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El equipo de investigación Arqueobalear de la Universitat de les Illes Balears (UIB), dirigido por Víctor Guerrero y Manuel Calvo, ha sido uno de los artífices, junto a otros científicos, de un descubrimiento único en la historia de Occidente: se trata del hallazgo en la Cova des Pas (Ferreries, Menorca) de tejidos blandos humanos, tales como restos de cerebro y pulmones, un tipo de vestigios que se volatilizan con el paso de los años.
Vía: M. ELENA VALLÉS. PALMA. | Diario de Mallorca, 12 de julio de 2008
Las primeras conclusiones aportadas por todo el equipo investigador de este yacimiento, que fue excavado entre 2005 y 2006, se publicaron el pasado mes de mayo en la revista Unicum de la Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya, entidad que también ha participado en el proyecto.
El profesor Víctor Guerrero (izquierda) aporta más detalles sobre todos estos hallazgos: "En la necrópolis hemos encontrado trozos de pulmón con su pleura, masa cerebral, pelo, tejido muscular en prácticamente todos los cadáveres, tejido articular y cartilaginoso, e incluso médula ósea". Ante la pregunta de por qué en este yacimiento se han conservado parte de estos órganos, Guerrero es prudente. Especifica que en estos momentos hay un grupo de geólogos y químicos que lo están estudiando, "pero podría deberse a la existencia de un microclima en la zona y a una composición específica del sedimento".
Amén de todo este tejido orgánico humano, en la necrópolis excavada desde septiembre de 2005 se han hallado 70 cadáveres, entre ellos 36 adultos y 34 niños o jóvenes, de todos los sexos. Se trata de una amplia muestra poblacional. Entre los cadáveres se han descubierto fetos de bebés prematuros e incluso vértebras en el abdomen de un esqueleto de mujer, cosa que viene a corroborar que ésta falleció embarazada.
En la cavidad del acantilado, intacta durante 3.000 años, han aparecido restos de cuerdas de fibra vegetal, con las que debían atar a los cuerpos para mantenerlos en posición fetal. Éstos se sujetaban también con unos cordeles vegetales a unas parihuelas o camillas, también halladas bajo tierra. Junto a los fallecidos, yacían asimismo unos estuches de cuero que contenían cabellos de los muertos a los que se les había practicado la tonsura.
Guerrero señala otra singularidad de este yacimiento del final de la edad de bronce, datado entre el 1.200 y el 800 a.C. Le llama la atención que al lado de los cuerpos no se hayan encontrado piezas de cerámica, típicas en otros yacimientos de la misma época. En lugar de ser sepultados con material de estas características, se han hallado junto a los restos de los finados adornos de metal, estaño y brazaletes de bronce, "lo cual pone de relieve que esta población contaba con cierta distinción jerárquica".
Todo parece indicar, en palabras del profesor de Prehistoria de la UIB, que la ceremonia funeraria se celebraba a pie del barranco para subir a continuación los cuerpos atados en dichas camillas hasta la cueva, situada a 15 metros por encima del nivel de la base del barranco de Trabalúger. El arqueólogo no cree que los cuerpos fueran bajados desde la parte más elevada del barranco; "si fuera así, estarían muy golpeados".
Merced a las muestras extraídas en los diferentes restos humanos, los investigadores han podido dilucidar que la muestra de población de esta necrópolis padecía comúnmente de patologías dentales diversas, etiología degenerativa y ambiental por sus actividades y ocupaciones y lesiones osteoarticulares. Guerrero añade que, además de todo este cuadro médico, que en estos momentos está todavía en fase de investigación, se ha documentado el primer sordo de la historia.
El yacimiento ya ha sido restaurado y consolidado por la Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya.
En cuanto a las perspectivas de investigación, los tejidos blandos aportarán información inédita hasta la fecha para los estudios de otras características físicas de la población.
En el proyecto han participado especialistas de diferentes universidades e instituciones como son el ya citado Grup de Recerca Arqueobalear de la Universitat de les Illes Balears (UIB), el Seminari d´Estudis i Recerques Prehistòriques (SERP) de la Universitat de Barcelona (UB), la Unitat d´Antropologia Biològica de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y la Escola Superior de Conservació i Restauració de Béns Culturals de Catalunya.
La investigación ha sido posible gracias al apoyo económico del Consell de Menorca, con una aportación de 150.000 euros, y con los 90.000 euros abonados por la Fundació Caixa de Catalunya.
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