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Hace unos 800 años, mucho antes de que existieran aplicaciones de citas o encuentros, los polinesios del Pacífico Sur y los nativos sudamericanos de lo que actualmente es Colombia llegaron a hibridar entre ellos, creando una firma genética que todavía existe en algunos polinesios hoy en día, según un nuevo estudio.
Sin embargo, los científicos no están seguros en dónde ocurrió este cruzamiento. Es posible que los nativos sudamericanos viajaran a la Polinesia, o alternativamente, los polinesios navegaran hasta la actual Colombia y luego regresaron a las islas de Polinesia llevándose consigo a sus hijos fruto de la hibridación y tal vez, incluso, unos pocos nativos americanos con ellos, dicen los investigadores.
"No podemos asegurar de modo definitivo quién hizo contacto con quién", dice a Live Science el investigador principal del estudio Alexander Ioannidis (izquierda), investigador postdoctoral de ciencias de datos biomédicos en la Universidad de Stanford.
Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo sobre el contacto entre los polinesios y los nativos sudamericanos. Varias pistas sugieren que los isleños y los continentales se pusieron en contacto en algún momento; por ejemplo, los cultivos del Nuevo Mundo como la batata o boniato y la calabaza se encuentran en el registro arqueológico polinesio. "La batata o boniato es originaria de América, pero también se encuentra en las islas de Oceanía, a miles de kilómetros de distancia", indica Ioannidis. "Además de eso, la palabra para la batata en los lenguajes polinesios parece estar relacionada con la palabra utilizada por los indígenas de los Andes".
En 1947, el explorador noruego Thor Heyerdahl demostró que el viaje era posible al llevar a cabo la expedición Kon-Tiki, cuando navegó en una balsa de madera más de 7.000 kilómetros, durante 101 días, desde Perú a Polinesia (derecha).
Sin embargo, varios estudios genéticos han arrojado conclusiones contradictorias sobre si los nativos sudamericanos tuvieron contacto con los polinesios antes de la llegada de los europeos a una isla en el este de Polinesia llamada Isla de Pascua, o Rapa Nui, en 1722. Sin embargo, estos estudios tendieron a realizar muestreos pequeños y mirar sólo ciertas partes del genoma.
En el nuevo estudio, publicado en Nature, se ha llevado a cabo el primero y más grande análisis genómico tendente a abordar el misterio relativo a polinesios-nativos sudamericanos. Los investigadores estudiaron a 807 individuos indígenas de 17 poblaciones de islas del Pacífico (esto es, islas de Polinesia y Vanuatu, en Melanesia) y 15 grupos nativos de la costa del Pacífico de América del Sur. Sus resultados muestran "evidencias concluyentes del contacto entre individuos polinesios e individuos nativos sudamericanos alrededor del año 1200 d. C.", manifiestan los investigadores.
Sin embargo, a pesar de que Rapa Nui es la isla de Polinesia más cercana a Sudamérica no fue el primer lugar que albergó personas con ascendencia polinesia-nativa sudamericana, dicen los investigadores. Por el contrario, éstos encontraron evidencias de que hacia 1150 los nativos de Polinesia ya habían llegado primero a las islas Marquesas del Sur, a más 3.500 kilómetros de Rapa Nui. A partir de ahí, colonizaron las Marquesas del Norte en 1200, las islas Palliser y la isla Mangareva en 1230, y finalmente Rapa Nui en 1380.
Crédito de la imagen: Nature
Después de recolectar el ADN de los participantes en el estudio -lo que constituyó un gran esfuerzo que incluyó anuncios de radio y reuniones con nativos de Polinesia-, los científicos separaron aquellos fragmentos de ADN que provenían de ascendencia polinésica indígena de aquellos fragmentos que provenían de fuentes externas, tales como Europa o África. En otras palabras, después de establecer una "referencia" de fondo, los científicos sabían qué secuencias de ADN provenían de qué poblaciones determinadas.
En particular, el equipo se concentró en las secuencias de los nativos sudamericanos que se encuentran en los genomas polinésicos. Un estudio anterior de 2014, publicado en la revista Current Biology, había demostrado que parte del ADN de nativos sudamericanos se transfirió a algunos genomas polinésicos aproximadamente entre los años 1300 y 1500, pero esa investigación no determinó de qué región de América del Sur provenían esas personas indígenas que transfirieron ADN. En el estudio actual, los investigadores han identificado que la firma genética indígena transmitida es similar a la del pueblo Zenú, un grupo de nativos sudamericanos que vive en Colombia.
