Revelan el gran secreto del hormigón romano: por qué es mucho más fuerte y resistente que el actual

Recreación del puerto romano de Trajano en Ostia, Italia.

Los romanos fueron unos genios de la ingeniería. Gracias a sus enormes dotes arquitectónicas, crearon vastas redes de carreteras, acueductos, anfiteatros, puertos y puentes con tal pericia que muchas de estas construcciones han sobrevivido hasta nuestros días. El Coliseo, por ejemplo, el principal monumento de la Antigua Roma, comenzó a construirse en el año 70 d.C., finalizando la obra 10 años después, y ahí sigue, convertido en un emblema de esta civilización.

En España también tenemos algunos buenos ejemplos: el teatro romano de Mérida, el "príncipe entre los monumentos emeritenses", fue inaugurado en los años 16-15 a.C y aún hoy sirve de escenario de obras de teatros y conciertos. Por su parte, el acueducto de Segovia, que data del siglo II d.C., se ha mantenido prácticamente intacto desde entonces. En contraste, muchas estructuras de ingeniería moderna han acabado desmoronándose después de algunas décadas.

La ciencia lleva tiempo intentando explicar cómo los romanos consiguieron crear semejantes estructuras hace miles de años de forma imperecedera. Estas construcciones, en algunos casos, aguantaban toneladas de peso —véase algunos diques o muelles—; en otros, fueron construidas en lugares sísmicamente activos y han soportado el inclemente paso del tiempo y la actividad sísmica que emerge de las profundidades de la Tierra. 

El puente de Fabricio es el más antiguo de Roma y el que mejor se conserva de la época del Imperio Romano.

Ahora, un grupo internacional de investigadores del MIT, la Universidad de Harvard, y distintos laboratorios de Italia y Suiza, acaban de alumbrar el misterio de la resistencia del hormigón romano. Según el estudio que se publica este viernes en la revista Science Advances, los romanos utilizaron estrategias de fabricación con las que consiguieron hacer una masa ultrarresistente, que dotó a sus construcciones de un vigor y una resistencia realmente admirables gracias a un proceso de "autocuración".

Pero vayamos por partes. Lo cierto es que, desde hace muchos años, los investigadores sospechaban que la clave de la resistencia y duración del hormigón romano se encontraba en un ingrediente: el uso de materiales puzolánicos —que contienen sílice— como la ceniza volcánica que existe en la región de Pozzuoli, en el norte de Nápoles. Esta ceniza llegó a ser enviada por todo el Imperio Romano para ser utilizada en la construcción. De hecho, muchos arquitectos e historiadores la describieron como un ingrediente clave para el hormigón. 

Pero esto no es nuevo. Un análisis mucho más detallado ha constatado que el secreto del hormigón romano no sólo se encuentra en los materiales puzolánicos que incluía. El hormigón romano también contiene unas sustancias minerales blancas, brillantes y pequeñas, de apenas unos milímetros, que se denominan clastos de cal.

"Desde que comencé a investigar el hormigón romano antiguo, siempre me han fascinado sus características", dice Admir Masic  (izquierda), profesor de Ingeniería Civil y Ambiental del MIT y uno de los autores del estudio. "En las formulaciones modernas del hormigón no encontramos estas características. Entonces, ¿por qué están presentes en estos materiales antiguos?", añade.

Cemento con "capacidad de autocuración"

El lector puede pensar que los romanos llegaron a esta fórmula tras realizar mezclas descuidadas. Sin embargo, la ciencia descarta este extremo. Este nuevo trabajo de investigación sostiene que los clastos de cal que incluían los romanos en el hormigón le otorgaron una gran "capacidad de autocuración" que no se conocía hasta la fecha. Además, lejos de ser una magnífica casualidad del destino, su hormigón fue el resultado de un proceso de optimización que duró siglos. "Si los romanos pusieron tanto esfuerzo en hacer un material de construcción sobresaliente, siguiendo todas las recetas detalladas que habían sido optimizadas a lo largo de muchos siglos, ¿por qué pusieron tan poco esfuerzo en asegurar la producción de un hormigón bien mezclado?", se pregunta Masic.

Lo cierto es que el asunto es aún más complejo. El profesor del MIT y el resto de investigadores que participaron en este trabajo científico se propusieron utilizar imágenes multiescala de alta resolución y técnicas de mapeo químico para analizar más en profundidad este cemento milenario. Gracias a ellas se obtuvieron nuevos hallazgos relacionados con la funcionalidad potencial de los clastos de cal utilizados por los romanos.

