el proyecto de estudio, comenzó la intervención arqueológica, la cual se desarrolló durante la pasada Semana Santa.
En esta angosta y claustofóbica diaclasa, con un espacio de apenas dos metros útiles, y donde en ningún momento era posible mantenerse erguido, los arqueólogos han encontrado los restos de al menos cinco individuos. Entre los distintos huesos hallados destaca un cráneo completo. Uno de los aspectos que más ha llamado la atención de los investigadores es que los cadáveres fueron depositados en una oquedad tapizada de bloques de piedra sobre la que se depositaron planchas de corcho. “El espacio en sí es muy seco y eso ha afecto a la conservación de los huesos, pero esta materia vegetal se ha preservado muy bien”, señala el arqueólogo de la universidad de Granada Rafael Martínez (izquierda).
En un primer momento, los científicos pensaron que el corcho pudo haber sido introducido por animales que, durante milenios, han usado este mismo espacio como letrina, nido y madriguera. “Pero la disposición y el corte preciso de las planchas denotan que se trata de una materia prima trabajada, muy probablemente colocada con un objetivo funerario”, indica el experto. Los cuerpos, muy probablemente, fueron depositados sobre las planchas en posición fetal. Queda realizar los estudios antropológicos de laboratorio para confirmar género y edad de los inhumados, aunque se apunta la presencia de individuos de ambos sexos y al menos un preadulto. Por otro lado, se van a realizar dataciones de radiocarbono para precisar la edad del yacimiento, aunque todo parece indicar que corresponden aproximadamente al 3200 antes de Cristo.
Restos encontrados en el yacimiento | EQUIPO DE INVESTIGACIÓN Y GRUPO ESPELEOLÓGICO G-40.
Junto a los huesos, también se han encontrado siete vasos de cerámica -de los cuales dos están intactos y otros tantos corresponden a fragmentos- y un punzón de hueso. La forma de algunos de los vasos, dotados de un diseño muy particular, con carena, es muy característico de este momento cronológico que, en este caso, lo sitúan en los inicios de la Edad del Cobre. “Se trata del momento en el que se constata una gran cantidad de asentamientos más o menos permanentes en la zona de la campiña, vega del Guadalquivir, y como se demuestra ahora, también en áreas de Sierra Morena. Será este momento cuando se documenten los primeros poblados estables en el actual casco urbano de Córdoba, incluyendo la zona de la Arruzafa y la barriada de Alcolea”, explica Martínez.
Los investigadores creen que la cueva fue acondicionada como espacio sepulcral a golpe de maza: “Se preparó el lugar, incluso se rompieron algunas estalactitas, y se terminó cerrando con varios bloques de piedra”, termina Rafael Martínez. Y así ha permanecido durante 5200 años. Hasta hoy.
Paraje de Obejo donde está el yacimiento | EQUIPO DE INVESTIGACIÓN Y GRUPO ESPELEOLÓGICO G-40
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