Un estudio sobre el polen destaca una gran sequía durante la Edad de Bronce en el Mediterráneo oriental

El análisis de granos de polen tomados de sedimentos debajo del Mar de Galilea (en la foto) ha identificado un periodo de crisis que llevó al colapso de las civilizaciones del Levante meridional en la Edad de Bronce tardío.

Fuente: New York Times | Isabel Kershner | 22 de octubre de 2013 (Traducción de G.C.C. para Terrae Antiqvae)

Hace más de 3.200 años, la vida bullía en los alrededores de lo que hoy es esta metrópoli israelí de Tel Aviv, en la brillante costa mediterránea.

Al norte se situaba el poderoso imperio Hitita. Al sur, Egipto estaba en pleno apogeo bajo el reinado del gran faraón Ramsés II. Chipre era un emporio de cobre. Grecia disfrutaba la opulencia de la elitista cultura micénica, y Ugarit era una bulliciosa ciudad portuaria en la costa de Siria. En la tierra de Canaán, ciudades-estado como Hazor y Meggido florecían bajo la hegemonía egipcia. El vibrante comercio a lo largo de la costa del Mediterráneo oriental lo conectaba todo.

Sin embargo, después de 150 años, según los expertos, el viejo mundo estaba en ruinas.

Foto: Lugares destruidos por el cambio climático alrededor de 1.200 a. C.

Los historiadores se han preguntado durante mucho tiempo cuál fue la causa de esta crisis que llevó al colapso de la civilización en la Edad del Bronce tardío, y ahora creen que mediante el estudio de los granos de polen fosilizados han descubierto la misma.

En un estudio publicado el pasado lunes, en el Journal of Institute of Archaeology de la Universidad de Tel Aviv, los investigadores dicen que fue la sequía la que provocó el colapso en el antiguo Levante meridional.

Las teorías al respecto habían incluido modelos como la guerra, las plagas y los terremotos. Y aunque el cambio climático se había considerado como un factor primordial, sólo recientemente los avances en la ciencia han proporcionado a los investigadores la oportunidad de determinar la causa y retomar el caso.

El trabajo de investigación informa que un análisis inusual de alta resolución sobre granos de polen tomados en los sedimentos del Mar de Galilea y en la orilla occidental del Mar Muerto, y respaldado por una cronología robusta datada mediante radiocarbono, ha identificado un período de crisis entre los años 1.250 a 1.100 a.C.

A diferencia de los estudios que examinan procesos a más largo plazo, los cuales pueden requerir un análisis del polen en capas de 500 años, la cantidad de polen analizada en esta región se realizó a intervalos de 40 años a la más alta resolución, dijo el profesor Israel Finkelstein  (izquierda), del Instituto de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv.

Agregó que la singularidad del estudio radica también en la combinación de las ciencias exactas y el análisis arqueológico e histórico, al ofrecer la imagen más completa hasta el momento del colapso de la civilización en esta zona del Mediterráneo a finales de la Edad de Bronce.

"Egipto se fue. Para siempre", dijo el profesor Finkelstein. "Nunca volvió al nivel de prosperidad anterior".

El primer indicio de problemas registrado se produjo en el norte, en la segunda mitad del siglo XIII a.C., según el estudio, cuando una reina hitita escribió a Ramsés II, diciendo: "No tengo granos en mis tierras".

Hace varios años, el profesor Finkelstein y el profesor Steve Weiner  (derecha), del Instituto de Ciencias Weizmann, en Israel, recibieron una subvención del Consejo Europeo de Investigación para llevar a cabo una investigación encaminada a la reconstrucción del antiguo Israel.

El proyecto consta de 10 objetivos, incluyendo el estudio de ADN antiguo y arqueología molecular, un esfuerzo encaminado a identificar lo que podrían haber contenido recipientes de cerámica de 3.000 años de antigüedad.

Para estudiar la parte del cambio climático incluida en el proyecto, el profesor Finkelstein se unió a Dafna Langgut (izquierda), una palinologista -o investigadora del polen- de la Universidad de Tel Aviv, y el profesor Thomas Litt (derecha), del Instituto de Geología, Mineralogía y Paleontología, de la Universidad de Bonn, en Alemania.

Estudios recientes sobre granos de polen realizados por expertos en el sureste de Anatolia, Chipre, y a lo largo de la costa norte de Siria y el delta del Nilo, llegaron a resultados similares, aunque con menos control sobre la cronología, lo que indica que la crisis fue regional.

La Dra. Langgut describió en una entrevista cómo el equipo extrajo unos 18 metros de núcleos de sedimento fangoso del centro del Mar de Galilea, en el norte de Israel, pasando a través de unos 50 metros de agua y perforando hasta 20 metros en el lecho del lago, lo que abarca los últimos 9.000 años.

En Wadi Zeelim, al sur del desierto de Judea, en los márgenes occidentales del Mar Muerto, el equipo extrajo manualmente ocho núcleos de sedimentos, cada uno de aproximadamente 50 centímetros de largo.

