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Un nuevo estudio muestra que los antiguos cazadores siberianos crearon ollas resistentes al calor para poder cocinar comidas calientes, pudiendo sobrevivir así a las estaciones más duras de la Edad del Hielo mediante la extracción y cocción de la nutritiva médula de los huesos y la carne y grasa de los animales capturados.
La investigación, que se realizó en la Universidad de York, y publicada en la revista Quaternary Science Reviews, también sugiere que no existió un único lugar de origen para la cerámica más antigua del mundo.
Los académicos extrajeron y analizaron grasas y lípidos antiguos que se habían conservado en recipientes de cerámica antigua halladas en varios lugares del río Amur, en Rusia, cuyas fechas oscilan entre 16.000 y 12.000 años atrás.
Potencial de los métodos de investigación
El profesor Oliver Craig (izquierda), Director del Laboratorio BioArch de la Universidad de York, donde se realizó el trabajo de investigación, dijo: "Este estudio ilustra el importante potencial de los nuevos métodos de la ciencia arqueológica, puesto que podemos extraer e interpretar los restos de comidas que se cocinaron en ollas hace más de 16.000 años".
"Es interesante, además, comprobar que la cerámica emergió durante estos períodos muy fríos, y no durante las fases interglaciares, comparativamente más cálidas, cuando los recursos forestales, como las presas y la madera, estaban más disponibles".
Por qué estas ollas se inventaron por primera vez en las etapas finales de la última Edad de Hielo ha sido un misterio durante mucho tiempo, así como los tipos de alimentos que se preparaban en ellas.
Fluctuación climática
Los investigadores también examinaron la cerámica encontrada a lo largo del rio Amur correspondiente a la cultura Osipovka. El análisis demostró que dicha cerámica se había utilizado para procesar pescado, muy probablemente salmón migratorio, el cual ofrecía a los cazadores locales una fuente alternativa de alimentos durante los períodos de mayor fluctuación climática. El grupo de investigación identificó, asimismo, un escenario idéntico en las islas vecinas de Japón.
Reconstrucción de un recipiente de la cultura Osipovka (derecha) y fragmentos de ollas encontrados en Gasya y Khummi (izquierda). Fotos: Vitaly Medvedev, Oksana Yanshina.
El nuevo estudio demuestra que los recipientes de barro más antiguos del mundo se fabricaban de formas muy diversas en distintas partes del noreste de Asia, lo que indica un "proceso de innovación paralelo", donde grupos separados que no tenían contacto entre ellos comenzaron a realizar soluciones tecnológicas similares para sobrevivir.
El autor principal, el Dr. Shinya Shoda (derecha), del Instituto Nacional de Investigación de Bienes Culturales en Nara, Japón, dijo: "Estamos muy satisfechos con los resultados obtenidos, pues cierran una brecha importante en nuestra comprensión de por qué se inventó la cerámica más antigua del mundo en diferentes partes del noreste de Asia en el período glacial tardío, y también sobre las diferentes forma en que fue utilizadas por estos antiguos cazadores-recolectores".
“Hay algunos paralelos sorprendentes en la forma en que se utilizó la cerámica temprana en Japón, pero también algunas diferencias importantes que no habíamos esperado. Esto deja muchas preguntas nuevas en el aire, por lo que seguiremos con futuras investigaciones”.
Fragmentos de ollas hallados en Goncharka-1. Foto: Oksana Yanshina.
Punto de origen
El profesor Peter Jordan (izquierda), autor principal del estudio en el Centro Ártico y en el Instituto de Arqueología de la Universidad de Groningen, en los Países Bajos, dijo: "Estas ideas son particularmente interesantes, dado que sugieren que no hubo un único 'punto de origen' referido a la cerámica más antigua del mundo. Estamos empezando a comprender que surgieron tradiciones ceramistas muy diferentes en distintos lugares al mismo tiempo, y que las ollas para cocinar se estaban utilizando para procesar un conjunto de recursos muy variado".
"Tales circunstancias parecen encuadrarse en un proceso de 'innovación paralela' ocurrido durante un período de gran incertidumbre climática, con comunidades separadas que se enfrentan a amenazas comunes y alcanzan soluciones tecnológicas similares".
La última Edad de Hielo alcanzó su momento más álgido entre hace 26.000 y 20.000 años, lo que obligó a los humanos a abandonar las regiones del norte, incluidas grandes partes de Siberia. Desde hace aproximadamente 19.000 años, las temperaturas comenzaron a calentarse lentamente, alentando a pequeñas bandas de cazadores a regresar a estos vastos paisajes vacíos.
Fuente: University of York | siberiantimes.com | 1 de febrero de 2020
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