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Foto: Cráneo número 5 (copia) hallado en la sima de los Huesos y reconstrucción del aspecto del individuo. / CONSUELO BAUTISTA
Fuente: diariodeburgos.es| 10 de febrero de 2015
La decodificación del genoma de los restos humanos del yacimiento burgalés de Atapuerca (Burgos) aparece en la revista Nature como uno de los diez hitos más importantes del mundo científico y uno de los asuntos a seguir en 2015. El equipo de la prestigiosa publicación británica sitúa a Atapuerca entre la lista de las mayores promesas científicas para este año. En concreto, se trata de la investigación que trata de decodificar el genoma de los restos de 400.000 años de antigüedad encontrados en el yacimiento de la Sima de los Huesos.
El pronóstico de Nature incluye otros hitos como la reapertura del Gran Colisionador de Hadrones (LHC) de Ginebra, después de dos años paralizado, pero también la exploración espacial de los planetas enanos, la comercialización de nuevos medicamentos contra el colesterol y el fin de la epidemia del ébola.
Tal y como publica la edición digital del Periódico de Atapuerca, correspondiente al mes de febrero, hace poco más de un año, el yacimiento burgalés fue noticia en los medios de comunicación de todo el mundo por la “asombrosa secuenciación” del genoma mitocondrial de un fósil. Se trataba, en concreto, de un fémur extraído de uno de los individuos de la Sima.
Femur de hominido de hace 400.000 años de la Sima de los huesos (Atapuerca). / JAVIER TRUEBA (SCIENTIFIC FILMS)
Tras la publicación de ese estudio, los científicos esperan secuenciar el genoma del núcleo de la célula. Es un reto complejo no solo por la antigüedad y el deterioro de las muestras sino por los escasos restos de ADN que hay en las piezas. Los posibles resultados del trabajo ayudarán a clarificar las relaciones evolutivas entre los humanos, los neandertales y el grupo conocido como los denisovanos.
Nature ya destacó en 2002 los fósiles de Atapuerca entre los diez hitos de la paleontología humana mundial gracias los cráneos encontrados en la Sima de los Huesos. Eran los tres primeros descubiertos en el yacimiento de hombres preneandertales de casi 400.000 años y suponían el único hallazgo destacado de la revista fuera de África.
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Varios lectores me han preguntado sobre la filogenia y el nombre específico de los homininos recuperados en el yacimiento de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. No es sencillo responder a esa pregunta con pocas palabras. Me permito pues hacer una reflexión sobre lo que ha sucedido durante los últimos 39 años, desde que aparecieron los primeros restos humanos en este yacimiento. Recordemos que esos primeros hallazgos ocurrieron en 1976 y dieron origen al proyecto científico que en la actualidad se desarrolla en la sierra de Atapuerca.
Desde comienzos del siglo XX Europa ha sido testigo del descubrimiento de una serie de restos fósiles humanos de cierta antigüedad, que no encajaban en Homo erectus y que recordaban en varios de sus caracteres a los neandertales. Esos restos también mostraban una cierta modernidad, que sugería su posible relación con nuestra especie. En 1960, el científico norteamericano Francis Clark Howell (1925-2007) publicó en la revista Current Anthropology los resultados de su tesis doctoral en un magnífico trabajo, que pronto se convirtió en un clásico. Howell estudió los fósiles europeos y norteafricanos conocidos hasta entonces y llegó a la conclusión de que los homininos europeos eran muy particulares y diferentes a los del norte de África y, por supuesto, muy distintos a Homo erectus. Howell no se decidió por un nombre específico para los fósiles europeos, pero al menos puso las cartas encima de la mesa. Sin embargo, otros investigadores optaron por incluir a los fósiles europeos en Homo erectus, aún reconociendo que se alejaban de la morfología clásica de esta especie. Otros, en cambio, comenzaron a manejar términos tales como pre-sapiens y pre-neandertales o ante-neandertales. Estos nombres no son válidos desde el punto de vista formal de la taxonomía, pero dejaban ver la manera en la que los expertos percibían la morfología de fósiles como la mandíbula de Mauer, los restos de Tautavel, el cráneo de Swanscombe o el cráneo de Petralona. Curiosamente, la mandíbula de Mauer tenía su propio nombre, Homo heidelbergensis; pero de momento ese nombre permancia encerrado en un cajón y cogiendo polvo desde 1908.
