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Mapa que muestra los primeros enclaves arqueológicos africanos con evidencia de material simbólico y herramientas de piedra microlítica. Crédito: NASA Goddard Space Flight Center Imagen de Reto Stöckli.
Investigadores de la Universidad de Huddersfield, junto con colegas de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y la Universidad de Minho, en Braga, Portugal, han empleado un enfoque genético para abordar una de las preguntas más difíciles de todas: cómo y cuándo nos convertimos en verdaderos humanos.
El Homo sapiens moderno surgió por primera vez en África hace más de 300.000 años, pero existe una gran controversia entre los especialistas acerca de si los primeros individuos de este tipo habrían sido 'como nosotros' en sus capacidades mentales, en el sentido de que si ellos fueran educados por una familia de Yorkshire de hoy en día, por ejemplo, ¿serían indistinguibles del resto de la población? De hecho, los arqueólogos creen que individuos como nosotros vivieron en pequeñas comunidades en un refugio de la Edad de Hielo en la costa sudafricana hace al menos 100.000 años.
Entre aproximadamente 100.000 y 70.000 años atrás, estas personas dejaron abundantes evidencias de que pensaban y se comportaban como los humanos modernos: en tal sentido, hay pruebas de sus capacidades simbólicas, como el uso de pigmentos (probablemente para pintura corporal), dibujos y grabados, cuentas de concha y pequeñas herramientas de piedra llamadas microlitos que podrían haber formado parte de arcos y flechas. Parte de estas evidencias, que algunos arqueólogos las achacan a un "comportamiento humano moderno", se remontan a más de 150.000 años atrás.
Foto: La capa roja es una mezcla de ocre que quedó depositada en la concha de abulón encontrada en la cueva sudafricana de Blombos. Foto por cortesía de © Grete Moell Pedersen.
Pero si estos logros de alguna manera hicieron que estas personas fueran especiales, sugiriendo un vínculo directo con la gente de hoy en día, la genética de sus modernos descendientes "Joisán", del sur de África, no parece que lo confirme. Nuestros genomas implican que casi todos los no africanos modernos del mundo, y también la mayoría de los africanos, no derivan de un pequeño grupo de personas que vivieran en Sudáfrica, sino en África Oriental, hace unos 60.000-70.000 años. Hasta ahora no hay señales de que los africanos del sur hubieran contribuido a la enorme expansión del Homo sapiens fuera de África y por todo el resto del mundo cuando tuvo lugar en aquellos tiempos.
Pero eso ha sido hasta el momento. El equipo de genetistas de Huddersfield-Minho, dirigido por el profesor Martin Richards (izquierda) desde Huddersfield y por el profesor Pedro Soares (derecha) desde Braga, junto con el eminente arqueólogo de Cambridge, el profesor Sir Paul Mellars, han estudiado el ADN mitocondrial -heredado por vía materna- de los africanos a un nivel de detalle sin precedentes, y ha identificado una clara señal de que hubo una migración a pequeña escala desde el sur hasta el este de África hace aproximadamente 65.000 años. Tal señal solo es evidente en la actualidad en el ADN mitocondrial. El resto del genoma se puede decir que ha quedado reducido a la nada por recombinación, es decir, por la reorganización de los genes cromosómicos paternos de cada generación -y que no afecta al ADN mitocondrial- en los milenios intermedios.
La señal de semejante migración tiene sentido en función del clima. Durante la mayor parte de los últimos cientos de años, diferentes zonas de África han estado desfasadas entre sí en términos de la aridez del clima. Solo durante un breve período, hace 60.000-70.000 años, hubo un periodo durante el cual el continente africano en su conjunto experimentó una humedad suficiente como para abrir un corredor entre el sur y el este. Y, curiosamente, fue hace aproximadamente 65.000 años cuando algunos de los signos simbólicos, y la complejidad tecnológica observada anteriormente en Sudáfrica, comenzó a aparecer en África oriental.
La identificación de esta señal abre la posibilidad de que la migración de un pequeño grupo de individuos desde el sur hacia el este, hace aproximadamente 65.000 años, pudo transmitir aspectos de su sofisticada cultura humana moderna a los individuos que poblaban África oriental. Los pueblos del este de África eran biológicamente muy poco diferentes de los sudafricanos: todos eran modernos Homo sapiens, sus cerebros eran igual de avanzados y, sin duda, estaban preparados cognitivamente para recibir los beneficios de las nuevas ideas y la actualización derivadas de las mismas. La forma en que pudo haber sucedido no habría sido muy diferente a como cuando una cultura actual aislada y muy atrasada termina por encontrarse y quedar abarcada por la civilización occidental de hoy en día.
En cualquier caso, parece que algo sucedió cuando los grupos del sur se unieron con los de la zona este de África, con el resultado de ser la diáspora más grande del Homo sapiens que se haya conocido, tanto en África como fuera de la misma, asentándose posteriormente en gran parte de Eurasia y llegando hasta Australia dentro de un marco temporal de tan sólo unos pocos miles de años.
El profesor Mellars (izquierda) comentó al respecto: "Este trabajo demuestra que la combinación de la genética y la arqueología, cuando trabajan juntas, puede proporcionar avances muy significativos en nuestra comprensión de los orígenes del 'Homo sapiens'".
El artículo, "A dispersal of Homo sapiens from southern to eastern Africa immediately preceded the out-of-Africa migration" ("Una dispersión del Homo sapiens desde el sur hasta África oriental inmediatamente anterior a la migración fuera de África"), se puede encontrar en línea en Nature, Scientific Reports.
Fuente: Universidad de Huddersfield | 20 de marzo de 2019
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