Crédito de la imagen: Ioannidis et al., Nature.
Posteriormente, el equipo utilizó varios métodos estadísticos para determinar en qué momento histórico los polinesios se habían cruzado con los nativos sudamericanos. "Todos los métodos de datación dieron la misma fecha, correspondiente con el periodo de la Edad Media, alrededor del año 1200", dijo Ioannidis. "Es decir, eso es mucho antes de que los europeos entraran en escena".
Este es un detalle importante, relata Ioannidis, ya que miles de isleños del Pacífico, incluidos 1.407 individuos de Rapa Nui, fueron secuestrados durante las redadas de esclavos peruanos de 1862-1863. De los capturados, unos 20 regresaron a Rapa Nui. Además, Rapa Nui se convirtió en territorio chileno en 1888. Es posible que estos eventos hayan provocado un cruzamiento entre polinesios y nativos sudamericanos, lo que habría introducido el ADN sudamericano en los genomas de las siguientes generaciones polinésicas, razón por la cual algunos investigadores han argumentado que tales cruzamientos explicarían, en realidad, el porqué algunos polinesios tienen ADN de nativos sudamericanos.
Las famosas estatuas moái de la isla de Rapa Nui, en el enclave de Rano Raraku. Crédito de la imagen: Javier Balanco.
Como se ha dicho, el estudio genético no logró saber dónde tuvo lugar el evento de hibridación, y tampoco el viento o las corrientes oceánicas que propiciaron el contacto. Ahora bien, ambos viajes, desde Polinesia a Colombia y desde Colombia a Polinesia, son posibles en base a los patrones modernos de vientos y corrientes oceánicas.
"Se sabe que los antiguos polinesios navegaban en contra del viento, por lo que si necesitaban dar la vuelta podían revertir fácilmente el curso de su viaje", afirma el investigador Dr. Andrés Moreno-Estrada (izquierda), profesor de genética en el Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad (LANGEBIO) en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (CINVESTAV) en México.
Además, los vientos alisios y la corriente oceánica ecuatorial sur se mueven de este a oeste desde Colombia, lo que habría canalizado a los viajeros de Colombia a las islas Marquesas de la Polinesia.
"La aportación genética se deriva probablemente de un único contacto con indígenas sudamericanos en algún punto de la Polinesia que dispersó su ADN en estas islas. La aportación promedio de este evento antiguo entre los pobladores actuales polinesios ronda alrededor del 5 % y es distinta a la abundante contribución reciente de genes Mapuche que ha experimentado Rapa Nui o Isla de Pascua desde su anexión a Chile en 1888”, aduce el investigador mexicano.
"Nuestro laboratorio en México ha estado muy interesado en comprender la diversidad genética de las poblaciones de toda América Latina y, en general, de las poblaciones subrepresentadas en la investigación genómica", dice Andrés Moreno-Estrada. "A través de esta investigación, queríamos reconstruir las raíces ancestrales que han moldeado la diversidad de estas poblaciones y responder a preguntas profundas y antiguas sobre el contacto potencial entre los nativos sudamericanos y los isleños del Pacífico, conectando dos de las regiones más poco estudiadas del mundo", concluye Moreno-Estrada.
En un artículo de opinión en News and Views, publicado adjunto en el mismo número de Nature, Paul Wallin (derecha), un arqueólogo de la Universidad de Uppsala, en Suecia, que no participó en el estudio, escribió: "desde un punto de vista arqueológico, ahora es importante ver si este modelo genético propuesto encaja con los estudios de cultura material, los registros etnohistóricos, la lingüística y las evidencias de distribuciones de plantas y animales". Todos estos datos podrían fortalecer y arrojar luz sobre la conexión entre los nativos sudamericanos y los polinesios.
Wallin agregó que los humanos probablemente se establecieron en Rapa Nui sobre el año 1200 a más tardar. Por tanto, aunque el evento de hibridación en Rapa Nui data aproximadamente del año 1380, es muy posible que la isla ya estuviera poblada por otros polinesios.
