La desaparición de los elefantes en la tierra de Israel, hace 400.000 años, pudo haber dado lugar al nacimiento del hombre moderno

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Los investigadores, que el año pasado registraron el sorprendente descubrimiento de los dientes humanos modernos en la cueva Qesem cerca de Tel Aviv, anterior en 200.000 años al Homo sapiens de África, proponen ahora una reconstrucción de las circunstancias que condujeron a su surgimiento, en particular en Oriente Medio y hace 400.000 años en concreto.

 

Foto: Aspecto parcial de la cueva Qesem

 

Foto: Piezas dentales de 'Homo sapiens' halladas en la cueva Qesem

 

Su ensayo, "Man the Fat Hunter: The Demise of Homo erectus and the Emergence of a New Hominin Lineage in the Middle Pleistocene (ca. 400 kyr) Levant" / "El hombre cazador de grasa: La desaparición del Homo erectus y el surgimiento de un linaje homínido nuevo en el Pleistoceno Medio (hace 400.000 años) en Oriente Medio-", fue publicado el pasado viernes en la revista científica PLoS One.



"Todo está en la dieta"
,
explican el Dr. Ran Barkai y los investigadores, Miki Ben-Dor,  Avi Gopher e Israel Hershkovitz, de la Universidad de Tel Aviv (TAU), en un documento que reta al conocimiento común respecto a la dieta humana antigua y las circunstancias que conducen hacia los cambios biológicos y culturales en la evolución humana.

 

La desaparición de los elefantes antes de los humanos modernos

 Los investigadores afirman que huesos de elefantes con marcas de cortes y roturas, que indican su consumo como alimento por el Homo erectus, fueron encontrados en muchos lugares de la cultura Achelense, que es la cultura asociada, en todo el mundo, con el Homo erectus.

 

En contraste con su abundancia en el Achelense (aproximadamente de hace 1,5 millones a 400.000 años en el Medio Oriente), no fueron encontrados restos de elefantes en sitios pertenecientes a las culturas posteriores en Oriente Medio, comenzando hace 400.000 años.

 

Un análisis de los conjuntos óseos de Guesher B'not Yaakov (sitio achelense de hace 800.000 años) mostró que el elefante era un animal muy importante en la nutrición de los Homo erectus, proporcionándole aproximadamente el 60% de sus calorías de origen animal. Se hizo evidente entonces que la desaparición del elefante, un animal de enorme valor calórico, fue una enorme carga para el Homo erectus, que se vio obligado a cazar animales más pequeños con el fin de compensar la pérdida de carne y grasa.

 

Después de confirmar la importancia de los elefantes para la nutrición del Homo erectus en el Medio Oriente, los investigadores revisaron las circunstancias de la evolución de los humanos modernos en África. Se dieron cuenta de que, efectivamente, también los elefantes africanos desaparecieron de los sitios arqueológicos, y que su desaparición de los lugares achelenses precedió a la aparición de los humanos modernos. En África, sin embargo, el proceso tuvo lugar 150.000 años más tarde que en el Medio Oriente. Los investigadores, por lo tanto, concluyeron que hay una conexión entre la desaparición de los elefantes y la aparición de los humanos modernos, algo que no se había sugerido anteriormente.

 

 Foto: Equipo de la Universidad de Tel Aviv en la cueva Qesem. Sentado a la izquierda está el Dr. Ran Barkai, y a su lado el profesor Avi Gopher.

La caza de animales pequeños y nuevas habilidades

En un intento de comprender plenamente el sentido que la desaparición de los elefantes podría haber tenido para el Homo erectus en términos de consumo de calorías, los investigadores construyeron un modelo bio-energético de la alimentación de los homínidos. Una conclusión importante es que el Homo erectus era dependiente de una cantidad significativa de grasa animal para su supervivencia.

 

Se sabe que los seres humanos están limitados en la cantidad de proteína que se puede procesar como energía y otros investigadores han señalado una limitación en la digestión de los alimentos vegetales no cocinados. En ausencia de evidencia del uso habitual del fuego durante el Achelense, en el presente trabajo los investigadores llegan a la conclusión inevitable de que el Homo erectus tenía que completar su alimentación con una cantidad significativa de grasa animal.

 

Entender la dependencia de los Homo erectus de la grasa animal descubre otro aspecto de la presión evolutiva causada por la desaparición de los elefantes. Tales animales tienen mayor cantidad de grasa, en relación con su peso corporal, que los animales más pequeños y a diferencia de éstos pierden muy poca grasa durante las estaciones secas.

