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Recreción artística de la batalla de Baecula. UNIVERSIDAD DE JAÉN
Fuente: ABC.es| 8 de abril de 2014
Tras largos años de trabajo, un equipo de investigadores españoles de la Universidad de Jaén ha conseguido toda una hazaña arqueológica: identificar el lugar exacto de labatalla de Baecula, librada hace más de 2.000 años entre romanos y cartagineses en la provincia de Jaén. Gracias a un Sistema de Información Geográfica (SIG), los arqueólogos han logrado reconstruir paso a paso la batalla, los avances de las tropas, las escaramuzas cuerpo a cuerpo y la situación de los campamentos de ambos bandos.
"Entonces Escipión da orden a los vencedores de lanzarse sobre el centro de la formación, reparte con Lelio las tropas restantes y le manda rodear la colina por el lado derecho hasta encontrar un camino de subida menos pendiente; él describiendo un pequeño arco por la izquierda, se lanza sobre el flanco enemigo".
De esta forma tan gráfica, el historiador romano Tito Livio describe la estrategia de combate de Publio Cornelio Escipión, el Africano, durante la cruenta batalla de Baecula, librada contra un ejército cartaginés de más de 20.000 hombres comandado por Asdrúbal Barca, hermano del mismísimo Anibal. Estamos en el año 208 a.C. y esa batalla supone, precisamente, el primer gran enfrentamiento de Escipión contra los cartagineses después de tomar el mando del ejército de Roma en la Península Ibérica. La batalla forma parte de la Segunda Guerra Púnica y resultó clave para el dominio del Mediterráneo hace ya más de 2.200 años.
Gracias a una estrategia envolvente, y a pesar de que el enemigo se había instalado en lo alto de una meseta protegida por dos escarpados riscos en sus flancos y un río en la retaguardia, Escipión logró vencer a Asdrúbal, que tras su derrota no tuvo más remedio que huir al norte, hacia los Pirineos, para desde allí penetrar en las Galias y preparar después un ataque contra Roma. Fue el principio del fin del dominio cartaginés sobre la Península Ibérica.
Pero, ¿dónde se celebró exactamente esta importante batalla? ¿Y dónde están sus restos? Basándose en las prolijas descripciones de Tito Livio y Polibio, se pensaba hasta ahora que el escenario se encontraba muy cerca de Bailén, pero un equipo del Instituto Andaluz de Arqueología Ibérica (CAAI), de la Universidad de Jaén, dirigido por Arturo Ruiz (izquierda) y Juan Pedro Bellón (derecha) ha conseguido, tras largos años de investigación y la ayuda de las más modernas tecnologías, determinar que el escenario exacto de la batalla fue el Cerro de las Albahacas, en el término municipal de Santo Tomé (Jaen). La revista Archaeology acaba de publicar un extenso artículo sobre la investigación.
Ha sido un esfuerzo titánico. En palabras de Arturo Ruiz, "una labor de detectives que nos ha llevado largos años de búsqueda y para la cual no teníamos más que los textos históricos". Amplias zonas del valle del Guadalquivir tuvieron que ser rastreadas en busca de coincidencias con las descripciones de Tito Livio y Polibio. "Utilizamos incluso Google Maps para buscar las zonas que mejor encajaban con lo que andábamos buscando". Hubo que descartar por lo menos una docena de localizaciones hasta encontrar un lugar (el cerro de las Albahacas) que coincidía punto por punto con las descripciones históricas y que parecía ser el candidato perfecto para ser el tan buscado campo de batalla. Pero había que demostrarlo.
Para completar el estudio, los arqueólogos del CAAI barrieron el cerro (una superficie de 40 hectáreas) durante cinco años más (entre 2006 y 2010) con detectores de metales y referenciaron la posición de cada objeto individual con GPS. Al final de la quinta campaña de prospección, el equipo de la Universidad de Jaén había recopilado 6.123 restos metálicos. Entre ellos, puntas de flecha y de lanza, diversos utensilios y, lo que sería más importante para la investigación posterior, un gran número de las tachuelas metálicas con las que los soldados romanos reforzaban sus sandalias.
