Foto: Ángela Franco durante la presentación de su obra ‘Arte leonés fuera de León’ hace dos años. MAURICIO PEÑA

Vía: Diario de León | Verónica Viñas| 17 de julio de 2012

El monasterio de San Benito de Sahagún es uno de los grandes enigmas. Cercenado siglo a siglo, sólo quedan en pie la capilla de San Mancio, la Torre del reloj y el arco de San Benito. «Sufrió la desamortización de forma descarnada», sostiene Ángela Franco, conservadora del Museo Arqueológico Nacional, quien está convencida de que en el solar del antiguo cenobio benedictino tiene que haber decenas de estatuas góticas pertenecientes a la portada del monasterio.

En 1991, durante unos trabajos de consolidación del arco de San Benito, apareció una escultura gótica del siglo XIII (izquierda) un evangelista imberbe que, según Franco, puede ser San Mateo o San Juan y que, en su opinión, formaba parte de la portada del antiguo monasterio.

La conservadora está convencida de que en el subsuelo de Sahagún, donde se erigió uno de los más importantes cenobios, que alcanzó su máximo apogeo entre los siglos XI y XVI, tiene que haber más tallas de la misma época. En el 2005, en las excavaciones que se realizaron en el solar tras el derribo de una casa situada en la plaza de Lesmes Franco, aparecieron restos de uno de los cuatro claustros que tuvo el monasterio promovido por el rey Alfonso VI.

La localización de un atrio románico en una finca privada en Palamós no sólo ha abierto un encendido debate entre los expertos sobre cuál pudo ser su procedencia, sino por el ‘tráfico’ de obras de arte y monumentos que se practicó impunemente durante décadas en este país. Los ‘tesoros’ que se salvaron del monasterio Sahagún se encuentran ‘repartidas’ por museos y «casas particulares» -caso de algún capitel-, según apuntan algunos historiadores.

El propio Museo de León tiene el ‘capitel de los apóstoles’, del citado monasterio, en el que están labradas ocho figuras de los evangelistas bajo una arquería que se adapta a la forma del capitel. El Museo Arqueológico también tiene una parte del ‘botín’ del templo de San Benito, como un capitel decorado con una sirena, así como un fragmento de tímpano que se decora con una imagen de la Virgen con el Niño en su regazo. Quedan los huecos en sus respectivas coronas y en las órbitas de los ojos, donde sin duda hubo joyas. Y una de las piezas ‘estrella’ del museo madrileño: la lápida sepulcral de Alfonso Ansúrez.

Ángela Franco confirma que el capitel del monasterio de Sahagún fue cedido en depósito por la Academia de la Historia en 1907, justo uno de los años clave en la desaparición, venta y expolio de numerosos monumentos leoneses. El anticuario zamorano Ignacio Martínez, que vendió el claustro de Palamós al abuelo del actual propietario, también tuvo como cliente al Arqueológico Nacional, que le adquirió, entre otras piezas, una pila románica de Mazariegos y el Cristo de Oña, ambos de Burgos.

Pese a que hay demasiadas ‘coincidencias’, Ángela Franco prefiere esperar a los resultados de los análisis de las piedras del claustro de Palamós antes de aventurar más hipótesis, aunque cree que podría tratarse del atrio románico de la abadía de Benevívere (Palencia). Ve poca similitud entre los capiteles de Palamós y el de San Benito que se conserva en el MAN.