 

Los investigadores dicen que la vida para el Homo erectus durante los veranos, después de la desaparición de los elefantes, fue sombría. El análisis de los cambios anatómicos, morfológicos y culturales, por los que la humanidad moderna pasó, muestra una adaptación a la caza de una mayor cantidad de animales más pequeños.

 

También hicieron posible el desarrollo de habilidades sociales y tecnológicas más sofisticadas, tales como la caza en grupo, compartir la comida, el control del fuego y la producción de herramientas de piedra, lo que permite mejor aprovechamiento energético de un mayor número de animales más pequeños.

 

Foto: Réplica de una escama minúscula utilizada para experimentar el corte de la carne.

 

La evidencia de tales conductas fue encontrada en la cueva Qesem y publicadas en artículos anteriores. Los cambios morfológicos, como un peso más ligero y un alargamiento relativo de las extremidades inferiores, contribuyeron a mejorar la agilidad de los humanos modernos y a tener una locomoción más eficiente.

 

Además de ser el primer intento de explicar las razones de la evolución de los seres humanos modernos, este estudio también cuestiona el paradigma de investigación "Out of Africa", dominante en la evolución del Homo sapiens en las últimas décadas.

 

En los últimos años este paradigma ha sido cuestionado por los nuevos descubrimientos de Europa, China y otras localidades. Estos son ahora el escenario para una nueva comprensión de la historia humana en general y la aparición de los humanos modernos, en particular.

Vía: AURORA-ISRAEL| 15 de diciembre de 2011

 

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Foto: Aspecto parcial de la cueva Qesem

 

No puede negarse que los arqueólogos israelíes de la cueva Qesem se han esmerado y han proporcionado una teoría sobre la desaparición del Homo erectus y la aparición de los primeros Homo sapiens en Oriente Próximo de lo más original y novedoso. Y no sólo eso, sino que, con la misma, vuelven a poner seriamente en solfa la teoría Out of Africa al reafirmar un origen para los sapiens en la zona del Levante mediterráneo.

 

Ya veremos con el tiempo cómo se recepciona tal hipótesis interpretativa, pero, por lo que podemos leer en la versión completa de PlosOne, no cabe duda que la misma se apoya en fuertes fundamentos, y, además, de algún modo debe encontrarse respuesta adecuada  a la antigüedad de las piezas dentales y herramientas encontradas en esta emblemática cueva Qesem.

 

Tal como declara el Dr. Barkai a Hareetz.com, "Hay una serie de escenarios posibles que deben ser estudiados, entre ellos que el hombre moderno se desarrolló por separado y en distintos períodos, aquí y en África, o que tal vez el hombre llegó a África a partir de nuestra región".

 

O sea, toda una vuelta del revés del paradigma científico hasta ahora asumido de forma mayoritaria.



 

 

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Comentario por Juan Carlos Méndez Madrid el diciembre 21, 2011 a las 12:54am

:) no falla...

Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el diciembre 29, 2011 a las 5:57pm

Como no podía ser de otro modo las hipótesis que han elaborado los arqueólogos de la Cueva Qesem, y que se referencian en la información del post, junto las posibles exageraciones y añadidos que la prensa a dado por su cuenta a la noticia, se han comenzado a cuestionar.

 

En el siguiente trabajo de Brian Switek (foto a la izquierda), publicado en Wired, y que presentamos traducido, se proporciona ya una primera visión crítica al respecto, al tiempo que nos da un enlace al comentario del experto Carl Zimmer, el cual se mueve en la mísma línea.

Restauración de elefante prehistórico  Elephas antiquus by Flickr user Maggi_94

¿El hambre dirigió la evoloución del Homo sapiens?

 

En este año que ya acaba los titulares de noticias de ciencia hacían sonar un reclamo espectacular: los primeros miembros de nuestra especie evolucionaron 200.000 años antes de lo previsto. La prueba consistía en una pequeña colección de dientes. Descubiertos con una antigüedad aproximadamente entre 200.000 y 400.000 años, en los depósitos en la Cueva Qesem de Israel, estos fósiles se dijo que anunciaban el comienzo arcaico de nuestra propia especie. Nosotros no evolucionamos en África, según se afirmó, sino que tuvimos un inicio anterior a lo largo de la frontera oriental del Mediterráneo, en el Levante.

