Conjunto escultórico de los Toros de Guisando inscripción sobre el toro más al sur. 

Aunque son muchos los testimonios que el pueblo prerromano vettón ha dejado en las provincias de Ávila, Salamanca, Zamora y Toledo, quizás el más importante o al menos el más representativo son esas esculturas de piedra denominadas genéricamente “VERRACOS”, relevantes hasta el punto de darle nombre a toda la cultura prerromana vettona definida por algunos como “Cultura de los Castros y los Verracos”.

Sobre tales obras, que representan cerdos o toros, se han vertido muchas teorías sin que hasta la fecha haya acuerdo, repitiendo en ocasiones unos, quizás sin saberlo, opiniones emitidas por otros mucho tiempo antes.

Uno de los que habló sobre estas esculturas fue el legendario monje Luis Ariz quien, basándose en las inscripciones romanas que ostentaban y en las urnas cinerarias que acompañaban a algunos de ellos, los consideró de época romana.

Manuel Gomez-Moreno, por su parte, considera a los verracos obras de las gentes prerromanas que levantaron fortalezas como Ulaca, las Cogotas, las Merchanas, el Castillo de Yecla, etc., las cuales situaron en las inmediaciones de los poblados y junto a santuarios, manantiales, puentes, etc., con carácter esencialmente religioso y votivo, como las aras clásicas. Pero se confunde al creer que los carteles latinos que ostentan revelan la lengua de sus autores

Existen por tanto multitud de teorías sobre la autoría y, la finalidad que pudieron tener las esculturas conocidas con el nombre genérico de verracos por parte, entre otros, de García Bellido, Maluquer, Bosch Gimpera, Cabré, Martín Valls, Fernando Fernández, Antonio Blanco,..., pero mi opinión sobre el asunto es que, al menos en lo fundamental, su función dependió del periodo en que se erigieron:  PRERROMANO O ROMANO.

Así en la época prerromana tales esculturas debieron tener como principal objeto o finalidad, la protección de los animales ya con su sola presencia ya mediante la realización sobre ellas, a modo de altares, de determinados actos cultuales –sacrificios de animales, libaciones, quemado de perfumes, etc., según atestiguan los elementos rituales existentes sobre algunos de ellos, caso del llamado “burro de san Vicente” de San Felices de los Gallegos- dirigidos a sus deidades invocando su protección, su procreación, etc., estando por tanto, en general, asociadas a los ganados situándolas por ello aquellas gentes, en los lugares donde éstos se concentraban: en zonas húmedas de buenos pastos, manantiales y encerraderos de ganados, que no solían faltar junto a los oppida celtíberos lo que explica la proximidad de algunas de estas esculturas a las núcleos urbanos. Tampoco se debe descartar su papel mágico protector de las personas, jugando similar papel al de los leones alados que los persas situaban en las puertas de sus ciudades pues así parece evidenciarlo el toro labrado sobre una roca, encontrado recientemente en la misma puerta de San Vicente de la muralla de Ávila.   

Verraco (cerdo) de San Felices de los Gallegos, conocido como el "Burro de San Vicente"

 

En época romana –siglos I a. de C., a V d. de C.- la finalidad de los verracos más que cambiar debió ampliarse siendo dedicados masivamente muchos de los ya esculpidos y otros realizados exprofeso, por la población romana e indígena romanizada, a la erección de determinados monumentos dedicados a personas, proliferando entre ellos los de carácter funerario, monumentos entre los cuales constituyen un extraordinario ejemplo los monumentales Toros de Guisando situados en la localidad de El Tiemblo-Ávila.

El análisis del monumento escultórico y epigráfico de los Toros de Guisando lo inicia, según la tradición, en 1468, Antonio de Nebrija -gramático y Cronista de Isabel la Católica-, quien, al parecer, realizó cuatro calcos en cera de otras tantas inscripciones latinas existentes sobre los Toros.

Unos años después –1481-, Rodríguez de Amelda, en su “Tractado que se llama de la compilación de las batallas campales”, da inicio a la hipótesis, mantenida hasta principios del siglo XX, de que los referidos letreros, aluden a acontecimientos históricos de personajes romanos y que son obra del general romano “Guisando”.

