Foto: El fresco presenta la cara de un hombre con una afilada barba negra en un fondo rojo.

Arqueólogos del Vaticano han descubierto usando tecnología láser lo que creen que es la imagen más antigua de San Pablo Apóstol, que dataría de finales del siglo IV, en los muros de una catacumba debajo de Roma.

Vía: SUN/NAGH | Informador.com.mx, Roma, 28 de junio de 2009

El periódico del Vaticano Osservatore Romano, que reveló el descubrimiento el domingo, publicó una foto de un fresco con la cara de un hombre con una afilada barba negra en un fondo rojo, dentro de un brillante halo amarillo. La frente está arrugada.

Expertos de la Comisión Pontificia para la Arqueología Sacra hicieron el descubrimiento el 19 de junio en la Catacumba de Santa Tecla en Roma y la describen como "la más antigua de la historia dedicada al culto del Apóstol", según el periódico del Vaticano.

El descubrimiento, que supuso quitar capas de arcilla y piedras caliza mediante láser, fue anunciado el día antes de la fiesta religiosa en Roma de San Pedro y San Pablo.

San Pedro y San Pablo son recordados por los cristianos como los primeros misioneros. San Pablo, que se convirtió en el camino a Damasco tras una visión de Jesús, llevó las Sagradas Escrituras a los griegos y romanos y fue martirizado en Roma alrededor del año 65 d.C.

Los primeros cristianos en Roma enterraron a sus muertos en catacumbas cavadas en la roca porosa de la ciudad y decoraron los muros interiores con imágenes devotas, con frecuencia de estilo pompeyano.

La noticia en la prensa italiana:

L'icona più antica di San Paolo (Corriere della Sera)

Foto: La restauratrice vittoriese Alma Ortolan una decina di giorni fa, con l’aiuto di un laser-da-restauro (strumento innovativo messo a punto da lei stessa in collaborazione con l’Università di Venezia e il Cnr di Firenze), ha infatti svelato il volto più antico di San Paolo.


El Papa desvela que los restos de la tumba de San Pablo son del apóstol



Vía: ABC.es, Roma, 29 de junio de 2009



Benedicto XVI clausuró ayer el Año Paulino desvelando que los restos que se guardan en el sarcófago bajo el altar mayor de la basílica de San Pablo Extramuros, en Roma, pertenecen al Apóstol de los Gentiles. Ante varios miles de fieles y representantes del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, el Papa informó de que recientemente se había practicado un pequeño agujero en el sarcófago, nunca abierto en 2.000 años, por el que se introdujo una sonda, que desveló la existencia en el interior de un precioso tejido de lino de color púrpura laminado en oro y otro de color azul con filamentos de lino, así como granos de incienso rojo y sustancias proteicas y calcáreas.

También se hallaron pequeños fragmentos óseos, que ahora han sido sometidos a la prueba del carbono 14. El Vaticano siempre ha dado por hecho que se trataba de los restos del Apóstol de los Gentiles, pero ahora «todo parece confirmar la unánime e incontrastable tradición de que se tratan de los restos mortales del apóstol Pablo, lo que nos llena de profunda emoción», según las palabras del Santo Padre. Según explicó Benedicto XVI, los expertos que realizaron la prueba del carbono 14 «desconocían de dónde provenían los fragmentos y han concluido que pertenecían a una persona vivida entre los siglos I y II».


Bajo el altar mayor

Desde el comienzo de su Pontificado, Benedicto XVI ha prestado una gran atención a San Pablo y a la majestuosa basílica sobre su tumba en la Vía Ostiense, fuera de los muros de la ciudad de Roma, como era obligatorio para los cementerios. Gracias a esa inspección arqueológica y la apertura de un hueco en un muro bajo el altar mayor, los peregrinos pueden ver ahora la gran lápida de mármol que cubre la tumba original de San Pablo, decapitado el año 64 o el año 67 de nuestra era durante una de las persecuciones de Nerón.

El Pontífice clausuró ayer el Año Paulino, un día antes de que se conmemore en el Vaticano a San Pedro y San pablo, los patrones de la Iglesia Católica. El Año Paulino lo abrió el Papa el 28 de junio del pasado año en el mismo lugar donde ayer lo cerró, acompañado de cardenales, obispos, sacerdotes y una delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, encabezada por los metropolitas Emmanuel y Gennadios.



Enviados especiales

Benedicto XVI, que dedicó este Año Paulino con motivo del 2.000 aniversario del nacimiento de San Pablo, Benedicto XVI ha querido clausurar también el Año Paulino en siete lugares relacionados con el apóstol, enviando a otros tantos cardenales. Así a Damasco, la ciudad a la que se dirigía Pablo de Tarso y en la que el perseguidor de cristianos se convirtió, envió al cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela.

