Una investigación analiza la pudrición de la carne para descifrar la dieta neandertal

La paleobióloga Kimberly Foecke está llevando a cabo la medición de los cambios bioquímicos que experimenta la carne podrida con la esperanza de comprender mejor la composición de la dieta de los neandertales. Un filete fresco (izquierda) se ha vuelto pútrido y negro después de 15 días (derecha).

A pesar de que compra mucha carne, Kimberly Foecke (izquierda) no es una chef o la dueña de un pequeño zoológico. Es una paleobióloga de la Universidad George Washington, en Washingto DC, que estudia lo que comían los neandertales. Y eso implica, según sus palabras, "'putrefacción experimental', que es una forma elegante de decir, 'pudrir la carne todo el día, todos los días'".

Los científicos saben que los neandertales comían mucha carne. Los huesos fosilizados de los homínidos tienden a tener niveles altos de una forma pesada del nitrógeno, el nitrógeno-15 (un isótopo estable y no radiactivo), en comparación con el isótopo más ligero, el nitrógeno-14. El nitrógeno-15 es menos abundante en las plantas y se concentra más en la cadena alimenticia, puesto que es más difícil de descomponer que el nitrógeno-14.

Pero exactamente cuánta carne comían estos homínidos, y qué más elementos componían su dieta, es algo controvertido. Evidencias obtenidas de partículas en los dientes fósiles sugieren que los neandertales también consumían una variedad de plantas. Pero las mediciones del nitrógeno-15 apuntan a que "existía una cantidad excesivamente grande de carne en su dieta", dice Foecke. Esos niveles tienden a ser incluso más altos que los que se observan en los principales carnívoros, como las hienas, las cuales comen, casi en su totalidad, carne.

Foecke cree que esas altas proporciones del nitrógeno-15 pueden explicarse no solo por la cantidad de carne que comían los neandertales, sino también por cómo la obtuvieron y prepararon, pues si la carne se comía fresca o podrida, cruda o cocinada, tal vez podía influir en la concentración del nitrógeno-15. Es por ello que Foecke ha procedido a medir los isótopos del nitrógeno en los cortes de carne, tratando de precisar los cambios bioquímicos que la misma experimenta a medida que se pudre.


Sin embargo, los filetes que se compran en la tienda de comestibles no sirven para este experimento. En su lugar, Foecke llama a su carnicero en Maryland, quien se asegura de que reciba carne fresca de animales que se han criado lo más parecido posible al modo existente en el Pleistoceno. Hay que tener en cuenta que hace 200.000 años no se administraban hormonas ni antibióticos a los animales que eran cazados. Es decir, ella necesita animales criados con dietas orgánicas que puedan servir para el análisis.

Imagen: Recreación de Mauricio Antón.

En tal sentido, Foecke deja que los filetes de carne se pudran durante 16 días en una caja cubierta con una malla en el patio trasero de su casa, o algunas veces en un invernadero, y toma muestras diariamente de los valores de nitrógeno existentes en dichos filetes.

Aunque ella planea llevar a cabo muestreos futuros por periodos de tiempo más largos, los resultados preliminares sugieren que las proporciones de nitrógeno-15 fluctúan a medida que la carne se pudre. En la primera semana, los niveles aumentan. La carne está húmeda y hay mucha actividad microbiana que descompone el nitrógeno-14 más ligero de modo más rápido que el nitrógeno-15, según informó Foecke el pasado 14 de diciembre en la reunión de la American Geophysical Union. "Huele bastante horrible", dice ella, aunque con el paso del tiempo el hedor disminuye a medida que la carne se ennegrece y adquiere una consistencia parecida a la cecina.

La investigación de Foecke sugiere, hasta el momento, que comer carne podrida puede, al menos en parte, explicar las altas proporciones de nitrógeno-15 en los fósiles neandertales. Y tiene sentido suponer que los neandertales no estuvieran en disposición de comer carne fresca siempre, particularmente cuando mataban animales grandes, dado que el cadáver de un animal de gran tamaño puede durar días en consumirse.

Foecke está midiendo, igualmente, lo que le sucede bioquímicamente a la carne cuando se la cocina o se ahuma, que son otros posibles pasos de preparación de la misma que podrían haber usado los neandertales y que también pueden afectar al nitrógeno-15.

Fuente: sciencenews.org | 2 de enero de 2018

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Comentario por Carmen L. el enero 7, 2019 a las 10:19pm

Interesante investigación, una de esas que ayudan al novelero a visualizar (hasta a oler) las cosas que luego tiene que describir en sus paparruchas... ejem, parrafadas. Ya en serio, quedo a la espera de saber más. Damos por bueno que la gente del pasado, "como conocía el fuego" pues lo usaba para asar la carne. Todos ansiamos la deliciosa experiencia de un chuletón tamaño Picapiedra... Pero no tenía por qué ser siempre así: momentos y circunstancias aconsejarían distintos tratamientos.

Me sorprendió saber que un bocado exquisito en ciertas regiones árticas fuese el contenido del estómago de renos. ¿Qué pensar de carne cruda bien masticada y luego dejada pudrir solo un poquito? ¿o de algo tipo pemmican, cecinas o similares...? Mi única experiencia es carne de reno vuelta y vuelta, negra y con un sabor bastante distinto al de todas nuestras delicias de la Edad del Hierro.

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