Yo no estaba convencido. Los dientes en cuestión entran en el rango de variación de los primeros Homo sapiens y los neandertales. Sin material fósil adicional no había manera de saber a qué especie humana pertenecían tales dientes o cómo estos individuos podrían estar relacionado con poblaciones más tardías en la misma zona. Los investigadores responsables del nuevo estudio así lo reconocieron en su trabajo de investigación. No había conclusiones definitivas acerca de a quién pertenecían los dientes en el estudio publicado en American Journal of Physical Anthropology. Carl Zimmer calificó acertadamente las exageraciones, con que los medios rodearon la noticia, como "vaporware periodístico", aunque, como señaló, el coautor del estudio y arqueólogo de la Universidad de Tel Aviv, Avi Gopher, había alimentado las conclusiones exageradas en las entrevistas de prensa.

Ahora me siento como si fuera 2010 otra vez. A principios de este mes de diciembre Gopher, junto con los co-autores Miki Ben-Dor, Israel Hershkovitz y Ran Barkai, publicaron un nuevo documento sobre los dientes de la Cueva de Qesem. Sólo que no estaba elaborado desde esa perspectiva. Bajo el título "El hombre cazador de grasa", el documento de PLoS One sugiere que una insaciable necesidad de grasa no sólo contribuyó a la desaparición de los primeros humanos Homo erectus, sino que llevó a la evolución de un homínido "más ligero, más ágil, y cognitivamente más capaz" representado por los dientes Cueva de Qesem. A las conclusiones del pasado año se les habían dado un nuevo embalaje y brillante.

Los medios de comunicación han reiterado lo que se dijo el año pasado, con el añadido de los elefantes. "La desaparición de los elefantes en el Levante hace 400.000 años llevó a la aparición de Homo sapiens", dijo el Jerusalem Post, y io9 saltó con "Los seres humanos modernos pueden haber evolucionado 200.000 años antes de lo pensado". El comunicado de prensa del documento -reproducido en PHYSORG- adopta un enfoque diferente, insinuando que el Homo sapiens evolucionó en el Levante, pero sin llegar a ponerlo con esas palabras:

    "No sólo sus conclusiones sobre los elefantes y la dieta del Homo erectus dio una explicación largamente esperada para la evolución de los humanos modernos, sino que también dicen que lo que los científicos saben sobre el "lugar de nacimiento" del hombre moderno está en tela de juicio.

    "Las evidencias de la Cueva de Qesem corroboran esta línea de tiempo revolucionaria. Los hallazgos del lugar, datados hace no menos 400.000 años, indican claramente la presencia de una conducta humana nueva e innovadora y un nuevo tipo humano. Esto sienta las bases para una nueva comprensión de la historia humana, dice el profesor Gopher".

"Los seres humanos modernos". Esta frase se utiliza como sinónimo de Homo sapiens, a pesar de que todavía no saben realmente quiénes fueron las personas de la Cueva de Qesem. De hecho, al comienzo del documento de PLoS One, Ben-Dor y sus colaboradores escriben:

    "Como la clasificación de las variedades del género Homo es problemática, nos abstenemos en este documento de cualquier denominación taxonómica que indique especie o subespecie de afiliación de los homínidos de la cueva Qesem. Los homínidos de la Cueva Qesem, basados en el análisis de los dientes comparten características dentales con las poblaciones Skhul / Qafzeh del Paleolítico Medio [seres humanos prehistóricos que aún no han sido identificados con seguridad] y en cierta medida también con los neandertales".

Tales declaraciones han hecho poco para sofocar el desorden frustrante de las interpretaciones extraídas de los hallazgos de la Cueva de Qesem. Los documentos insisten en que no podemos saber qué homínidos fueron los de la Cueva Qesem, pero los comunicados de prensa, informes, noticias y fragmentos del nuevo documento, sugieren que los arqueólogos detrás de estos estudios piensan de otra manera. En el artículo de PLoS One, los investigadores dicen que "En el Levante, los restos dentales del yacimiento Acheulo-Yabrudian de la Cueva Qesem, Israel, muestra semejanza con los registros dentales posteriores a las poblaciones del Paleolítico Medio en la región, indicando que el H. erectus fue reemplazado hace uno 400.000 años en el Levante por un nuevo homínido ancestral de poblaciones posteriores". Pero no sabemos eso. Los dientes de la Cueva de Qesem muestran que una variedad diferente de humanos sucedieron al Homo erectus en ese lugar. Pero no hay ninguna señal de que los dientes pertenecían a los antepasados de las poblaciones posteriores en la región, ni hay ninguna indicación de que la gente de la Cueva de Qesem fueran descendientes directos del Homo erectus en la región. Este último punto, en particular, está en el corazón del nuevo documento.