Los romanos, en efecto, llevaban remaches de hierro incrustados en las suelas de cuero, para mejorar el agarre y limitar el deterioro del calzado durante las largas marchas. Pero esas pequeñas piezas, llamadas clavi caligarii, se desprendían con facilidad y quedaban sembradas por los campos que el ejército cruzaba. Al no tener un gran valor material, los remaches han permanecido in situ durante largos siglos y han podido ser localizados ahora por los detectores de metales de los arqueólogos. Son precisamente esas pequeñas piezas las que indican la localización de los campamentos, las rutas seguidas por los soldados y, lo que es más importante, los lugares donde tuvieron lugar las batallas.
El equipo tenía ahora una enorme cantidad de material recopilado, y cada una de las piezas encontradas localizada con precisión en un mapa. "Fue entonces -explica a ABC Arturo Ruiz- cuando tuvimos la idea de recoger toda esa información en un Sistema de Información Geográfica (SIG), lo que nos proporcionó una visión de conjunto que antes no teníamos, y la posibilidad de hacerles preguntas concretas a los datos".
El software elegido fue Geomedia Professional, de Intergraph, compañía que inmediatamente se interesó por el proyecto y prestó todo el apoyo técnico y logístico necesario para su realización. Se creó una completa base de datos con cada una de las piezas debidamente georeferenciada y comenzó la que puede considerarse la fase decisiva de la investigación.
Resultó que la zona con mayor concentración de restos estaba, precisamente, en la parte más alta de la colina, y rodeada, como dicen los antiguos textos, por un ribazo muy abrupto. Era el campamento de Asdrúbal. Segmentando la información en el SIG, los investigadores comprobaron que era precisamente aquí donde se concentraba la mayor parte de los clavos y otros utensilios usados para el montaje de las tiendas.
De la misma forma, los arqueólogos pudieron determinar, a partir del número y la distribución de las tachuelas sobre el terreno, cuáles fueron los movimientos de las tropas romanas durante el ataque, dónde se concentró el grueso del ejército de Escipión e, incluso, dónde tuvieron lugar los combates cuerpo a cuerpo. De pronto, como si se superpusiera una transparencia sobre un mapa, todo coincidía a la perfección y los ecos de la batalla de Baecula, más de 2.200 años después, volvía a resonar en el cerro de las Albahacas.
El equipo de Arturo Ruiz ha podido así reconstruir paso a paso los acontecimientos. Las tachuelas de las sandalias, los dardos, las fíbulas y las bullas revelaron la situación del campamento romano. La cerámica, las monedas y los restos de empalizada del campamento cartaginés, así como el lugar exacto, en lo alto de la colina, al que Asdrúbal trasladó a sus tropas para defenderse de la amenaza. Las tachuelas de las sandalias romanas y su distribución han permitido reconstruir con detalle el avance de las tropas y ponen de relieve la estrategia de "tenaza" utilizada por Escipión el Africano para rodear a su enemigo.
El "proyecto Baecula", sin embargo, no está cerrado. "Seguimos trabajando -explica Ruiz-, buscando más restos, más datos de campo y profundizando en los pormenores de la batalla. Quedan aún algunos interrogantes por resolver, y mucho trabajo por delante".
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Sólo en atención a los lectores de TA que no conozcan a fondo la cuestión voy a recordar que, según el propio Tito Livio, al relatar la campaña militar del año siguiente, el 207 a.C., la ciudad de Baecula se encontraba necesariamente al Oeste de Cástulo, y no al Este de esta importante ciudad, como lo está Santo Tomé.
Y eso sin contar los nada menos que 60 km que separarían ambas ciudades, lo que haría incomprensible e inútil que los cartagineses pretendieran defender las ricas minas castulonenses desde un sitio tan remoto y alejado de las principales vías de comunicación de la época como lo está sin duda Santo Tomé. Así que leamos lo que también dice Livio:
Livio XXVIII, 13: 13 Scipio... ipse ab Tarracone profectus... Castulonem pervenit. Eo adducta ab Silano auxilia, tria milia peditum et quingenti equites. Inde ad Baeculam urbem processum cum omni exercitu civium, sociorum, peditum equitumque quinque et quadraginta milibus...
