Una imagen grabada en la piedra con un reno y un zorro en una gruta de Altxerri (Guipúzcoa).

La cuenca del Oria, el más largo y caudaloso de los ríos guipuzcoanos, esconde una de las más curiosas incógnitas de la prehistoria vasca: una escasez de hallazgos arqueológicos que choca con la variedad de los valles vecinos y de la Cornisa Cantábrica y que es conocida entre los expertos como «el vacío paleolítico del Oria».


Hace entre 10.000 y 15.000 años, en pleno período Magdaleniense, el actual territorio de Guipúzcoa actuó como una suerte de «autopista prehistórica» que, según creen los científicos, conectó el contiene europeo con la península ibérica y permitió el paso de los humanos paleolíticos hacia Atapuerca.


Los hallazgos localizados en la última década en este territorio han permitido dibujar sobre el mapa un corredor por el que hace miles de años nuestros antepasados transitaron entre los Pirineos y el Valle del Ebro o la meseta norte en busca de materias primas.

Un recorrido, compartido en muchos puntos por la actual autopista AP-8 y que queda perfectamente delimitado por la unión de los yacimientos de Aitzbitarte (Errenteria); Altxerri (Aia); Danbolinzulo y Erlaitz (Zestoa); Ekain (Deba), y Lezetxiki (Arrasate).
En esta relación de importantes cuevas y yacimientos, repartidos por distintos valles guipuzcoanos, solo Altxerri se encuentra en la comarca del Oria, si bien ya cerca de la desembocadura del río, en cuyo tramo central hasta el momento no se han realizado grandes hallazgos arqueológicos.


Un «vacío» que, en opinión del investigador y Gestor de Colecciones Líticas del Centro Nacional de Investigación Humana (CENIEH), Joseba Ríos-Garaizar, resulta un tanto «incomprensible por el importante desarrollo kárstico del valle, que favorece la existencia de cuevas y abrigos para los humanos prehistóricos y porque la cuenca del Oria debió ser una ruta de tránsito preferente entre la costa y zonas del interior durante aquella época».


Pintura de un ciervo en Altxerri. - Foto: JOSE LATOVA FERNANDEZ LUNA

«Yo sospecho que un yacimiento paleolítico relevante tiene que estar esperando a ser descubierto en el valle del Oria», aventura convencido Ríos-Garaizar, para quien resultaría «absurdo» que en esta zona no exista algún vestigio cuando «alrededor de este valle hay muchas evidencias de todo tipo», desde talleres de sílex al aire libre a yacimientos relevantes en la zona de Jaizkibel y en la cuenca del Urola.


El especialista no descarta en cualquier caso que la gran «humanización» soportado por este paraje en época moderna haya podido provocar la desaparición de alguno de los restos debido a causas múltiples como la construcción de zonas industriales, poblaciones o canteras que han podido acabar con algunos yacimientos antes de ser descubiertos.


A pesar de ello, Ríos-Garaizar se muestra «convencido al 100 por ciento de que la ausencia de yacimientos en el valle del Oria responde a un problema de falta de prospección y excavaciones que va a necesitar trabajo y dedicación».

Su colega, el arqueólogo y profesor titular de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Álvaro Arrizabalaga, también cree que hablar de un «vacío» propiamente dicho en esta zona no sería del todo correcto, porque «las cosas en la vida no son blancas o negras» y, en su opinión, «más pronto que tarde terminarán saliendo yacimientos paleolíticos» en este valle como ya ocurrió hace años en su cabecera, en el yacimiento Uxategi de Ataun.


«De lo que sí tengo mis dudas es de que, desde el punto de vista numérico, haya un momento en el que el marcador de hallazgos se iguale con los del entorno», más rico en descubrimientos, por el que claramente discurría aquella «autopista prehistórica», explica Arrizabalaga.


Una pintura de un reno en Altxerri.


«Al final hablamos de poblaciones nómadas, que viven en una movilidad que tiene como sentido la explotación de los recursos del medio» y en un contexto en el que «emplean de forma preferente algunos territorios mientras que otros son menos utilizados», aclara el experto.


En esta línea, Diego Garate, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria, también constata la existencia de un «vacío» en el valle del Oria en cuanto a grabados o pinturas rupestres, si bien recuerda que esta ausencia de arte paleolítico se extendía a casi todo el territorio guipuzcoano hasta hace pocos años en los que «se ha producido una gran cantidad de hallazgos», gracias a la actividad de los grupos de espeleología y la identificación de representaciones que anteriormente habían pasado desapercibidas en lugares ya conocidos.


Para Garate, «lo lógico sería pensar que más tarde o más temprano con prospecciones y trabajo también empezarán a aparecer hallazgos» en el valle del Oria.


Una idea compartida por el arqueólogo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Jesús Tapia, para quien resulta casi «increíble que algo más de un tercio de Guipúzcoa se encuentre prácticamente vacío de poblamiento prehistórico, cuando los valles del Urola y el Deba están plagados de hábitats paleolíticos».


Tapia apuesta por ello por el aumento de la investigación y las intervenciones arqueológicas en el Oria donde, según avanza, su equipo está ya «sobre la pista de un sitio que podría tener ocupaciones del Paleolítico Superior». 

Fuente:latribunadealbacete.es | 17 de enero de 2020

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