Los muros de hormigón de los Mercados de Trajano en Roma han superado el test del paso del tiempo y de los elementos atmosféricos durante casi 2000 años. Incluso sobrevivieron a un terremoto en 1349. (Foto cortesía de Marie Jackson).

Tradicionalmente se había pensado que la cal que se incorporaba al hormigón romano había sido mezclada con agua previamente para formar un material pastoso altamente reactivo. Sin embargo, este proceso por sí solo no podía explicar la presencia de clastos de cal. Así, al estudiar nuevas muestras de hormigón antiguo llegaron a la conclusión de que las inclusiones blancas estaban hechas de distintas formas de carbonato de sílice.

"El examen espectroscópico proporcionó pistas de que estos se habían formado a temperaturas extremas, como era de esperar de la reacción exotérmica producida por el uso de cal viva en lugar de o, además de, la cal apagada en la mezcla". 

Es decir, la mezcla de los distintos ingredientes del hormigón romano en caliente fue clave para crear una masa superduradera y ultrarresistente. "Los beneficios de la mezcla en caliente son dobles", explica Masic. "Primero, la mezcla a altas temperaturas permite procesos químicos que no son posibles si solo se usa cal apagada, produciéndose compuestos asociados a estas altas temperaturas que de otro modo no se formarían. Por otro lado, este aumento de la temperatura reduce significativamente los tiempos de curado y fraguado, ya que todas las reacciones se aceleran, lo que permite una construcción mucho más rápida", subraya el experto. 

Experimentos modernos de autocuración con mortero. Después del vaciado, las muestras de concreto mezclado en caliente de inspiración romana se fracturaron mecánicamente y luego se volvieron a acoplar (con un espacio de 0,5 ± 0,1 mm) y se preacondicionaron para nuestros estudios de curación de grietas (A). Mediante el uso de un circuito de flujo integrado (B), el flujo de agua a través de la muestra durante el transcurso de 30 días se documentó con un medidor de flujo. En comparación con el control sin sedimentos de cal (línea naranja), después de 30 días, el flujo de agua a través de la muestra que contenía sedimentos de cal (línea azul) cesó (C), y el examen de la superficie agrietada reveló que se había llenado por completo con un fase mineral recién precipitada (D y E), que se identificó como calcita a partir de mediciones de espectroscopia Raman (F).

Pero la cosa no queda solo aquí. El gran hallazgo del estudio que hoy se publica en Science Advance apunta a que este material era capaz de regenerarse o "autocurarse". "Durante el proceso de mezcla en caliente, los clastos de cal desarrollan una arquitectura de nanopartículas característicamente frágil que crea una fuente de calcio fácilmente fracturable y reactiva". Los investigadores descubrieron que esta fuente de calcio otorgaba al hormigón la capacidad de regenerarse cuando se fracturaba. "Este material puede reaccionar con agua, creando una solución saturada de calcio que puede recristalizarse como carbonato de calcio y llenar rápidamente la grieta, o reaccionar con materiales puzolánicos para fortalecer aún más el material compuesto". 

Según apuntan los científicos, estas reacciones se producían espontáneamente, curando automáticamente las grietas antes de que se propagaran por toda la construcción. De hecho, para demostrar que estaban en lo cierto, los investigadores crearon el cemento tal y como lo hacían los romanos, en caliente, lo rompieron e hicieron correr a través de las grietas el agua. Así pudieron comprobar que, "en dos semanas", el hormigón se regeneraba y el agua dejaba de fluir por el interior. Por supuesto, tras el hallazgo, el equipo encabezado por Masic ya ha anunciado que se encuentra trabajando para comercializar este hormigón modificado para que pueda ser utilizado en las construcciones y obras actuales. 

Fuente: elespanol.com | 6 de enero de 2023

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Comentario por Guillermo Caso de los Cobos el febrero 6, 2023 a las 1:28pm

El mito del hormigón romano: ni aguanta más ni ellos eran mejores constructores

Panteón de Agripa. (Flickr/Fresus)

El relato es muy atractivo, casi irresistible para los medios de comunicación y los amantes de la historia. Resulta que los romanos eran mucho más listos que nosotros, que eran capaces de realizar construcciones que han durado 2.000 años porque tenían un secreto que se perdió en el tiempo. Por eso, en la actualidad, a pesar de tener tantos avances en ciencia y tecnología, construimos con materiales de mala calidad y se nos caen los puentes, así que más nos valdría volver al pasado y aprender algo. El problema de este hilo argumental tan interesante es que no es cierto.