A comienzos del siglo XVII, Luis Ariz (“Historia de las Grandezas de Ávila”, pág. 401), transcribe y traduce dichos carteles, pero no cuatro sino cinco, existentes, según él, en los tres toros que se mantenían en pie pues el otro estaba partido: Cecilio Metelo Consuli. II. Victori (a honra de cecilio Metelo vencedor, segunda vez, Cónsul); Longinus Prisco Cacio Patri. F.C. (Longino tuvo cuidado de hacer esta memoria a su padre Cecio el Antiguo); Bellum Casaris, (...) Patria Magna exparte confetu est, sex, (...) gne, Maght Popey Filijs.Hic, inagro Batestanorum Proftigatis  (La guerra del Cesar y de la Patria, por la mayor parte acabada, vencidos aquí en el campo Batestano, los hijos de Pompeyo Magno, Sexto, Ígneo); Exercitu Victor Hostibus Fusis (Ejército vencido roto el enemigo); L. Porcio Obprobinciam administratam, Batestany Populi. F.C. (Los pueblos bastetanos determinaron hacer esta memoria a Lucio Porcio, por haber administrado excelentemente la provincia)”.

En 1869, Emilio Hubner, en su “Hábeas Criptionum Latinarum”, estableció la que consideró falsedad de la cantidad y contenido de las inscripciones con excepción, claro está, de la dedicada por Longino porque es bien evidente.

Y así estaban las cosas a comienzos del siglo XX, cuando le llegó el turno a Manuel Gómez-Moreno quien dijo de este conjunto monumental: “uno de ellos roto y medio enterrado, los otros tres en fila, sus cabezas hacia el cerro, o sea, a oriente, y separados entre sí por espacios de 1,70, 2,40 y 280 m. Son de berroqueña, varían poco en tamaño, siendo su promedio de 2,70 de largo, 0,80 de ancho y 1,50 m. de alto (...). Sus cabezas, aunque destrozadas a golpes, conservan algo de modelado en las arrugas de la gorja y unos orificios en el testuz, donde probablemente se afianzaban cuernos metálicos (...), dos de los toros muestran verdugones en la nalga derecha, cual marcas de ganadería (...). En cuanto a ser toros y no elefantes, no cabe duda. Pero lo que más celebridad les ha dado son las inscripciones que se les atribuían, copiadas de unos en otros (...). Al fin la crítica por un lado y la observación por otro, vienen a dar en tierra con este pretendido monumento de nuestra historia clásica (...), el examen de los toros mismos comprueba que ni existen grabadas en ellos ni han podido estarlo, y que la falsificación no trascendió del papel, alegándose siempre, para no copiarlas directamente, que el deterioro de la piedra impedía ya reconocerlas. Esto no es exacto: la calidad del granito es excelente, y su superficie, preservada además por musgos, resulta bien lisa excepto el costado derecho del primer toro, hacia el sur, donde sí hay grabada una inscripción (...) He aquí su facsímile: LONGINVS, PRISCO-CALA, ETIQ-PATRI-F-C.” ¡¿?!.

Pero inexplicablemente, Gómez-Moreno que acudió a este lugar con la intención de desmitificar este monumento, comete numerosos errores que en vez de dar luz crearon más confusión ya que dice de él: que las cabezas se dirigen a oriente, cuando lo hacen a poniente; que están destrozadas a golpes, cuando no es así; que sólo dos toros presentan verdugones en el costado, cuando los tienen todos; que tienen agujeros para colocarles cuernos, cuando sólo los presenta el tercer toro por el norte; que sólo existe una inscripción, cuando hay tres; que la ostenta el primer toro hacia el sur, cuando es el del norte; etc.

 Inscripción votiva dedicada por Longino, sobre el toro más al norte del conjunto de Guisando.

 

El monumento, consta de cuatro esculturas alineadas en dirección Norte-Sur, con las cabezas dirigidas al oeste, cuyo tamaño y separación coinciden con las aportadas por Gómez-Moreno.

