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Trabajo arqueológico en una cueva en 1991, en ella se ve la mandíbula humana cuya analítica se integra en la investigación.
Un equipo multidisciplinar en el que han participado biólogos, arqueólogos e historiadores ha logrado evidenciar el flujo de genes de África a Iberia hace 4.000 años. En este grupo de trabajo ha participado Carlos Fernández Rodríguez, investigador y profesor del Departamento de Historia de la ULE, y los resultados de la investigación han sido publicados en la prestigiosa revista científica 'Proceedings of the Royal Sociey B: Biological Sciences'.
Al estar en la franja occidental de Europa, Iberia tenía una prehistoria peculiar y un patrón complejo de neolitización. Pocos estudios, todos basados en poblaciones modernas, revelaban la presencia de ADN de probable origen africano en esta región, generalmente concluyendo que fue el resultado del flujo de genes reciente, y con más probabilidad durante el período islámico.
«Aquí, proporcionamos evidencia de un flujo de genes mucho más antiguo mediante la secuenciación de genomas completos de cuatro restos humanos del norte de Portugal y el sur de España datados alrededor de 4000 años BP (desde el Neolítico Medio hasta la Edad del Bronce)», detalla Carlos Fernández Rodríguez (izquierda), quien explica cómo los análisis genéticos desarrollados en «restos antropológicos recuperados en diferentes yacimientos peninsulares han permitido reconocer la presencia de un mitogenoma subsahariano, cuyo origen se establece muy posiblemente en el África occidental o centro occidental; estos resultados adelantan de manera notable el posible origen de la presencia de ADN de origen africano en las actuales poblaciones ibéricas, que se había relacionado de manera tentativa con el periodo islámico de época medieval».
Para el desarrollo de este estudio fueron analizados restos de 17 individuos antiguos de diferentes zonas geográficas: cuatro de Andalucía, tres del norte de Portugal y 10 de Galicia. En las dos primeras zonas indicadas, los restos antropológicos procedían de un único yacimiento (Cueva del Ángel en Córdoba y Lorga de Dine en Vinhais); las muestras del noroeste se recuperaron en cuatro lugares distintos (cuevas de Eirós, Valdavara, Pala da Vella y Rebolal).
La presencia de una secuencia mitocondrial de origen subsahariano en una de las muestras del sur peninsular, ausente en otras europeas de cronología prehistórica, permite proponer un proceso de flujo genético relacionado con llegada poblacional a través del Mediterráneo con anterioridad a hace 3600 años (Edad del Bronce), fecha absoluta que ha deparado la datación radiocarbónica de esta muestra.
«Este resultado, junto al obtenido en otros individuos de cronologías también prehistóricas, refleja la existencia de al menos un flujo genético desde África a sur de Iberia, con una repercusión nula o mínima en la franja atlántica noroccidental».
Enclaves arqueológicos incluidos en el estudio. Los sitios de los que secuenciamos genomas nucleares completos están indicados por círculos; Se informa la edad de C14 (años calibrados antes del presente), la cobertura promedio del genoma y el haplogrupo de ADNmt.
Carlos Fernández Rodríguez asegura que a través de los trabajos y las investigaciones realizadas es fácil precisar que la datación se retrotrae al Neolítico medio (V-IV milenio a.C.) «aunque no hay que descartar que haya podido producirse con anterioridad, en relación con los grupos de cazadores-recolectores previos (mesolíticos), pero para ello es necesario contar con muestras del sur peninsular de las que ahora no se dispone».
En cualquier caso, se ha podido comprobar la existencia de uno o varios episodios de contactos en momentos prehistóricos entre poblaciones ibéricas y otra cuyas características permiten definirla como subsahariana, «posiblemente llegada a través del Estrecho de Gibraltar, de los que quedó evidencia, quizás limitada pero no despreciable, a nivel poblacional, contribuyendo al patrimonio genético ibérico».
Para el desarrollo de este trabajo ha sido fundamental una colaboración interdisciplinar. Además de biólogos moleculares especialistas en ADN, la necesidad de contar con muestras de restos antropológicos de yacimientos prehistóricos ha requerido de la participación de prehistoriadores, quienes han facilitado estos materiales y han definido su contexto de procedencia. «Este tipo de relación entre investigadores de diferentes ramas de conocimiento se hace imprescindible a la hora de tratar de explicar determinados aspectos de nuestro presente que tienen sus raíces en el pasado, sea este más o menos lejano»», concluye Carlos Fernández Rodríguez.
Fuente: leonoticias.com | 29 de mayo de 2020
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