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El plano situado junto a estas líneas, que acompaña un estudio publicado en la revista Gallaecia, indica algunas de las zonas de la depresión monfortina en las que durante los últimos años se han localizado vestigios de los poblamientos paleolíticos.
Los puntos señalados con los números 1, 2, 3, 4, 5 y 6 indican la presencia de conjuntos de artefactos descubiertos en los lugares de Caneda, O Bao, Susao, Salgueiredo y A Regueira, Pedrouzos de Mourelos y Agra de Freixo. Los modos 2, 3 y 4 corresponden respectivamente a las tecnologías de las diferentes etapas del Paleolítico, es decir, Inferior, Medio y Superior. Los puntos en rojo señalan los lugares donde, a juicio de los arqueólogos, los antiguos pobladores obtenían las cuarcitas con las que fabricaban sus herramientas de piedra.
Las áreas marcadas en varios tonos de gris indican los distintos grados de erosión que se registraron en la superficie del terreno desde el Pleistoceno, un factor muy importante para estudiar los yacimientos paleolíticos.
Fuente: La Voz de Galicia.es | Francisco Albo | 22 de mayo de 2014
Hace una década no se sabía nada sobre la prehistoria remota del valle de Lemos. Desde que en la primavera del 2006 se realizaron en la zona las primeras prospecciones arqueológicas del proyecto «Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno de la cuenca media del Miño», el panorama cambió por completo. Las investigaciones hechas durante los últimos ocho años ponen de relieve el excepcional valor de este territorio para el estudio del Paleolítico en Galicia.
Basándose en los datos obtenidos durante este tiempo, los arqueólogos plantean la hipótesis de que la depresión monfortina -especialmente su parte oriental- fue un área de paso entre diversas partes de Galicia y el occidente de la Meseta. A su juicio, el territorio que abarca las parroquias de Caneda, Reigada, As Nocedas, Chavaga, Santa Mariña do Monte y Ribas Altas facilitó el tránsito de grupos nómadas entre la depresión de Ponferrada y zonas como el valle del Miño, las llanuras interiores galegas o la Mariña lucense.
Durante muchos milenios
Esta función de paso estratégico parece haberse prolongado durante muchos miles de años, ya que en la zona hay rastros de diferentes periodos culturales del Paleolitico, algo muy poco común en un territorio tan reducido. «En eso esta zona sigue siendo única en Galicia -señala el arqueólogo Arturo de Lombera-, porque lo habitual es hallar materiales del Paleolítico Inferior, del Medio o del Superior en un sitio concreto, pero no de esas tres épocas a la vez».
Los investigadores señalan que además de su favorable situación geográfica, el curso medio del Cabe debió de ser una importante área de refugio. En esta zona, los antiguos pobladores no solo hallarían vegetación abundante y caza, sino también minerales adecuados para fabricar herramientas. Por ahora se conocen dos lugares -el monte de Valverde y Costa Grande, en A Vide- donde se encuentran de forma natural cuarcitas usadas para elaborar útiles líticos. Pero en la zona también aparecieron artefactos hechos de piedras procedentes de otras regiones, como el sílex, la hematita y la argilita.
Fuente: La Voz de Galicia.es| 22 de mayo de 2014
Entre los estudios efectuados en los últimos años sobre los yacimientos paleolíticos de la depresión monfortina figura un experimento realizado para determinar el uso que pudieron tener algunos de los artefactos líticos encontrados en la zona. Siguiendo un procedimiento utilizado con frecuencia en este tipo de investigaciones, se fabricaron réplicas de varias herramientas empleando la misma materia prima de las originales, en este caso cuarcitas procedentes del lugar de Costa Grande. Con estos útiles experimentales se procedió a desollar, descuartizar y descarnar el cadáver de una oveja adulta.
La prueba tenía por objetivo comparar las pequeñas marcas de uso que quedaron en las herramientas replicadas que se utilizaron para esa labor -visibles a través del microscopio- con las de las utensilios originales. Con este método se puede precisar si un determinado artefacto paleolítico fue empleado para cortar pieles o carnes, romper o raspar huesos, aguzar palos o cualquier otro uso.
En este caso, se pudo comprobar que dos de las piezas arqueológicas examinadas -de un total de diecisiete- presentaban marcas evidentes de haber sido utilizadas para despellejar y despiezar animales. Los arqueólogos puntualizan que la composición heterogénea de las cuarcitas, que se rompen de una forma muy irregular, no permite caracterizar con mucha precisión las marcas de uso ni en los útiles originales ni en las réplicas, a diferencia de otros minerales más compactos. Para obtener resultados más precisos sobre el uso de estos artefactos, según los investigadores, será necesario realizar nuevos estudios.
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