Red social de Arqueologos e Historiadores
El Departamento de Medio Ambiente, Planificación Territorial y Vivienda del Gobierno Vasco publicó el año pasado un libro de alta divulgación científica editado por A. Badiola, A. Gómez-Olivencia y X. Pereda, del Departamento de Estratigrafía y Paleontología de la Universidad del País Vasco. En este volumen colaboro en dos entradas, una sobre el yacimiento de Koskobilo, sobre el que os hablé ya con más detenimiento en esta entrada; y en otra, que escribo a dos manos junto a Asier Gómez-Olivencia en la que hablamos sobre los neandertales. El libro incluye otros muchos apartados sobre geología, paleontología y arqueología, siendo destacable el apartado que escribe Diego Garate sobre arte rupestre. El libro, aunque no es de descarga directa, puede adquirirse por el módico precio de 14€ en este enlace.
Con este post empiezo una serie de 3 en los que voy a reproducir de manera casi íntegra el contenido de este capítulo que dividimos en tres partes, una para explicar lo que sabemos sobre los neandertales a nivel general, otra para los neandertales en partícular en el área de los Pirineos occidentales, y otra para explicar cuáles son los retos en el estudio de esta especie. Este capítulo se escribió en Noviembre de 2017, y como en 2018 nuestro equipo de investigación estuvo especialmente activo he modificado algo el contenido para exponer los últimos avances realizados en Aranbaltza y Axlor, así como las últimas dataciones publicadas.
LOS NEANDERTALES
Los neandertales, son una especie humana fósil que habitó Europa, Próximo Oriente y parte de Asia desde hace aproximadamente 200 ka BP hasta su extinción hace unos 30-40 ka BP. Eran cazadores-recolectores, que habitaron en distintos biotopos durante las distintas fases climáticas que se sucedieron durante el Pleistoceno. El poblamiento en la península ibérica parece más o menos continuo a lo largo de este tiempo, siendo éste uno de los lugares de Europa donde sobrevivieron más tiempo, tal vez hasta ca. 35 ka BP.
Los neandertales presentan numerosas diferencias a nivel anatómico cuando son comparados a los humanos modernos, que llegan incluso a los huesecillos del oído (Gómez-Olivencia et al., 2015). Esas diferencias no impidieron que se cruzasen con los humanos modernos, probablemente en Próximo Oriente hace unos 100 ka y posteriormente en momentos más recientes, tal y como ha revelado el genoma de un fósil de humano moderno localizado en la cueva rumana de Pestera cu Oase (Fu et al., 2015). El resultado de estos cruces es que aproximadamente un 2-4% del genoma de los humanos modernos, salvo poblaciones subsaharianas, tiene un origen neandertal (Prüfer et al., 2013).
Los orígenes de los neandertales hay que buscarlos en las poblaciones europeas de mediados del Pleistoceno Medio (aproximadamente 400-500 ka BP). La Sima de los Huesos (~430 ka BP) proporciona la primera evidencia inequívoca del linaje neandertal. En este yacimiento se han recuperado más de 6.000 restos humanos pertenecientes a un mínimo de 28 individuos de ambos sexos, principalmente adolescentes y adultos jóvenes. El esqueleto de estos humanos del Pleistoceno medio muestra solo algunas características derivadas de los neandertales (Arsuaga et al., 2014, 2015). Los neandertales serían descendientes de este tipo de poblaciones, con algunos cambios anatómicos. Estos cambios incluyen una mayor encefalización, una ligera disminución de la estatura por tener las tibias ligeramente más cortas (Carretero et al., 2012), y una menor anchura de la pelvis, aunque todavía superior a la que presenta nuestra especie (Arsuaga et al., 2015).
