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Homenaje al sol, un barco vikingo en Reikiavik (Islandia) (tailiwei / tailiwei- iStockphoto).
Cuentan las famosas sagas islandesas que los primeros humanos en arribar a esta isla, situada entre Groenlandia y Noruega, fueron monjes irlandeses en el siglo VIII, aunque poco duraron allí, porque fueron rápidamente expulsados por los vikingos a finales del siglo IX. Según el manuscrito Landnámabók (El libro del establecimiento), el primer asentamiento permanente se fundó en 874 en lo que hoy es la capital islandesa, Reikiavik, con escandinavos que traían consigo esclavos de origen celta. Cuentan las sagas, además, que aquellos vikingos secuestraban a las mujeres celtas más bellas y se las llevaban a esta isla de hielo y fuego.
Y así es como se crea Islandia , cuya historia también está inscrita en el ADN de sus habitantes. Un nuevo estudio, recogido esta semana en Science, demuestra que los primeros pobladores de la isla fueron nórdicos, celtas y también individuos que ya arribaron con mezcla de ADN y que presumiblemente procedían de asentamientos vikingos en lo que es hoy Reino Unido -sobre todo Escocia y norte de Inglaterra- e Irlanda.
Un esqueleto perteneciente a una mujer que data de la Islandia precristiana, antes del año 1000. (Ivar Brynjolfsson / The National Museum of Iceland).
Pero, sorprendentemente, la investigación señala que los actuales islandeses poco tienen que ver, genéticamente, con sus ancestros. De hecho, tras analizar el genoma de 25 restos fósiles hallados en enterramientos antiguos repartidos por toda la isla, los científicos han visto que los primeros colonos islandeses son muy similares genéticamente a la actual población escandinava, pero difieren de los habitantes vivos de esta isla volcánica.
Según este estudio, la genética de los islandeses modernos habría sido modelada a lo largo de los últimos 1100 años por las condiciones de extrema dureza y de aislamiento.
“La actual genética de los islandeses es consecuencia del aislamiento, las repetidas hambrunas y epidemias que han azotado la isla y que nos han llevado a una pérdida sustancial de diversidad genética”, explica a Big Vang Kári Stefánsson (izquierda), científico al frente de de CODE y coautor del trabajo. “Somos un ejemplo fascinante de cómo una población es modelada dramáticamente por el ambiente. Comparar el genoma de los actuales islandeses con el de los primeros pobladores demuestra como esta tierra ha cambiado a sus habitantes”.
Precisamente, al comparar ambos genomas se aprecia que el ancestro vikingo en Islandia pasó del 57%, en el momento de la colonización de la isla a un 70% actual. Según Stefánsson, ese cambio seguramente tiene que ver con un menor éxito reproductivo de los celtas. “Muchos de ellos eran esclavos que fueron traídos a la isla contra su voluntad”. También puede que haya influido una ola de inmigración danesa posterior. Dinamarca mantuvo control sobre Islandia desde 1380 hasta 1944; en 1930, por ejemplo, había 745 daneses en una población de 108.629 islandeses.
“Como cosa curiosa, hemos encontrado el primer caso de una anomalía cromosómica en un individuo, el síndrome de Klinefelter, que hace que un hombre tenga dos cromosomas X. Si bien son hombres, porque el cromosoma Y determina el género masculino, al tener doble cromosoma X, padecen ginecomastia [agrandamiento de las glándulas mamarias] y otros rasgos femeninos; son estériles, y padecen retraso mental”, cuenta a Big Vang el paleogenetista Carles Lalueza-Fox (derecha), investigador del Institut de Biologia Evolutiva (UPF-CSIC) y coautor de este trabajo.
El Dorado de los estudios genéticos
“Islandia es seguramente la población mejor estudiada genéticamente”, asegura Carles. “Lo que hemos hecho ahora es completar su estudio genético con una base de datos genómicos de los primeros pobladores”, añade.
La historia de esta investigación se remonta a 2001, cuando desde de CODE, la compañía islandesa que lidera los estudios de análisis genético de la isla, le pidió a Lalueza-Fox que les ayudara a instalar un laboratorio de ADN antiguo en el Museo Nacional de Historia de Islandia. El investigador catalán se pasó un verano en Reikiavik asesorándolos y comenzaron de forma conjunta a estudiar las muestras que el museo tenía de restos antiguos.
“Se trata de una población que ha estado aislada durante los últimos 1100 años, que es una muestra pequeña -330.000 habitantes- pero lo suficientemente grande como para que estén todas las enfermedades representadas. Todas esas características convierten a Islandia en un gran laboratorio experimental para encontrar la base genética de muchas enfermedades complejas”, considera este paleogenetista, quien remacha que, asimismo, “combinando la información genética con la genealogía, ya que muchos islandeses actuales son capaces de retroceder en su árbol genealógico incluso hasta los primeros vikingos, se podrá llegar a estudiar cómo emergen determinadas mutaciones o enfermedades”.
Fuente: lavanguardia.com| 31 de mayo de 2018
Los restos de uno de los primeros pobladores de Islandia, con su espada. Ivar Brynjolfsson / Museo Nacional de Islandia
Cuando trabajaba en Oxford, hace 20 años, trabé amistad con un estudiante islandés llamado Agnar Helgason (en Islandia los apellidos se construyen por el curioso procedimiento de añadir al nombre del padre la terminación "-son" si es un varón o "-dottir" si es una mujer) a cuya casa acudía cada día a tomar café al salir del laboratorio (Islandia es el tercer país del mundo donde más café se consume). En una fiesta en su jardín para la comunidad islandesa tuve ocasión de probar uno de sus platos nacionales, el hákarl, un tiburón ártico que se ha dejado fermentar y secar durante meses hasta convertirlo en algo espantoso. El hedor que despide es tal que siempre se come al aire libre. Solo pude ingerirlo con considerables tragos de brennivin, un licor tradicional islandés cuyo sobrenombre svarti dauði ("muerte negra") hace referencia, como descubrí a la mañana siguiente, a las terribles resacas que produce.