La escultura situada más al norte presenta en su costado derecho la famosa Inscripción en la que Longino, de la tribu celtíbera de los calaéticos dedica un monumento funerario a su progenitor, cuya traducción es: “LONGINO A SU PADRE PRISCO, DE LOS CALAÉTICOS, PROCURÓ HACERLO. Los caracteres miden 14-17 cm. de alto y 1-1,5 cm. de profundidad; y la escultura tiene una deformidad alargada en su testuz que pudo dar lugar a confundirla con un elefante. Sólo presenta un pequeño ojo –el izquierdo-; una decena de hoyuelos rituales a lo largo de su lomo y cabeza y otro profundo, marcando su ano; y, en su costado izquierdo, una gran oquedad, obra quizás, como cree A. Blanco, de algún vándalo buscador de fortunas, que esperó encontrar un tesoro en su interior.

La segunda escultura por el norte, como la anterior, no presenta arrugas en el cuello; tiene un par de ojos; tres hoyuelos rituales en el lomo y dos petroglifos -uno en forma de ángulo de 60º y 15 cm. de rama, y otro, similar a una “Y” griega, de la misma longitud; un agujerillo marcando el ano; y, en su costado izquierdo, una inscripción de tres líneas con caracteres, de 13 cm. de altura.  

 Inscripción y posible petroglifo en el costado en el segundo toro por el norte.

 

La tercera escultura -la que se dice partió un rayo aunque pudo romperla el mismo bestia que dañó la otra-, es la única que, además de ojos, presenta dos profundos agujeros, quizás destinados a acoplar cuernos. Su cabeza, más alta y mejor labrada que las de los anteriores, tiene forma rectangular lo que unido a las arrugas del cuello pudo dar lugar a creerla un hipopótamo. Además de la fractura total, reparada con grandes lañas de hierro, presenta en la parte delantera del lomo, un golpe que le ha producido una gran hendidura; y en la trasera, otro socavón –obra del buscador de fortunas-  que impide comprobar si tenía el ano marcado con un agujerillo. No se le aprecia inscripción pero pudo tenerla en el costado izquierdo.

 Cartel de la cuarta escultura que alude al pueblo calaético.

 

La cuarta escultura, tiene de común con la anterior, el morro, las arrugas del cuello  y la ausencia de hoyuelos en el lomo y en el ano. Como la segunda, en el costado izquierdo presenta una inscripción de dos líneas cuyos caracteres de 13 cm. de altura ocupan una superficie de 0,5x0,4 m. En la primera línea se contienen las letras A.N.-.A. ¿año?; y en la segunda, la palabra CALAETICOS.

Sobre el significado de este monumento nadie duda de que, en época romana, se trató de un monumento funerario, al estilo de otros de la provincia, a cuyo efecto se reunieron aquí las cuatro esculturas zoomorfas vettonas dispersas por los inmediatos alrededores, destinadas antaño, seguramente, a proteger los ganados; zoomorfos, según los entendidos, pertenecientes a los siglos III-II antes de Cristo; y, según mi opinión, obra todos ellos del mismo artista.

 

 

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Comentario por Antonio el noviembre 21, 2011 a las 1:20am

Nunca entendí que les llamen verracos a estos toros de Guisande cuando no lo son.

Comentario por mariano Serna Martínez el noviembre 21, 2011 a las 10:01am

A los Toros de Guisando siempre se les ha llamado Toros y de hecho en ese lugar había una venta donde en la segunda mitad del siglo XV fue jurada reina heredera de Castilla la después Isabel "la Católica". En Ávila hay una iglesia llamada "la Virgen de las Vacas" cuyo origen, aunque se atribuye a fabulosos milagros, seguramente responde a unos posibles toros de piedra que existen en el pretil de la entrada, que en este caso bautizaron como vacas. El asunto viene porque muchas de estas esculturas son, ciertamente, verracos, vamos, cerdos,... y alguien con capacidad para imponer estas cosas, por abreviar, empleo el nombre genérico para ambas especies de "VERRACOS" así se ha quedado. Un saludo.  

Comentario por mariano Serna Martínez el noviembre 21, 2011 a las 10:07am

No añadí antes, Antonio, que la venta aquella ya se llamaba "Los Toros de Guisando", lo de los "verracos", vino después.

