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Fuente: La Opinión de Tenerife.es | Elena Hernández | 11 de marzo de 2013
Hace más de 10.000 años, unos hombres rudos y morenos poblaban las cuevas y barrancos del Archipiélago canario. Eran expertos pastores, amantes de las pinturas en barro y piedra y devoradores de una mezcla de cereales tostados llamada gofio. Los aborígenes isleños siguen siendo, en pleno siglo XVI, un misterio. Aunque no hay muchas dudas sobre cómo era su forma de subsistir o cuáles eran sus costumbres más arraigadas, cuando hay que ponerles nombre, el asunto se lía.
¿Todos somos guanches o no?
Los expertos isleños en habla canaria sostienen diferentes teorías sobre el vocablo que da nombre a los habitantes prehispánicos del Archipiélago. En un bando están los que, como el catedrático de Filología Española de la Universidad de Las Palmas de Gran Canarias, Maximiano Trapero (izquierda), aseguran que la palabra guanche se refiere a todos los aborígenes canarios, independientemente de su Isla de residencia.
En el otro lado de la contienda los que, como el Catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna y especialista en la prehistoria de Canarias, Antonio Tejera Gaspar (derecha), mantienen que guanches solo eran los habitantes de Tenerife. La polémica está servida.
Maximiano Trapero es fiel defensor de la hipótesis arraigada en que el concepto de guanche no se trata de una voz de origen indígena y que, en realidad, procede del francés. Según sostiene el doctor en Filosofía y Letras, este término de exclusividad, como antiguo gentilicio tinerfeño, es un tópico que, "por repetido se ha convertido en doctrina asumida por casi todos, un casi todos que incluye a los investigadores de la lengua y los divulgadores de las antigüedades canarias", dando así por bueno su excluyente significado.
La sustancia de su aseveración, la detalla poco después. "Fueron los franceses de la expedición bethencourinana los que implantaron en las Islas la palabra, con el valor de un etnónimo al advertir en los aborígenes isleños una cualidad física sobresaliente: la extraordinaria habilidad y destreza que tenían para lanzar y esquivar objetos lanzados", afirma rotundo Trapero.
Esta incursión francesa, anterior a la castellana, se produce al mando de Jean de Bétehncourt, que llega a la Isla de Lanzarote en el año 1402, y que emplea la palabra guenchir y guenche (verbo y sustantivo, con otras variantes similares, entre ellas también guanche), para referirse a ese peculiar geito de los naturales. Una palabra medieval que coincide en el tiempo y el lugar de procedencia de estos europeos.
Lo más paradójico de la teoría de Maximiano Trapero es que los primeros guanches que recibirían el apelativo en Canarias, serían entonces, los aborígenes de Lanzarote, ya que "por lógica, el nombre de guanches se les fue dando a los aborígenes de las Islas al ritmo que avanzaba la conquista, a los de Lanzarote en primer lugar y a los de Tenerife en el último por ser, precisamente, la última conquistada, en 1496", explica el defensor y estudioso de esta hipótesis.
No obstante, el catedrático en Filología reconoce que "si se tienen en cuenta las escrituras de principios del siglo XVI como única fuente, la palabra guanche, si no con exclusividad, si no con absoluta mayoría, se aplica a los aborígenes de la Isla de Tenerife"
Sin embargo, en la Isla de enfrente, Antonio Tejera Gaspar, discrepa de esta línea de investigación y defiende bien alto que dependiendo de la Isla que habitaban cada grupo de aborígenes, estos tenía un nombre completamente distinto. "Igual que cada Isla era diferente culturalmente entre sí, existían un etnónimo distintos para sus naturales", apunta el catedrático en Arqueología.
Bimbaches los de El Hierro, gomeros los de La Gomera, benahoaritas o aguaritas los de La Palma, mahos o majos en Lanzarote y Fuerteventura, grancanarios en Gran Canaria y, solo guanches, en Tenerife. "Existen argumentos lingüísticos y culturales de peso para sostener que los indígenas canarios tenían nombres distintos", recalca Tejera.
El experto en la prehistoria del Archipiélago sostienen en su libro Canarias y el África Antigua que el vocablo de guanche nada tienen que ver con los franceses como defiende su colega Trapero y que su origen es, exclusivamente, indígena. "Son mundos totalmente distintos, tengo muchos amigos profesores de Francia que reconocen que la cultura beréber, que da nombre a las tribus que habitaban a las Islas, no tiene nada que ver con la europea de esa época", añade.
No obstante, Tejera reconoce que a lo largo del tiempo, la comodidad de los hablantes ha hecho que el término se generalice y que con el "se refieran a todos los habitantes prehispánicos de Canarias". "En la arqueología, por ejemplo, el vocablo aparece generalizado, pero es distinto el conjunto cultural a modo de grupo, que el nombre con el que se denominaban entre sí", concluye el experto.
Por su parte, Cristóbal Corrales y Dolores Corbella, autores del Diccionario ejemplificado de canarismos y también catedráticos de Filología de la Universidad de La Laguna, reseñan en el Diccionario Histórico del Español de Canarias que, si bien "tradicionalmente la palabra guanche siempre ha sido considerada como prehispánica", Trapero "ha desarrollado una sugerente tesis que ha de tenerse en cuenta a partir de ahora en la investigación etimológica de la palabra, reforzando Corrales y Corbella esta idea con tres documentos fechados en 1498 en el que se denominan guanches, "tanto a los aborígenes de Tenerife como a los de Gran Canaria". No es cuestión por tanto de pleito insular. La investigación tendrá que continuar.
Incomunicación entre las Islas
Tanto Maximilano Trapero como Antonio Tejera sostienen, en gran parte, sus teorías en la incomunicación que existía entre las Islas. El primero para demostrar que en todo el Archipiélago se reparten los topónimos como Guanche, y en el segundo, para recalcar que al igual que había diferencias culturales entre los habitantes de cada Isla, su nombre era, también, distinto.
Por toda Canarias, se reparten los topónimos como Guanche, Guanchao, Guanchía, que según Trapero, "son todos ellos del estrato más antiguo y que tienen como referencia inequívoca la presencia en esos lugares de restos de los aborígenes, que no pueden ser de origen guanche, pues de serlo significaría que los aborígenes de todas las Islas habrían tenido conciencia de pertenecer a un mismo y único pueblo".
Representación de guanches en las tradicionales fiestas de La Candelaria, Tenerife. | lp / dlp
Pero ocurre que los habitantes de Canarias, "se desconocían entre sí por la incomunicación que hubo entre las Islas. Y los topónimos de Tenerife que llevan el nombre de Guanche o algunos de sus derivados no son más que los del resto de las Islas", afirma, "en proporción a la superficie respectiva, ni pueden considerarse más antiguos ni más legítimos", concluye.
La incomunicación para Tejera sería sinónimo de todo lo contrario. "Los indígenas no se conocían entre sí, probablemente tenían procedencia distinta, al igual que una cultura diferente y por lo tanto un nombre con el que llamarse a si mismo también diferente", explica el especialista.
Para estudiar este concepto, Maximiano Trapero ha realizado durante años dos estudios. El primero titulado ¿Es guanche la palabra guanche? Revisión histórica, filológica y antropológica de un tópico (PDF), con la colaboración de Elena Llamas Pombo; y el segundo denominado Nuevos datos y argumentos sobre el origen francés de la palabra guanche (PDF), ambos trabajos recogidos en la obra del autor Estudios sobre el guanche. La lengua de los primeros habitantes de las Islas Canarias. Tejera analiza su hipótesis en el libro Canarias y el África Antigua.
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