Detalle de las excavaciones que acaban de concluir en Lancia, en la parcela de la Diputación. Foto: Saúl Rodríguez.

Fuente: Diario de León | Verónica Viñas | 3 de agosto de 2012

Es el edificio más extraño de Lancia. El objetivo de las excavaciones en el yacimiento -que acaban de concluir-, era averiguar qué uso tenía una de las construcciones más enigmáticas, de la que ya habían aparecido vestigios en anteriores campañas. Los grandes sillares con que fue erigida y su ubicación privilegiada en la ciudad romana -junto al foro y el mercado- apuntan a una de las edificaciones públicas más importantes de Lancia. «Una construcción excepcional», según los arqueólogos.

El edificio ha resultado una caja de sorpresas. Ahora, en las nuevas prospecciones, han aparecido en su interior dos hornos, uno de forma oval y otro cuadrado, de la última etapa de ocupación de la ciudad (siglo IV), que hacen pensar en una gran panadería. Pero está claro que, el edificio, originariamente, tuvo otras funciones y estaba revestido de mármoles y rocas nobles. Esta enigmática construcción no corresponde, por la tipología, ni a un templo ni a la curia -el lugar donde se reunía el consejo formado por los decuriones que hacían las funciones del Senado de Roma-.

«Lancia no es Atapuerca», afirma el director del yacimiento y del Instituto Leonés de Cultura (ILC), Jesús Celis (izquierda) consciente de que los hallazgos en Villasabariego no tienen el impacto ni la expectación que provoca cada hueso que se extrae del primer santuario de la Humanidad.

Sin embargo, y pese a que un mes da para poco, en esta campaña en la que la Diputación ha invertido 22.000 euros, las excavaciones que dirigen Jesús Liz Guiral y Jesús Celis, con la participación de 25 estudiantes de arqueología de varias universidades españolas, han permitido esclarecer también que astures y vacceos compartían una «cultura material». Los restos de cerámica y fragmentos de objetos de hierro y fíbulas de bronce típicas de la II Edad del Hierro que han aparecido «muestran, por un lado, lo extensa e importante que debió ser la ocupación del lugar en época prerromana y, por otro, las relaciones con el territorio de los vacceos».

Picando en una hectárea

En dieciséis años de excavaciones las prospecciones se han ceñido exclusivamente a una hectárea. Celis afirma que no es poco territorio, aunque, teniendo en cuenta las dimensiones de Sublancia -de la que se desenterró una parte cuando salieron a la luz restos durante las obras de construcción de la autovía León-Valladolid-, lo cierto es que el subsuelo oculta aún muchos secretos de la gran ciudad astur-romana. Una de las parcelas más codiciadas por los arqueólogos es la que oculta el foro romano, de propiedad particular.

Entre cenizas

Debido a que la ocupación romana alteró considerablemente el subsuelo, la búsqueda de restos de los asentamientos anteriores obliga a ‘explorar’ en escombreras y vertederos. Uno de estos cenizales, de enormes dimensiones, localizado en una de las fincas de la Diputación, en el pago de Valdealbura, es un auténtico ‘pozo del tiempo’. Los investigadores han analizado parte de los depósitos acumulados por los astures y por los romanos en el Alto Imperio, entre los siglos III antes de Cristo y el I de nuestra era.

«El cenizal podría tener cerca de cuatro metros de profundidad y tan sólo se ha sondeado en metro y medio, por lo que será necesaria una intervención especialmente dedicada a completar dicha secuencia, que se considera fundamental para conocer la dieta y las costumbres de los astures lancienses», según la nota oficial de esta campaña. Ahora se abre el tiempo de analizar los objetos extraídos y de intentar descubrir la ‘identidad’ de un edificio público monumental cuya función no ha podido ser determinada hasta ahora.