De vuelta a su isla, Agnar terminó trabajando como investigador en una compañía privada de genética, conocida como deCODE Genetics (actualmente forma parte de la farmacéutica Amgen). Esta empresa se aprovechó de que Islandia es una población aislada y fundada a partir de un grupo inicial pequeño —lo que limita la diversidad genética a estudiar—, pero al mismo tiempo suficientemente grande como para que todas las enfermedades complejas que afligen a los europeos actuales estén representadas. Al combinar la información genética con la genealógica, deCODE ha podido descubrir la base hereditaria de numerosas enfermedades. Hace unos años, por ejemplo, pudo determinar que los 102 asmáticos de Islandia procedían todos de una única pareja que vivió en la segunda mitad del siglo XVII.
La colonización de Islandia empezó en el año 874, cuando el caudillo vikingo Inólfr Arnarson llegó a la zona de la actual Reikiavik y se asentó allí de forma permanente. En los 150 años siguientes, diversos emigrantes vikingos procedentes de Noruega junto con sus esclavos de origen celta —procedentes en su mayoría de Irlanda y Escocia— fueron llegando a la isla, coincidiendo con un período de bonanza climática. El flujo migratorio hacia Islandia se ralentizó hasta casi interrumpirse a partir del año 1000 —cuando Islandia se convirtió al cristianismo por votación (!)— hasta la edad moderna.
Los cerca de 330.000 islandeses actuales descienden casi todos de aquellos pioneros de hace más de 1.000 años, hasta el punto que todos están interconectados. Por increíble que parezca, todos son parientes, más o menos lejanos, de la cantante Björk o de sus propias parejas. Pero aún así, ha habido elementos externos; Hans Jonatan, un esclavo africano nacido en 1784 en las islas Vírgenes (su padre era el amo danés de la plantación) escapó a Dinamarca, donde un tribunal, a instancias de su madrastra, le condenó en 1802 a ser deportado como esclavo a su lugar de origen. En vez de esto, nuestro protagonista desapareció. En realidad se fue a Islandia, donde tuvo hijos y murió en libertad en 1827. Los analistas de deCODE han reconstruido el 38% del genoma de Jonatan a partir del análisis de 182 de sus actuales 780 descendientes, todos ellos con el aspecto típico de un islandés.
Un nieto del esclavo africano Hans Jonatan. H. Tomasdottir
En verano de 2001 me trasladé a Reikiavik para ayudar a establecer un laboratorio de ADN antiguo para mi amigo Agnar, ya que deCODE quería analizar también los genomas de los islandeses del pasado. Cuando hay luz solar todo el día, cuesta conciliar el sueño y puedes trabajar más, aunque al cabo de unas semanas te acabas pareciendo a Al Pacino en Insomnio. Este proyecto ha culminado hoy en una publicación en la revista Science, donde presentamos los genomas de 27 islandeses antiguos, la mayoría de ellos paganos y, por tanto, anteriores al año 1000.
Hemos descubierto que estos vikingos pioneros tenían un componente escandinavo del 55%, que era ligeramente distinto para hombres (56%) que para mujeres (52%); el resto era un sustrato genético de origen céltico, procedente de las islas británicas. Pero cuando hemos mirado el mismo componente escandinavo en la población islandesa actual, hemos constatado que rondaba el 70%. Este incremento es mucho mayor del que podría esperarse por azar en una población del tamaño de la islandesa, y la única explicación posible es que tener una ancestralidad escandinava representara una ventaja reproductiva. Hay que tener en cuenta que el componente de tipo céltico estaba representado en buena medida por esclavos y sirvientes, y parece lógico que estos tuvieran menos facilidades para tener descendencia.
Esto significa que Islandia se pobló mayoritariamente por hombres escandinavos y mujeres celtas, algunas de las cuales, sin duda, fueron llevadas contra su voluntad. Esta asimetría de sexos puede observarse también en las espectaculares diferencias entre el ADN mitocondrial (que se transmite por línea materna), que es de origen celta en un 62%, y el cromosoma Y (que se transmite de padres a hijos) y que es de origen escandinavo en un 75%. Curiosamente, también hemos descubierto el primer caso de una anomalía cromosómica del pasado, ya que uno de los individuos estudiados padecía el síndrome de Klinefelter (tenía, por tanto, dos cromosomas X y un Y, en vez de tener uno de cada).
La desigualdad de origen en el poblamiento de Islandia y las evidencias genéticas de una cierta segregación posterior entroncan en la naturaleza de otras migraciones dominadas por hombres que ejercen su poder de dominancia social y sexual. Este origen dominado por la desigualdad es sin duda paradójico si recordamos que, a finales del año 2017, Islandia fue el primer país que estableció que por ley hombres y mujeres debían de cobrar la misma remuneración por el mismo tipo de trabajo.
El genetista Carles Lalueza-Fox, experto en el estudio de ADN antiguo, es investigador del Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto de la Universidad Pompeu Fabra y el CSIC, en Barcelona.
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