El Homo erectus fue verdaderamente uno de los primeros grandes cerebros humanos. Pero los cerebros grandes y complejos consumen una enorme energía y, por tanto, Ben-Dor y sus colaboradores insisten en que el Homo erectus en el Levante habría sido un cualificado cazador de elefantes. Esto está parcialmente basado en la asociación de huesos de elefantes y herramientas que hacen pensar que han sido utilizadas por el Homo erectus en las zonas arqueológicas del Levante, pero el documento no trata tanto de la evidencia fósil como de la nutrición. El Homo erectus necesita mucha energía para alimentar a sus grandes cerebros, y, de acuerdo con Ben-Dor y sus colegas, los elefantes habrían sido paquetes de grasa fácilmente accesibles en las cuales los humanos confiaban.

Los datos firmes para esta hipótesis son escasos. Utilizando a los humanos modernos y las dietas propuestas de nuestros parientes prehistóricos, los requisitos nutricionales propuestos del Homo erectus se estimaron a partir de una maraña de información relacionada con la ingesta de proteínas y la capacidad de procesar alimentos vegetales fibrosos. Del mismo modo, el contenido de grasa de elefantes prehistóricos se estimó aproximadamente con base a los atributos de los búfalos africanos modernos, y la forma en que los Homo erectus habrían cazado estos animales se fundamenta en una combinación de observaciones de los cazadores modernos y evidencias anecdóticas. El caso se apoya en aproximaciones sobre la cantidad de grasa que un individuo, como el Homo erectus, podría requerir, en cómo de nutritivo un elefante individual podía ser, y en cómo de fácil los elefantes podían ser cazados.

En la estimación de Ben-Dor y colaboradores, los elefantes habría sido un "paquete de alimento único, cuya caza no sería particularmente un reto físico y no requería necesariamente el dominio de una tecnología sofisticada". No me puedo imaginar que ellos escribieran esto desde la experiencia. Incluso si asumimos que los elefantes podrían ser una presa fácil y segura, como sugieren los investigadores, todavía hay, sin embargo, un lío de incógnitas:

    "Aunque en el presente se carecen de evidencias arqueológicas directas, creemos que [la distribución de la carne de elefante o la conservación por largo plazo mediante el secado] no fueron más allá de las capacidades del H. erectus. No tenemos conocimiento del tamaño del grupo que participaba en el consumo de un único elefante durante el Pleistoceno Medio, pero parece plausible considerar la agregación de varios grupos pequeños en el caso de una caza exitosa. Si bien no tenemos datos sobre el grado en que se utilizó un elefante cazado, en nuestra opinión, la abundancia de pruebas en la utilización de un elefante en  yacimientos achelenses en sí mismo es testimonio de que una parte significativa del valor potencial energético de los elefantes era extraído por el H. erectus". [subrayado del autor]

Aunque hay evidencias arqueológicas -principalmente marcas de corte en los huesos- de que el Homo erectus de vez en cuando se alimentaba de elefante, los detalles de la frecuencia con que lo hizo, y cómo adquirieron los alimentos, se desconoce. Y el registro fósil del Levante puede desvincular la desaparición de los depredadores y sus presas. Mientras que Ben-Dor y sus colegas afirman que el Homo erectus y el Elephas antiquus desaparecieron de la región al mismo tiempo, hace unos 400.000 años atrás, una revisión de los yacimientos arqueológicos de Levante en 2009 por la antropóloga Miriam Belmaker observó la presencia del elefante en un yacimiento arqueológico, llamado Revadim Quarry, con una antiguedad tan baja como 200.000 años. Aunque restos de elefante están ausentes de en la misma Cueva Qesem, el Elephas antiquus pudo haber vivido en el área durante el mismo tiempo.

