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Italia reencuentra un tesoro en Pompeya. Renace la famosa Escuela o Domus de los Gladiadores, cuya reapertura tras su restauración se produjo en pompa magna porque la ocasión lo requería. Hace ocho años se derrumbó por varias causas, fundamentalmente por infiltraciones de agua en el mes lluvioso de noviembre y pobre mantenimiento. Este desplome de la Domus constituyó un grave choque emocional para Italia, no solo por el grave daño para el patrimonio artístico italiano, sino porque se convirtió en un símbolo del deterioro, la metáfora perfecta de la incapacidad italiana para custodiar sus ricos tesoros, según denunciaron los periódicos de todo el mundo, comenzando por el «New York Times». Fue todo un coro de indignación internacional. «Esto representa una vergüenza para Italia», gritó el entonces presidente de la República, Giorgio Napolitano, exigiendo «explicaciones inmediatas y sin hipocresías».
Esa pesadilla se concluyó el pasado jueves, según manifestó en la inauguración de la reapertura de la Domus el director del parque Arqueológico durante los últimos cuatro años, Massimo Osanna: «De metáfora de la incapacidad italiana de cuidar un lugar precioso que pertenece a toda la humanidad, esta reapertura de la Escuela de los Gladiadores representa un símbolo de recuperación por los resultados obtenidos en Pompeya con el Gran Proyecto [el plan financiado con 105 millones de euros por la Unión Europea para las excavaciones de la antigua ciudad romana]».
La Escuela de los gladiadores, originalmente una Domus construida en el siglo I a.C., fue excavada por Vittorio Spinazzola entre 1915 y 1916. Denominada «Schola Armaturarum», era probablemente un edificio de representación de una asociación militar, como se puede deducir de las decoraciones y del descubrimiento de armas custodiadas en su interior. Refuerzan esta hipótesis las últimas excavaciones, que han sacado a la luz ambientes de servicio donde se guardaban ánforas que contenían aceite, vino y salsas de pescado procedentes del Mediterráneo –de España, entre otros lugares–, productos de calidad que eran servidos en encuentros especiales.
El edificio, semidestruido por un bombardeo durante la segunda guerra mundial, a finales de agosto de 1943, causó la pérdida irreparable de algunos elementos decorativos. Su restauración, entre 1944 y 1946, se realizó, siguiendo la pauta de la época, con materiales –hierro y cemento– impropios con relación a la tecnología de construcción antigua. El derrumbe del 2010 afectó a las pinturas originales. Los frescos encontrados en las excavaciones iniciales del 2015-16 se han perdido en gran parte. Después de un minucioso trabajo de reconstrucción, iniciado en el 2016, se vuelven a mostrar los frescos que han sobrevivido con su policromía original.
En el pasado año visitaron Pompeya 3.400.000 personas, número que duplica a los que llegaron en el 2010. Ahora, cuando pasen por la via de la Abbondanza, la calle principal de la ciudad romana sepultada por el Vesubio en el 79 d.C., podrán admirar la Escuela de los Gladiadores y dar rienda suelta a la imaginación. La formación de los gladiadores para combatir en la arena se realizaba justamente en las escuelas, donde eran obligados a un durísimo entrenamiento y férrea disciplina. Los habitantes de Pompeya eran muy apasionados de los espectáculos de gladiadores en su gran anfiteatro, donde la parte más impresionante, según ha escrito en un artículo el arqueólogo Massimo Ossanna, es el enfrentamiento entre hombres y animales, con «gladiadores vestidos de una simple túnica y armados solo con lanza; entre los animales había tigres, leones, leopardos, osos e incluso elefantes…» En ocasiones, esos combates excitaban sobremanera a la gente, llegando a una pelea entre hinchas de Pompeya y de Nocera en el 59 d.C., que pasó a la historia y se recuerda en una inscripción. Tácito escribe que «volaron piedras y se acabó con las armas. Los pompeyanos tuvieron más suerte. Muchos de Nocera volvieron a sus casas mutilados y algunos lloraron la muerte de un hijo o de un padre». El Senado decidió un castigo ejemplar: prohibió los duelos de gladiadores en Pompeya durante diez años.
Estos recuerdos de vida pompeyana que nos trae a la memoria la Escuela de los Gladiadores, se refrescan también con otras tres importantes reaperturas al público hace dos semanas: La Casa de la Fontana Grande, la Casa del Ancora y el Templo de Isis. La primera fue construida en la primera mitad del siglo II a.C., adosada luego a un muro en el siglo I, con un ábside revestido de mosaicos, y adornada con dos máscaras teatrales de mármol.
La Casa del Ancora recibe ese nombre por el ancla representada en el mosaico del ingreso, símbolo de la tranquilidad y seguridad que la espléndida residencia ofrecía a sus propios inquilinos.
Imagen de la entrada de la Casa del Ancora.
Finalmente, el templo de Isis, construido a finales del siglo II e inicios del I a.C, está dedicado a Isis, diosa egipcia, cuyo culto se extendió en todo el Mediterráneo a partir del siglo III a.C., por su mensaje de esperanza en la vida más allá de la muerte.
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