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Algunas de las herramientas del Paleolítico halladas en el alto de Ezkirotz. (FOTOGRAFÍAS: Iñaki VIGOR).
Las herramientas más antiguas halladas en Navarra fueron elaboradas hace unos 250.000 años. Aparecieron en el alto de Eskirotz, en término de Cordovilla y a escasos metros de la muga con Iruñea. Hasta entonces solo se habían encontrado unas pocas herramientas del Paleolítico en todo el herrialde, y allí aparecieron más de 16.000.
La primera pista sobre la existencia de herramientas paleolíticas en la comarca de Pamplona la aportó Juan Mari Martínez Txoperena, vecino de Aurizberri que también ha descubierto miliarios, calzadas romanas, la supuesta ciudad de Iturissa, los ‘bostburu’ de Andia y centenares de megalitos y piezas prehistóricas.
«A comienzos de los años 90, Txoperena me trajo materiales arqueológicos de un yacimiento que está entre Ibero y Paternain. Este yacimiento tenía mucho material neolítico en superficie, pero entre las piezas que me entregó había dos del Paleolítico más antiguo. Eran dos hendedores, una especie de hachas de piedra». Así lo recuerda Jesús García, arqueólogo del Servicio de Patrimonio Histórico del Gobierno de Navarra que se interesó por este excepcional hallazgo y encontró varias piezas más del Paleolítico en ese mismo lugar.
«Vimos que ese yacimiento estaba en el tercer nivel de terraza del río Arga, de época cuaternaria, y que en la cuenca había terrazas similares a esa. Una de esas es la de Cordovilla, fuimos a verla y encontré la primera pieza del Paleolítico. Luego fueron apareciendo más y más. En los años 95, 96 y 97 recogimos cerca de 700 piezas. Recuerdo que me llevé un gran alegrón, porque hasta entonces solo teníamos en Navarra unas pocas herramientas de esa época. Estaba el bifaz de Lumbier, que se había recogido en los años 40, alguna pieza en Viana y cuatro o cinco en Urbasa que podían ser de esa misma época. Encontrar en la Cuenca un yacimiento con centenares de piezas era algo excepcional», informa García.
El propio Jesús García hizo un estudio tipológico, cronológico y «mínimamente tecnológico» de las piezas halladas y fue publicado en ‘Cuadernos de Arqueología’, una revista científica de la Universidad del Opus Dei.
«En aquel trabajo ya explicaba hasta dónde se podía llegar con el estudio de esos materiales. No tienen nada que ver un yacimiento del Paleolítico y uno del Neolítico, de la Edad del Bronce o de la Edad del Hierro. Cuando encuentras un yacimiento de hace 3.000 años, lo normal es que los materiales que recoges en superficie correspondan a un asentamiento que hay debajo. Pero en los materiales que tienen una antigüedad de 200.000 o 250.000 años no es así, sino que están en posición secundaria. Esto quiere decir que el lugar donde los encontramos no es el lugar donde el ser humano los fabricó, porque en todo este tiempo el río ha fluctuado muchísimo y ha movido esos materiales».
Los arqueólogos del Gobierno de Navarra también comprobaron que las características de los yacimientos paleolíticos de Pamplona eran iguales a las que se estaban estudiando desde los años 70 en las redes fluviales de la Península Ibérica. «En torno al Duero, al Tajo, al Ebro… hay materiales del Paleolítico antiguo, y en todos los casos esos materiales han sido arrastrados, es decir, han sido movidos de su posición original durante el Cuaternario, arrastrados por el río y depositados en otro lugar», señala García.
Debido a ello, la información que podían aportar los materiales paleolíticos de Cordovilla era limitada. «Podemos saber qué herramientas tenían los seres humanos que vivieron en la comarca hace 250.000 años y cómo las utilizaban, pero poco más. Esto no es Atapuerca, donde las piezas están ‘in situ’, en el mismo lugar donde las dejaron quienes las construyeron», aclara.
En el caso de las herramientas de Cordovilla, constataron que habían sido elaboradas con roca corneana, una roca metamórfica que se había ido acumulando en las orillas de los ríos. Sin embargo, en la comarca de Pamplona no hay metamorfismo. Sí ha habido procesos metamórficos en la zona de Quinto Real, en la cabecera del Arga, y dedujeron que este río habría arrastrado esos materiales a lo largo de cientos de miles de años.
«El ser humano cogió esos materiales en las orillas del río cuando ya estaban en la Cuenca de Pamplona, que es el primer lugar donde el Arga se abre, pero no sabemos en qué lugar de la Cuenca los trabajaron para transformarlos en herramientas», precisa García.
Lo que sí se sabe es que se trata de un material más basto, tosco y difícil de tallar que el sílex. Es un tipo de piedra que solo se puede tallar con otra piedra similar, por lo que resulta casi imposible conseguir una pieza esbelta y fina, con un filo muy agudo. Aun así, en Cordovilla se hallaron bifaces bien hechos, y uno de ellos resulta extraordinario por su esbeltez, porque tiene una talla bastante bien conseguida. «Quien lo hizo tenía una gran destreza, porque esta piedra es muy difícil de tallar», remarca García.
La amenaza de una urbanización de 4.000 viviendas
Cordovilla es un concejo de la Cendea de Galar muy próximo a Pamplona, y la terraza donde aparecieron esos centenares de herramientas del Paleolítico está justo enfrente del barrio de Iturrama, sobre el río Sadar y el polideportivo de la Universidad del Opus. En el año 2007 una constructora integrada por los promotores más ricos de Navarra compró los terrenos de esa terraza para construir una urbanización de 4.000 viviendas.