Aunque tradicionalmente los neandertales se han interpretado como poblaciones con escasa capacidad de adaptación y con un comportamiento cultural muy monótono (Mellars, 1995), las investigaciones de las últimas décadas nos muestran un panorama muy diferente. Los nuevos análisis muestran la gran variabilidad, riqueza y complejidad de sus comportamientos con respecto a la producción de herramientas líticas. Además, en los últimos años se ha demostrado la relevancia de otros tipos de útiles, por ejemplo los fabricados en hueso, que hasta hace pocos años parecían exclusivos de los humanos modernos (Soressi et al., 2013). En otras cuestiones como las actividades de subsistencia, los modos de ocupación del paisaje o la organización de los espacios de hábitat (Bourguignon et al., 2002; Vallverdú et al., 2005) se ha observado también una variabilidad mayor de la esperada, reflejo de la gran flexibilidad de comportamientos de esta especie. Por otro lado, en los últimos años se han realizado interesantes descubrimientos sobre desarrollos tecnológicos particulares, como la producción de pegamentos (Kozowyk et al., 2017) o de pigmentos (Heyes et al., 2016), que nos revelan unas poblaciones imaginativas, capaces de manipular de manera compleja distintos materiales para producir nuevos tipos de objetos, como -por ejemplo- lanzas con puntas de piedra. Algo semejante se plantea también con la generalización del uso del fuego como sistema de adaptación, de transformación tecnológica y de socialización de las sociedades neandertales (Roebroeks y Villa, 2011). Respecto a la existencia de un comportamiento simbólico o abstracto complejo las evidencias son más discutidas, aunque se han mencionado distintas piezas líticas y óseas grabadas con una intención simbólica. Ya en el Chatelperroniense es evidente que los neandertales fabrican y visten objetos de adorno, como colgantes, con una clara intención simbólica (Caron et al., 2011). Un caso muy particular de comportamiento simbólico complejo está representado en una estructura circular realizada con estalactitas localizada en el interior de la cueva de Bruniquel (Jaubert et al., 2016), y que probablemente tuvo un uso de naturaleza simbólica. En relación con el comportamiento mortuorio se han descrito situaciones muy variadas, con evidencias tanto de enterramientos (Rendu et al., 2014) como de canibalismo (Rougier et al., 2016).
Aunque esta especie se vincula esencialmente al llamado Paleolítico Medio, un conjunto de tecnocomplejos que se desarrollan a partir de hace unos 300 ka BP y que se caracterizan, entre otras cosas, por un utillaje lítico basado en la fabricación de lascas. Curiosamente, los neandertales fueron también artífices del Chatelperroniense, un tecnocomplejo del Paleolítico Superior, caracterizado por la fabricación de puntas a partir de láminas y que aparece en Francia y en el norte de la península ibérica.
REFERENCIA
Rios-Garaizar, J., Gómez-Olivencia, A. 2018. Una humanidad extinta: los Neandertales en los Pirineos occidentales. En: Badiola, A., Gómez-Olibibliografíavencia, A., Pereda Suberbiola, X. (Editores). Registro fósil de los Pirineos occidentales. Bienes de interés paleontológico y geológico. Proyección social. Vitoria-Gasteiz, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco-Eusko Jaurlaritzaren Argitalpen Zerbitzu Nagusia, pp. 213-218.
Nota: en el último post de la serie añadiré las referencias utilizadas
Fuente: arkeobasque.wordpress.com | 4 de febrero de 2019
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LOS NEANDERTALES EN LOS PIRINEOS OCCIDENTALES
El registro arqueológico de la presencia de neandertales en Euskal Herria es amplio y abarca desde las ocupaciones más antiguas de yacimientos, como Lezetxiki (Arrasate, Gipuzkoa) o Arlanpe (Lemoa, Bizkaia), hasta las más recientes, correspondientes ya al Chatelperroniense, de yacimientos como Le Basté (Baiona, Lapurdi), Gatzarria (Ozaze-Zühara, Zuberoa), Labeko Koba (Arrasate, Gipuzkoa), Ekain (Zestoa, Gipuzkoa) o Aranbaltza (Barrika, Bizkaia). Estos yacimientos se han localizado fundamentalmente en cuevas, algunas como Axlor (Dima, Bizkaia), Arrillor (Zigoitia, Araba) y Lezetxiki con largas secuencias (Rios-Garaizar 2017), otras con registros más limitados como Amalda (Zestoa, Gipuzkoa), y finalmente hay algunos escasos yacimientos al aire libre en los alrededores de Baiona, en Barrika, en Urbasa y en el Condado de Treviño.
