Vista panorámica del La Acrópolis en el sitio arqueológico de San Andrés

 

 

Vía: El Universal.mx | 16 de septiembre de 2011

 

Convertido en centro de atención durante la visita que el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llevó a cabo a El Salvador en marzo pasado, el sitio arqueológico de San Andréses un tesoro escondido de El Salvador, considerado el último reino maya en el sureste de Mesoamérica.

Situado en el departamento de La Libertad, en el centro del país, concretamente en las riberas del río Sucio, hacia el centro del valle de Zapotitán, este enclave atesora una historia aún por descifrar sobre la presencia de los mayas en esta zona de Centroamérica y que la hermana con la ciudad de Copán, también maya y erigida en el occidente de Honduras, casi en la frontera entre ambos países.

La atención mundial se enfocó en este lugar en marzo, cuando la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, y sus hijas, Sasha y Malia, lo visitaron en una gira latinoamericana que las llevó también a Brasil y Chile.

Algunas compras de artesanías por parte de las visitantes y su interés en el recorrido quedarán en la memoria de quienes las recibieron en un lugar cuya historia atrajo a la familia Obama y que, ya desde su descubrimiento, es motivo de estudio de investigadores, que en 1940 emprendieron el primer proyecto en el sitio.

Las primeras investigaciones

De acuerdo con la Fundación Nacional de Arqueología de El Salvador (Fundar), el lugar de San Andrés tomó su nombre de la hacienda en la que se encontraba, de la cual fueron reservadas para su estudio 54 manzanas (38 hectáreas).

Su centro monumental alberga un complejo de pirámides y construcciones anexas en un área de aproximadamente 20 hectáreas.

En el lugar destacan al menos siete estructuras, entre ellas una denominada la “gran campana” que, a simple vista, es un montículo que se desconoce qué alberga en su interior, ya que no ha sido aún estudiada.

 

Pirámide en el sitio La Campana, San Andrés.

 

“A partir de los años 600 (d.C) se inició en San Andrés un programa de construcción monumental” hasta entonces inédito en la zona del valle de Zapotitán, relató el arqueólogo Paul Amaroli, quien ha dirigido varias investigaciones en este sitio, e indicó que en el lugar hay una “serie de pirámides alrededor de una plaza”.

“Las pirámides probablemente eran de carácter funerario, aunque no se ha comprobado que fueran para tumbas de reyes y reinas y familiares cercanos quizás”, dijo Amaroli, quien señaló que a sus moradores “les gustaba tener sus antepasados cerca”.

Entre el campesinado “yo tenía mi casa, quizás debajo del piso enterraba a mi abuelo o mi papá, o en el patio, para hacer ofrendas, para estar en contacto con ellos. En un palacio se aplicaban los mismos principios, querían tener sus personas cerca (...). Los monumentos funerarios estaban a poca distancia y en vez, quizás, de una sencilla piedra son pirámides con un oratorio encima”, detalló.

El primer excavador de San Andrés, John Dimick, dividió la zona monumental en dos sectores: una Acrópolis (plataforma que sostiene otras estructuras) y una Gran Plaza.

Las investigaciones descubrieron que la Acrópolis cubre una pequeña plaza abierta que fue rellenada con entre 500 mil y 600 mil ladrillos de adobe para convertirla en una plataforma elevada y de acceso restringido.

“Rellenaron todo el espacio en medio de la plaza (...), casi cubrieron las pirámides, y encima construyeron un palacio, que probablemente es el reflejo del que queda soterrado por el relleno. Lo que obtienen así es lo que se llama una acrópolis, una plataforma muy grande que sostiene otras”, sostuvo el arqueólogo.

La hermandad con Copán

Foto: Monumento maya en Copán

 

San Andrés comparte mucho con Copán, complejo situado en territorio de lo que hoy es Honduras y que fue una capital maya desde los 400 d.C.


Aseguró que a simple vista tienen en común el hecho de que ambas cuentan con una acrópolis con varias pirámides y junto a la acrópolis tienen un palacio y varios edificios.

“El tamaño es un poco mayor que la acrópolis de San Andrés. Al norte de la acrópolis de Copán hay una gran plaza definida por estructuras largas, poco investigadas”, sostuvo.

A juicio del experto, “a golpe de vista, San Andrés parecería como una versión simplificada de Copán”, y no descartó la posibilidad de que la ciudad en El Salvador se edificara bajo el amparo de la hondureña.

“Quizás muy directamente la dinastía de Copán (intervino en la fundación de la ciudad), enviando un hijo para establecer una dinastía local con unos cuantos guerreros y trabajando en una misma zona étnica, para ellos el mismo idioma, pero enseñoreándolo”, explicó el especialista.

Citó como otra hipótesis que esta ciudad en El Salvador “se emparentó” con Copán, probablemente mediante el matrimonio de una hija.

Amaroli destacó, por otra parte, que dentro de una de las estructuras estudiadas, que es una pirámide de varios niveles, se descubrieron una ofrenda y utensilios usados en rituales. Entre los elementos están una concha de mar espinosa en la que colectaban sangre, una espina de mantarraya usada para los autosacrificios, una vasija que se presume procedía del Petén (Guatemala) o Belice, así como un pedernal excéntrico inusualmente grande.

“Encontrar un pedernal excéntrico de esa magnitud, porque era de obsidiana, significa no solamente el poder organizativo que tenía la gente, sino también la relevancia religiosa que tenían y el poder de los sacerdotes”, declaró por su parte el director nacional de Patrimonio de la Secretaría de Cultura, Ramón Rivas, quien añadió que se trata de “un pedernal muy bien elaborado”.

Según los investigadores, los cetros de pedernal excéntricos eran objetos exclusivos a las actividades de las elites de los mayas en el período Clásico, tal vez con finalidades rituales.

Una parte de la historia

“San Andrés es el último reino maya en el sureste de Mesoamérica”, afirmó Amaroli, en tanto que Rivas destacó que las investigaciones apuntan a que existe evidencia de que los habitantes de esta zona compartían el conocimiento de los mayas.

“Aquí había científicos mayas, como astrónomos, expertos sociales y conocedores de la técnicas agrícolas que, unidos a los sacerdotes, tenían como tarea organizar la sociedad para mejorar la mutua convivencia”, expresó el director de Patrimonio.

Rivas dijo que “eran sociedades muy bien organizadas que, poco a poco, con los hallazgos arqueológicos, se trata de entender y de interpretar cómo pudieron haber vivido”.

Sobre el fin de esta civilización, los científicos consideran que San Andrés, Tazumal y otros centros del período Clásico Tardío en El Salvador fueron abandonados entre los años 850 y 900 d.C., en una versión local del llamado “colapso maya”, un fenómeno aún no aclarado y que es aún tema de debate.

En San Andrés hubo aún alguna actividad humana después del “colapso”, pero efectivamente el lugar dejó de existir como comunidad, según los investigadores. Amaroli dijo que durante las excavaciones en San Andrés se hallaron restos de vasijas similares a las de Cihuatán, otro de los asentamientos urbanos de la zona fundado hacia el año de 900 d.C., luego del llamado “colapso maya”.

“Casi da la idea de una conquista de un centro ya muy debilitado, quizás por el ‘colapso’, que quedó abandonado. Eso es lo último que se da en San Andrés hasta llegar a ser colonia”, apuntó. (EFE Reportajes)




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