Los restos de la Sima de los Huesos tampoco encajaban en Homo erectus y recordaban a otros fósiles europeos, como los cráneos de Steinheim (Alemania) y Swanscombe (Reino Unido) o la mandíbula de Montmaurin (Francia). El problema de la Sima de los Huesos y de la mayoría de los yacimientos europeos era la cronología. Si en África ya se estaban datando todos los fósiles mediante isótopos del potasio y el argon (gracias a la presencia en los yacimientos de tobas volcánicas) en Europa las dataciones cuantitativas se resistían. En el yacimiento de la Sima de los Huesos se han llegado a obtener fechas de entre 200.000 y más de 600.000 años. Esto mismo había sucedido con otros fósiles y, obviamente, un rango temporal tan amplio resultaba inaceptable.
Entretanto, investigadores como Chris Stringer, Günter Brauer y Phillip Righmire propusieron en los años 1980 que nuestra especie y los neandertales (Homo neanderthalensis) tuvimos un antepasado común, cuya cronología estimaron de manera provisional en medio millón de años. Como la especie Homo erectus no parecía la mejor candidata para ser el ancestro común, estos científicos buscaron en el baúl de los recuerdos y se encontraron con Homo heidelbergensis. De este modo, el nombre que Otto Schoetensack propuso en 1908 para la mandíbula de Mauer pasó a ser un ilustre antecesor de nuestra genealogía. En esta especie podían caber algunos fósiles africanos y, por supuesto, todos los fósiles europeos que pedían a gritos un nombre propio. Muchos lo aceptaron de buen grado y otros a regañadientes. Pero en poco tiempo el nombre Homo heidelbergensis acogió a muchos restos huérfanos de nombre, incluyendo a varios de China. La especie podía tener un rango cronológico de entre 600.000 y unos 200.000 años (Pleistoceno Medio). A finales de este último período habrían aparecido Homo sapiens en África y Homo neanderthalensis en Europa.
Retrato de la familia de Homo heidelbergensis de la Sima de los Huesos
Fue en este contexto histórico cuando hubo que asignar nombre a la fabulosa colección, que poco a poco estaba surgiendo de las profundidades de la Cueva Mayor de la sierra de Atapuerca. En 1997 los homininos de la Sima de los Huesos se metieron en el cajón de Homo heidelbergensis. En cualquier caso, todos de los que tuvimos la fortuna de estudiar sus diferentes partes esqueléticas, incluidos los dientes, dejamos claro que estos humanos estaban muy relacionados con los neandertales. Nuestra conclusión fue unánime y aceptada por toda la cominidad científica.
Los métodos de datación se han ido perfecccionando con gran rapidez y ahora se dispone de fechas muy fiables para algunos de los fósiles europeos. En la Sima de los Huesos se ha obtenido un dato en torno a los 400.000 años, que encaja bien con la fauna fósil del yacimiento y con la geología general de la sierra de Atapuerca y sus alrededores. Al mismo tiempo, el ADN mitocondrial de uno de los restos ha revelado que existe relación con los neandertales, aunque parece más cercana su “relación genética” con los denisovanos de Siberia. La posible secuenciación de ADN nuclear, que nos anuncia Svante Pääbo para fechas no muy lejanas, zanjará esta cuestión tan curiosa e interesante.
En 2014 la revista Nature publicó una descripción muy pormenorizada de 14 nuevos cráneos (algunos muy completos) y varios centenares de restos del esqueleto postcraneal de la Sima de los Huesos. En esta publicación, el equipo de Atapuerca rompió por primera vez con el esquema tradicional y propuso formalmente sacar a los homininos de la Sima de los Huesos del cajón de Homo heidelbergensis. Esta decisión ha movido los cimientos de la evolución humana en Europa, que ya estaba un tanto agitada. Hallazgos como el cráneo de Ceprano, de aspecto muy primitivo y 400.000 años de antigüedad, contrastan con los humanos de la Sima de los Huesos y otros muy similares (Swanscombe, Steinheim o Pontnewydd), que pueden tener una cronología de entre 200.000 y 400.000 años. Al mismo tiempo, los restos Tautavel y la propia mandíbula de Mauer no son tan arcaicos como el cráneo de Ceprano, pero si parecen más primitivos que los humanos de la Sima de los Huesos. ¿Hubo entonces en Europa dos ó más especies o subespecies? No podemos asegurarlo, pero lo cierto es que la diversidad de los humanos del Pleistoceno Medio de Europa fue increíble.