 

Una sencilla búsqueda en internet nos devolverá miles de resultados sobre el supuesto secreto del hormigón de los romanos, porque en los últimos años han aparecido numerosos estudios sobre esta cuestión (por ejemplo, en American Mineralogist en 2017 o en Journal of the American Ceramic Society en 2021) y los periódicos los reproducen en masa. El ejemplo más reciente también ha tenido una enorme repercusión. Fue publicado por Science Advances a principios de este año y lo firmaban investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y de la Universidad de Harvard, entre otros. En él, no falta ningún detalle: un tema atractivo, una buena revista científica e instituciones de prestigio. Una vez más, habíamos resuelto el misterio de por qué el hormigón romano es tan duradero.

¿Qué dice exactamente el estudio? Los investigadores realizan un análisis de la composición química de terrones de cal que aparecen en muestras de hormigón de Privernum, un sitio arqueológico de Italia de dos milenios de antigüedad, y explican que están formados por una mezcla que incluye cal viva. En contacto con el agua, si a largo plazo se producen grietas, este componente actuaría como un mecanismo de auto-reparación, formando calcita para sellarlas. Los científicos realizaron sus propios experimentos y declararon que su hallazgo podría servir para  mejorar la vida útil de los materiales de construcción actuales, incluso citando las mezclas que se utilizan para impresión 3D.

 

Además del interés histórico, la investigación tendría una aplicación en el presente, así que no puede resultar más fascinante. Los titulares estaban servidos y desde hace semanas no paran de publicarse nuevos artículos periodísticos sobre la receta secreta o el ingrediente mágico que explicaría por qué los romanos eran mejores constructores y por qué deberíamos imitarles. ¿Hay algo que objetar? En realidad, un trabajo interesante desde el punto de vista de las reacciones químicas de los materiales se ha vendido como un gran hallazgo para la construcción, pero los ingenieros no encuentran nada nuevo: los elementos que utilizaban los romanos y los fenómenos físicos que los caracterizan son bien conocidos y no tienen ninguna aplicación hoy en día. No construimos como los romanos porque no resultaría práctico.

Panteón de Agripa. Roma.

"No es cierto que la receta del hormigón romano se haya perdido, podríamos recuperarla si lo necesitásemos, pero ha sido superada en muchos aspectos", explica a Teknautas Manuel Francisco Herrador Barrios, ingeniero y profesor de la Universidad de A Coruña. Entonces, ¿qué aportan los estudios sobre sus características? "Nada que no se sepa", afirma, "son interesantes desde el punto de vista de la arqueología e incluso desde el nuestro, pero a la hora de sacar conclusiones son muy exagerados".

 

El hormigón es una mezcla que se endurece después de estar en contacto con el agua hasta quedar en estado sólido, por eso es un material magnífico para moldear construcciones a nuestro antojo. Está compuesto por arena o grava y un conglomerante que ha cambiado con el paso de los siglos. Ahora utilizamos cemento, una mezcla de caliza y arcilla calcinadas y posteriormente molidas. En el caso de los romanos, usaban un mortero de cal y lo que se conoce como materiales puzolánicos, cenizas volcánicas procedentes de Pozzuoli, cerca de Nápoles.

 

No solo sabemos cuáles eran los materiales que utilizaban, sino también lo que ocurría con ellos, por ejemplo, "el autosellado de fisuras debido a la cal que describe este último artículo", asegura el experto. De hecho, la ciencia moderna puede describirlo mejor que cualquier erudito de aquella época, puesto que todo funcionaba a base de ensayo y error. "Todo el hormigón que hicieron venía de las minas de Pozzuoli y no consiguieron replicarlo, no encontraron otra fuente de estos materiales en otro lugar", afirma.

El hormigón romano era sobre todo "lento y muy estable" y, en efecto, esto le daba una gran durabilidad. Sin embargo, hay muchos aspectos que puntualizar con respecto a ese concepto. El primero tiene que ver con el sesgo de durabilidad: nos fijamos en las pocas obras que, en efecto, han llegado hasta nosotros 2.000 años después, pero pasamos por alto que la inmensa mayoría no han corrido la misma suerte. Lo lógico es que hayan sobrevivido las mejores, las que dieron con la mezcla más adecuada, pero al no haber un método sistematizado, no podemos deducir que todas las desaparecidas eran igual de buenas, sino más bien todo lo contrario.

El Coliseo, en Roma. (EFE).

