Los estudios en Orce y Atapuerca evidencian la influencia del clima en el poblamiento de Europa

Paisaje actual de la zona de venta Micena (Granada) desde el mirador / JOSÉ UTRERA

Un artículo publicado en la revista Journal of Human Evolution por investigadores del IPHES-CREA de Tarragona, la Universidad de Valencia y la Universidad de Granada, y que inserta el Proyecto Orce que lidera la UGR, estudia el clima del periodo entre hace 2 millones y 150 años. En él se pone de manifiesto que el hábitat preferencial para los humanos más antiguos (1,4 millones – 450.000 años) era más cálido, más lluvioso y más boscoso que el actual. Por otro lado, se refleja que las áreas con mayor probabilidad de ser ocupadas se encontraban más al norte de lo que previamente se pensaba. Solo los avances tecnológicos y sociales permitieron, a partir de hace 450.000 mil años, hacer frente a un clima mucho más variable con extensos periodos sensiblemente más fríos, más áridos y despoblados de árboles.

De todos es bien conocido que el clima y los tipos de hábitat ejercieron una influencia capital en la evolución humana. Es por ello que resulta fundamental investigar si la temperatura, las precipitaciones y el porcentaje de bosque tuvieron impacto en la presencia humana en el continente europeo y evaluar si las poblaciones humanas estaban capacitadas para vivir en todos y cada uno de ellos.

Para ello este grupo de  investigadores, liderados por Hugues-Alexandre Blain (izquierda, IPHES-Tarragona) y Juan Manuel Jiménez Arenas (derecha, Departamento de Prehistoria y Arqueología de la UGR) ha creado un modelo basado en datos de la península ibérica que han trasladado al resto del continente europeo. Los resultados muestran que buena parte de la costa atlántica fue muy favorable antes de hace 450.000 años y que después, el espacio potencialmente habitado por los humanos se amplía significativamente.


Los yacimientos de Orce ofrecen un excelente marco para evaluar por qué existe una diferencia temporal tan grande entre la primera salida fuera de África (hace 2,1 millones de años hacia el Este donde el yacimiento más antiguo con presencia humana se localiza en Shangchen, China) y el primer poblamiento humano del continente europeo. Para que los humanos se asentaran en estas tierras era necesario que, sobre todo, la lluvia y los bosques fueran más abundantes que en la actualidad. Estas condiciones se dan en Barranco León (Orce), donde se registra el fósil humano más antiguo de Europa occidental con una antigüedad de 1,4 millones de años, en Fuente Nueva 3 -también en Orce-, 200.000 años más joven y en algunos niveles de la Sima del Elefante de Atapuerca, concretamente en el estrato donde se halló un fragmento de mandíbula humana que tendría una cronología ligeramente más reciente que Fuente Nueva 3. No así en Venta Micena, donde hace 1,6 millones de años, la sequedad y la falta de masas boscosas dificultaría la vida de nuestros ancestros más remotos.

Distribución potencial de los homínidos en Europa según el ‘modelo ecológico ibérico’ establecido en este estudio: antes (azul) y después (verde) de 450.000 años. Se puede ver la ampliación de los territorios favorables para un asentamiento humano después de 450.000 años tanto en el interior de la península ibérica como hacia Europa central y áreas interiores de Próximo Oriente.

Orce y Atapuerca, claves

El modelo ibérico se ha creado a partir de dos enclaves fundamentales para entender la evolución humana y el escenario en el que ésta tuvo lugar en Europa: Orce y Atapuerca. La colaboración y la integración de resultados de estos emblemáticos lugares han hecho posible la creación de un modelo a escala europea, antes y después de hace 450.000 años. ¿Por qué este límite? En primer lugar, porque en ese momento se alcanza uno de los picos de mayor bonanza climática. En segundo lugar, porque se asientan cambios técnicos muy importantes para la historia de la Humanidad, el más evidente, el control y uso del fuego. No obstante, en los albores de la presencia humana en el continente europeo, nuestros antepasados afrontaron situaciones muy diferentes.

Orce era relativamente seco y cálido respecto a Atapuerca que presentaba condiciones más lluviosas y frías. Ahora bien, ambos enclaves muestran condiciones climáticas mejores que las actuales. Es más, con las condiciones actuales, los humanos de hace 1,5 millones de años no hubiesen vivido ni en un sitio ni en el otro. Por otra parte, la larga y completa secuencia temporal que ofrece Atapuerca es clave porque intercala algunos -pocos- intervalos más fríos, secos y con menos árboles. Y esos momentos se caracterizan porque no hay presencia humana o porque ésta es muy débil.

Sierra de Atapuerca (Burgos) - Andreu Ollé/IPHES-CERCA.

Frío sí, pero con lluvias y zonas arboladas

Uno de los resultados más sorprendentes del estudio es que, aunque la mayor parte de los datos climáticos y de hábitat provienen de contextos mediterráneos, buena parte de las zonas con mayor probabilidad de ser habitada por los humanos más antiguos del continente europeo se localizan en áreas próximas al océano Atlántico. Así, el norte de Francia y de la Alemania serían lugares idóneos para que vivieran los «primeros europeos», especialmente en los momentos de mayor bonanza climática. También las islas británicas donde el suroeste de Gran Bretaña (que formaba parte del continente por aquellos tiempos) y el conjunto de Irlanda. Serían zonas donde los inviernos serían bastante fríos, aunque con un régimen alto de lluvias y una buena cobertura arbórea.«No obstante, nuestros antepasados sobrevivieron sin problemas a pesar de su simple tecnología. Por el contrario, el Mediterráneo, en general, fue menos proclive, sobre todo en aquellos momentos en los que la aridez se extendía por su ribera». Indica el estudio publicado por investigadores del IPHES-CREA de Tarragona, la Universidad de Valencia y la Universidad de Granada.

Barranco León en la cuenca de Guadix-Baza (Granada) donde se localiza Orce - S.Guirón

Tecnologías para superar la aridez y el frío

El clima de la Tierra ha ido cambiado significativamente durante la historia de la misma. Así, la alternancia de periodos glaciares (fríos y secos) e interglaciares (templados y húmedos) han condicionado la ocupación de determinados territorios. Por ejemplo, las actuales provincias de Soria y Teruel. Hasta hace 450.000 años eran tierras en las que no hay constancia de presencia humana.

«Sin embargo, a partir de ese momento, encontramos yacimientos tan emblemáticos como Ambrona (Soria) o Cuesta de la Bajada (Teruel). Porque estamos ante un periodo cultural realmente revolucionario». Una gestión más eficiente de las materias primas, sobre todo de las rocas que se tallan para realizar herramientas, estrategias de recolección y de caza más complejas (por ejemplo, aparecen las primeras lanzas de madera en Schöningen, Alemania), el mayor uso de cuevas, la presencia más constante de evidencias de fuego, y quizás una estructura social más cohesionada. De esta forma, se pudieron superar las dificultades inherentes a unas condiciones climáticas más inestables, con periodos fríos más gélidos y largos y cálidos más calurosos, incrementándose de manera significativa el territorio que podían ocupar los seres humanos.

Según los investigadores autores del estudio aún quedan muchas incógnitas por resolver. Entre otras por qué en Orce, cuyas condiciones no serían las más favorables para la presencia humana hace 1,4 millones de años, presenta una riqueza arqueológica y paleontológica sin paragón para esas cronologías. «Pero eso es otra parte de la historia que requiere de una mirada local».

Fuentes: baza.ideal.es | iphesnoticias.blogspot.com | 17 de marzo de 2021

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