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La Plaza Principal en el centro de Monte Albán (Oaxaca, México). Wikipedia.
Ubicación, ubicación, ubicación: es la primera regla de los bienes raíces. Durante mucho tiempo se ha asumido ampliamente que estar cerca de los recursos naturales impulsa los patrones de asentamiento, con ciudades generalmente fundadas cerca del agua y de la tierra fértil para el cultivo. Pero un nuevo artículo de un equipo arqueológico formado por marido y mujer cuestiona esa idea, y pone como ejemplo lo que fue una ciudad antigua en lo que ahora es el sur de México: Monte Albán. Los investigadores argumentan que esta ciudad, la más grande de su región durante más de mil años, no estaba situada cerca de tierras de cultivo especialmente buenas. Pero lo que sí tuvo desde su fundación fue una ubicación defendible desde lo alto de una colina y una forma de gobierno colectiva que atraía a la gente tanto al propio asentamiento como a sus alrededores.
"Queríamos entender por qué se fundó Monte Albán en el lugar donde estaba", dice Linda Nicholas (izquierda), la primera autora del estudio en Frontiers in Political Science y conservadora adjunta en el Field Museum (Chicago, USA).
Monte Albán se encuentra en el Valle de Oaxaca, en el sur de México. Fue fundada en el año 500 a.C., creció rápidamente y se mantuvo como la principal metrópoli de la región durante 1300 años, más que la mayoría, si no todas, que las demás ciudades mesoamericanas prehispánicas.
“Llevamos 40 años trabajando en el Valle de Oaxaca, y nosotros y nuestros colegas nos hemos preguntado qué es lo que atrajo a tanta gente a mudarse a Monte Albán y sus alrededores, y qué fue lo que permitió que la ciudad se sostuviera por tanto tiempo”, dice Gary Feinman (derecha), conservador de antropología MacArthur en el Field Museum y coautor del estudio. "A lo largo de los años se han propuesto algunas ideas en competencia".
Una hipótesis para explicar el rápido crecimiento de Monte Albán es la coerción: la idea de que gobernantes poderosos obligaron a la gente a mudarse allí. Otra posible explicación fue que la gente iba allí porque la tierra era buena para la agricultura. Para examinar la validez de estas posibles explicaciones, Nicholas y Feinman han repasado décadas de investigación que cubren tanto Monte Albán como el Valle de Oaxaca que lo rodea.
Para evaluar el argumento de que Monte Albán atraía a la gente por la calidad de sus tierras de cultivo, los investigadores se basaron en estudios sobre el uso moderno de la tierra en el valle, llevando a cabo un mapeo de las diferentes clases de tierra en función de la disponibilidad y permanencia del agua, el factor más importante para el rendimiento de los cultivos en el valle. Buenas tierras bien regadas se distribuyeron irregularmente a lo largo del valle, de modo que algunas áreas tenían rendimientos potenciales mucho más altos que otras. Mientras que los asentamientos anteriores a Monte Albán estaban más concentrados en las zonas más productivas del valle, esta antigua ciudad no lo estaba. La calidad de la tierra, pues, fue un factor de menor importancia en las decisiones que se tomaron para su asentamiento y fundación, tanto para la ciudad en sí como para los poblamientos cercanos.
Monte Albán: ruinas visibles en un cerro en el centro del Valle de Oaxaca (izquierda) y mapa del cerro principal
"El análisis de Linda Nicholas sobre el uso de la tierra muestra muy claramente que Monte Albán no estaba ubicado cerca de la tierra más rica. Ya sea que mires la tierra en sí misma o que calcules la mano de obra para trabajarla, la productividad agraria no puede explicar la ubicación de esta antigua ciudad", dice Feinman.
En consecuencia, la hipótesis de la tierra fértil no se sostiene para Monte Albán. Ante ello, Feinman y Nicholas indagaron a continuación la posibilidad de que la gente se viera obligada a venir a vivir a la región. Esta parte del proyecto de investigación se basó en décadas de trabajo de prospección arqueológica.
