Un equipo internacional de científicos reveló en un estudio publicado
en el Cambridge Archeological Journal que los hombres del Paleolítico desechaban objetos rituales fúnebres para descartar su poder simbólico mucho antes de lo que se pensaba.
Para llegar a esa hipótesis analizaron 29 fragmentos de piedras encontradas en la
caverna delle Arene Candide, en el mar Mediterráneo, en Liguria (Italia). Como resultado, llegaron a la conclusión de que hace unos 12.000 años se utilizaron guijarros planos y oblongos como espátulas para aplicar pasta de ocre a los muertos, y luego romperlas y desecharlas en la playa.
El intento podría tener el objetivo de "matar" las herramientas, descargándolas de su poder simbólico como objetos que habían entrado en contacto con los difuntos, según el coautor del estudio,
Julien Riel-Salvatore (izquierda), quien dirigió las excavaciones.
Al decir de la autora principal del estudio,
Claudine Gravel Miguel (derecha), de la Universidad de Arizona, si nuestra interpretación es correcta, hemos hecho retroceder la evidencia más temprana de la fragmentación intencional de objetos en un contexto ritual en unos 5.000 años.
La datación más próxima se corresponde con período neolítico en Europa central, hace unos 8.000 años, y nuestra datación se sitúa entre 11.000 y 13.000 años, cuando los humanos de Liguria seguían siendo cazadores-recolectores, argumentó.
La ausencia de piezas que coincidan con los guijarros rotos, llevó a los investigadores, procedentes de Canadá, Estados Unidos e Italia, a considerar que las mitades desaparecidas se mantuvieron como recuerdos.
Podrían haber significado un vínculo con el difunto, de la misma manera que la gente de hoy podría compartir piezas de una baratija como amistad, o colocar un objeto en la tumba de un ser querido, dijo Riel-Salvatore. Es el mismo tipo de conexión emocional, subrayó el experto.