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Nuestros antepasados Homo sapiens convivieron hace unos 40.000 años, durante la Edad de Hielo en Europa, con los neandertales, con los que llegaron a aparearse. Los Homo neanderthalensis también eran humanos, pero de otra especie y con diferencias acusadas respecto a nuestros ancestros directos. Eran más bajos y robustos, con pelvis más anchas y cajas torácicas más prominentes que sus coetáneos sapiens.
¿De dónde procedían esas diferencias? Según un nuevo estudio de la Universidad israelí de Tel Aviv, su dieta, basada en proteínas procedentes de carne de grandes animales, aceleró esos cambios físicos.
Para el profesor Avi Gopher (izquierda), coautor de la investigación, "la caja torácica en forma de campana propia de los neandertales tuvo que evolucionar para dar cabida a un hígado más grande, el órgano encargado de metabolizar proteínas para convertirlas en energía. Un metabolismo acelerado requería también aumentar el sistema renal: riñones y vejiga más grandes y capaces de eliminar la abundante y tóxica urea, lo que posiblemente dio lugar a una pelvis más ancha".
Según el citado experto, “las diferencias anatómicas entre 'sapiens' y neandertales eran bien conocidas, pero nuestro estudio aporta otra perspectiva. Durante los duros inviernos de la Edad de Hielo, la disponibilidad de hidratos de carbono y grasa escaseaba. Sin embargo, los clanes numerosos, típicos de los neandertales, se las arreglaron muy bien y aumentaron su población. Para eso necesariamente debieron adaptarse a una dieta muy rica en proteínas que, sin duda, impulsó esos cambios físicos y aceleraron su evolución".
Según el profesor Ran Barkai (derecha), otro de los coautores del estudio, “ya se sabe que la dieta jugó un papel clave en la evolución humana, y siempre hemos considerado que un alto consumo de grasa era una de las soluciones más efectivas para sobrevivir en ciertas condiciones. Y es que la cantidad de proteínas que los humanos podemos convertir en energía es limitada, alrededor del 30 % del total de nuestra dieta.
Por eso nuestra opción para evolucionar fue tomar más grasas e hidratos de carbono cuando estuvieran estacionalmente disponibles. En cambio, los neandertales consumieron menos carbohidratos por su adaptación biológica a una alimentación superproteica”.
Miki Ben-Dor (izquierda), otro de los coautores del estudio, añade: "Las poblaciones indígenas del Ártico, las cuales comen principalmente carne, también muestran hígados agrandados y tendencia a beber mucha agua, un signo del aumento de la actividad renal".
Los investigadores afirman que la dependencia total de los neandertales, respecto de los animales grandes, para responder a sus necesidades de grasa y proteína puede proporcionar pistas sobre su eventual extinción, la cual coincide con el inicio de la desaparición de la megafauna en Europa hace unos 50.000 años. Actualmente, el equipo está investigando más a fondo esta posibilidad.
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