Traducción: "Escipión... él mismo, partiendo de Tarraco (Tarragona)... llegó a Cástulo. A esta ciudad ya habían sido conducidas por Silano las tropas auxiliares, tres mil infantes y quinientos jinetes. Desde allí (inde: desde Cástulo) avanzó (pro-cessum) hasta la ciudad de Baecula con todo el ejército de ciudadanos, aliados, infantes y jinetes, un total de 45.000..."
Es evidente que, visto desde Roma, el "marchar hacia delante, avanzar" (pro-cedo) que usa Livio sólo puede significar, en esta campaña, moverse de Este a Oeste, hacia los cartagineses. Y, en efecto, desde Cástulo y Baecula, Escipión continuó, con todo el ejército romano completo, su marcha hacia el S., donde libraría, en Ilipa, cerca de Sevilla, la última y definitiva batalla.
Pero no sólo es por el latín. Es que estratégicamente no tendría el menor sentido, yendo al enfrentamiento final con los cartagineses, llegar desde el Este hasta Cástulo, reunirse allí con las tropas procedentes del SE, de Carthago Nova (las de Silano), para a continuación retroceder 60 km al Este, otra vez hasta Santo Tomé, cuando el objetivo de los romanos era encaminarse a continuación al área de Sevilla-Cádiz, que se alcanza obviamente mucho mejor casi por donde hoy sigue yendo la N-IV desde Bailén.
Este texto de Livio, que por casualidad no se encontrará tan citado ni glosado en los ya muchos trabajos del grupo jienense como en esta noticia se hace con los otros, representa un obstáculo histórico de grueso calibre. Casi tanto como el hecho de que, al día de hoy, no exista ni un solo testimonio epigráfico que confirme el nombre de la ciudad, prerromana y romana, que sin duda se halla en Santo Tomé. Pero que no puede ser Baecula, y por más razones que las dos ya dichas; algunas, resumiendo mi postura (que es crítica hacia la hipótesis desde casi la misma época, 2004-2005, en la que ellos la anunciaron), las resumí en 2011 aquí, estando pendiente el artículo científico que las amplíe y explique mejor.
Lo que nadie puede negar, sin embargo, es que la capacidad del CAAI para publicitar y "vender" la idea es óptima, pues en 10 años han rebasado cualquier expectativa y han convencido a notables colegas, dentro y fuera de España. Y lo han conseguido sin mostrar ni una sola de las pruebas que consideraríamos habitualmente imprescindibles en buena técnica histórica (ya que sitios con restos de escaramuzas romano-cartaginesas hay muchos en el sur de España, e incluso en la propia provincia de Jaén): en primer lugar que exista en el lugar epigrafía probatoria, y al menos no contradecir tan claramente el texto de Tito Livio que cité, ni los intereses estratégicos y tácticos de los romanos, que en ningún caso podían pasar, en un momento tan crucial, por desandar lo ya avanzado, y más de 60 km.
Se convendrá entonces en que nos hallamos ante un fenómeno socio-académico y mediático realmente formidable y digno de atención.
Perdón, olvidé un detalle sobre la "Recre(a)ción artística de la batalla de Baecula. UNIVERSIDAD DE JAÉN" que encabeza el reportaje del ABC y, por lógica, este post. Aunque se atribuye expresamente a la Universidad de Jaén, y a Baecula, prefiero creer que sea un aderezo gráfico (indispensable para este tipo de noticias) obra del autor del reportaje. Porque en realidad se trata de una ilustración del sitio de Alésia por César (52 a.C.), debida al notable dibujante militar Angus Mc Bride, como aquí y en otros sitios puede comprobarse.
Ya que viene al caso, no estará de más señalar que en la supuesta Alesia de los Mandubios, la actual Alise-Sainte-Reine existe hasta un Parque-Museo de gran éxito, con estatua de Vercingetórix incluída, y una empalizada, de todo, aunque, como aquí bien se explica, el debate científico sobre la localización no ha concluído, pero lo que se sabe seguro es que el Mont Auxois de Alise no cumple bien con la descripción que César dejó de los famosos y decisivos asedio y batalla, sólo lo hace Chaux-des-Crotenay, muy lejos y hacia el SE. Tampoco Alise cuenta aún con alguna inscripción antigua que pruebe que fue Alesia.
Así que, aunque sea por encima de César, puede que a veces la realidad no sea un factor tan decisivo. Al menos Alesia es un buen ejemplo de ello.
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