Fuente: Quo.es | 26 de abril de 2016

El cráneo de Dali fue obtenido por Shuntang Liu 1978 en un yacimiento cercano a la aldea de Jiefang, en la provincia china de Shaanxi. Han transcurrido muchos años desde su hallazgo, pero la interpretación del cráneo de Dali sigue siendo controvertida. La antigüedad de este cráneo fue estimada en algo más de 200.000 años mediante el método de las series de isótopos del uranio de muestras tomadas en dientes de una especie extinguida de un bóvido. Sin embargo, las excavaciones de aquellos años no tenían el control suficiente como para asegurar que los dientes de aquellos animales estaban asociados al cráneo humano. Esto representa un hándicap importante para la interpretación del fósil de Dali, que sigue siendo un enigma para la evolución humana de China.

Los paleoantropólogos han estudiado hasta la saciedad el cráneo de Dali. Cada autor ha llegado a sus propias conclusiones en función del paradigma del momento. A finales de los años 1970s y en los 1980s predominaba la hipótesis de que los miembros de nuestra especie surgimos en diferentes lugares de África y Eurasia (Modelo Multirregional) de manera independiente. Como este modelo choca contra la propia teoría de la evolución, sus promotores sugirieron que todas las poblaciones de los dos continentes formaban una verdadera “metapoblación”, que nunca perdió sus lazos a pesar de las distancias y mantuvo un mismo acervo genético. Los defensores de este modelo evolutivo tendían a interpretar cada hallazgo como el resultado de la evolución local de las poblaciones del Pleistoceno. El cráneo de Dali, como otros fósiles contemporáneos de Asia, representaba una prueba más de la evolución local de Homo erectus en China.

Desde el punto de vista del Modelo Multirregional las poblaciones de caracteres primitivos de Homo erectus habrían evolucionado hacia un aspecto como el que tenemos en la actualidad. El cráneo de Dali tendría una forma intermedia perfecta, al presentar un mosaico de caracteres primitivos y derivados. El cráneo de Dali tiene una capacidad craneal de unos 1.120 centímetros cúbicos y una cara parecida a la nuestra. Sobre las órbitas no aparece la “visera ósea” que caracteriza a Homo erectus, sino arcos superciliares independientes y muy desarrollados. No obstante, el cráneo no es esférico sino bajo y alargado. Esta es la forma primitiva del neurocráneo de todas las especies del género Homo. El cráneo de Dali y otros fósiles de África, Europa y Asia, con un aspecto más evolucionado que los Homo erectus clásicos, se conocieron desde entonces con el nombre de Homo sapiens “arcaicos”.

Cráneo del Pleistoceno medio de Dali, (China)

En los años 1980s se fue abriendo camino el “Modelo de la Eva Negra”, que sostenía el origen único de nuestra especie en el África subsahariana. El registro fósil y el análisis genético de las poblaciones humanas actuales apoyan de manera firme este modelo. Ante este nuevo paradigma tuvieron que re-interpretarse muchos de los hallazgos del siglo XX. Los fósiles europeos y africanos del Pleistoceno Medio, cuyo aspecto era ciertamente más evolucionado que el de Homo erectus fueron incluidos en la especie Homo heidelbergensis, que habría dado lugar a Homo sapiens en África y a los neandertales (Homo neanderthalensis) en Europa.

Sin embargo, los fósiles asiáticos como Dali habían quedado olvidados, en terreno de nadie. Como casi siempre, la evolución humana de Asia (y en particular la de China) se había tratado de forma tangencial, fruto del desconocimiento de la diversidad del registro de ese país por la ciencia occidental durante muchos años de aislamiento político. No obstante, algunos colegas repararon en la necesidad de interpretar los fósiles de China, aunque fuera desde la distancia. Así fue como el cráneo de Dali y otros restos contemporáneos fueron tentativamente incluidos en la especie Homo heidelbergensis.

A raíz de la obtención del ADN nuclear de los homininos de la Sima de los Huesos, y como ya hemos comentado en un post anterior (14 de marzo de 2016), la especie Homo heidelbergensis tendrá que ser revisada y probablemente retirada de la filogenia humana. Esta especie se adoptó como una necesidad del nuevo paradigma, pero sin una base biológica y/o paleontológica adecuada. Sin embargo, resulta muy interesante el hecho de que el cráneo de Dali y otros fósiles chinos de finales del Pleistoceno medio hayan sido relacionados con los fósiles de África y Europa.

Hace años proponemos la existencia de una población en el suroeste de Asia, que hace en torno a un millón de años, habría evolucionado hacia un aspecto más “moderno”. Esa población habría sido el origen de poblaciones que emigraron hacia África, Asia oriental y Europa, sustituyendo a las poblaciones originales o hibridando con ellas. Si esta hipótesis es correcta no puede extrañar que las poblaciones del Pleistoceno medio de los dos grandes continentes tengan muchos rasgos en común. El cráneo de Dali tiene ciertas similitudes con cráneos como los de Arago (Francia), Petralona (Grecia), Bodo (Etiopía) o los de la Sima de los Huesos de Atapuerca. Los propietarios de esos cráneos serían primos hermanos o primos en segundo o tercer grado. Pero, en cualquier caso, pertenecerían a una misma genealogía del género Homo, diferente a las de Homo ergaster y Homo erectus.

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