El 'Hombre de Altamura" (Italia) proporciona el ADN más antiguo de un neandertal

Los restos del hombre de Altamura (Fuente: Superintendencia de Arqueología Puglia)

Fuente: meteoweb.eu | ANSA | 23 de marzo de 2015 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

El estudio de la evolución humana se enriquece con nuevos elementos gracias a los últimos análisis llevados a cabo sobre el esqueleto fósil conocido como "Hombre de Altamura", descubierto en 1993 en el interior del sistema kárstico de Lamalunga, en la Alta Murgia, Plugia, Italia.

En 2009, un proyecto elaborado por un equipo interdisciplinario, y coordinado por Giorgio Manzi (izquierda), de la Universidad Sapienza de Roma, y David Caramelli  (derecha), de la Universidad de Florencia, en colaboración con las autoridades locales y la Superintendencia de Arqueología de Puglia, puso en marcha un nuevo ciclo de investigación que ha producido información científica de gran interés, la cual se publica hoy en la prestigiosa revista American Journal of Human Evolution.

Según este estudio, el esqueleto fósil de Altamura, todavía atrapado entre formaciones de calcita, presenta características morfológicas y paleogeneticas que lo identifican como perteneciente a la especie Homo neanderthalensis.

Por otra parte, la misma investigación lo coloca cronológicamente en el intervalo final del Pleistoceno medio, entre 172.000 y 130.000 años atrás, por lo tanto, en una fase antigua de
la existencia de esta antigua especie humana extinta.

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A través del uso de metodologías innovadoras y tecnología avanzada, el equipo de investigación ha podido retirar de la cueva (en condiciones de máxima seguridad y esterilidad absoluta) una porción de hueso humano representado por un fragmento del omóplato. Aunque supone sólo una pequeña parte del esqueleto, el cual permanece todavía atrapado en la cueva, la información que ha sido capaz de revelar es de extremada importancia científica.

Tanto la morfología de la superficie articular, como el análisis de ADN extraído del hueso, han confirmado que, de hecho, el "Hombre de Altamura" era un neandertal, la especie que vivió en toda Europa hace entre 200.000 y 40.000 años.

''El análisis de ADN -explica Giorgio Manzi- apenas ha comenzado, pero ya nos da información importante, por ejemplo, confirma que el 'Hombre de Altamura' es un neandertal muy arcaico, y esto explica algunas de las características del esqueleto como la estructura ósea de la cara que es típica de un neandertal, a diferencia del cráneo, más arcaico''.

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La datación realizada sobre la muestra, y sobre varios fragmentos de estalactitas con la técnica
de Uranio-Torio, indica que el sistema kárstico de Lamalunga comenzó a estar activo antes de
189.000 años atrás y que las formaciones de calcita estratificada en las rocas y en el esqueleto humano comenzaron a depositarse hace entre 172.000 y 130.000 años, en el apogeo de la penúltima glaciación del Cuaternario.

Aunque existen en Europa y Oriente Próximo diversas muestras de fósiles relacionados con el Homo neanderthalensis, ninguna puede igualar por grado de integridad y estado de conservación el hallazgo de Puglia. Además, los resultados del análisis paleogenético han registrado la presencia de ADN endógeno, si bien altamente fragmentado. Estos primeros datos genéticos permiten, entre otros, considerar el esqueleto de Altamura como el neandertal más antiguo del que se ha extraído fragmentos de material genético (ADN mitocondrial), y, por lo tanto, es un excelente candidato -de gran interés- para el análisis genómico.

"El 'Hombre de Altamura' representa una formidable riqueza para el territorio de la Alta Murgia, el cual ya es rico en tesoros fósiles (como el rastro de huellas de dinosaurios del Cretácico tardío en las inmediaciones). Hay mucho que aprender de tal hallazgo humano. La esperanza en el futuro cercano es que este esqueleto fósil pueda ser el foco de una combinación virtuosa entre la investigación científica, la protección del patrimonio y su plena valoración", dijo Giorgio Manzi.