¿Que hacer entonces con los humanos de la Sima de los Huesos? A finales de marzo se discutirá todo este asunto en el congreso americano de antropología, que este año se celebra de San Luis (Misuri, USA). Se pueden proponer varias soluciones, incluyendo la posibilidad de nombrar una nueva especie para ellos. Sin embargo, me temo que esta solución tendría pocos apoyos en la comunidad científica. Demasiadas especies en tan poco tiempo y en un territorio relativamente pequeño. Lo más razonable desde el punto de vista de la biología sería ampliar el rango de la especie Homo neanderthalensis hasta los 400.000 años. En ese caso, los humanos de la Sima de los Huesos pertenecerían a una forma primitiva de esta especie, que evolucionó en Eurasia hasta su extinción hace unos 40.000 años. Y todo ello sin olvidar que muchos de los caracteres craneales de los humanos de la Sima de los Huesos son muy diferentes a los de los neandertales clásicos. Es por ello que desde el punto de vista de la paleontología tampoco sería una temeridad incluir a los humanos de la Sima de los Huesos en una especie propia. No se puede olvidar que muchas especies humanas (incluida Homo heidelbergensis) se han propuesto con un único ejemplar. En la Sima de los Huesos se han obtenido 7.000 restos de un mínimo de 28 individuos. Esta colección merecería su propio nombre específico y sería una referencia obligada para los demás yacimientos.
Cualquiera que sea la solución, también habrá que pensar muy bien qué se puede hacer con el cráneo de Ceprano o con la mandíbula de Mauer. Si se sigue manteniendo la especie Homo heidelbergensis (algo muy probable por el momento) quedará por explicar la coexistencia en Europa de al menos dos o tres especies en la misma época. Sin duda, se avecinan cambios y debates muy interesantes en los próximos meses. En San Luís tomaré muchas notas y prometo contarlas en este blog.
Espero con impaciencia esas noticias prometidas, es un tema apasionante. Todavia revivo la emoción que sentí en la visita a la Sima de los Huesos, me dejó un recuerdo inolvidable, el museo, las excavaciones y sus niveles de datación, la sala de videos, palpar el ambiente de trabajo (en ese momento, crudo invierno, parado), la reproducción de un poblado prehistorico........... una presentación muy didáctca y entretenida. Recuerdo que en ese momento se rumoreaba por allí que se habian descubierto unos restos humanos, en estudio todavia, que iban a suponer toda una revelación. Al cabo de un año, poco mas o menos, se hizo público el hallazgo de unos restos (¿una mandíbula?) de aproximadamente 1.100.000 años. En fin, recomiendo a todo aficionado que busque la oportunidad y se acerque a Atapuerca, le garantizo que no quedará defraudado ni por la visita ni por la espléndida belleza del paisaje circundante. Ademas comimos muy bien en un pueblito cercano, y, en todo caso, siempre es factible acercarse a Burgos a rematar la jornada, no tiene desperdicio. Debemos apoyar el increible trabajo que están realizando allí nuestros investigadores, es un yacimiento arqueológico de primerísima magnitud e importancia mundial, que todavia no ha desvelado mas que un pequeñísimo porcentaje de su potencial. Si la península Ibérica ha sido historicamente un lugar de paso obligado en el devenir humano, no hay razón alguna para que no lo fuese también en la lejana prehistoria. Atapuerca puede proporcionarnos muchas claves para entender científicamente nuestro remoto pasado. Lo esperamos con impaciencia e interés.
Interesante entrevista. Expone Juan Luis Arsuaga una serie de reflexiones de una lucidez asombrosa. No podremos entender nuestra realidad presente si no somos capaces de entender nuestra procedencia y devenir original, para ser capaces de hallar respuestas que mejoren nuestro futuro. Para ello cuenta con esa emoción y pasión primordial que es el motor de toda consecución humana. Al hilo de los grafitis que decoran los muros del museo de Atapuerca, el foro al que se refiere en la entrevista, siempre me he preguntado si el motivo real del arte rupestre, tanto en las cuevas como al aire libre, no ha sido nuestra necesidad de comunicación, que en aquellos tiempos fuera una preescritura, una forma de identificar lugares y posibilidades de encontrar alimentos en ellos. Eran tiempos de homínidos cazadores y recolectores cuyo hábitat estaba en continuo movimiento. Esas pinturas servirian para reconocer espacios aptos para la vida, un aviso de qué podrian encontrar a cualquiera que se acercase por esos parajes.
Quizás la acumulación de vida y fósiles en determinados emplazamientos, como la Sierra de Atapuerca, se deba a señales dejadas por esos homínidos (como las migas de pan del cuento de Pulgarcito) tratando de orientarse en ese mundo por fuerza difícil y peligroso.
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