Fotografía: Adrian Moss/Your Shot

Fuente: National Geographic | Jane J. Lee| 14 de mayo de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

El vínculo entre los perros y los seres humanos es antiguo y perdurable. Los perros se acurrucan junto a nosotros por la noche, juguetean saltando a nuestro lado durante los paseos diarios y se arrojan con adoración a nuestros pies cuando nos dejamos caer en el sofá. Sin embargo, una nueva investigación muestra que dicha conexión es mucho más profunda de lo que parece. Ella está incrustada en nuestros genes.

Investigadores de la Universidad de Chicago y de otras varias instituciones internacionales han encontrado que varios grupos de genes en humanos y perros -incluidos los relacionados con la dieta y la digestión, los procesos neurológicos y las enfermedades- han evolucionando de forma paralela durante miles de años.

Esta evolución paralela fue probablemente impulsada por los entornos medioambientales que compartían los seres humanos y los perros, escriben los autores del estudio publicado el pasado 14 de mayo en la revista Nature Communications.

"Como la domesticación se asocia, a menudo, con un aumento de la densidad de población y las condiciones de hacinamiento, estos entornos ambientales 'desfavorables' podrían haber constituido una presión selectiva que impulsó el 'recableado' entre ambas especies", conjeturan los autores.

Por ejemplo, al vivir en condiciones de hacinamiento con los seres humanos tal circunstancia pudo haber conferido una ventaja a los perros que eran menos agresivos, provocando canes más sumisos y, eventualmente, animales domésticos cuyos ojos de cachorro nos miraran con amor incondicional.

Los autores del estudio sugieren que los perros fueron domesticados hace 32.000 años, es decir, mucho antes que las estimaciones actuales, las cuales colocan la domesticación en hace unos 15.000 o 16.000 años.

"Treinta y dos mil años es un poco antiguo", dice  Robert Wayne (izquierda), un biólogo evolutivo de la Universidad de California, Los Angeles. No obstante, él reconoce que el momento de la ruptura entre los lobos y los perros varía de un modo amplio: entre 6.000 y 120.000 años atrás.

Los autores del estudio también proponen que la domesticación del perro se originó en el sudeste de Asia, en lugar de Oriente Medio, como otros han sugerido.

El perro ¿es un "eslabón perdido"?

Los científicos involucrados en el estudio secuenciaron los genomas de cuatro lobos grises procedentes de Rusia y China, tres perros callejeros chinos y tres razas domesticadas -incluyendo un pastor alemán, un pastor belga y un mastín tibetano.

El equipo fue capaz de averiguar qué genes estaban asociados con la domesticación y cuán tan atrás en el tiempo pudo haber ocurrido ese cambio. También analizaron los genes de los perros seleccionados durante su domesticación y los compararon con los genes humanos.

"La historia de la domesticación del perro es a menudo representada como un proceso de dos etapas", escribió en un correo electrónico Weiwei Zhai (derecha), un investigador de genética de la Academia de Ciencias de China, en Beijing, y coautor del estudio. "La primera etapa va de los lobos a los perros. Y la segunda va de los perros a las razas".

Los perros callejeros del sudeste de Asia, incluidos los perros callejeros chinos del estudio, pueden ser un puente evolutivo entre los lobos y los perros de pura raza, debido a su mayor diversidad genética en comparación con otros perros callejeros de todo el mundo, explicó Zhai. Esto haría de los perros callejeros chinos una especie de "eslabón perdido" entre los canes.

Evolucionamos juntos

Cuando Zhai y sus colegas tomaron las secuencias caninas y las compararon con el genoma humano, el equipo encontró que secuencias para cosas tales como el transporte de neurotransmisores, es decir, la serotonina, el procesamiento del colesterol y el cáncer, habían sido seleccionadas tanto en los seres humanos como en los perros.

Aunque la selección del mismo gen en dos especies diferentes -conocido como evolución convergente- es raro en la naturaleza, dijo Zhai, su resultado no es demasiado sorprendentes. Después de todo, los seres humanos y los perros han compartido el mismo modo de vida durante años.

Además de compartir genes que tienen que ver con la dieta y la conducta, los perros y los seres humanos también comparten enfermedades, tales como la obesidad, el trastorno obsesivo-compulsivo, la epilepsia y algunos tipos de cáncer, incluyendo el cáncer de mama, escribió en un correo electrónico Ya Ping Zhang (izquierda), profesor de la Academia de Ciencias de China, en Kunming.

Esto podría ser debido al hecho de que los genes a menudo tienen múltiples efectos, explicó Zhai. "Algunos de los efectos serán beneficiosos, mientras que otros pueden ser perjudiciales. Cuando la ventaja selectiva es mayor que el coste perjudicial, el gen puede aún ser seleccionado".

Los genes relacionados con el cáncer que el equipo de investigación encontró habían evolucionado tanto en perros como en humanos y podrían ser resultado de procesos de este tipo, dijo Zhai.

Foto: Árbol evolutivo de razas de perros y los lobos grises

Lejos de haber terminado

"Es bueno que el estudio se base en los datos del genoma completo", dijo Wayne,  quien proporcionó datos de referencia a los autores del estudio al comparar las secuencias genéticas. Otros estudios han utilizado sólo fragmentos, como el ADN mitocondrial.

Sin embargo, advirtió que la comparación de los genomas del ser humano y los perros puede tener incovenientes, y agregó que la evaluación de las secuencias caninas de otros lugares, además de China y Rusia, han contribuido a datar la domesticación y establecer su ubicación.

Por otra parte, Wayne dijo que, sin más comparaciones entre los seres humanos y otros animales domésticos como las cabras o los caballos, es difícil saber si la evolución paralela de los genomas de humanos y perros es única o no.

Aún así, adujo, el estudio añade otro capítulo a la historia de la domesticación del perro, una historia que está lejos de haber terminado.

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