Fuentes: livescience.com | phys.org | agenciasinc.es | nytimes.com | 9 de julio de 2020
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leer a Thor Heyerdahl
¿Los antiguos sudamericanos se establecieron en Polinesia? La evidencias no lo demuestran fehacientemente
Moáis, o las enigmáticas estatuas de la Isla de Pascua, en la cantera Rano Raraku. CHANEY KWAK / WASHINGTON POST
Autores:
Lisa Matisoo-Smith (izquierda)
Professor of Biological Anthropology, University of Otago
Anna Gosling (derecha)
Research Fellow, University of Otago
¿Cómo llegaron a vivir los pueblos polinesios en las lejanas islas del Pacífico? La pregunta ha intrigado a los investigadores durante siglos.
El explorador noruego Thor Heyerdahl llamó la atención del público cuando navegó en una balsa de madera llamada Kon-Tiki desde Perú a Polinesia en 1947. Su objetivo era demostrar que tales viajes eran posibles, apoyando así teorías que vinculaban los orígenes polinesios con las Américas.
Décadas de investigación en arqueología, lingüística y genética, muestran que los orígenes polinesios se encuentran al oeste, en última instancia, en las islas del sudeste asiático. Sin embargo, el mito de las migraciones desde América se ha mantenido en la ciencia popular y en sitios web sobre posibles conspiraciones.
¿Nuevas pruebas para los intrusos amricanos?
Un nuevo estudio publicado en Nature informa de evidencias genéticas de ascendencia nativo-americana en varias poblaciones polinesias. El trabajo, realizado por Alexander Ioannidis y sus colegas, se basa en un análisis genético de 807 individuos de 17 poblaciones de islas polinésicas y de 15 comunidades indígenas de América Central y del Sur.
Otros investigadores han encontrado previamente evidencias de ADN indígena-americano en los genomas de los habitantes modernos de Rapa Nui. (Rapa Nui, también conocida como Isla de Pascua, es la parte de Polinesia más cercana a América del Sur).
Sin embargo, el momento estimado de estas interacciones suscita preocupación. Los análisis de ADN de restos esqueléticos antiguos en Rapa Nui no encontraron evidencias de tal mezcla o relación. Esto sugiere que el componente genético "amerindio" probablemente se introdujo más tarde, a través de colonos chilenos.
Ioannidis y sus colegas encontraron ADN indígena del sur de América en los genomas de los modernos habitantes de Rapa Nui, pero afirman que es fruto de un segundo pulso de contacto. También encontraron signos de contacto anterior, provenientes de lugares tan al norte como Colombia o incluso México.
Más novedoso es el hecho de que esta señal anterior también se encontró en muestras modernas de ADN recolectadas en la década de 1980 en los archipiélagos de las Marquesas y Tuamotu. Los investigadores argumentan que esto probablemente se deba a un solo "evento de contacto" alrededor del año 1200 d C., y posiblemente tan pronto como 1082 d. C.
Ambas fechas sugeridas para este primer evento son anteriores a las generalmente aceptadas para el asentamiento poblacional en Rapa Nui (1200-1250 d. C.). La fecha más antigua es anterior a cualquier evidencia arqueológica de un asentamiento humano en las Marquesas o en cualquiera de las otras islas en las que se identifica tal circunstancia.
Ioannidis y sus colegas explican esto al sugerir que tal vez "a su llegada, los colonos polinesios se encontraron con una pequeña población indígena ya establecida".
Anna Gosling / Wilmshurst y col. (2011)
Seguir el rastro de la kūmara (patata)
La fecha de 1200 d. C., y la ubicación más al norte del presunto contacto en el continente sudamericano no son irrazonables. Son consistentes con la presencia y distribución de la patata dulce (boniato) o kūmara.
Esta planta de las Américas se encuentra en toda la Polinesia Oriental, y nos brinda la evidencia arqueológica y lingüística más sólida, y ampliamente aceptada, del contacto entre la Polinesia y América del Sur.
Restos de kūmara de hace unos 1.000 años se han encontrado en las Islas Cook, en el centro de la Polinesia. Cuando los colonos polinesios se establecieron en los extremos del triángulo polinesio (Hawai, Rapa Nui y Aotearoa Nueva Zelanda) entre 1200 y 1300 d.C., llevaban kūmara en sus canoas.
Por lo tanto, el contacto con las Américas para ese momento se ajusta a los datos arqueológicos. Sin embargo, la sugerencia de que fueron los nativos sudamericanos quienes hicieron el viaje, es donde creemos que el argumento descarrila.
