Foto: El antropólogo Bruce Hardy portando réplicas de lanzas prehistóricas.

 

Vía: Dispatch | Wesley Lowery| 9 de enero de 2011 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

 

Quince años han pasado desde que los científicos alemanes descubrieron (en Schöningen, Alemania) un pequeño alijo de lanzas de madera, las cuales se cree eran herramientas de caza dejadas en el olvido por los neandertales.

Las lanzas, de casi 400.000 años de edad, han arrojado luz sobre las prácticas de caza de los prehistóricos humanos, pero los científicos no se ponen de acuerdo sobre cómo fueron utilizadas tales armas. ¿Fueron arrojadas a distancia en caza mayor o clavadas en los animales desde una corta proximidad?

Para averiguarlo, y a modo de ayuda, el paleontropólogo  Bruce Hardy, del Kenyon College (Ohio, EE.UU), ha ideado una ingeniosa prueba que se basa en otra cultura antigua.

Pero, primero, volvamos a 1995, cuando los investigadores alemanes se encontraron las tres lanzas, cada una de ellas tallada a partir de un tronco de abeto. Las lanzas, halladas en lo que parecía ser la orilla de un antiguo lago como coto de caza, fueron descubiertas con más de 10.000 huesos de animales. Los investigadores dijeron que estos cazadores tal vez emboscaban manadas de caballos que allí se presentaaban para beber agua.

 

Foto: Representación de caza de caballos salvajes (© Tom Ungemach)

 

"Estas son las herramientas más antiguas de caza que conocemos", dijo David Hohl, estudiante de Antropología en su tercer año de carrera en Kenyon.

Sin embargo, las lanzas son enormes, entre 1,8 m. y 2,13 m. de largo.

"La pregunta es, ¿son demasiado pesadas para ser lanzadas de manera efectiva?", dijo Hardy.

Por otra parte, los investigadores alemanes informaron, en un documento de 1997, que las lanzas fueron conformadas para ser más gruesas en la parte delantera, con arreglo a su longitud, y con una parte trasera más afilada, de modo similar a las modernas jabalinas. Eso sugiere que fueron hechas más para ser lanzadas que para ser clavadas directamente.

 

Foto: Lanza de Schöningen (Alemania)

Para averiguarlo, el equipo de Hardy talló réplicas de las lanzas a partir de árboles sicomoro. Luego se construyó una ballesta, una invención romana que dispara proyectiles. Cada lanza puede ser arrojada en un preciso ángulo y distancia.

Para la "presa", Hardy se trasladó a una carnicería local y escogió una piel de vaca fresca, todavía empapada en manteca y grasa. El equipo la envolvió alrededor de una caja de madera que contenía dos cubos de gel de balística, el cual ayudaría a los investigadores a medir la profundidad de la herida.

 

El pasado mes, en un día frío y nevado, el equipo llevó su ballesta a un terreno vacío en el campus (univeristario) y comenzó a disparar las lanzas. Después de algunos ajustes, las mismas llegaron a su destino.

Pero, en lugar de penetrar y "herir mortalmente a la presa", las lanzas rebotaron en la piel. Un docena de disparos, o más, tuvieron el mismo resultado. Entonces Hardy se dió cuenta del problema. La piel estaba cubriendo la caja pero no se ajustaba al gel de balística. Lo que las lanzas impactaban funcionaba más como un tambor que como un animal.

"No estábamos golpeando el gel, estábamos golpeando un tambor elástico", señaló Hardy.

Él y los demás quitaron el gel de balística y lo colocaron directamente contra la piel. Sin embargo, los resultados fueron los mismos. En un momento dado, incluso abandonaron la ballesta, y se turnaron atacando la caja con las lanzas en la mano.

 

Nada funcionó. No pudieron hacer más que un pequeño orificio en la piel.

 "Definitivamente, estábamos obteniendo una buena idea: lo difícil que es penetrar en la piel de un gran animal", subrayó Hohl.