Comentario por Antonio el noviembre 21, 2011 a las 2:04pm

Ya se que los del lugar siempre les han llamado "Toros".   Lo raro es que los estudiosos de esa plástica pétrea "castreña" característica de la edad del Hierro, lógicamente, les dieron el nombrecito de: "Cultura de los castros y verracos".  Tu mismo lo dices al comienzo del artículo.  Genéricamente tal nombre les ha quedado, ya sea el bichito un toro, un cerdo, un jabali o incluso (ya menos) un oso.Y no es así ya que "verraco" es literalmente el nombre derivado del latín "verres": cerdo, y si quieres: cerdo no castrado.

 

Me repregunto.  ¿A que viene tal mezcolanza de animales en uno solo?

Comentario por mariano Serna Martínez el noviembre 21, 2011 a las 4:36pm

Pues yo no te puedo responder a eso Antonio,... lo de los osos esos que dices, pues es verdad que a los cerdos también los han llamado así, otra cosa, obra de fantasiosos, como tantas otras, que vienen diciendo unos y otros y que es manifiestamente falsa. Hace un par de años estuve en El Oso, localidad abulense que recibe ese nombre precisamente porque tiene un verraco que alguien creyó oso, idea de la que se escribieron fábulas de todo tipo como "¿sino será ese lugar un paso de estos animales?" ¡qué disparate! El pedrusco representa claramente a un cochino, no me atrevo a decir verraco no sea que fuese hembra, que las hay, o que, aunque macho, no estuviese capado. Te lo mando.

 

En ese pueblo aún lo siguen creyendo un oso y se tiene la costumbre de pasar por debajo de él para tener buena suerte. Antes estaba a rras de suelo pero, últimamente, le han trasladado frente a la iglesia y lo han subido a un pequeño podio. El día que fuí llegó un matrimonio con un niño pequeño y siguiendo la tradicción, aunque con gran trabajo por lo elevado del la escultura, pasaron por debajo del porcino. Para reirse. Y lo más sorprendente es que pareciendo claramente un cochino, lo seguian creyendo oso. ¡hay que fastidiarse con los juicios hechos que llegan a anular el entendimiento! Te mando la foto del matrimonio susodicho. Un saludo.

 

Comentario por Viriato el noviembre 21, 2011 a las 11:26pm

Enhorabuena por el post, Mariano! Me encantan estos bichos,
tal vez porque también están en mi tierra y por eso les cogí especial cariño. Muy
acertadas tus objeciones a las deducciones de Gómez-Moreno. Los verracos siempre
han suscitado dudas y nebulizado  imaginación… Época del artista, qué
representa, motivo de su realización… Es decir cuándo y quién, qué y por qué. Sobre
esto seguro que podríamos estar días… pero quisiera lanzar algunos pensamientos
al aire, a ver si estáis de acuerdo. Respecto a la primera incógnita, Serna, creo
haber entendido en tus deliberaciones que fue un calaético quien inscribió o
hizo inscribir tal dedicatoria. Mis conocimientos epigráficos son bastante
escasos pero ¿es posible que, de realizar una inscripción, lo hiciera sin
utilizar el signario celtibérico? Sería factible, tal vez, empleando el
alfabeto latino, pero si no me equivoco , la tipología lingüística parece
también proceder directamente de la mismísima Roma ¿no? ( a ver si con un poco
de suerte nuestra insigne experta en Epigrafía, la Dra. Dª Alicia M. Canto, se
pasa por aquí y me pone un cero en Letras Antiguas y así aprendo) . A lo que
voy es, que aparentemente se trata de una escultura indígena pero con
aprovechamiento romano.

Sobre el qué, y hablando de los ejemplares representando a
cerdos, realmente no conozco ninguno sobre el que se pueda afirmar con


rotundidad que lo sea (sí un suido, como este del Castro de las Cogotas, creo que ubicado ahora en la Pza. de Calvo Sotelo, en Ávila y aunque suele estar catalogado como cerdo, a
mi me parece un jabalí) .