"Los llevábamos sobre nuestras espaldas", dijo la Dra. Langgut.


Los granos de polen son uno de los materiales orgánicos más duraderos en la naturaleza, dijo ella, el que mejor se conserva en lagos y desiertos, y perdura durante miles de años. Cada planta produce su propia forma de polen distinto, como una huella digital. La extracción y el análisis de los granos de polen de cada estrato permite a los investigadores identificar la vegetación que crecía en la zona y reconstruir los cambios climáticos.

El trabajo de laboratorio se llevó a cabo parte en Bonn y parte en Tel Aviv. Para obtener los resultados más precisos posibles, el profesor Finkelstein indicó a los científicos de Tel Aviv que se centraran en el período que va de 3.500 a.C. a 500 a.C., y analizaran las muestras a intervalos de 40 años. El proceso de estudio comenzó en 2010 y ha durado tres años.

Los resultados mostraron una marcada disminución durante la Edad de Bronce tardio de árboles mediterráneos, tales como encinas, pinos y algarrobos, y en el cultivo local de olivos, lo que los expertos interpretan como consecuencia de reiterados períodos de sequía.

El estudio también se basa en un caso estudiado por el profesor Ronnie Ellenblum (izquierda), geógrafo e historiador de la Universidad Hebrea de Jerusalén, sobre otro colapso regional producido 2000 años después para explicar por qué, a diferencia de las regiones esteparias, una disminución de las precipitaciones había tenido tal efecto destructivo sobre las ciudades-estado establecidas en las zonas verdes, como Megiddo. Las sequías muy probablemente fueron exacerbadas por olas de frío, según el estudio, causando hambruna y movimientos de merodeadores de norte a sur.

Después de la devastación se produjo un período húmedo de recuperación y reasentamiento, según los expertos, y un nuevo orden dio lugar a los reinos de tiempos bíblicos (JudáIsrael).

"Comprender el clima es clave para entender la historia", dijo el profesor Finkelstein, co-autor del libro "La Biblia desenterrada", una obra publicada en 2001 en la cual considera a la Biblia como una epopeya nacional y un producto de la imaginación humana. Estando en desacuerdo con los tradicionales esfuerzos que se utilizan en la arqueología para verificar la historicidad del relato bíblico, los autores promueven la misma como un medio para reconstruir la historia del antiguo Israel.

Pero las historias bíblicas, como la interpretación de José del sueño del faraón sobre siete vacas gordas que se comen a siete vacas flacas, que significaría un período de abundancia seguido de una hambruna, el profesor Finkelstein dijo, "ello refleja la idea de que el clima no era estable".

Y añadió: "Los autores de la Biblia sabían muy bien el valor de las precipitaciones y la calamidad que puede ser infligida a las personas por las sequías".

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De la web "La Gran Época", que también se hace eco de la información del post, entresacamos este último párrafo:

Según la egiptóloga Shirley Ben Dor (izquierda), del Departamento de Arqueología de la Universidad de Tel Aviv, el conjunto de olas de frío y sequía hizo que grandes grupos de personas se movieran en busca de alimentos.

La académica postula que estos pueblos migrantes se movilizaron por tierra y mar, saqueando ciudades y rutas comerciales, y provocando una crisis económica y política.

Ramses II se convirtió en Faraón en el años 1279 a. C.  Su reinado termina con su muerte en 1213. En el año 1200 colapsó el poder de los Hititas y se destruyó la ciudad de Hattusa. En ese año sucedió una migración masiva de los llamados Pueblos del Mar.

Estos pobladores navegaban por el Mediterráneo y atacaron a Egipto durante la dinastía de Ramses III. Se cree que también fueron responsables de la caída de los Hititas y de la civilización prehelénica de Micenas.

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Comentario por Mª YSABEL el octubre 25, 2013 a las 8:21am

       ¡Buenísimo! Gracias. 

Comentario por josefa yañez el octubre 25, 2013 a las 9:33am

Me ha parecido interresante..!

Comentario por Alicia M. Canto el octubre 25, 2013 a las 12:10pm

Vaya, ahora que ya hay pruebas "científicas", gráficos y números, se supone que la gente empezará a creer... en lo que ya hace algunos siglos avanzaban las fuentes epigráficas, y las literarias (los autores al menos sí se apoyan en ellas).

Entonces es que ya estamos también a punto de "descubrir" una de las causas por las que fenicios y otros pueblos se movieron sobre todo durante el siglo XII a.C. hacia Occidente (y perdón por la autocita)... ¡Alabado sea el Señor! ;-)

Comentario por F.J. Barragán de la Rosa el noviembre 13, 2013 a las 6:45pm

En efecto esta edad oscura de migraciones y desplazamiento de pueblos pudo tener una relación directa con un periodo de sequía en Oriente próximo, pero ¿ se extendió esta sequía tambien al mediterráneo occidental? ¿Hay estudios palinológicos al respecto?

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