 

Una semana más tarde, el equipo volvió a cargar la ballesta y apuntó sus lanzas hacia una piel de oveja. ¡Bingo! La lanzas penetraron la piel con naturalidad desde una distancia de 29 m.

 

"Nos mostró claramente que estas lanzas eran efectivas como proyectiles de largo alcance para animales de piel fina, pero no para los de piel gruesa", aseveró Hardy.

Dijo que los experimentos le habían dado al equipo una nueva apreciación sobre los primeros humanos.

"Sabemos que ellos eran capaces de matar grandes animales", finalizó Hardy. "Así que algo harían de modo correcto que, nosotros, los humanos modernos, simplemente no hemos descubierto todavía en qué consiste".

 

Puede verse el vídeo de más abajo en este enlace.

 

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el enero 26, 2011 a las 2:15am

 

Los neandertales era más atléticos que lo que sugieren sus estereotipos

 

Vía: ARCHAEO NEWS | 24 de enero de 2011

 

Antropólogos rusos y biotecnólogos han estudiado las características peculiares de los esqueletos de neandertal, los cuales difieren de los esqueletos de los humanos modernos, y han reconstruido los patrones que caracterizan su modo de caminar, así como las estrategias de caza de estos antiguos humanos.
    
Los investigadores de Moscú han estudiado los modelos de los huesos de la cadera y de las piernas de los pueblos antiguos (por cortesía del departamento de antropología de la Universidad Estatal de Moscú), y se compararon las peculiares características del sistema músculo-esquelético con imágenes y dibujos de varias colecciones de restos de Homo neanderthalensis.

Los científicos descubrieron que los neandertales habrían sido excelentes velocistas, capaces de correr tan rápido como 45 a 50 kilómetros por hora. El cuerpo humano moderno se adapta mejor en prolongadas carreras lentas, o estando sentado y de pie durante largo tiempo. Los neandertales caminarían y se quedarían de pie con las piernas ligeramente rígidas, y es por eso que se cansarían rápidamente en posiciones o carreras de larga duración. En cuanto a estar sentado, los pueblos antiguos han preferido ponerse en cuclillas, porque no han tenido una capa intermedia de grasa y músculo en los huesos isquiáticos.

Los arqueólogos muy rara vez informan sobre el hallazgo de huesos pequeños pertenecientes a aves y otros animales menores en aquellas zonas donde los neandertales han vivido. No obstante, el Homo neanderthalensis habría cazado con éxito a los grandes animales, incluyendo especies como la cabra montés y ovejas salvajes, que son extremadamente cautelosas y difíciles de capturar, incluso con armas de fuego modernas.

 

Los esqueletos de estos antiguos cazadores a menudo contienen fracturas en la parte superior del cuerpo, no en las piernas, lo que puede indicar que el Homo neanderthalensis habría cazado sin usar ninguna jabalina de lanzamiento o trampas.
    

Los científicos dieron cuenta de cuatro posibles estrategias de caza de estos neandertales. Un animal grande puede ser muerto por un lanzamiento de jabalina a una distancia de 30 a 40 pasos. Sin embargo, es difícil alcanzar el objetivo desde esta distancia, y es fácil que el animal se escape.

 

Otra estrategia es cazar en un grupo pequeño y lanzar 3 ó 4 jabalinas al mismo tiempo para impactar en un animal mientras otros distraen la atención del animal. Pero también esta estrategia es difícil de cumplir.

 

Otra posibilidad es la caza con trampas, pero esto requiere un gran número de participantes y algunos modelos específicos de ayuda local.

Los antropólogos rusos creen que los neandertales cazaban por su cuenta. El cazador podría arrastrarse hacia un animal tan cerca como le fuera posible, y luego habría corrido tan rápido como pudiera mientras lanzaba su jabalina. No obstante, una lanza pesada es mucho más eficaz a distancias cortas que una lanza ligera. Los cálculos muestran que los neandertales pudieron haber sido capaces de cubrir de 15 a 20 metros en 1 ó 2 segundos, lo cual es suficiente para un ataque inesperado con éxito. Esto significa que los Homo neanderthalensis eran cazadores muy rápidos y precisos.

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