Tanto los cerdos como los toros son artiodáctilos por lo que
distinguir dichas representaciones por la forma de las pezuñas, teniendo en
cuenta la simplicidad de la escultura, el desgaste y demás, es prácticamente imposible.
Realmente los cuartos, tanto delanteros como traseros, en la mayoría de las
esculturas encontradas, a mi me hacen pensar que representan bóvidos, pero si
es cierto que su fisonomía peculiar, un tanto redondeada (por acción natural o
no) induce a confusión. Para distinguir un toro de un cerdo, lo normal es
fijarse si dispone de papada, agujeros para los cuernos, testículos bajos(si
son altos y pequeños es más probable que sea cerdo), rabo largo y no rizado… en
el caso del jabalí, colmillos prominentes y espina dorsal pronunciada. Las orejas también pueden ayudar en todos los casos.A lo que me refiero es que pocos (cerdos) hay, que tengan morfología inequívoca.
Y enlazando el qué al por qué, ¿no creéis en la posibilidad de la representación de la mitología céltica? En ese caso, dando por sentado el carácter ornamental fúnebre de su uso posterior , podríamos encontrarnos ante la representación de animales de gran carga sagrada para las
regiones de influencia celta. El jabalí, la agresividad bélica y el don de la ocultación y la sorpresa. El oso, como animal totémico y que en ocasiones se mimetiza
con el perro (recordemos que hay representaciones cuya cabeza tiene un hocico
pronunciado, como la de la imagen de la derec

Comentario por Viriato el noviembre 21, 2011 a las 11:32pm

CONTINUA...

, como la de la imagen de la derecha, que siendo catalogada como cerdo, bien podría tratarse de ese ser, bien de un jabalí)

El cerdo, como signo de la opulencia  o del sexo sin límites, el toro, símbolo del
poder y la guerra en su máxima expresión: la conquista,… que por cierto, fue el
que hizo que recordara esto a raíz de la descripción de tres orificios en la
cabeza de uno de los “verracos”, que probablemente ni fuera por ser tuerto ni
por representar el mítico toro de tres cuernos para dramatizar su poder, pero si es cierto que el toro tricornio ha sido recurrente en el simbolismo celta. En
fin, son ideas que espero me rebatáis. Saludos y nuevamente mis felicitaciones
por la exposición.

Comentario por mariano Serna Martínez el noviembre 22, 2011 a las 1:29am

Gracias Viriato, en este articulo he sido lo más breve que he podido, ya sabes que hay mucho sobre el tema, mucho repetido, muchas suposiciones, y seguramente, algún que otro acierto.

A lo primero, según los traductores e historiadores: un tal Longino, un presunto indígena romanizado (por eso utiliza el latín), noble o rico hombre sin duda, dedica el monumento funerario a su padre Prisco de los calaéticos, y entienden, por lo que he leido que los calaéticos eran una tribu indígena, una más, entiendo yo del entramado de tribus que constituían el pueblo vettón. La dedicatoria creo que está datada en el siglo II, pero no estoy seguro de ese dato. Lo que sí te puedo asegurar es que en época romana estos monumentos funerarios colectivos constituidos por verracos fueron muy comunes en Avila además de este se conocen cuatro más, uno de ellos (la alameda Alta de Tornadizos) compuesto por unas treinta esculturas de distinto tamaño y especie (porcinos o toritos de esos). En que se trata de una escultura indígena reutilizada en "época romana" para otra función, es opinión generalizada,... pero hay alguna contradicción y me refiero a Gómez Moreno que por un lado dice que los grandes verracos vettones fueron reduciendo su tamaño en época romana hasta alcanzar el tamaño de los "borregos" y por otro que los indígenas rebelaron su lengua con las carteles que algunos, como los de Guisando presentan. Parece absurdo pero eso es lo que he entendido sobre lo que dice de ellos en el catalogo monumental de Ávila. 

Si has visto mi entrada anterior sobre Ávila-Ulaca, las sombras de la historia, habrás visto un dibujo que realizamos uno de mis alumnos y yo sobre lo que podía ser el cementerio romano de Ávila y es que donde se encontró no paran de aparecer toritos y cerditos que unto a otras estelas adornaban las tumbas.