Existen varios sesgos en el registro arqueo-paleontológico a la hora de entender a los Neandertales que habitaron los Pirineos occidentales. En primer lugar, existe un importante sesgo hacia yacimientos en cueva. Apenas existen yacimientos del Paleolítico medio al aire libre en esta región y ninguno de ellos preserva restos de fauna. Otro sesgo existente está relacionado con el clima. Salvo durante el MIS5 en el que el nivel del mar estaba ligeramente por encima del actual, durante gran parte del MIS4 y MIS3 el nivel del mar estaba 50-60 metros por debajo del nivel del mar actual debido a la acumulación de agua en forma de hielo. Esto implica que en el Cantábrico existió una franja de unos 5 km al lado de la costa en la que cualquier evidencia de actividad por parte de los Neandertales se encuentra hoy bajo el agua. Los interesantes registros recuperados en el yacimiento de El Cuco (Castro Urdiales, Cantabria) sugieren que puede haber un comportamiento particular de los neandertales en las zonas costeras, incluyendo el consumo de moluscos (Gutierrez-Zugasti et al., 2018). Una novedad muy relevante se ha obtenido en los niveles Quina del yacimiento de Axlor, en los que se ha identificado el consumo de carnívoros y de aves para carne, pieles y posiblemente p... (Gómez-Olivencia et al. 2018).
Algunas de las primeras evidencias de los neandertales en los Pirineos Occidentales las tendríamos en los niveles inferiores de Lezetxiki (Arrizabalaga, 2004; Lazuén y Altuna, 2012), en los niveles del conjunto SQ3 de la cueva de Arlanpe (Rios-Garaizar et al., 2015a) y probablemente en el nivel III de Venta La Perra (Karrantza, Bizkaia) (Rios-Garaizar, 2016), que datarían de finales del Pleistoceno medio. Estos yacimientos representan a poblaciones reducidas que viven en un ambiente muy cambiante y que compiten con distintas especies de carnívoros. Su implantación en el territorio es escasa y los yacimientos antes mencionados reflejan un uso puntual de las cuevas. Probablemente el hábitat principal de estas poblaciones se encontraba fuera de las cuevas, aunque apenas hay evidencias de ocupaciones humanas al aire libre que daten del Pleistoceno medio. Resulta interesante anotar que desde un punto de vista tecnológico estos grupos muestran un desarrollo muy avanzado de la técnica Levallois y posiblemente de la técnica laminar, aunque mantienen útiles propios de épocas anteriores, como bifaces o hendedores (Rios-Garaizar, 2013). Sin embargo, no presentan evidencias claras del uso del fuego ni, de utillaje fabricado en hueso que serán características de épocas posteriores.
Las evidencias de los primeros momentos del Pleistoceno superior son escasas, aunque la ausencia de un marco cronológico preciso puede estar enmascarando la existencia de yacimientos de ca. 80-60 ka (MIS4) en la región. Algunas de las escasas evidencias hay que buscarlas en sitios como Askondo (Mañaria, Bizkaia) (Rios-Garaizar y Garate Maidagan, 2012), tal vez en el nivel V de Lezetxiki (Falguères et al., 2005), y en la base de la secuencia de Axlor (Lazuén y González-Urquijo, 2015), y tal vez en yacimientos al aire libre de los alrededores de Baiona (Cologne et al., 2015). Recientemente distintos niveles de Aranbatza (Barrika, Bizkaia) se han podido datar en este momento del final del Pleistoceno medio e inicios del superior, incluyendo niveles con utensilios de madera conservados (Rios-Garai....
