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Vía: lavozdigital.es | Daniel Pérez | 3 de julio de 2011
La mayoría de los grandes descubrimientos nacen de la curiosidad o de la casualidad. En 1645, un religioso llamado Fray Manuel Ruiz, empeñado en ser el primero en explorar algunos de los rincones desconocidos del entorno de su monasterio, decidió adentrarse en una de las cuevas de las que hablaban los vecinos y marcar las paredes con su nombre. La firma se la topó en 1976 un ingeniero de minas, Trino Torres. Movido por el hallazgo, descendió al barranco. Dentro encontró varias piezas dentarias, craneales y tres mandíbulas humanas que confió al paleontólogo Emiliano Aguirre. Al enclave, hoy, se le conoce como Atapuerca.
En 2008, Diego Mendoza, un espeleólogo del Grupo GIEX de Jerez (otra vez la curiosidad; otra vez la casualidad) localizó en Villaluenga del Rosario el yacimiento paleontológico más antiguo de Andalucía, con una datación anterior a la famosa gruta de Burgos y una ventaja añadida: apenas se ha excavado en superficie, pero los resultados (con dos campañas mínimas, de quince días) ya son asombrosos.
‘Quaternary International’, la revista científica más prestigiosa en este campo de estudio, acaba de hacerse eco de las conclusiones formuladas por el equipo de investigadores que, hasta la fecha, ha trabajado en El Chaparral, y que han confirmado la localización de restos con más de un millón de años.
«Los criterios para publicar en ‘Quaternary’ son más que exigentes. Por ahí no pasa cualquiera. El artículo viene a refrendar lo que ya intuíamos, desde el primer minuto, todos los que nos hemos acercado al yacimiento: que estamos ante un descubrimiento de primer nivel, con escasos precedentes en España e incluso en Europa», explica Francisco Giles (foto a la izquierda) director del grupo científico que firma el texto.
«La gran variedad de restos paleontológicos pertenecen a diversos animales, principalmente herbívoros de gran talla y carnívoros, junto a un alto índice de microfauna que actualmente están extinguidos», describe.
Pueden establecerse los referentes comparativos más cercanos, por sus características taxonómicas y cronología, «con los hallazgos de Sima del Elefante, situada en el complejo de yacimientos de Atapuerca (Burgos), conocidos por la importancia de los restos paleoantropológicos más antiguos del occidente europeo, y también las formaciones de brechas cuaternarias localizadas en el yacimiento de Faryndong, en el peñón de Gibraltar», según ya adelantaron los investigadores en un Congreso de la Unión Internacional para el Estudio del Cuaternario que reunió a los mayores especialistas de Europa en este campo en Orce (Granada). También presenta ciertas similitudes con la Cueva de La Victoria (Murcia).
Foto: Francisco Giles dando explicaciones en el yacimiento del Chaparral
Bisontes y grandes hienas
«Hemos identificado fósiles de roedores, gamos, caballos, carnívoros y anfibios, algunos en muy buen estado, además de microfauna cercana a 1.300.000 años de antigüedad. Entre los carnívoros, ha aparecido una especie muy rara en Europa, de la que solo hay restos confirmados en este yacimiento: un puma, el ‘antecesor’ de los pumas actuales, que solo sobreviven en América».
Sin embargo, el gran incentivo es otro: los escasos yacimientos de este calibre localizados en el mundo tienen algo en común: «Hay muchísimas posibilidades de que acaben apareciendo restos de homínidos, o al menos de que se encuentren trazas de que estuvieron allí manipulando huesos y dejaron finalmente sus huellas». Ocurrió en la Sima del Elefante y en Dmanisi (Georgia), «y es muy posible que terminará por ocurrir aquí con prospecciones lo suficientemente completas, porque todos estos enclaves comparten características comunes». Aun así, admite que en esta primera fase: «apenas hemos arañado el yacimiento no hay restos ni huellas del hombre».
Las comparaciones con Atapuerca son inevitables. Entre las similitudes, destaca que «la fauna aparecida en ambos lugares, tanto de carnívoros como de herbívoros, microfauna y especies de anfibios, son del mismo tipo». «Aquí también hemos encontrado restos de bisontes y rinocerontes, cabras y gamos ya extinguidos».
Foto: restos óseos aflorando en el sedimento de 'terra rosa'
¿Por qué están ahí? En la cueva de El Chaparral iban cayendo los ejemplares, probablemente empujados por «grandes hienas». Los estudios taxonómicos no han demostrado (todavía) que el ser humano se aprovechara de la coyuntura, tal y como ocurría en Atapuerca, utilizando la sima como una especie de ‘despensa’ natural, a la que podían acudir en busca de piezas ya heridas que ‘preparaban’ sobre el terreno, o como cubil idóneo para la caza. «Es curioso porque hemos localizado muchos huesos machacados por las hienas, pero no restos de ellas».
«Un yacimiento como éste, con 1.300.000 años detrás y perteneciente al Cuarternario antiguo, sería absolutamente prioritario a la hora de excavarse en cualquier lugar de Europa... menos en España».
«Las cosas que tiene la investigación en este país», lamenta: «Recibimos una subvención de 6.500 euros, con las que solo se pagaba la estancia de los investigadores, que trabajaron en el yacimiento de forma completamente altruista, y ahora yo mismo he tenido que abonar a hacienda 1.500 euros. Como si fuera mío», bromea. «Hay que agradecerle a todo el equipo su esfuerzo altruista, ya que los investigadores no han cobrado ni un duro».
«Para retomar las excavaciones con todas las garantías científicas tendremos que esperar a que se convoquen y concedan subvenciones, porque las anteriores campañas recibieron financiación de la Junta de Andalucía, pero hoy por hoy no tenemos asegurados fondos».
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