Sobre algunas teorías, reducidísimas, de las personas que refiero te incluyo algo que excluí en el artículo:

En tiempos más recientes “García Bellido y Maluquer, creyeron que los verracos eran guardianes que defendían los ganados de los influjos maléficos; Bosch Gimpera los alzó a la categoría de deidad relacionada con la fecundidad del ganado; Cabré y Martín Valls, les dieron carácter mágico; Álvarez de Miranda los considera manifestaciones concretas del culto al toro; etc.”. Fernando Fernández dice sobre los verracos, que no puede desecharse la posibilidad de que, al menos algunos de ellos, se traten de auténticas imágenes de culto caso del encontrado en el castro portugués de Castelar, colocado en el centro de un recinto circular de 3 m. de diámetro; los pequeños verraquillos del castro de Santa Lucía, en el mismo Portugal; y sobre todo, Los Toros de Guisando. Todos ellos serían manifestaciones de un posible culto zoolátrico en el que los animales sagrados serían adorados como dioses tutelares. En contra de alguna de las teorías anteriores, Antonio Blanco Freijeiro opina que los toros y los cerdos en la zona ocupada por el pueblo vettón, nunca alcanzaron la categoría de dioses siendo tan sólo animales sacrificales para aplacar a los dioses de los difuntos basándose, entre otras cosas, en un pasaje del “De Legibus” de Cicerón, donde se asegura que según la legislación romana antigua, no se daba por terminado un sepulcro hasta que se hubiesen realizado los ritos de rigor e inmolado el cerdo, quizás con el objeto de aplacar a la tierra por forzarla a recibir un cuerpo muerto. Otros autores señalan a los verracos como elementos indicadores de la propiedad de los terrenos donde se encontraban.

Lo del tipo de bicho, opino que en los zoomorfos antiguos, generalmente, es fácil distinguir si estamos ante una res (algunos llevaban hasta agujeros para ponerles cuernos), o ante un porcino, aunque saber si cerdo o jabalí, ya es otra cuestión que se presta a discusión. Las esculturas de época romana, generalmente son más b

Comentario por mariano Serna Martínez el noviembre 22, 2011 a las 1:49am

Ya me la ha liado el sistema y me ha cortado un trozo, sigo aunque ya no me acuerdo:

Las esculturas de época romana, generalmente, eran más burdas y difíciles de distinguir y he comprobado que bastantes de esas esculturas, como la de Narrillos de San Leonardo, a las puertas de Ávila y seguramente obra de las gentes de la Ávila romana, incorporaban cazoletas en costados y lomos. Te lo aporto.

 

 

El cerdo que refieres de la plaza del Alcazar de Ávila, procedente de las Cogotas, tiene todo la pinta de ser un cerdo y no un jabalí, y otro semejante se encontró hace unos años al excavar el cementerio musulman, seguramente dejado allí para agraviar los sentimientos religiosos de aquella gente. te lo aporto.

Otro bonito ejemplar, tipo jabalí como el que aportas, de la zona de Salamanca y Zamora, lo encontraron oculto en una tapia en el castro de Yecla. te lo mando.

 Sobre lo que dices del significado de los animales, yo mismo recogí de varias páginas wed, cosas de esas que he incorporado a una futura obra sobre el castro de Yecla, pero siempre como cosas que se dicen, pero que noestoy nada convencido de que coincidad con las de aquellas gentes. 

Gracias por tu interés en este asunto,... y por otras cosas. Un abrazo.

Comentario por mariano Serna Martínez el noviembre 22, 2011 a las 2:09am

Servan, me iba a ir a la cama, en España son las dos de la mañana, no sé ahí. Respecto a lo que dices, del sexo de las esculturas,... en numerosas publicaciones (uno lo dijo un día y el resto a repetirlo, hasta yo), se dice que todos los ejemplares son machos porque "tienen muy abultado el sexo", vamos porque muchos, sobre todo los cerdos, en la parte superior trasera tienen un bulto que entendieron eran los testículos, pero si uno se fija es claramente la vulva o el sexo de la hembra. En cuanto a los animales que representan reses (toros), generalmente, por detrás se les ve el rabo tapándoles la entrepata y, por debajo de las patas, como me decía un vaquero gallego, donde debían tener los testículos no tienen nada, vamos que yo diría que son asexuales, pero ahora que recuerdo, eso ni yo ni nadie lo ha dicho nunca.

Eso que dices de los cerdos, jabalís y lobos, creo que ya lo había leido por ahí y hasta creo que lo apunto en la obra esa que dije,... pero no sé Servan,... y en todo caso no puedo discutir sobre ello porque estoy "pez". Un abrazo

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