Sin embargo, el grueso de las evidencias disponibles parecen datar del MIS3. Es interesante anotar que, en un relativamente corto espacio de tiempo que va desde ca. 60-40 ka, el comportamiento de los neandertales sufre variaciones sustanciales que se evidencian a la perfección en la secuencia de Axlor (Rios-Garaizar, 2017). En este yacimiento, en los niveles inferiores de la secuencia del abrigo se registra un comportamiento centrado en la caza del ciervo, con una tecnología basada en una estrategia de producción de tipo Llevallois, incluyendo la fabricación de micro lascas (Rios-Garaizar et al., 2015b). En este nivel, al igual que en algunos niveles de Arrillor (Sáenz de Buruaga, 2014), por ejemplo el Amk, se observa un uso repetido del fuego, llegando a documentarse una importante sucesión de hogares. En estos niveles, especialmente en el nivel N de Axlor, se documentan puntas musterienses con huellas de impacto usadas para cazar (Rios-Garaizar, 2012a). Todos estos elementos que indican un comportamiento complejo y una ocupación estable del yacimiento. En contraste con estos niveles, los de la parte alta de la secuencia muestran un comportamiento tecnológico muy diferente, con una estrategia de producción de útiles de tipo Quina centrada en el reavivado de raederas espesas y en el reciclaje de las lascas de reavivado generadas (Rios-Garaizar, 2005). En estos niveles la presencia de útiles de hueso es muy abundante, con un amplio registro de retocadores de hueso (Mozota Holgueras, 2009). Sin embargo, ninguno de estos niveles registra evidencias significativas de uso del fuego y las actividades de subsistencia, centradas en el consumo de una gran variedad de herbívoros, sugieren un hábitat menos estable.
El número de fósiles neandertales es reducido y se limita a tres yacimientos: Lezetxiki, Axlor y Arrillor. En el caso de Lezetxiki, los restos encontrados corresponden a dos cronologías muy diferentes: un húmero completo ha sido recuperado en los niveles inferiores de la secuencia (Basabe, 1966) y ha sido datado en un mínimo de 164 ± 9 ka BP (de la Rúa et al., 2016). Por otro lado, en la base del nivel III, datada en fechas posteriores a 50 ka BP, se recuperaron dos restos dentales atribuidos a esta especie. De una cronología similar son los restos dentales recuperados en el nivel III de Axlor y el único diente de leche recuperado en Arrillor (Basabe, 1973; Bermúdez de Castro y Sáenz de Buruaga, 1999).
Respecto a su dieta, la evidencia de la que disponemos en los Pirineos occidentales se limita a los restos faunísticos consumidos por estas poblaciones y que han sido encontrados en los yacimientos en cueva o en abrigos rocosos (Altuna, 1972; Castaños, 2005). Existen diferencias geográficas en las preferencias cinegéticas de estas poblaciones, que pueden ser debidas a diferencias ecológicas de los lugares donde se emplazan estos yacimientos, aunque también se ha propuesto que estas diferencias puedan tener un origen cultural (Rios-Garaizar y García Moreno, 2015). Por ejemplo, en el nivel musteriense Cj de Gatzarria el ciervo constituye más del 70% de los restos de fauna identificados (Ready, 2013), mientras que en el caso de Venta Laperra es la cabra montés el animal que presenta ese porcentaje (Castaños, 2005). Además, en algunos yacimientos parecen existir diferencias diacrónicas en los porcentajes de fauna consumidos por los Neandertales, como por ejemplo en Axlor y en Arrillor (Altuna, 1972; Barandiaran, 1980; Castaños, 2005). En el caso de Arrillor, el nivel Smk-I (Musteriense con técnica Levallois) presenta porcentajes similares de restos de cabra montés, de gran bóvido y de ciervo, mientras que el nivel Lmc (Musteriense evolucionado) presenta un porcentaje de ciervo superior al 75% y algo de rebeco (ca. 12%). En el caso de Axlor, de una preponderancia del ciervo en los niveles inferiores se pasa a porcentajes similares de cabra montés, de gran bóvido y de ciervo, con una presencia significativa de caballo. De momento, se dispone de poca información para evaluar el impacto de los cambios ecológicos y culturales en esta variabilidad, aunque cabe señalar que en el caso de Axlor, existen diferencias claras respecto a la gestión de la industria lítica, así como en la intensidad de las ocupaciones de este yacimiento (Rios-Garaizar, 2012b). De gran interés van a resultar los futuros estudios que se puedan hacer sobre la dieta de los neandertales, bien mediante el análisis directo de restos de neandertales o bien mediante la investigación de otras evidencias menos valoradas, como animales pequeños, peces y moluscos o frutos y vegetales. Los recientes análisis de la vecina cueva de El Cuco, localizada en Castro Urdiales, sugieren que el consumo de moluscos pudo jugar un papel en la subsistencia de los neandertales, algo que se ha podido observar también, aunque de manera mucho más modesta, en yacimientos como Amalda o Zerratu (Gutiérrez-Zugasti et al., 2018).
