Monumento megalítico de Almendres, en Évora, Portugal. (Crédito: © mrfotos_fotolia / Fotolia).

Vía: University of Huddersfield| 8 de mayo de 2012

Los científicos han utilizado el análisis de ADN para obtener nuevas e importantes pistas sobre cómo los seres humanos repoblaron Europa cuando la Edad de Hielo relajó su inclemencia.

La Dra. María Pala (izquierda), la cual tiene su sede en la Universidad de Huddersfield -y que ahora es un centro clave de investigación arqueogenética- es el autor principal de un artículo aparecido en el último número de la American Journal of Human Genetics, en el que se muestra cómo el Próximo Oriente fue una importante fuente de reposición poblacional cuando grandes extensiones de territorio europeo se convirtieron de nuevo en habitables hace 19.000 años.

Hasta estos nuevos hallazgos se pensaba que había dos principales refugios seguros para los seres humanos, mientras la Edad de Hielo, o último máximo glacial, se desplegaba hace aproximadamente 26.000 años. Tales refugios eran la zona "franco-cantábrica", más o menos coincidiendo con la zona norte de España y el sur de Francia, y una "provincia periglacial" en las llanuras ucranianas.

Ahora la Dr. Pala y sus colegas han cambiando en gran medida este cuadro mediante el análisis de grandes cantidades de ADN mitocondrial de europeos que pertenecen a dos linajes principales -aquellos que comparten un ancestro genético común- llamados "J" y "T". Se sabe que estos haplogrupos se originaron en el Próximo Oriente y hasta las últimas investigación se pensaba que habían emigrado a Europa en el Neolítico, hace aproximadamente 9.000 años.

El proyecto de investigación publicado en el American Journal of Human Genetics presenta evidencias de que los seres humanos pertenecientes a los haplogrupos "J" y "T" en realidad emigraron a Europa mucho antes de lo que se creía, cuando la edad de hielo llegaba a su fin.

"El fin del último máximo glacial permitió recolonizar las zonas de Europa que habían estado desiertas y esta expansión permitió el incrementó de las poblaciones humanas", dice la Dra. Pala, nacida en Cerdeña, y que inició la investigación sobre el tema cuando estuvo en la Universidad de Pavía, Italia.

Más tarde se trasladó al Reino Unido donde ahora es investigadora principal en la Universidad de Huddersfield sobre arqueo-genética, con laboratorios recién equipados a su cargo.

Con ella está el profesor Martin Richards (izquierda), líder también en el campo de la ciencia que combina la arqueología con la genética con el fin de aprender sobre la historia primitiva de los seres humanos y la forma en que colonizaron el planeta.

Además de los retos y descubrimientos puramente científicos, la Dra. Pala cree que la arqueo-genética tiene importantes lecciones que enseñar a la humanidad. "Nos ayuda a evaluar la percepción de nuestra identidad. Estamos muy centrados en la identificación de nosotros mismos como italianos, británicos, o lo que sea, pero mediante el análisis de ADN se descubre que, originalmente, no hace mucho tiempo, venimos de una fuente común".