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Comentario por jorge hugo bertran vall el junio 29, 2009 a las 2:48pm
esta verdadera revelacion de beneditoXVI, es el hallazgo mas importante en los utimos años para la iglesia, los restos hallados en san pedro de extramuros , su confirmacion tecnica , presentan a unos de los fundadores de la iglesia cristiana con toda legitimidad.///
jorge hugo bertran vall (bertranvall)
Comentario por David Montero el junio 29, 2009 a las 4:38pm
Entiendo que el Vaticano tiene que estar contento porque el carbono 14 no ha refutado la hipótesis de que los huesos de la tumba de San Pablo sean los del apóstol, tal como ha pasado con otros huesos ilustres. Pero de ahí a afirmar que la prueba indique o confirme que son los de Pablo de Tarso hay un salto de varios metros. Su Santidad parece estar en forma en esto del atletismo histórico.
Comentario por Giannini el junio 29, 2009 a las 5:29pm
Más o menos, lo mismo que considerar a los huesos que hay en la Catedral de Santiago como procedentes del apóstol, que se lo creen ellos y los que aceptan de forma acrítica todo lo que venga de la Iglesia Católica.
Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el julio 1, 2009 a las 3:32pm

He aquí una novedad informativa más sobre este retrato de San Pablo aparecida en Ecclesia Digital.


"Nuevos descubrimientos. Por qué se le dio a San Pablo el rostro de un filósofo"

Escrito por Sandro Magister

La más antigua representación del apóstol se encontró a poca distancia de su tumba, también objeto de nuevas investigaciones. La Iglesia quiso representarlo como el Platón cristiano, lo cual fue una decisión audaz, y muy actual también hoy.

ROMA, 30 de junio de 2009 – El año dedicado a San Pablo, a dos mil años de su nacimiento, concluyó con dos importantes descubrimientos anunciados el mismo día, en la vigilia de la festividad del santo.

El primer descubrimiento lo ha revelado Benedicto XVI en persona, en la homilía de las vísperas del 28 de junio, en la basílica romana de san Pablo Extramuros:

"Estamos congregados en la tumba del apóstol, cuyo sarcófago, conservado bajo el altar papal, ha sido recientemente objeto de un atento análisis científico. En el sarcófago, que no ha sido abierto jamás durante tantos siglos, se practicó una pequeñísima perforación para introducir una sonda especial, mediante la cual se han puesto de manifiesto huellas de un precioso tejido de lino de color púrpura, recubierto con oro cequí, y de una tela de color azul con filamentos de lino. Se ha puesto de manifiesto también la presencia de granos de incienso rojo y de sustancias proteicas y calcáreas. Además, el análisis de pequeñísimos fragmentos óseos, sometidos al examen del carbono 14 por parte de expertos que desconocían su procedencia, ha dado como resultado que pertenecieron a una persona que vivió entre los siglos I y II de la era cristiana. Esto parece confirmar la unánime e indiscutible tradición que se trata de restos mortales del apóstol Pablo".

También para Pablo entonces – como antes para el apóstol Pedro, cuya tumba está identificada ahora con seguridad, bajo el altar mayor de la basílica de San Pedro en el Vaticano – se ha confirmado que está sepultado precisamente donde ha sido venerado siempre: bajo el altar mayor de la basílica romana que le está dedicada.

El segundo descubrimiento ha sido anunciado por "L'Osservatore Romano", en su edición del 28 de junio.

Es el descubrimiento de la más antigua representación que se conoce del apóstol Pablo, que se remonta a fines del siglo IV: la representación se reproduce en la parte inferior de esta página.

Esta imagen de Pablo apareció el 19 de junio pasado, en las excavaciones que están llevándose a cabo en una catacumba que tiene el nombre de santa Tecla, a lo largo de la via Ostiense, que lleva de Roma al mar, a poca distancia de la basílica del apóstol.

Al limpiar con rayos láser la bóveda de un cubículo, los arqueólogos han visto salir a la luz una exuberante decoración pintada al fresco. En el centro de la bóveda apareció la imagen del Buen Pastor, con cuatro círculos a su alrededor y con las figuras de Pablo, la mejor conservada de Pedro y probablemente la de otros dos apóstoles.

En dos amplios informes publicados en el diario de la Santa Sede, los arqueólogos Fabrizio Bisconti y Barbara Mazzei, han proporcionado todos los detalles del descubrimiento. Pero hay un elemento que impacta más que los otros, y remite a los motivos que llevaron a representar al apóstol Pablo tal como lo vemos en este fresco, y luego en otros posteriores, con el aspecto de un filósofo pensativo, la mirada penetrante, la frente alta, la calvicie incipiente y la barba puntiaguda.

En efecto, en una muestra de arte dedicada a san Pablo, inaugurada hace pocos días en un ala de los Museos Vaticanos, se exponen las cabezas de dos filósofos, (esculpidas en la época romana), uno de los cuales es probablemente Plotino, y que presentan fuertes semejanzas con las antiguas representaciones de Pablo, a partir de aquélla que ha sido descubierta ahora.