"En la década de 1960, los arqueólogos comenzaron a hacer diferentes preguntas sobre las sociedades antiguas más allá de la simple recolección y clasificación de artefactos", dice Nicholas. "Cuando excavas un sitio, solo obtienes una imagen de una parte muy pequeña, y también es destructivo y costoso".
"Si estás tratando de responder preguntas sobre cómo se formaron las primeras ciudades y cuánto duraron, la excavación arqueológica con su enfoque limitado sobre el pasado no puede responderlas", añade Feinman. "Si deseas obtener información sobre la ciudad de Chicago, por ejemplo, excavar una casa, una cuadra o incluso un vecindario no te dará información sobre el crecimiento del centro de la ciudad en relación con el río Chicago y el lago Michigan, o cómo se relaciona con un red más amplia de asentamientos en el norte de Illinois y más allá. Pasa lo mismo con las ciudades antiguas: se necesita una visión de orden macro para comprender cómo su crecimiento y declive se puede comparar con las áreas que las rodean".
A fin de obtener una imagen más amplia de dónde vivía la gente y cómo cambiaron sus patrones de asentamiento en el tiempo, Feinman y Nicholas colaboraron con Richard Blanton y Stephen Kowalewski en Oaxaca, con el objetivo de estudiar una de las regiones contiguas más grandes del mundo.
Gary Feinman y un miembro de la tripulación inspeccionando una cresta en la parte sur del Valle de Oaxaca en la década de 1980. Crédito: Linda Nicholas, Museo Field.
“Para nuestro estudio sistemático hemos utilizado fotografías aéreas y mapas con el fin de guiarnos mientras caminábamos por todo el valle. Cuando encontrábamos sitios arqueológicos, tomábamos notas de lo que hallábamos y dónde, con el objetivo de determinar los períodos de ocupación”, informa Nicholas. “Nosotros y nuestros colegas terminamos cubriendo miles de kilómetros cuadrados en el Valle de Oaxaca y áreas adyacentes”. Esta investigación se ha complementado, a lo largo de los años, con excavaciones más profundas realizadas por muchos académicos en sitios clave.
Una visión más amplia de la vida en Monte Albán y sus alrededores, extraída tanto de estudios como de excavaciones realizadas, les dio a los investigadores nuevos conocimientos a lo largo de los años. "Aprendimos que en Monte Albán, y otros asentamientos en la Oaxaca prehispánica, la mayoría de los residentes vivían en terrazas aplanadas que se construyeron en las laderas de los cerros. A partir de las excavaciones que llevamos a cabo nosotros mismos y otros, obtuvimos una perspectiva de la vida en tales terrazas, donde la gente vivía en casas individuales con varias habitaciones alrededor de un patio. Las unidades domésticas a menudo compartían un muro de contención frontal, y los desagües generalmente separaban las residencias", indica Feinman. "Las personas no solo vivían muy juntas, sino que también debieron haber sido muy cooperativas de una unidad doméstica a otra, porque, si parte del muro de contención se derrumbaba o el drenaje se obstruía, tenían que arreglarlo juntos".
Los habitantes de Monte Albán también eran económicamente interdependientes, cambiándose entre sí artesanías y alimentos, dado el panorama de riesgo agrícola en el que vivían. Aunque no se han encontrado grandes instalaciones de almacenamiento de alimentos, hay indicios de que los residentes de la ciudad participaban con intercambios en el mercado, lo que podía amortiguar los efectos de las lluvias impredecibles en la región. Esta defensa cooperativa y la oportunidad económica atrajeron a gente de otras partes hacia Monte Albán ya en su fase temprana.
Clases de tierras en el Valle de Oaxaca: tierras de cultivo de primera calidad (arriba), tierras de cultivo de aguas de inundación (centro), laderas de piedemonte (abajo) y distribución de clases de tierras agrícolas en todo el valle (derecha).
