Fuentes de Cesna, un pequeño anejo del municipio de Algarinejo (Granada), alberga un recinto fortificado (izquierda) de unos trescientos metros de extensión en su parte más accesible, en cuyo subsuelo puede ocultarse un auténtico tesoro. No precisamente de oro ni piedras preciosas, sino de carácter científico. Su antigüedad podría remontarse a la Edad del Cobre, 3.000 años antes de Cristo, aunque de momento no hay prueba contundente que certifique la misma.
Un pequeño equipo de especialistas en prehistoria y arqueología de la Universidad de Granada (UGR) y del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (CSIC), han estudiado sobre el terreno los restos visibles, que los vecinos de la localidad conocen desde tiempos inmemoriales pese a que el lugar en el que se asientan es de difícil acceso. Se trata de un tajo conocido como Villavieja, en cuya cima se halla el mencionado recinto amurallado.
Antecedentes
Tal fortificación ya aparece citada por el político Pascual Madoz, en 1846, en el 'Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico de España y sus posesiones de Ultramar' más conocido como Diccionario Madoz, aunque desde entonces no se ha llevado a cabo investigación alguna sobre la zona y acerca del posible asentamiento prehistórico. Una cuestión que puede tener los días contados desde ahora.
«Mi impresión es que existen indicios que apuntan a que este asentamiento pudiera tener esa cronología de la Edad del Cobre, pero es una hipótesis de trabajo a partir de lo que hemos visto sobre el terreno y tendría que ser confirmada con las oportunas excavaciones arqueológicas», señala al respecto el profesor
Antonio Morgado (izquierda) del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR y quien ha seguido más de cerca toda esta primera labor de investigación sobre el terreno.
Lo cierto es que a partir de los restos existentes, de los numerosos objetos de cerámicas campaniformes, platos y fuentes de bordes engrosados que han sido hallados en el recinto que circunda la muralla -que tiene una superficie comprendida entre 3,5 y 4 hectáreas- por los vecinos de la localidad, los especialistas sospechan que el subsuelo puede ocultar un valioso yacimiento prehistórico cuya edad habrá que datar convenientemente. Podría tratarse de un yacimiento humano, que afloraría en cuanto las excavaciones llegaran al nivel en el que se pudieran apreciar las casas y otras infraestructuras del poblado. Una línea de investigación que sustenta esta tesis en otro hecho relevante: la existencia de hipogeos -bóvedas subterráneas para conservar los cadáveres sin quemarlos- que aparecen excavados en rocas calcarenitas y que por sí mismos indicarían la presencia humana en la zona.
«La primera de las hipótesis que están sobre la mesa es la que hace alusión a un asentamiento humano prehistórico, pero no podemos datarlo porque no hemos llegado a ese punto en la investigación», agrega al respecto el profesor Morgado. No obstante lo anterior, si se confirmase la antigüedad del mismo, sin duda podría ser de primer nivel.
Lo que sí reconoce este experto es que las estructuras de la muralla que están visibles, se encuentran muy bien conservadas. Se trata de un emplazamiento estratégico que eligieron quienes vivieron en esa zona que se encuentra en un paso natural de la depresión del Genil.
Cabe suponer, igualmente, que si hubo una población sedentarizada en el tajo Villavieja, esta ocuparía una estructura de cabañas circulares, hechas con piedras y plantas de los alrededores, como han demostrado otros asentamientos similares repartidos por distintos puntos de la geografía nacional. Siempre con un planteamiento de hipótesis, los habitantes serían agricultores y ganaderos que ya se habían iniciado en la metalurgia del cobre. Habitaban en comunidades, formando poblados y con tareas que realizaban en común.
Plan de investigación
A partir del trabajo que los expertos de la UGR y del CSIC han llevado a cabo hasta la presente, lo que les toca realizar ahora es un completo proyecto de investigación que tendrá que ser remitido a la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura. Tal proyecto contempla una serie de actuaciones que están regladas para este tipo de casos. La primera de ellas, una investigación arqueológica puntual que incluirá, entre otras, la excavación que será la que aflore los restos y en función de su valor, el recinto pueda ser declarado Bien de Interés Cultural (BIC). De ser así, tendría la máxima protección.
A partir de ese momento se tendría que ejecutar un proyecto general de investigación como tal. Ello supone no sólo llevar a cabo la misma, sino también la consolidación y restauración del recinto fortificado y su difusión y visita pública como conjunto arqueológico.
Una vez conseguido todo lo anterior, vendría la parte más amable e interesante para los investigadores, como es la puesta en valor del recinto. Para ello se pueden desarrollar distintas actividades, como la celebración de un congreso internacional sobre este tipo de fortificaciones prehistóricas, su difusión entre la comunidad científica internacional o la publicidad nacional e internacional sobre el evento.
Finalmente, la guinda podría ser la creación de un conjunto arqueológico, con su preceptivo museo, como foco de atracción turística para toda la comarca del Poniente.
Vista aérea del yacimiento, a partir de una vista aérea de 2011, según Google
Satisfacción municipal
El alcalde de Algarinejo, Óscar Fernández Martín (PP), se muestra más que satisfecho por los primeros resultados que han obtenido los expertos de la UGR y del CSIC a la hora de ubicar en el tiempo los restos encontrados en su municipio. Explica a este periódico que el recinto era conocido gracias al interés de uno de los exconcejales de la Corporación, que insistió ante la misma para que ésta moviera los hilos y se pudiera investigar la antigüedad de los mismos. «Nosotros le pedimos a la UGR y al CSIC que hicieran una primera valoración, para comprobar la magnitud del yacimiento y cuál fue nuestra sorpresa cuando nos han asegurado que podría tener unos 5.000 años», afirma el regidor. En su opinión, no cabe duda de que este yacimiento puede estar a la altura de cualquier otro de similares características tanto de España como de Europa.
Óscar Fernández afirma que a partir de este momento, lo que toca es dar cobertura logística y económica a los investigadores de ambas instituciones, para que sigan con los trabajos y el recinto pueda ser declarado cuanto antes como BIC si los nuevos descubrimientos confirman los precedentes. «La primera excavación formal pensamos que pudiera llevarse a cabo en el mes de julio», añade el primer edil, a quien los especialistas le han asegurado que con un mes de trabajo intensivo se podrían obtener ya unos resultados que pudieran indicar -al menos con cierta seguridad- la importancia del recinto. Se completaría así el estudio de campo realizado en fechas pasadas, donde también se han encontrado utensilios de la época.
La pequeña localidad de Algarinejo, que cuenta con 3.413 habitantes y se localiza en la comarca del Poniente, vive todavía ajena a este descubrimiento. Sus vecinos se afanan por ultimar la recolección de la aceituna, pues el pueblo vive en su mayor parte de este cultivo, así como del espárrago. Pero pronto serán conscientes de lo que ha ocurrido en estos últimos meses. Ayuntamiento y Diputación Provincial tienen previsto dar a conocer 'in situ' el hallazgo y la trascendencia del mismo para la localidad y toda su área de influencia en breves fechas.
Será el pistoletazo de salida de un proyecto que de culminar satisfactoriamente supondría un revulsivo para el futuro del municipio de Algarinejo y de toda la comarca dada la importancia que se supone puede tener el mismo.