Los viajeros polinesios viajaron en canoas de doble casco como el Hokule'a, una reconstrucción de una embarcación tradicional construida en la década de 1970. Phil Uhl / Wikimedia, CC BY-SA
Una gran proeza de navegación
Los polinesios se encuentran entre los mejores navegantes y marineros del mundo. Sus antepasados habían estado realizando viajes en mar abierto durante al menos 3.000 años. Las canoas polinesias de doble casco navegaban rápida y sistemáticamente hacia el este, a través del Pacífico, y no se habrían detenido hasta llegar a la costa de las Américas. Luego, habrían regresado a casa, empleando sus probadas habilidades en navegación y marinería.
Si bien Heyerdahl demostró que las balsas hechas en América podían llegar al centro del Pacífico, los indígenas sudamericanos no tienen antecedentes de viajes en mar abierto. Del mismo modo, no hay evidencias arqueológicas de ocupación pre-polinésica en ninguna de las islas de Polinesia.
Limitaciones del análisis genético
Los análisis genéticos que intentan reconstruir eventos históricos basados en datos de poblaciones modernas están llenos de posibles fuentes de error. Abordar preguntas donde solo unos pocos cientos de años introducen una gran diferencia es particularmente complicado.
El modelado de la historia de las poblaciones debe considerar los impactos demográficos, tales como la despoblación masiva causada por enfermedades y otros factores asociados con la colonización europea.
Ioannidis y sus colegas tomaron esto en cuenta para la isla de Rapa Nui, pero no para las islas Marquesas. Estimaciones sobre la disminución de la población en las Marquesas de 20.000 individuos en 1840 a solo alrededor de 3.600 en 1902 indican un cuello de botella significativo.
Las islas Marquesas en lo que hoy es la Polinesia Francesa son uno de los sitios potenciales para el contacto sudamericano propuesto por Ioannidis y sus colegas. James Shrimpton / AAP
La elección de poblaciones comparativas también es interesante. La única población del Pacífico no polinesio-oriental utilizada en los análisis fue de Vanuatu. Las poblaciones aborígenes taiwanesas se utilizaron como representativas de la población ancestral austronesia "pura" para los polinesios.
Esto está mal y es demasiado simplista. Los genomas polinesios mismos están intrínsecamente mezclados. Son el resultado de matrimonios mixtos entre personas probablemente de una tierra natal en una isla del sudeste asiático (no necesariamente Taiwán) y otras poblaciones encontradas en el camino a través del Pacífico.
Los cromosomas Y polinesios y otros marcadores muestran una clara evidencia de mezcla con las poblaciones del Pacífico occidental. Excluir otras poblaciones oceánicas y asiáticas de los análisis puede haber sesgado los resultados. Curiosamente, la cantidad de mezcla nativo-americana identificada en las muestras polinesias se correlaciona con la cantidad de mezcla europea encontrada en esas poblaciones.
Finalmente, como muchos estudios genéticos de población recientes, Ioannidis y sus colegas no analizaron las secuencias de todo el genoma. En su lugar, utilizaron matrices de lo que se denomina polimorfismo de un solo nucleótido (SNP).
Las matrices SNP están diseñadas en función de la variación genética identificada a través de estudios de genomas principalmente asiáticos, africanos y europeos. Muy pocos genomas del Pacífico u otros indígenas de Polinesia se incluyeron en las bases de datos utilizadas para diseñar matrices de SNP. Esto significa que la variación en estas poblaciones puede ser malinterpretada o subestimada.
Resumiendo
Si bien los resultados presentados por Ioannidis y sus colegas son muy interesantes, comprenderlos completamente requerirá un nivel de compromiso académico que puede llevar algún tiempo.
¿Se produjo el contacto entre polinesios e indígenas americanos? Evidencias significativas indican que pudo ser. ¿Los nuevos datos prueban esto? Quizás, pero hay una serie de factores que necesitan más investigación. Idealmente, nos gustaría ver evidencias en muestras genéticas más antiguas. El compromiso con las comunidades del Pacífico involucradas en el estudio también es fundamental.
Sin embargo, si los datos y los análisis son correctos, ¿se puede admitir que el proceso probablemente se produjo a través de la llegada de indígenas americanos, por su cuenta, a una isla en el este de Polinesia? Esto, argumentamos, es altamente cuestionable.
Fuente: theconversation.com | 12 de julio de 2020
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