Los altos grados de cooperación entre los habitantes de Monte Albán se reflejaron hasta cierto punto en la organización política de la ciudad en su conjunto. "En comparación con sociedades más autocráticas, como los mayas del período Clásico, Monte Albán parece haber tenido una forma de gobierno más colectiva", asegura Nicholas. Las sociedades autocráticas, gobernadas por déspotas, donde un pequeño grupo de personas ejercía todo el poder, tendían a tener una arquitectura que reflejaba su forma de gobierno, con palacios grandes y elegantes y cementerios elaborados para los ricos y poderosos. Los gobernantes despóticos sirven como vallas publicitarias para sus regímenes, a menudo marcados por monumentos engrandecidos y personalizados. Monte Albán, sin embargo, se caracteriza por edificios públicos no residenciales, templos y grandes plazas compartidas relativamente abiertas. Incluso, a pesar de la longevidad de la ciudad, la cantidad de monumentos que contaban con gobernantes era pequeña.
Si bien la defensa fue un factor clave en la fundación y ubicación de Monte Albán, no hay indicios de que los primeros ocupantes fueran obligados a mudarse a esta ubicación en la cima de una colina, donde sus perspectivas agrícolas eran un tanto arriesgadas, tenían que hacer esfuerzos interpersonales adicionales para sostener sus residencias y el asentamiento en general, y que estaba densamente poblado. Así mismo, la investigación sobre aspectos de su salud indica que los habitantes de Monte Albán estaban en general en mejores condiciones que los residentes de otras ciudades prehispánicas, y las instituciones establecidas en Monte Albán contribuyeron a su bienestar, atrayendo a personas de lejos a pesar de los desafíos descritos.
Monte Albán desde el aire: cientos de terrazas residenciales prehispánicas descienden por las laderas debajo de la Plaza Principal en la cima de la colina. Crédito: Linda Nicholas, Museo Field
Dado que la gente probablemente no se vio obligada a venir a Monte Albán, y no vinieron por las tierras de cultivo productivas, eso deja la pregunta: ¿por qué Monte Albán creció, entonces, tan rápido y se mantuvo grande e importante durante tanto tiempo?
"Creemos que tenemos un marco que se basa más en el factor cooperación", dice Nicholas. A partir del trabajo de otros académicos como Margaret Levi y Richard Blanton, Feinman plantea la hipótesis de que "es una especie de relación mutua entre personas que tienen poder y personas que no lo tienen. En este caso, los poderosos pueden haber coordinado la defensa, ayudado a organizar el mercado de intercambio y llevado a cabo actividades rituales que mejoraban la solidaridad de la comunidad. Por otro lado, la mayor parte de la población de la ciudad producía alimentos y otros bienes que sustentaban a todo el asentamiento y, a través de los impuestos, apoyaban la gobernabilidad. Fue un proceso colaborativo que se basó en el cumplimiento de las normas establecidas".
Vista del centro ceremonial de Monte Albán desde la Plataforma Sur. La mayor parte de los edificios que se pueden observar en la zona arqueológica datan de la Fase Xoo o Monte Albán IIIB-IV.
Feinman señala que la arquitectura de la ciudad podría incluir pistas sobre esta relación cooperativa entre las clases sociales que permitió que la gente fuera a vivir a Monte Albán. "Desde el mismo momento de su fundación, había ya una gran plaza principal donde la gente podía reunirse y expresar su voz, al menos en varias ocasiones. Es posible que se haya alentado a la gente a mudarse allí por cuestiones de defensa y oportunidad económica", dice. "Pero, por otro lado, para apuntalar y apoyar estas nuevas instituciones, los agricultores probablemente tuvieron que ceder parte de sus excedentes. De este modo, era una especie de toma y daca".
Si bien Feinman y Nicholas señalan que este estudio es solo un caso particular sobre una ciudad, tiene algunas lecciones que ofrecernos hoy en día. "Monte Albán fue una ciudad donde se escribió un nuevo contrato social desde su fundación. Era algo más equitativa y menos elitista que otros ejemplos anteriores", concluye Feinman. "Y con su gobierno comunal, y relativamente igualitario, perduró durante más de un milenio. Sin embargo, cuando colapsó, la población de la ciudad disminuyó drásticamente y muchas de sus instituciones se disolvieron, dando paso a un período de gobierno más autocrático".
Fuentes: phys.org | fieldmuseum.org | 8 de marzo de 2022
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