Otras evidencias del comportamiento de los neandertales provienen de las estrategias de ocupación del territorio. Los datos acerca de la adquisición y gestión de las materias primas líticas sugieren que los neandertales eran capaces de gestionar territorios muy amplios, que incluyen desde las Landas, hasta Urbasa, Treviño o la zona de Uribe Kosta (Rios-Garaizar, 2012b). Es interesante observar cómo en los niveles más antiguos parece que hay una dependencia más directa de las rocas locales, no siempre de muy buena calidad, mientras que en los niveles más recientes, por ejemplo en la parte alta de la secuencia de Axlor, el uso de materias locales es anecdótico. Sin embargo, en los últimos niveles del Paleolítico Medio, en Arrillor, Axlor y Amalda, parece que hay una vuelta al uso más intenso de rocas locales en combinación siempre con útiles de sílex importados desde otros yacimientos.
Es interesante detenerse mínimamente en explicar el epílogo de los neandertales en este territorio. A diferencia de lo que puede ocurrir en otras regiones de Francia, como la Dordoña, el Chatelperroniense en los Pirineos occidentales no parece tener un arraigo en los tecnocomplejos previos, de tal manera que su presencia parece intrusiva en la región. Esto parece representar la llegada de grupos de neandertales a un territorio probablemente ya deshabitado. Las dataciones de los niveles más recientes del Musteriense, obtenidas en el yacimiento de Amalda (Marín-Arroyo et al. 2018) apenas muestran solapamiento con las más antiguas del Chatelperroniense, obtenidas en Labeko Koba (Maroto et al. 2012), lo que refuerza esta idea. La implantación de los neandertales con tecnología chatelperroniense en el territorio es muy diferente a la del Musteriense, en este caso las ocupaciones en cueva son cortas y parecen funcional como altos de caza (Rios-Garaizar et al., 2012a), mientras que el hábitat principal tiene lugar al aire libre (Rios-Garaizar et al., 2012b; Bachellerie, 2011). Curiosamente, estos grupos de neandertales ocupan territorios muy semejantes a los previos, pero el uso de materias primas líticas locales es muy escaso.
REFERENCIA:
Rios-Garaizar, J., Gómez-Olivencia, A. 2018. Una humanidad extinta: los Neandertales en los Pirineos occidentales. En: Badiola, A., Gómez-Olivencia, A., Pereda Suberbiola, X. (Editores). Registro fósil de los Pirineos occidentales. Bienes de interés paleontológico y geológico. Proyección social. Vitoria-Gasteiz, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco-Eusko Jaurlaritzaren Argitalpen Zerbitzu Nagusia, pp. 213-218.
