El origen del hombre no es uno, sino muchos distintos

El mosaico de fósiles, artefactos y ambientes en toda África indica que nuestra especie surgió de las interacciones entre un conjunto de poblaciones cuya conectividad cambió a través del tiempo - Yasmine Gateau/Max Planck Institute for the Science of Human History

La historia de la evolución humana dista mucho de ser lineal. Es un intrincado mosaico de especies, cruces y migraciones en el que no es fácil colocar cada pequeña pieza. Los nuevos descubrimientos arrojan luz sobre el laberinto de nuestros orígenes, pero en vez de simplificarlo lo enredan más y más. Un buen ejemplo es la última investigación presentada por un equipo internacional de científicos.

Hasta ahora, muchos habían supuesto que los humanos primitivos se originaron en África como una sola población ancestral relativamente grande, pero el nuevo consorcio científico cree que los comienzos fueron mucho mas diversos, con ancestros diseminados por el continente madre, separados entre sí temporalmente por los diferentes hábitats, como bosques o desiertos. Milenios de separación dieron lugar a una asombrosa diversidad de formas humanas, cuya mezcla finalmente dio origen al Homo sapiens.

Artefactos culturales de la Edad de Piedra del norte y sur de ÁfricaEleanor Scerri / Francesco d'Errico / Christopher Henshilwood

Si bien está ampliamente aceptado que nuestra especie nació en África, no está muy claro cómo evolucionamos dentro del continente. En un artículo publicado esta semana en la revista «Trends in Ecology and Evolution», el equipo pone en cuestión la idea de que existiera una sola población que intercambiaba genes y tecnologías, como las herramientas de piedra, de una manera más o menos aleatoria.

A partir del estudio de huesos, piedras, genes, y algo mucho menos habitual como son las reconstrucciones nuevas y más detalladas de los climas y hábitats de África en los últimos 300.000 años, los investigadores han llegado a sus propias conclusiones, mucho más complejas.

«Las herramientas de piedra y otros artefactos, generalmente conocidos como cultura material, tienen distribuciones notablemente agrupadas en el espacio y en el tiempo», dice la autora principal del estudio, Eleanor Scerri (izquierda), de la Universidad de Oxford en Reino Unido y el Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana en Alemania.

«Si bien existe una tendencia continental hacia una cultura material más sofisticada, esta 'modernización' claramente no se origina en una región ni ocurre en un período determinado. Por primera vez, hemos examinado todos los datos arqueológicos, fósiles, genéticos y ambientales relevantes para eliminar los sesgos y suposiciones específicos de campo y confirmamos que una mezcla de origen panafricano concuerda mucho mejor con los datos que tenemos».

"Esto encaja con un modelo de población subdividido en el que los intercambios genéticos no son aleatorios ni frecuentes y nos permite comenzar a detallar los procesos que configuraron nuestra historia evolutiva".

Los fósiles humanos cuentan una historia similar. «Cuando observamos la morfología de los huesos humanos en los últimos 300.000 años, vemos una compleja combinación de rasgos arcaicos y modernos en diferentes lugares y en diferentes momentos», explica Chris Stringer (derecha), investigador del Museo de Historia Natural de Londres y coautor en el estudio. «Al igual que con la cultura material, sí vemos una tendencia continental hacia la forma humana moderna, pero diferentes características modernas aparecen en diferentes lugares en diferentes momentos, y algunas características arcaicas están presentes hasta muy recientemente».

Ciclos de aislamiento

Los genes están de acuerdo. «Es difícil conciliar los patrones genéticos que vemos en los africanos vivos y en el ADN extraído de los huesos de los africanos que vivieron en los últimos 10.000 años, con la existencia de una población humana ancestral», dice el profesor Mark Thomas (izquierda), genetista del Universite College de Londres y también coautor del estudio.

«Vemos indicios de una conectividad reducida muy profunda en el pasado, algunos linajes genéticos muy antiguos y niveles de diversidad general que a una sola población le costaría mantener».


Cambios evolutivos de la forma de la caja craneana desde una forma alargada a una forma globular. Este último evoluciona dentro del linaje de Homo sapiens a través de una expansión del cerebelo y un abultamiento del parietal - Philipp Gunz, Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva

Para entender por qué las poblaciones humanas estaban tan divididas, y cómo estas divisiones cambiaron a través del tiempo, los investigadores observaron los climas y los ambientes pasados de África, que dan una imagen de las zonas habitables cambiantes y a menudo aisladas.

Muchas de las regiones más inhóspitas de África en la actualidad, como el Sahara, fueron una vez húmedas y verdes, con redes entrelazadas de lagos y ríos, y abundante vida silvestre. Del mismo modo, algunas regiones tropicales que hoy son húmedas y verdes fueron una vez áridas. Estos entornos cambiantes influyeron en las poblaciones humanas, que habrían atravesado muchos ciclos de aislamiento. Esto llevaría a la adaptación local y al desarrollo de una cultura material y una composición biológica únicas, seguidas de una mezcla genética y cultural.

En el futuro, según los autores, esta investigación permitirá a los modelos de historia evolutiva humana rechazar la progresión lineal simple de lo que podría denominarse "morfología arcaica" hacia una explicación más precisa de la complejidad e irregularidad involucrada en la evolución.

«La evolución de las poblaciones humanas en África era multirregional. Nuestra ascendencia era multiétnica. Y la evolución de nuestra cultura material era multicultural», afirma Scerri. «Tenemos que mirar a todas las regiones de África para comprender la evolución humana».

Fuente: abc.eslavanguardia.com | 11 de julio de 2018

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