Jesús García fue el encargado de hacer el preceptivo informe de la Institución Príncipe de Viana y concluyó que allí no se podía construir, porque se trataba del yacimiento paleolítico más importante existente en el herrialde. Aquel informe levantó un gran revuelo en las altas esferas del Gobierno, que acabaron cediendo ante las presiones de los grandes constructores y dieron el visto bueno a la urbanización.
Los arqueólogos disponían de poco tiempo para hacer sondeos geológicos y extraer todo el material posible antes de que la urbanización arrasara el yacimiento. En primer lugar, lograron que los mejores especialistas realizasen estudios científicos, y ratificaron que se trataba de un yacimiento en posición derivada, es decir, que los materiales habían sido arrastrados hasta allí.
El segundo paso se centró en la datación por termoluminiscencia. Se sabía que los materiales estaban a menos de 1,10 metros de profundidad, y se trataba de buscar algún punto en el que hubiera sedimentos de arenas finas para conocer la última vez que esas arenas estuvieron a la exposición solar. De esa forma supieron que esas herramientas llevaban allí al menos 100.000 años, pero más tarde, una vez estudiada la tipología y la tecnología utilizada, se llegó a la conclusión de que el grueso de los materiales pueden tener en torno a 250.000 años de antigüedad.
Una vez realizados esos estudios, el objetivo de los arqueólogos fue recoger el máximo número de piezas antes de que comenzase la construcción de las 4.000 viviendas. El problema era que había que cribar miles y miles de metros cúbicos de tierra, porque se trata de una superficie aproximada de 600.000 metros cuadrados. Ese trabajo no se podía hacer con un cedazo habitual, y entonces recurrieron al cribado industrial. Una pala inmensa recogió todo el sedimento de tierra hasta una profundidad de 1,10 metros, luego se cribó y los arqueólogos extrajeron las piezas paleolíticas. Se trataba de una técnica que ya había sido utilizada con éxito en casos similares de Madrid, y en seis meses permitió recuperar más de 16.000 herramientas de unos 250.000 años de antigüedad.
Era una cifra desmesurada. Hasta entonces solo se conocían una docena de piezas del Paleolítico en todo Nafarroa, y el yacimiento de Cordovilla había aportado más de 16.000. ¿Significaba eso que en Iruñerria había una gran población de seres humanos cuando fueron elaboradas?
Es prácticamente imposible saberlo, pero Jesús García aporta una interpretación: «Hace 200.000-300.000 años, en épocas de clima benigno, habría mucha gente en torno al río. Este ofrece agua, comida y fauna que acude a beber, además de materia prima para elaborar herramientas. Se trataba de un entorno bueno para vivir para aquellas sociedades de cazadores y recolectores, que no vivían en cuevas sino al aire libre, seguramente en chozas hechas con pieles y ramas. Es muy difícil saber si había una población muy numerosa. Para generar semejante número de herramientas, parece que sí. El hecho de que hayan aparecido más de 16.000 piezas no significa necesariamente que había mucha población, pero sí que tallaban piezas de forma constante. Los únicos que han podido hacer algunas estimaciones de población son los de Atapuerca, en la Sima de los Huesos, cuyos hallazgos tienen la misma cronología que los de Cordovilla. Los seres que elaboraron aquellas herramientas eran los antecedentes directos del 'Homo sapiens'».
Almacenadas a la espera de estudios más profundos
La crisis económica que llegó a partir de 2008 hizo que los promotores desistiesen de construir la urbanización de 4.000 viviendas prevista en la meseta de Cordovilla. En la actualidad solo está allí el edificio de la Asociación de la Industria Navarra (AIN), una pequeña urbanización junto al restaurante Erreleku y el colegio Izaga, propiedad del Opus Dei. Las trincheras abiertas para sacar el material han quedado completamente cubiertas de vegetación, y las 16.000 herramientas paleolíticas se encuentran en el Almacén de Arqueología del Gobierno de Navarra, sito en Cordovilla.
Esas 16.000 piezas están perfectamente numeradas y clasificadas, tal como nos muestra Jesús García: «Como ves, son herramientas muy básicas, y la tipología es muy reducida. Básicamente, el ser humano buscaba obtener una punta o un filo. Los bifaces y los triedros son los dos objetos que tienen punta, y los cantos tallados y los hendedores son los que tienen filo. Eran piezas muy polivalentes. Un bifaz era como la navaja suiza de la época, que servía para todo. Esa herramienta se ha estado utilizando durante un millón de años, porque hay épocas en que la tecnología evoluciona muy lentamente. Hoy en día la tecnología evoluciona casi cada mes, pero hace 250.000 años seguían utilizando las mismas herramientas que se utilizaban miles de años antes».
A pesar de la importancia del hallazgo de Cordovilla, apenas tuvo eco mediático en su día. Ningún responsable político ofreció una rueda de prensa ni redactó una nota para darlo a conocer a la opinión pública, y en la actualidad sigue siendo completamente desconocido para la inmensa mayoría de la población.
Tras aquella intervención de urgencia, no planificada, se hizo una memoria administrativa y las 16.000 piezas se guardaron en el Almacén de Arqueología del Gobierno, sito en la Avenida de Zaragoza. «Ahora falta gente joven que haga una tesis doctoral y profundice mucho más en el estudio de esas industrias», concluye Jesús García mientras nos muestra algunas de estas herramientas de 250.000 años halladas a las mismas puertas de Pamplona.
Fuente: naiz.eus | 17 de septiembre de 2019
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