La misma cuestión se plantea para el apóstol Pedro, representado tradicionalmente con cabellera corta, espesa y cándida, con rostro amplio y la mirada decidida, también con la barba corta y llena. Y lo mismo también para otros protagonistas de la historia sacra.

La técnica del retrato estaba muy difundida en el arte griego y en el arte romano. Pero en la cultura hebrea las imágenes estaban prohibidas, razón por la cual era impensable que Pablo y los otros se hicieran retratar. Sólo más tarde la Iglesia aceptó representar las celebridades de la fe cristiana.

¿Pero cómo? He aquí la sugestiva explicación que ha dado el profesor Antonio Paolucci, director de los Museos Vaticanos y gran historiador del arte, al presentar la muestra sobre san Pablo:

"El problema se planteó entre los siglos III y IV, cuando una Iglesia ya difundida y estructurada asumió el riesgo grande y genial que está a la base de toda nuestra historia artística. Aceptó e hizo propio el mundo de las imágenes y lo aceptó en las formas en las que lo había elaborado la tradición estilística e iconográfica helénico-romana. De este modo, sucedió que Cristo -buen pastor- asumió el rostro de Febo Apolo o de Orfeo, y que en la fosa de los leones Daniel tuviera el semblante de Hércules, el desnudo atleta victorioso.

"¿Pero cómo representar a Pedro y Pablo, los príncipes de los apóstoles, las columnas que sostienen a la Iglesia, los fundamentos de la jerarquía y de la doctrina? Alguien tuvo una feliz idea: dio a los proto-apóstoles los semblantes de los proto-filósofos. Así Pablo, calvo, barbado, el aire grave y absorto del intelectual, tuvo el rostro de Platón o quizás de Plotino, mientras que el de Aristóteles le fue dado al pragmático y terrenal Pedro, que tiene la tarea de guiar en medio de las insidias del mundo a la Iglesia practicante y combatiente".

Si así sucedió, la Iglesia de los primeros siglos no tuvo entonces ninguna timidez en atribuir a los apóstoles, y en particular a Pablo, la cualidad de filósofo, ni en trasmitir, estudiar y proclamar su pensamiento en su totalidad, que por cierto no es fácil de comprender y aceptar.

Lo mismo se puede decir de los Padres de la Iglesia. En una fase del cristianismo en expansión, en una fase en la que la transmisión de la fe cristiana a los gentiles estaba en pleno desarrollo, la Iglesia no pensó jamás en aguar o domesticar el propio mensaje para hacer que sea de fácil aceptación por los hombres de la época.

El retrato de Pablo filósofo es advertencia elocuente para todo aquél que considera inactual a un Papa teólogo como Benedicto XVI, moderno Padre de la Iglesia.

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Este comentario, aparecido en Ecclesia Digital, suscita varias reflexiones:

1º Por lo visto no sólo aparece en la catacumba referida de Santa Tecla la figura del apóstol Pablo, sino otra del Buen Pastor (con cuatro círculos, de los que no se nos dice nada más), otra de Pedro (bien conservada, al parecer) y probablemente la de otros dos apósteles.

De donde se deduce que el descubrimiento es más importante de lo que en principio se ha presentado, lo que lleva a preguntarse, a su vez, la razón por la cual sólo ha saltado como noticia relevante la imagen de San Pablo. ¿Por qué no se ha proporcionado también la imagen de San Pedro de la que se dice, además, que se halla en buen estado de conservación? ¿Por qué se escamoteó y no se amplió debidamente esta información?

La posible razón de dar preferencia sólo a la imagen de San Pablo por coincidir con el cierre del Año Paulino se me antoja muy precaria, dada la excepcional importancia del conjunto del fresco en cuestión. Tal se diría que el Vaticano, en su intento de reafirmar la autenticidad del sepulcro de San Pablo, añadiendo esta imagen de la catacumba de Santa Tecla, no ha querido distraer o minusvalorar este argumento indirecto, incluyendo la figura de San Pedro que también aparece, y que, como tal imagen o figura, proporciona, por lo demás, igual interés que la de San Pablo.

2º ¿Debemos deducir del comentario que ofrece esta noticia que, al igual que el rostro de San Pablo recién descubierto se le asocia en su parecido a los modelos de que se tenían de Platón o de Plotino, el también hallado rostro de San Pedro aparecería asociado a los modelos iconográficos que de Aristóteles se disponían? No parece estar muy claro este punto, y habría sido de agradecer que se hubiese proporcionado una fotografía del mismo. Habrá que esperar a ver si algún día es posible.

3º En cuanto a la interpretación que ofrece la noticia sobre la representación de tan principales apóstoles, tomando como modelos las figuras de tan descollantes filósofos, no es nada de extrañar dada la tempranísima utilización de los conceptos de la filosofía griega por parte del Cristianismo en la resolución de muchas de sus antinomias teológicas y en el desarrollo de sus concepciones ético-morales.

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