Sin aplicación en el presente

En cualquier caso, el error más importante está en pensar que estos estudios pueden tener aplicación en el presente. ¿Podríamos hacer hormigones diferentes? Sí, pero no tendrían un uso masivo. Por ejemplo, la alternativa de los materiales puzolánicos, de origen volcánico, "es uno de los temas más recurrentes de estos estudios", señala Herrador Barrios. En principio, tendría sentido porque generarían una huella de carbono mucho menor que la de la fabricación del cemento, que es enorme. Sin embargo, "es un recurso natural que es escaso, muy caro y que no hay en todas partes, no es una solución escalable al mundo real". Como curiosidad científica, cualquier aportación es valiosa, "pero hay muchos grupos trabajando en hormigones verdes para la reducción de cementos y esto no les pilla de nuevas".

Del mismo modo, la utilización de cal viva también es interesante, "pero es un efecto muy limitado y tiene un efecto dañino, el hormigón se vuelve más ácido". El hormigón actual no es simplemente hormigón, sino hormigón armado; es decir, que por dentro lleva una armadura, una estructura de acero clave para la arquitectura de hoy en día. "Una de las cosas que más nos interesa en el hormigón actual es que sea un material muy alcalino para proteger el acero que va por dentro. De lo contrario, si es un hormigón ácido, la corrosión se dispara. Así que el mecanismo de auto-reparación de la cal viva produciría demasiados problemas y, encima, esa supuesta capacidad "solo se refiere a algunos poros", señala el ingeniero, ya que "es imposible fisuras o grietas solamente con la precipitación del carbonato cálcico". Además, la ingeniería moderna ya ha resuelto la auto-reparación con otras técnicas, así que "no sería el mejor mecanismo".

 

Prescindir del acero que se vería dañado por la cal viva tampoco es una opción. "No tiene sentido, porque no podríamos construir edificios de muchas plantas ni puentes como los que hacemos.   El hormigón romano no se adapta a las necesidades constructivas del siglo XXI, pero tampoco lo hace en los precios ni en el tiempo", resume el ingeniero. El acero del hormigón armado  es lo que permite realizar piezas estrechas, largas y resistentes. Sencillamente, con la técnica romana "no llegaríamos muy lejos".

Restos romanos. (EFE).

¿Por qué tanto bombo?

Si todo esto está tan claro para los ingenieros, ¿por qué estos trabajos generan tanta expectación? ¿Por qué se publican en revistas científicas de prestigio y llegan con mensajes tan rimbombantes a la prensa? Hay varios factores que tienen que ver con el propio funcionamiento de la ciencia y con la comunicación. Para empezar, "estos artículos se fijan mucho en algunos materiales en concreto, pero no le dan importancia a la resistencia, a la rigidez del hormigón o a la interacción con el acero, cosas que hoy en día, para la construcción, son fundamentales", pero que solo se explican desde el punto de vista de ingeniería. Sin embargo, en estos trabajos intervienen otros profesionales. "Los arqueólogos encuentran materiales, se los pasan a los químicos y configuran un grupo de investigación", asegura el profesor de la Universidad de La Coruña. Sus conclusiones nunca llegarían a revistas especializadas del mundo de la construcción, pero sí a las del grupo Science o Nature, que tienen mucho impacto, "pero son generalistas y, en realidad, para este tipo de cosas no tienen criterio".

El siguiente factor está en los servicios de prensa de universidades y centros de investigación, "sobre todo si son americanos", afirma el ingeniero, porque "les gusta darle un toque espectacular a todo". Por ejemplo, el artículo publicado recientemente es interesante "en la microescala" para aclarar las reacciones que tienen lugar en el material de construcción, "porque son complejas y dependen de muchísimos factores". Sea como sea, el mensaje final es "que se ha inventado una nueva mezcla de cemento comercializable".

 

Eso sí, todas estas objeciones no significan que los romanos no tuvieran una arquitectura espectacular. Sin duda, uno de los edificios más fabulosos del mundo está hecho con hormigón romano, el Panteón de Agripa, en Roma. "Es el ejemplo más notable, es impresionante en muchos niveles y es alucinante  que hace 2.000 años consiguieran hacer una cúpula así", asegura el experto. No obstante, también hay que entender que cada construcción tiene su contexto. Por ejemplo, el acueducto de Segovia (que también es espectacular y no lleva ni una gota de hormigón) duró intacto dos milenios, pero "cuando empezó a tener tráfico comenzó a degradarse y hubo que cortar la circulación", recuerda.

Fuente: elconfidencial.com | 5 de febrero de 2022

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