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Fuente: ideal.es | Juan Enrique Gómez| 10 de septiembre de 2013

Son vestigios del hombre que habitó el sureste ibérico hace siete mil años, la muestra de una cultura que mantenía un especial respeto a sus muertos

Miran al este y al oeste, en la dirección en la que sale y se pone el sol. Son piedras calizas talladas y superpuestas, unas de gran tamaño y toneladas de peso, otras pequeñas y humildes. Todas ellas forman túmulos funerarios, elementos para albergar y honrar a los muertos. Estructuras construidas para resistir el paso del tiempo y sobre todo para ayudar a los difuntos en el camino hacia ese otro mundo en el que descansar.

Hace siete mil años, cinco milenios antes de Cristo, el hombre que habitó el sureste de la península Ibérica decidió que el estrecho valle horadado por el paso del actual río Gor, era una magnífico lugar para iniciar ese último periplo y pobló los acantilados y pequeñas mesetas entre cortados de tierras arcillosas con lo que hoy conocemos como dólmenes, construcciones de piedras para albergar los restos de los fallecidos junto a elementos de su vida en la Tierra, vasijas, adornos y armas. Recorrer el parque megalítico de Gorafe es viajar al Neolítico, a la Nueva Edad de Piedra, el tiempo en que los hombres no solo eran recolectores y cazadores sino que habían pasado a convertirse en agricultores y ganaderos.

Gorafe, situado en la zona noreste de la provincia de Granada, en la depresión de Guadix, en lo que los geógrafos denominan el altiplano, es un municipio pequeño, donde aún se mantienen las viviendas trogloditas, las casas cueva, y en el que se encuentra la mayor concentración de dólmenes de toda España, situados a lo largo del valle, en un territorio estepario poblado de retamas y espartos, donde la vegetación es propia de zonas desérticas Una gran meseta en la que el río ha excavado un enorme cañón. Es uno de esos parajes que pueden considerarse únicos, en los que los túmulos funerarios están dispuestos junto a los tajos, entre matorral y gramíneas silvestres, y que desde la etapa romana y árabe, posee grandes extensiones de olivar, almendros en puntos semiáridos y huertas junto al cauce fluvial.

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