Fuente: arkeobasque.wordpress.com | 4 de febrero de 2019
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RETOS EN EL ESTUDIO DE LOS NEANDERTALES EN LOS PIRINEOS OCCIDENTALES
Es complejo resumir los retos y las necesidades que tenemos a la hora de mejorar nuestro conocimiento sobre los neandertales en la región. En primer lugar, pese a la relativa abundancia de yacimientos, carecemos de trabajos sistemáticos de presentación de los mismos, siendo los únicos yacimientos publicados con cierto detalle Amalda (Altuna et al., 1990) y Arlanpe (Rios-Garaizar et al., 2013). En segundo lugar, hay un importante déficit de yacimientos al aire libre, que se está paliando en parte con las excavaciones de Aranbaltza, pero es necesario ampliar la búsqueda de yacimientos a otros contextos ya que nos van a proporcionar una visión diferente del hábitat y de los modos de vida de los neandertales. Por otro lado, hay un déficit de un marco cronológico completo. Los nuevos intentos de datación de conjuntos mediante radiocarbono (14C) están poniendo de relieve la antigüedad de algunos niveles que hasta hace poco se consideraban muy recientes, por ejemplo los niveles más recientes de Arrillor (Wood et al., 2013). Sin embargo, más allá del límite del radiocarbono (aproximadamente 50 ka BP), apenas se han aplicado otros sistemas de datación. En los yacimientos de Baiona (Cologne et al., 2015) y en los de Aranbaltza (Barrika) se ha comenzado a usar la luminiscencia (OSL), en el yacimiento de Abauntz se intentó ESR sin demasiado éxito (Mazo et al., 2012), en Lezetxiki se han ido acumulando las incertidumbres acerca de su cronología (Falguères et al., 2005-2006; de la Rúa et al., 2016), y en varios yacimientos se han intentado dataciones de racemización de aminoácidos (AAR) con resultados muy variados (Torres et al., 2013). La ausencia de dataciones precisas está impidiendo avanzar en la comprensión de cuestiones fundamentales como el ritmo de los procesos de cambio cultural, la continuidad de las poblaciones, etc. El trabajo publicado en 2018 por Ana B. Marín-Arroyo y colegas ha venido a paliar en parte este déficit, sobre todo para los niveles más recientes del Paleolítico Medio, pero al mismo tiempo ha mostrado la dificultad para datar otros contextos más antiguos.
Respecto a la contextualización ambiental, observamos también un déficit muy relevante, apenas hay estudios polínicos, de fitolitos, sedimentológicos o isotópicos que permitan evaluar las condiciones climáticas y ambientales en las que se desarrollaron las ocupaciones neandertales en nuestra región. Recientes trabajos liderados por Ana B. Marín-Arroyo están abriendo nuevas vías de investigación y de caracterización de los ambientes a los que se adaptaron estos grupos de neandertales (Jones et al. 2018).
Respecto a los estudios de materiales arqueológicos, hay que señalar la escasez de estudios tafonómicos de los restos de fauna que permitan evaluar la interacción entre humanos y carnívoros en el uso de los yacimientos, o la propia gestión de los recursos animales. De igual manera, apenas hay datos de estacionalidad, edad de muerte, etc. que permitan comprender las estrategias cinegéticas de los neandertales. Respecto a otro tipo de materiales, como por ejemplo la industria lítica o la industria ósea, hay avances mucho más significativos que incorporan estudios de materias primas, tecnología y huellas de uso (Mozota 2105, Rios-Garaizar 2017). Sin embargo, hay aún colecciones enteras y secuencias como las de Axlor o Arrillor que necesitan de publicaciones más detalladas que ayuden a comprender la evolución tecnológica de las sociedades neandertales del Pleistoceno superior. Otros aspectos, como el estudio de las estructuras de combustión o la organización espacial de los yacimientos, apenas han sido abordados, en parte por la ausencia de excavaciones en extensión. En definitiva, se puede decir que tenemos un conocimiento moderadamente bueno sobre la evolución y el desarrollo histórico de los neandertales en nuestra región, pero sigue siendo un problema de investigación abierto y atractivo, con muchos caminos por seguir y muchos temas en los que profundizar.
REFERENCIAS
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Fuente: arkeobasque.wordpress.com | 4 de febrero de 2019
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