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Los famosos megalitos de la Isla de Pascua tienen parientes en otras islas a miles de kilómetros al norte y al oeste, al igual que las personas que los crearon, según un estudio.
La investigación mostró que, durante un período de 250 años, grupos separados de personas partieron de pequeñas islas al este de Tahití para asentarse en la Isla de Pascua, las Marquesas y Raivavae, archipiélagos que están separados por miles de kilómetros, pero que albergan estatuas antiguas similares.
"Estas estatuas están solo en aquellas islas que están estrechamente conectadas genéticamente", dijo a la AFP el autor principal del estudio, Alexander Ioannidis (izquieerda), de la Universidad de Stanford.
Mediante un análisis de vanguardia del ADN moderno, Ioannidis y su equipo pudieron mapear y fechar el primer camino de asentamiento de los polinesios, que comenzó en Samoa y se extendió por el Pacífico entre los años 830 y 1360.
"Este había sido un problema abierto desde que el Capitán Cook notó por primera vez que la gente en las islas polinesias hablaba el mismo idioma", dijo Ioannidis.
La expansión se produjo rápidamente, durante aproximadamente 17 generaciones, superando los cambios importantes en el idioma o la cultura que podrían haber servido como marcadores, según muestran los resultados del estudio.
Los investigadores pudieron armar el rompecabezas de la migración transpacífica comparando el material genético en 430 habitantes actuales en 21 islas.
La expansión hacia el exterior desde Samoa se desarrolló hacia el oeste hasta Fiji, Tonga en el sur y luego hasta Raratonga en el este alrededor del año 830.
Los antiguos polinesios se expandieron a islas remotas del archipiélago de Tuamotu.
Islas pequeñas en forma de anillo
"Unos cientos de años más tarde, los descendientes de Raratonga viajaron para asentarse en la actual Tahití y el archipiélago de Tuamotu un poco más allá. Fue en las pequeñas islas de bancos de arena de Tuamotu (hace mucho tiempo pasadas por alto) desde donde partieron las incursiones más ambiciosas", explica Ioannidis.
En la actualidad, escasamente poblados gracias en parte a su papel como campos de pruebas nucleares, los Tuamotus abarcan un área igual a la distancia existente entre Inglaterra y Grecia.
El estudio señala que las islas bajas probablemente emergieron de debajo del nivel del mar solo unos pocos cientos de años antes de que los polinesios se extendieran allí.
"Necesitaron tener una cultura marítima para meterse entre estas pequeñas islas en forma de anillo", dijo Ioannidis. "Creo que eso explica, en parte, por qué es desde allí que vemos que salen los viajes de mayor distancia".
Esto se convirtió en la zona cero para los pueblos constructores de megalitos que llegaron a habitar las Marquesas, Rapa Nui (Isla de Pascua) y Raivavae.
El momento de esas expansiones encaja con hallazgos anteriores basados en ADN realizados por Ioannidis y su equipo los cuales muestran que los nativos americanos, probablemente de la costa noroeste de América del Sur, y los polinesios se mezclaron alrededor del año 1200.
Mapa de Polinesia que muestra la migración temprana hacia el este que comenzó en el siglo IX.
Pistas antiguas en el ADN moderno
"La fecha que encontramos para ese contacto es muy cercana a las fechas que hemos hallado para estos viajes desde el Tuamotus para asentarse en estas islas remotas", agrega Ioannidis.
Las poblaciones polinesias de hoy tienen una herencia mixta, con rastros de Europa, África y otros lugares en su ascendencia. Si bien los estudios genéticos de los pueblos antiguos han tendido a centrarse en muestras de ADN antiguas desenterradas en enclaves arqueológicos, Ioannidis dijo que su equipo había podido localizar secuencias reveladoras encerradas en el ADN moderno.
A través de un software se analizaron muestras de 430 habitantes en 21 islas diferentes con el fin de identificar patrones de genes recurrentes específicos de los polinesios, bloqueando las secuencias de ADN asociadas con la ascendencia europea o de otro tipo.
De lo contrario, "habría descubierto que las islas con el ADN 'más polinesio' estaban más relacionadas", argumenta Ioannidis, y "Eso no es interesante desde una perspectiva histórica".
Su equipo utilizó las pistas genéticas para dibujar una especie de árbol genealógico a lo largo del Pacífico, de este a oeste.Dado que las cadenas de ADN se acortan a medida que se vuelven a combinar durante generaciones, la longitud de los segmentos compartidos reveló cuántas generaciones pasaron entre cada asentamiento.
El estudio se publicó en Nature .
Fuente: phys.org | 22 de septiembre de 2021
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