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El 'Hombre de Altamura' fue descubierto el 3 de octubre de 1993 en la cueva de Lamalunga, cerca de la Alta Murgia, en Puglia, por un grupo de espeleólogos del CARS (grupo de espeleología Altamura), los cuales lo llevaron al conocimiento de la comunidad científica, junto con investigadores de la Universidad de Bari. Es un auténtico tesoro paleontológico.

Se trata de un hombre prehistórico que se cayó, hace 150.000 años, en un pozo natural donde murió de inanición. Gotas de caliza lo han cubierto a lo largo de los años y lo han protegido hasta hoy. Tales restos humanos fueron encontrados al final de un estrecha galería de la cueva, en la esquina de una pequeña cavidad situada entre el pavimento y la pared del fondo, constituida por una potente cortina de estalactitas. Las diversas partes del esqueleto se distribuyen sobre un área alargada y estrecha y cubierta por un revestimiento calcáreo que a menudo adopta el aspecto de formaciones coraliformes. El cráneo aparece boca abajo y parcialmente inclinado a la izquierda, donde es claramente visible gran parte de la cara, órbitas y parte neural del cráneo.

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Extracción del fragmento de omóplato /MINISTERO DEI BENI E DELLE ATTIVITÀ CULTURALI E DEL TURISMO-SOPRINTENDENZA ARCHEOLOGIA DELLA PUGLIA

El alucinante hombre de Altamura

Fuente: EL PAIS.com | Nuño Domínguez | 18 de abril de 2015

Sólo un puñado de personas en todo el mundo ha tenido el privilegio de mirarle cara a cara. En 1993, un equipo de espeleólogos buscaba nuevas cuevas cerca de Altamura, una ciudad de unos 70.000 habitantes en el sur de Italia, muy cerca del tacón de la bota que forma la península. Tras bajar por una chimenea vertical de unos 15 metros encontraron tres pasillos. El del centro tenía unos 20 metros de largo. Cuando entraron, las lámparas de carburo iluminaron las paredes cubiertas de huesos de animales atrapados entre estalactitas y estalagmitas. Al final del pasillo había una pequeña cámara donde, desde una columna de material calcáreo, los exploradores descubrieron la alucinante calavera del Hombre de Altamura, uno de los fósiles humanos más espectaculares del mundo.

Los científicos que bajaron a la cueva siguiendo a los espeleólogos tomaron algunas fotografías, vídeos y describieron sucintamente el hallazgo. Probablemente, dijeron, se trataba de un hombre adulto que cayó a un pozo en el que había multitud de animales muertos. Sobrevivió a la caída, pero quedó paralizado y acabó muriéndose de hambre. No sabían de qué especie era ni tampoco cuándo vivió. Sí comprobaron que bajo el cráneo, también sepultados en una tumba de mineral, había muchos otros huesos del mismo individuo, imposibles de sacar sin dañar el extrañísimo conjunto.

Poco después el hombre de Altamura se convirtió en un “monumento intocable”. Las autoridades locales y regionales decidieron restringir la entrada a la cueva de Lamalunga y el excepcional hallazgo cayó en el más injusto de los olvidos, recuerda Giorgio Manzi, investigador de la Universidad de Roma La Sapienza. Ahora, más de 20 años después del descubrimiento, este paleoantropólogo italiano lidera un nuevo proyecto científico para intentar averiguar quién era el Hombre de Altamura.

Manzi y otros investigadores han vuelto a bajar a la cueva y, con la ayuda de un brazo robótico, han extraído un pequeño fragmento del omóplato del homínido. David Caramelli, experto en genética de la Universidad de Florencia y colaborador de Manzi, perforó el hueso con un taladro y envió un poco de polvo a su amigo Carles Lalueza-Fox (izquierda). Este paleoantropólogo español había sido uno de los expertos capaces de secuenciar el genoma del neandertal y ahora debía intentar extraer algo de ADN de este fósil. Era un más difícil todavía pues, a juzgar por las pocas fotos y vídeos grabados del cráneo, este humano podía tener hasta 400.000 años, una eternidad que suele aniquilar todo rastro de material genético. Mientras, otro equipo de Australia analizó una de las pequeñas formaciones calcáreas que había encima del hueso para intentar datarlo.