El truco consiste en obtener las fechas exactas para estos sitios. Como Ben-Dor y co-autores anotan, un elefante transportado al yacimiento llamado Holon se piensa que tendría 200.000 años, pero es probablemente mucho mayor. La antigüedad de Revadim Quarry aún carece de una limitación ajustada, la cual podría caer en línea con la propuesta de 400.000 años, en el punto de corte, o podría indicar que los elefantes sobrevivieron en el Levante 200.000 años más que lo propuesto en el estudio de PLoS One. De cualquier manera, vale la pena señalar que el Homo erectus y el Elephas antiquus en realidad no se extinguieron hace 400.000 años: ambas especies sobrevivieron durante miles de años después en otros lugares. En 2005 el paleontólogo Anthony Stuart propuso que la eventual extinción de los elefantes -quizás tan tarde como hace 50.000 años- pudo haber sido impulsada principalmente por la pérdida de hábitats forestales, cuando el clima global se volvió más frío al final del último período interglaciar. El Homo erectus sobrevivió durante largo tiempo dentro de Asia, aunque el porqué estas poblaciones desaparecieron es un misterio.

Para los autores del estudio de PLoS One, sin embargo, no importa por qué los elefantes fueron extirpados del Levante. Lo que los investigadores subrayan que es el Homo erectus desapareció casi al mismo tiempo, una coincidencia que toman como evidencia de que los grandes cerebros humanos se basó en el alimento de elefantes. Ahora es aquí donde entran los homínidos de la Cueva Qesem.

Con los elefantes ausentes, el Homo erectus hambriento tuvo que cazar una mayor cantidad de animales más pequeños. El gamo habría sido uno de los mamíferos en el menú (indicado por la abundancia de huesos de venado en la Cueva de Qesem). Esto creó una situación de evolución o muerte. De acuerdo con Ben-Dor y sus colegas, los Homo erectus cazadores gastaban más energía persiguiendo a sus presas pequeñas y esto se agravó aún más por el hecho de que estos animales no eran tan altos en grasa como los elefantes. Con el tiempo -a través de lo que los investigadores imaginan como un proceso evolutivo desconocido- el Homo erectus del Levante se deterioró y murió. Los seres humanos que los reemplazaron -tácitamente considerados como Homo sapiens por los autores- también requerían de mayores cantidades de grasa para alimentar sus grandes cerebros, pero eran más ligeros, tenían cuerpos más ágiles y adecuados para capturar grandes cantidades de presas más pequeñas.

Aunque no se menciona explícitamente, los autores insinúan que los homínidos de la Cueva Qesem serían los descendientes del Homo erectus, el cual de alguna manera sobrevivió al cambio- con lo que su hipótesis representa "una emergencia local, Levantina de un nuevo linaje de homínido", el cual puede ser categorizado como un "humano moderno". Tal como los investigadores exponen, "Nuestros cálculos muestran que la desaparición del elefante en el Levante, justo antes de hace 400.000 años, fue bastante significativo, un acontecimiento como para haber provocado la evolución de una especie que era más apta, tanto fisíca como mentalmente, para obtner energía densa (como la grasa) de un mayor número de animales más pequeños y evasivos". El hambre, ellos insinúan, fue la fuerza impulsora que estuvo detrás de nuestro origen.

Pero no creo que el documento demuestra esto en absoluto. El registro fósil y arqueológico indica que un tipo de humanos -el Homo erectus- precedió a otra, una especie aún desconocida en la misma región. No hay ninguna indicación clara de cómo las dos especies pueden estar conectadas. ¿Eran los homínidos de la Cueva Qesem descendientes de los Homo erectus en el Levante, o ellos se originaron en otro lugar y simplemente se mueven una vez que los viejos arrendatarios habían desaparecido? Y, dado que las afinidades de los homínidos de la Cueva Qesem son todavía ambiguas, no podemos decir nada acerca de si ellos pueden ser poblaciones ancestrales tardías o representar una ocupación efímera a lo largo de la ruta de África y a través de Eurasia.

Tampoco hay ninguna evidencia directa de que el Homo erectus, casi en su totalidad, basó su existencia en el consumo de grasa de elefantes prehistóricos, o que el tipo de cuerpo del Homo sapiens era una adaptación para capturar un montón de pequeños mamíferos. En mi lectura, el documento está lleno de suposiciones y especulaciones dispuestas a poner de relieve la proposición -no probada- de la importancia de los dientes de la Cueva Qesem a las preguntas de cuándo, dónde, por qué y cómo evolucionó nuestra especie. Seguimos estando poco familiarizados con nuestros primos prehistóricos de la Cueva de Qesem. Hasta que no sepamos más sobre su historia se mantendrán como nuestros parientes más misteriosos, conocidos sólo a través de un puñado de dientes y los montones de huesos de venado que dejaron en su casa.

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