Los resultados, publicados recientemente en el Journal of Human Evolution, arrojan unos resultados espectaculares. El Hombre de Altamura vivió hace entre 130.000 y 172.000 años y su ADN demuestra que, sin duda, era un neandertal. “Creemos que es el esqueleto más completo y antiguo de un neandertal y además se trata del ADN más antiguo de esta especie que se ha obtenido nunca”, resalta Caramelli. La cueva ha actuado como una cápsula del tiempo, aunque aún no se sabe si podrá rescatarse suficiente ADN como para responder todas las preguntas que quedan abiertas.

La resurrección científica del hombre de Altamura también ha removido la cuestión de qué hacer con este tipo de hallazgos. Un océano de tiempo y el goteo lento del agua han cubierto parte del cráneo y el resto del esqueleto con pequeñas formaciones calcáreas en forma de coral hasta convertirlo en un ejemplar único. Los científicos creen que si se sacan los restos pueden responder muchas más preguntas sobre los neandertales, una especie tan cercana a la nuestra que llegamos... antes de que se extinguieran, hace unos 30.000 años. Pero para hacerlo deben destruir parte del conjunto.

Un caso complejo

Manzi reconoce que hay políticos regionales y locales y también parte de la sociedad que siguen viendo al hombre de Altamura como un monumento y apoyan dejarlo tal y como está. A su equipo le interesa sobre todo el cráneo, que, por su antigüedad y conservación, es único en Europa. Pero para estudiarlo habría que extraerlo de la gran columna de calcita en la que está sepultado y después eliminar los bultos que lo recubren con un vibroincisor, un martillo hidráulico en miniatura que hay que manejar con destreza para no dañar el fósil y que no limpia del todo las impurezas, explica Antonio Rosas (derecha), experto en neandertales del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC). Para este experto, que también ha participado en el rescate de fósiles de neandertales asturianos para la secuenciación del genoma neandertal, “si se saca este fósil dejará de ser único” para convertirse en “un neandertal más”.

Los coordinadores científicos del proyecto no tienen dudas. “El único modo de conocer bien los restos es estudiarlos y para hacerlo hay que sacarlos”, resume Manzi. “Es posible extraer los huesos sin destruirlos, si no nos arriesgamos a pasar otros 20 años sin que la comunidad científica pueda estudiar estos restos y, peor aún, la cueva podría quedar cerrada por movimientos de tierra y los perderíamos para siempre”, expone Caramelli. La opción de convertir el yacimiento en un museo es imposible, dada su inaccesibilidad, por eso quieren sacar parte de los huesos y exhibirlos en un centro especializado en la misma Altamura.

Manzi y Caramelli ya tienen un plan detallado para estudiar el estado de conservación y microclima de la cueva y después extraer parte de los fósiles, siempre con el permiso de las autoridades locales y de la región de Puglia. No será antes de un año y quizás se tarden dos o más, pero es viable, dice Manzi. Al fin y al cabo, señala, el trabajo no es tan difícil como el que ya se ha hecho en Sudáfrica para rescatar a Little Foot, un fósil engastado en roca más dura que hace apenas unas semanas puso patas arriba el árbol genealógico...

Un tesoro difícil de rescatar

"Sin duda este es el fósil más difícil de sacar de su tumba", opina Carles Lalueza-Fox, investigador de la Universidad Pompeu Fabra y el CSIC. Este experto consiguió recuperar un pequeño fragmento de ADN mitocondrial del hombre de Altamura. Este tipo de ADN lo legan las madres a los hijos, por lo que permite aclarar solo la mitad del linaje de este individuo. Por ahora, lo poco que muestra es que es un ADN "característico de los neandertales", dice Lalueza-Fox. El hombre de Altamura se ha convertido gracias a este estudio en un importante punto medio entre los pobladores de Atapuerca (Burgos) de hace unos 400.000 años, los homínidos más antiguos de los que se ha podido rescatar ADN, y las poblaciones posteriores que vivieron hace unos 50.000 en Asia y Europa. Para saber más detalles, hace falta más ADN, a ser posible del núcleo de la célula, donde se encuentra el grueso del genoma. Caramelli asegura que ya han rescatado otros dos fragmentos de hueso y que intentarán extraer de ellos más material genético.

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